Cuando Usha Gonz, la humilde hija de una mucama, entra a trabajar como secretaria en el bufete de abogados más prestigioso de la ciudad, sabe que está pisando terreno peligroso. Pero nada la prepara para reencontrarse con Alan Elgoft, el heredero del bufete y el hombre al que, cinco años atrás, le dio una poción de amor en un arrebato de desesperación. Lo que Usha no sabe es que la poción era innecesaria: Alan ha estado enamorado de ella desde siempre. Ahora, con la culpa asfixiándola y una suegra dispuesta a todo para separar a su hijo de quien considera una mujer inadecuada, Usha debe enfrentarse a sus propios demonios. Sin embargo, el destino tiene más sorpresas reservadas: un viaje de negocios revela la identidad de su verdadero padre, un millonario que la abandonó siendo niña, y una hermana que no sabía que existía. En un mundo donde el amor, la traición y los secretos familiares se entrelazan, Usha tendrá que decidir si puede perdonarse a sí misma y si está dispuesta a luchar por un amor que desafía todas las expectativas.
Ler maisCamino a la puerta y la abro, encontrándome a Alan más guapo que nunca, me sorprende el hecho de que parezca aún más guapo de lo normal. Aunque intentaba negarlo, Alan lograba acelerar mi corazón, a pesar de todos los años en los que estuvimos alejados.—Usha, ¡guau! De verdad que te ves hermosa.—Gracias tú también, bueno, guapo —suelto una risita nerviosa—. ¿Estás seguro que debería ir a la cena? Es una reunión de tu familia.—¿De qué hablas? Tú eres prácticamente de la familia, crecimos juntos… además de eso, planeo hacerte de la familia oficialmente cuando aceptes ser mía.Me sonrojo.Ser de Alan… y él ser mío.Siento como mis mejillas arden, sentía esa extraña sensación de tirarme a los brazos de Alan, olvidarnos de la estúpida reunión y de todos nuestros problemas y ser suya de una vez por todas.—Si tú lo dices… —Me muerdo los labios intentando frenar la sonrisa que lucha por salir por mis labios, estaba fallando en eso de mostrarme indiferente ante sus palabras.—Ya lo verás… —
Me limito a suspirar, me dirijo a mi maleta, escojo una blusa, jean y ropa interior para dirigirme al baño, necesitaba relajarme bajo el agua caliente. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración, en intentar que mi cuerpo dejase de sentir esa sensación de entumecimiento, dejando ir mi ansiedad y mi estrés.Cuando salgo del baño ya vestida, Alan sigue allí, la mesa está servida por lo que supongo fueron los del hotel, me obligo a sentarme y comer de la ensalada de salmón, tostadas con mermelada y café que había pedido Alan.—Hoy es nuestro día de descanso, intenta descansar y salir del hotel, despeja tu mente, mañana tenemos que ir a casa de mis abuelos, ¿recuerdas?—Claro —Alzo las cejas—. Soy tu secretaria, ¿recuerdas? Gracias a mí tu vida tiene un orden, Mr. Desordenado.—¡Oye! Ya no soy el mismo de antes.—No me parece, a decir verdad.—Pero en algo tienes razón, gracias a ti mi vida tiene un orden y volvió a tener sentido.Sus palabras me sorprenden hasta logra que me sonroje
Tengo que admitir que lo mejor del lugar sin duda es el Gin-tonic, sé que después del plato que sirvieron al regresar al hotel me tocaría pedir una hamburguesa para poder llenarme completamente.—¿Cómo te sientes? —pregunta Alan limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta de tela.—Muy bien, señor. La señorita Meier es muy bonita —Le doy un largo sorbo a mi bebida.—Sí, pero no como tú, ese vestido me encanta, te sienta muy bien.—Gracias, señor.—¡Alan! Cuanto tiempo sin verte —Un hombre alto, algo canoso. Tiene un semblante maduro, con rasgos bien definidos y una barba perfectamente recortada que añade un toque de distinción a su rostro. Su cabello, corto y peinado hacia un lado, es de color gris plateado, lo que le da un aire de experiencia y sabiduría.Lleva puesto un traje de color azul marino que se ajusta perfectamente a su figura, destacando por su corte impecable. La chaqueta del traje tiene un bolsillo en el pecho con un pañuelo blanco cuidadosamente doblado, a
Sigo la lista que había hecho en mi celular sobre lo que iba a llevar, la repaso una y otra vez como si se tratase de un examen, el tema del peso de la maleta siempre era un tema que odiaba.—Espero que esto no supere los 23 kg de la maleta —digo para mí misma, hasta que me siento satisfecha con el resultado.Minutos después finalmente estamos de camino al aeropuerto junto a Alan.—El itinerario para este viaje, señor Elgoft es: Asistir a la reunión, asistir a la gala de bienvenida de la empresa que convoco la reunión, sus padres, lo convocan a la casa de sus abuelos, piden por favor que saque tiempo para ellos.—Sí, está bien, organiza eso en mi agenda, si no choca con algo importante.—Si señor.Organizo su horario en la tableta de la empresa, continúo haciendo algunos arreglos para la semana en la que regresábamos a la empresa y las cosas que podíamos trabajar a distancia. La llegada al aeropuerto me deja con la boca abierta, era la primera vez que no entraba por la típica entrada d
—No sabes lo que siento por ti, Usha, lo que me haces sentir en todos los sentidos —Me sonrojo—. Te deseo como no tienes ni idea, desde que llegue te imagino allí —Señala su escritorio con su barbilla—, postrada sobre mi escritorio, con tus bragas en tu boca para que el bufete no escuchase tus gemidos que son solo míos.Lo miro atónita.—No quiero ser tu jefe simplemente, o aquel chico que hizo parte de tu infancia, quiero que estemos juntos, que me conozcas y yo haga lo mismo contigo, no puedo actuar con indiferencia, me podría volver loco.—No lo entiendo…, ¿por qué ahora?—Por qué nunca es tarde para decirte lo mucho que me encantas.Frunzo los labios sin saber qué decir, tal pareciera que por un momento olvide como era que formaba las palabras en mi boca, todo estaba siendo algo extraño.—Todavía no puedo darte una respuesta, lo siento…—Está bien —Alan alza sus manos en señal de rendición—. Pero al menos podrías decirme si tengo una oportunidad.—No lo sé, de hecho, estoy sorprend
Alan me hacía sentir sexi en este momento, a pesar de vestir un tonto pijama, decido dejar de pensar en esto y dormir tan siquiera 5 minutos antes de tener que ir al trabajo, ahora todo estaba empezando a ser tan raro. Estaba en la casa de mi jefe.Me limité a sentarme en su sofá, organicé una almohada y me acosté allí.—¿Qué estás haciendo?—Dormir.—Duerme conmigo, en mi cama.—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué dormiría contigo teniendo una cama en perfecto estado donde podría estar durmiendo ahora mismo? Si tanto problema te da que viva allí, entonces me mudaré, pero no quiero que creas que tienes voz y voto en mi vida, señor Elgoft.Mi alarma me despierta, y agradezco que al momento que tocaron mi puerta lo hubiese guardado en mi túnica de dormir.Creo que la mejor forma de asumir mi situación actual era, ignorándola un poco, después de haber tenido que pedir ropa, bragas y cosas para mí.—Buenos días, señor Elgoft. —Exclamo mientras entro a su habitación y él se encontraba visitándose.
Frunzo los labios sin saber qué decir, por un momento me distraigo y no noto cuando está mucho más cerca de mí, sus manos se posan en mis mejillas y tiemblo cuando siento cuando me da un casto beso. Instintivamente, cierro los labios, mis mejillas debían de estar a punto de explotar.—No sabes cuanto desee esto, Usha, no soy el mismo crio que conociste.No sé qué decirle, de hecho, creo que en eso se resumen mis pensamientos cuando estoy frente a él y me suelta sus tontas frases y siento que me derrito a sus pies.¿Qué quieres lograr Alan Elgoft? ¿Volverme loca?—Ven —Alan entrelaza nuestras manos—, déjame llevarte a tu casa, mañana tenemos que trabajar y después hablaremos de esto.—¿De esto?—Dame una oportunidad para decirte todo lo que siento, si decides que no quieres nada conmigo, pues te dejare en paz… te enviare a otro buffet para evitar que mi corazón duela al verte.—Está bien, después hablaremos de esto, déjame despedirme de mis colegas.—¿Para dónde vamos? —Pregunta Alan c
—Hola Usha, un placer conocerte soy Ángel.Él extiende su mano con nerviosismo y me limito a estrecharla y brindarle una cálida sonrisa.Cada uno se fue presentando, un total de 15 personas. —¡Que empiece la diversión! —grita eufórico Jaime corriendo hacia una máquina de azar.—Como regalo de nosotros, tienes derecho a una bebida.—¡Oh!, gracias.Sigo a Mackenzie, quien se sienta en una de las sillas donde unas personas jugaban al póquer.—¡Hola, chicos! —Saluda Mackenzie a los cuatro hombres y dos mujeres, cada uno, de diferentes edades, pero en ellos se les veía el dinero.—¡Hola Mack! ¿Vas a acompañarnos en la partida? —Le pregunta una mujer alta, con un precioso vestido color esmeralda.—No, la otra vez casi me dejan en la calle.—¿Y tú sabes jugar, nena? —Me pregunta uno de los chicos, este es un pelinegro, fornido de ojos miel y traje.—Sí, ¿de cuánto es la apuesta?—5.000—¡Mierda! —espeto.—¡Anda juega con nosotros! ¿o no confías en tus habilidades?Mientras me entregaban las
Agosto 15, 2025Esa noche ni siquiera pude dormir por hacer las estúpidas diapositivas, aunque aquello me había servido para dejar de pensar en Alan y en sus palabras, ¿y si todo lo que me estaba diciendo era producto de la extraña pócima que le había dado?Cuando llego al bufé, preparo el café para Alan.—Buenos días… ¿Usha? —Me saluda una chica de cabello negro y un poco más alta que yo—. Quería conocer a la nueva secretaria del demonio.—Ya veo.—No me he presentado, soy Mackenzie Will.—Un placer —Entrelazo las manos con ella—, espero que dures más de lo que duro la anterior.—Igual yo… Bueno, voy a llevarle el café al señor Elgoft.Sin esperar su respuesta me encamino a la oficina de Alan, toco la puerta antes de entrar encontrándome a Alan leyendo un papel, con sus gafas a punto de caerle del tabique de su nariz.—Buenos días, señorita Gonz.Me aclaro la garganta.—Buenos días, señor Elgoft, le he traído su café. —Camino con el café entre mis manos y los dejo frente a él en su e