Ivy Hart ha dedicado su vida a hacer crecer su empresa tecnológica, una startup que ha comenzado a llamar la atención en el competitivo mundo de los negocios. Cuando Alexander “Xander” Blackwood, un poderoso inversor con reputación de mujeriego y narcisista, muestra interés en financiar su proyecto, Ivy rechaza la propuesta sin dudarlo. Para ella, Xander representa todo lo que desprecia: un hombre acostumbrado a comprar su camino hacia lo que quiere, sin escrúpulos ni compromisos. Pero el rechazo de Ivy sólo despierta la fascinación de Xander. Intrigado por la fuerza y orgullo que ella demuestra, decide que no sólo quiere ser parte de su empresa… la quiere a ella. Así comienza una intensa guerra de voluntades, donde ambos chocan en cada oportunidad, atrapados en una dinámica de poder y deseo. Obligados a colaborar a regañadientes, Ivy y Xander deberán navegar una relación de amor-odio mientras las líneas entre el control y la rendición se vuelven cada vez más difusas. ¿Podrá Ivy resistirse al hombre que insiste en que le pertenece, o Xander terminará sucumbiendo ante la única mujer que parece inmune a su poder?
Leer másLa recepción estaba en pleno apogeo cuando llegué al salón principal. Los reflectores iluminaban el espacio con un brillo elegante, mientras que el murmullo de las conversaciones llenaba el aire. Personas de diferentes sectores de la tecnología, la inversión y los negocios se movían entre las mesas decoradas con flores minimalistas y copas de vino blanco perfectamente alineadas en las bandejas de los camareros.Me movía entre los asistentes con una sonrisa educada, aceptando las felicitaciones y agradecimientos de inversores, colegas y otros asistentes que se detenían a intercambiar unas palabras conmigo. A pesar de mi mejor esfuerzo por concentrarme, mi mente seguía repasando la presentación y el intercambio tenso con Wallace. No podía dejar de analizar cada palabra, cada reacción, incluso después de haber recibido elogios por cómo manejé la situación.—¡Ivy! —La voz cálida de Adrian me hizo detenerme en seco. Cuando lo vi acercarse, su sonrisa despreocupada fue como un bálsamo que s
El reloj en la pared marcaba las 6:15 p.m., y la suite del hotel era un torbellino de actividad. Ropa cuidadosamente seleccionada estaba esparcida por las camas, zapatos relucientes alineados contra la pared, y accesorios distribuidos por todas las superficies disponibles. El aire estaba impregnado con el suave aroma del maquillaje y los productos para el cabello. Emma y Sarah estaban sentadas frente al gran espejo del tocador, ajustando los últimos detalles de sus atuendos mientras yo revisaba una vez más mi discurso de agradecimiento para la recepción.—Ivy, deja esos papeles ya —dijo Emma, girándose para mirarme con una mezcla de exasperación y diversión—. Tienes todo más que aprendido. Además, ¿no crees que deberías pensar más en qué vas a ponerte?—Es la recepción más importante de nuestra carrera, Emma. Si me quedo callada porque olvido algún detalle, nadie va a fijarse en mi vestido. —Intenté sonar convincente, aunque sabía que estaba buscando cualquier excusa para no pensar en
La sala de espera estaba llena de murmullos emocionados. Mi equipo estaba ahí, celebrando entre susurros y sonrisas el éxito de la presentación. Cuando entré, todas las miradas se volvieron hacia mí, y por un instante, sentí una oleada de orgullo que me hizo olvidar los momentos tensos que había enfrentado en el escenario. Este no era solo mi logro, era nuestro.Emma fue la primera en levantarse, sosteniendo una carpeta en la mano y con esa expresión de mezcla entre emoción y profesionalismo que tanto admiraba en ella.—Ivy, lo hiciste increíble. Todos estaban completamente cautivados, incluso Wallace —dijo, y al mencionar su nombre, una pequeña risa nerviosa recorrió al equipo.Me permití sonreír, aunque el recuerdo del comentario de Wallace todavía me revolvía un poco el estómago.—Bueno, creo que capté su atención —respondí con una mezcla de ironía y satisfacción. —Aunque debo decir que habría preferido que su comentario fuera menos... ¿condescendiente?—Condescendiente no le hace
El auditorio estaba lleno, y la luz de los reflectores hacía que el calor pareciera intensificarse con cada minuto que pasaba. Sin embargo, cuando tomé el micrófono y di el primer paso hacia el centro del escenario, sentí cómo el peso de los nervios comenzaba a disiparse. Este era mi momento, y estaba decidida a demostrar que Hart Tech merecía estar en este espacio. Todo se reducía a este momento, a este espacio, y a las palabras que estaba a punto de compartir.Había repasado esta presentación incontables veces, y cada palabra estaba calculada para transmitir confianza y determinación. Mientras hablaba, mis ojos recorrían el público, buscando conectar con las miradas que me seguían con interés. Fue entonces cuando lo vi: Adrian. Estaba sentado hacia la mitad de la sala, con su habitual expresión de apoyo incondicional. Su sonrisa tranquila me reconfortó de una manera que no esperaba. Me recordé a mí misma que él creía en mí, y eso reforzó la confianza que tenía en mi y en mi proyecto
El aire en el aeropuerto estaba cargado de actividad, pero yo me movía en una burbuja de concentración. Los constantes anuncios por los altavoces, el murmullo de las conversaciones, incluso el ruido de las maletas rodando sobre el suelo parecía amortiguado mientras repasaba mentalmente cada detalle del evento. El mensaje de mi madre aún rondaba en mi mente, dándome una especie de serenidad que no había sentido en mucho tiempo. La frase "estamos orgullosos de ti" resonaba como un mantra, alejando por momentos la ansiedad que amenazaba con instalarse en mi pecho.Emma caminaba a mi lado, sosteniendo su tableta con una lista interminable de detalles por coordinar. Ella hablaba con calma, enumerando cada punto logístico, pero yo apenas escuchaba. Asentía de vez en cuando, sin apartar la vista de las puertas de embarque. Estar en movimiento, avanzar físicamente hacia el evento, me daba una falsa sensación de control.—Ivy, ¿me estás escuchando? —preguntó Emma, mirándome por encima de sus g
La llamada con Ivy terminó, pero su voz seguía resonando en mi mente. Siempre había tenido esa habilidad de quedarse conmigo, incluso después de colgar. Había algo en su tono, en la forma en que hablaba sobre el evento, que me dejó pensando. Sabía lo importante que esto era para ella. Hart Tech no solo era su empresa, era su sueño hecho realidad, y sabía cuánto había luchado para llegar hasta aquí. Sin embargo, también podía sentir el peso de la presión en cada una de sus palabras. Ivy no era de las que lo admitían abiertamente, pero yo conocía bien los matices en su voz. Estaba agotada.Decidí que lo mejor sería hacer algo para aliviar al menos una parte de ese peso. Con ese pensamiento en mente, me dirigí al escritorio de mi oficina y revisé los documentos que había dejado pendientes. Sin embargo, antes de que pudiera concentrarme en mi trabajo, mi teléfono sonó. Miré la pantalla y vi el nombre de Vivian Hart, la madre de Ivy.—Hola, Vivian —saludé, apoyándome en el respaldo de mi s
La llamada con Adrian me dejó con una mezcla de emociones difíciles de descifrar. Había sido un alivio escucharlo, su voz siempre tan tranquila, tan constante, como un faro en medio de una tormenta. Y sin embargo, algo dentro de mí seguía sintiéndose inconcluso, como si esa conversación hubiera sido apenas la superficie de algo más profundo que necesitaba decirle. Bueno, en cierta forma, así era. Sabía que había cosas que él merecía escuchar, pero ahora no era el momento. Como él mismo había dicho, lo importante era el evento. Lo demás tendría que esperar.Emma me devolvió al presente con un ligero golpeteo en la puerta.—¿Todo bien? —preguntó, asomando la cabeza con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación. Había estado conmigo el tiempo suficiente como para notar cuando algo me rondaba por la mente.—Sí, todo bien —respondí con una sonrisa que esperaba que la convenciera—. Adrian solo me estaba deseando suerte para el evento.Ella entró completamente a la oficina, sostenien
Aún saboreando el dulce y sumergida en los recuerdos, tomé el teléfono y marqué el número de Adrian. Una parte de mí se sentía tonta por llamarlo solo para agradecerle, como si un simple mensaje hubiera sido suficiente. Pero algo en mí sabía que esta llamada era necesaria. Quería que él escuchara el agradecimiento en mi voz, que supiera cuánto significaba para mí su gesto y, quizás, que entendiera que sus dulces habían llegado en el momento exacto en que los necesitaba.La llamada apenas sonó un par de veces antes de que contestara, su voz familiar y cálida llenó el silencio del momento.—¿Ivy? —dijo con esa mezcla de sorpresa y alegría que siempre acompañaba sus palabras cuando se dirigía a mí.—Hola, Adrian —respondí, y pude sentir cómo una sonrisa se formaba en mi rostro solo con oírlo—. Solo quería agradecerte por los dulces. No tienes idea de lo mucho que los necesitaba hoy… Me trajeron muchos recuerdos.Hubo una breve pausa al otro lado de la línea, como si mis palabras también
El dulce en mis manos parecía tan pequeño, tan sencillo, y sin embargo, era como si contuviera un mundo entero de recuerdos. Observé su color dorado, esa textura ligeramente granulosa que siempre me había fascinado de niña. Casi podía oír la voz suave de la abuela de Adrian diciéndome, como hacía siempre, “los mejores ingredientes se mezclan con paciencia, Ivy, no con prisa”. Cada uno de esos dulces llevaba su toque, su amor por la cocina y por los pequeños momentos de la vida.Desenvolví el dulce lentamente, como si fuera un ritual, y me permití olerlo primero, dejando que el aroma llenara el aire. Esa mezcla de azúcar tostada y almendra, con ligeras notas de canela, me transportó a las tardes en el jardín de la casa de los abuelos de Adrian, donde pasábamos horas jugando, corriendo entre los árboles mientras sus padres y los míos hablaban sobre sus propias vidas y preocupaciones. Para nosotros, el mundo adulto era un susurro lejano, algo que no nos preocupaba en lo más mínimo mientr