El día de su cumpleaños, María González vivió la peor humillación de su vida cuando su esposo la dejó plantada descaradamente por irse detrás de su tal exnovia. Pero para colmo de sus males, esa misma noche descubrió que el tipo nunca se había esforzado en nada y que todo lo que ella creía especial y único de su relación de matrimonio de cinco años, desde las sorpresas de cumpleaños hasta las celebraciones de aniversario, eran obras de su ex. Por eso después de tanto tiempo de vivir engañada, y de dar todo sin recibir nada a cambio, María ya no tenía fuerzas para seguir adelante con dicha relación. Estaba bastante cansada de ser la segunda opción, de vivir siempre de las migajas de amor que le daba su esposo, y bajo la sombra de lo que fue la ex. Así que cuando por fin se animó a darse una oportunidad a sí misma de reencontrar el amor comenzó a salir con alguien más, el muy canalla de su exmarido se apareció de la nada, y peor exigiendo como si tuviera algún derecho: —¡María, no puedes andar con alguien más sin mi maldito permiso! Ella solo sonrió sarcásticamente. —¿Y quién te crees que eres como para venir a hablarme así? Un simple apareció, eso es lo que ahora eres.
Leer másMaría aceptó, y cuando estaba por responder, alguien la empujó con brusquedad por detrás, casi haciéndola caer.Por suerte, Alejandro reaccionó rápido y logró sostenerla.Pero antes de que pudiera recuperarse, el responsable del empujón la sujetó por la muñeca y susurró —Señorita, ¿me concede este baile?Era Gabriel.Aunque vestía de negro, su presencia imponente y esos ojos oscuros y profundos revelaban su identidad.¡¿Por qué no la dejaba en paz?!Alejandro no reconoció la voz de Gabriel.Sujetó la mano de María con firmeza y miró al intruso con determinación —Disculpe, señor, pero ella es mi pareja.María sintió que su mente era un completo caos.Decidió fingir que no lo había reconocido.—¿Ah, sí? — Gabriel la miró fijamente con ojos amenazantes —¿Entonces también te gusta él?María quería responder, pero no se atrevía. Había demasiada gente alrededor y Gabriel podría hacer algo imprudente.Si él no se preocupaba por el ridículo, ella sí.—Parece que— al ver que María no respondía,
María estaba confundida.Después de todo, ella ya estaba casada...—¿Por qué me miras así, María? Aunque estés casada, tienes derecho a divertirte. El abuelo ha notado que has estado desanimada estos días, ¿no sería bueno que te relajaras un poco? — la convenció Fernando con un tono paternal.Ante tanta insistencia, María no pudo negarse y entró resignada al vestidor.Era un equipo profesional de maquillaje, de los que trabajan con celebridades.Aunque... ¿por qué todos los looks eran de cisne blanco?Las reglas del juego de Fernando eran sencillas: era como un baile de máscaras donde nadie podría reconocerse, solo los ojos quedarían visibles.Todos los invitados conversarían entre sí y después bailarían.Al final, si alguna pareja congeniaba, podrían intercambiar contactos.Después del maquillaje, María apenas podía reconocerse.Todas las chicas lucían idénticas, ¿cómo podría ser divertido este juego?María, algo resignada, se sentó en la parte trasera del salón, comiendo fruta distra
Se quitó una delicada cadena del cuello, que lucía verdaderamente exquisita.María no pudo evitar sentir cierta envidia.Suspiró profundo y dijo —Sandra, cada persona es diferente. Es natural que tu esposo y tú se traten bien mutuamente. Pero ¿crees que podría yo ser así con alguien como Gabriel? Hace tiempo que dejé de verlo como mi esposo. ¿Por qué debería respetarlo o amarlo? ¿No sería mejor usar ese tiempo para consentirme a mí misma?Sandra se quedó en ese momento sin palabras.En las sombras, Gabriel había escuchado cada palabra con claridad.¿Así que ella ya no lo consideraba su esposo?Gabriel respiró profundo, conteniendo la amargura en su adolorido pecho, y tosió antes de salir.María se apresuró a terminar la sopa de su tazón.—Mañana por la noche irás conmigo a la casa familiar. Fernando ha organizado un evento de citas— anunció él con frialdad, sin emoción alguna.María no levantó la mirada, fingiendo no haberlo escuchado.Pensó que ahí terminaría esa conversación sin sent
—María, te has vuelto más atrevida —observó Gabriel con interés.—Si el señor García vuelve a enviar a su perra rabiosa a provocarme, puedo ser aún más atrevida —María sostuvo su mirada sin temor alguno.—Todos fuera —ordenó Gabriel de repente.Camila se quedó perpleja. ¿Salir? ¡Pero si el asunto no estaba resuelto!—Parece que te diviertes aquí. ¿Qué pasa? ¿Ya no te gusta la habitación principal? —Gabriel parecía de buen humor, aunque su mirada era claramente burlona.—Nunca me ha gustado —María se dejó caer en el sofá.Sin querer, el movimiento le jaló la herida del brazo, haciéndola sisear de dolor.Esa Camila tenía tanta fuerza que le había sacado sangre con los arañazos.—Te lo mereces —Gabriel la miró con desprecio— Esto te pasa por andar haciendo berrinches todo el día. Eso se conoce como simple y llanamente karma.—¡Lárgate! —María aún no había descargado toda su frustración.Viendo su rostro lleno de expresión, Gabriel sintió, inexplicablemente, menos enojo del que esperaba.E
María tomó la toalla de manos de Sandra y se secó apresurada.—Señorita Martínez, no se meta en lo que no le importa —dijo con una leve sonrisa.Al levantar la mirada, sus ojos reflejaban un destello abrumador.¿Acaso creían que era un tapete que cualquiera podía pisar?—Señora, el señor García me envió a buscarla. Por favor —Camila hizo un gesto algo presuntuoso, indicando la salida.Aunque sus palabras sonaban corteses, su actitud era claramente provocadora.María no pudo contenerse más.—Sandra, cierra la puerta. Tengo algunas palabras para la señorita Martínez.Sandra intentó intervenir, pero María la detuvo con una mirada.Camila, creyendo que María estaba asustada, se volvió más atrevida —¿Qué pasa? ¿La señora intenta sobornarme? Lo siento, mi lealtad es solo para el señor García.—No me malinterpretes. Solo quiero darte una lección —María se acercó lentamente a Camila, mirando despectiva sus tacones de varios centímetros.De repente, agarró el cabello suelto de Camila y la arras
Sandra no se atrevió a tomar la decisión por su cuenta y fue a consultar con Gabriel.En ese momento, Gabriel seguía furioso.—¡Que se vaya a donde le dé la gana! —contestó con frialdad, despachando a Sandra.Apenas diez minutos después, María ya se había mudado al cuarto de Sandra.Abril, al ver el mal semblante de María, no se atrevió a decir ni preguntar nada. Con rapidez recogió sus cosas y se fue a compartir habitación con otra empleada en el cuarto de al lado.Sandra preparó un té relajante y se lo llevó a María.—Señora, ¿volvió a discutir con el señor? —preguntó Sandra con voz maternal que resultaba ser reconfortante.María esbozó una sonrisa forzada —Sandra, antes estaba realmente ciega.Se arrepentía tanto que sentía un nudo en el estómago.Sandra no sabía en ese momento si reír o llorar —Señora, las peleas entre esposos son pasajeras. El señor no se ha sentido bien estos días, solo tenga un poco de paciencia.—¿Por qué debería tener paciencia? Se lo buscó él mismo. Sandra, q
María no tuvo más remedio que hacerse a un lado, frustrada.Él se apoyó en la cama para levantarse lentamente y se dirigió hacia el armario de madera tallada, de donde sacó el soporte para transmisiones en vivo y el celular de ella.—¡Gabriel, quitarle el sustento a alguien es como matar a su madre! —exclamó María con el rostro distorsionado.—¿Quitarte el sustento? ¡Jajaja! ¿Cómo te atreves a decir eso? —masculló entre dientes, conteniendo su furia— En lugar de comportarte como la señora García que deberías ser, te dedicas a hacer transmisiones en vivo. ¡Si tú no sientes vergüenza, yo sí la siento!—No tengo nada de qué avergonzarme. Ni siquiera muestro mi rostro. Además, gano dinero honradamente con mi propio esfuerzo, sin robar ni estafar. ¿Por qué no podría hacerlo? —respondió María con frialdad.Su espíritu rebelde había despertado.—¿Acaso te falta algo en la casa de los García? ¿Necesitas rebajarte a hacer estas vulgaridades para llamar la atención?Gabriel arrojó con furia el s
María vio el último comentario y se quedó perpleja por un momento, antes de soltar una pequeña risa.Este usuario había dado justo en el clavo.¿Acaso no era ella ahora una empleada doméstica?Una empleada que atendía a un demonio tan difícil como Gabriel.—Wow, ¡cómo se rió! Definitivamente no es una empleada, ¡su voz suena muy joven!—Además, tiene unas manos preciosas, como de pianista. Apuesto a que es una de las señoritas García.—Imposible, ¿por qué una señorita de alta sociedad necesitaría transmitir en vivo para ganar dinero?...Los comentarios se multiplicaban cada vez más.Pero María ya no les prestaba atención alguna, concentrada en su dibujo, manteniendo su habitual ritmo veloz.Mientras tanto, Gabriel terminaba una larga conferencia telefónica y miraba con disgusto la comida fría sobre su escritorio.—¡María! —llamó en voz alta.No hubo respuesta.La criada, temblando, se paró en la puerta. —Señor García, la señora no está.—¿A dónde fue? —Gabriel frunció el ceño, su rost
Entre la niebla del sueño, escuchó la voz de su madre, familiar y a la vez extraña.María de repente se estremeció.En la bruma del sueño, vio a Mercedes mirándola tranquilamente, con una dulce mirada. María se quedó paralizada, y después de un momento, susurró temblorosa: —Mamá, ¿eres tú?Te extraño tanto.Los ojos de Mercedes se llenaron de lágrimas. —Hija mía, cuánto has sufrido.María bajó la cabeza, sus lágrimas cayendo como perlas de un collar roto.Hacía mucho que no lloraba en sueños.Las lágrimas empaparon la almohada, humedeciendo su dulce sueño.Gabriel, escuchando los débiles sollozos, abrió los ojos irritado.¿Qué diablos le pasaba ahora a esta mujer?Apartó con fuerza las sábanas, dispuesto a reprenderla, pero se detuvo al verla llorar.Estaba acurrucada en su improvisada cama en el suelo, tan pequeña, como una niña que nunca creció.Pero sus lágrimas eran reales.Gabriel sintió una inexplicable opresión en el pecho. Se recostó molesto, intentando ignorarla.Pero no podí