Rocío una Omega de 18 años, que no se transforma, quiere salvar a Isabella de sus agresores, siendo ella capturada y convirtiéndose en victima, su mejor amiga Sofía que no sabe quién es su padre, se transforma en loba para salvarla, Max el próximo alfa no está interesado en su mate quiere elegir una luna fuerte, que lo acompañe, Jason su beta, tiene un una lucha interna con Lucas por Sofía, y los gemelos que no están dispuestos a compartir una mate. secretos que destruirán relaciones y la vida de más de uno, lucharán para cambiar las cosas en la manada, dejando su legado, lo lograrán?
Leer máspunto de vista de SofiaLa puerta del departamento se cerró con un golpe suave. Rocío se quitó los zapatos apenas cruzó el umbral. No dijo nada. No hizo ruido. Simplemente caminó a su habitación con pasos arrastrados, como si sus piernas fueran de plomo.Ninguna de las chicas preguntó cómo estaba. No hacía falta.La energía en el ambiente era espesa, densa, como si el aire mismo estuviera cargado de tristeza y ansiedad. El departamento entero parecía latir con las emociones de sus habitantes.Sofía estaba en su cama, mirando el techo. El celular encendido a su lado mostraba dos conversaciones abiertas: una con Lucas, otra con Jason. No había respondido a ninguna. No sabía qué decir. No sabía qué sentía. Había pasado de no creer en el amor a estar atrapada entre dos hombres que le hacían temblar el alma. Y ninguno era sencillo.—Quiero desaparecer… —susurró para sí, pero nadie la escuchó.En la pieza contigua, Isabella estaba hecha un ovillo bajo las sábanas. Abrazaba una polera que no
Punto de vista de RocioEl primer latido fue un eco sordo en la oscuridad.Luego vino el ardor.Un dolor agudo en el pecho, como si algo invisible la estrujara desde dentro. No podía moverse, no podía respirar. Solo estaba ahí, atrapada entre la inconsciencia y la realidad, flotando en un mar negro donde su cuerpo no le respondía.¿Dónde estoy?Entonces, la memoria golpeó.Max. Su piel contra la suya. Sus besos. Sus manos explorando cada rincón de su cuerpo. Sus promesas susurradas entre jadeos.Y lu
Punto de vista de RocíoEl agua de la ducha aún goteaba desde sus cabellos cuando Rocío se acurrucó en los brazos de Max, ambos desnudos, envueltos en las sábanas tibias, el cuerpo cansado, pero el alma inquieta.Por un momento, reinó el silencio. Max acariciaba su espalda, dibujando con la yema de los dedos formas invisibles sobre su piel. Rocío, aún temblorosa, se aferró a él, pero su mente ya no estaba solo en lo que habían compartido… sino en lo que no se habían dicho.—Max… —susurró, sin mirarlo directamente—. ¿Y Anastasia?El cuerpo de él se tensó bajo su tacto. Roc&iacut
Punto de vista de MaxEl amanecer apenas asomaba por los bordes del ventanal, tiñendo la habitación con una luz tenue y dorada. Rocío estaba tumbada sobre las sábanas revueltas, su cuerpo brillante de sudor, el cabello pegado al rostro, la respiración aún agitada.Max la observaba desde el borde de la cama. Estaba ardiendo. El deseo seguía vivo, latiendo bajo su piel como una bestia sin cadenas. Su lobo rugía, salvaje, deseando marcar cada rincón de su cuerpo, hacerla suya una y otra vez.—No he terminado contigo, princesa —susurró con voz ronca.Ella lo miró entreabriendo los ojos, sus labios aún húmedos, hinchados d
Punto de vista de MaxLa habitación aún olía a sexo y piel. El aire estaba cargado de deseo, pero también de algo más profundo… algo que no se podía explicar con palabras. Rocío reposaba sobre mi pecho, dibujando con sus dedos figuras invisibles sobre mi piel, mientras yo acariciaba lentamente su espalda desnuda.—¿Te duele? —pregunté en voz baja, preocupado.Ella alzó la mirada, con sus mejillas todavía sonrojadas, y una sonrisa suave curvó sus labios.—Un poco…Mi pecho se contrajo. La ab
Punto de vista de max—Me tienes loco, Rocío —susurré contra sus labios, devorándola con los ojos, con las manos, con la respiración entrecortada por el deseo.Ella temblaba. No sabía si era de nervios o de placer… probablemente ambas. Me ayudaba a quitarme la ropa, torpemente, como quien se atreve por primera vez a desvestir al deseo.—Qué rico hueles, Rocío… —le murmuré, besando el hueco entre su cuello y su hombro.La tomé en brazos y la llevé a la cama, sin dejar de besarla. Su cuerpo desnudo se enredó con el mío sobre las sábanas, su piel caliente, su respiración agitada, sus ojos brillando entre el miedo y la entrega.—Max… —susurró cuando me acosté sobre ella, apoyándome en mis codos para no aplastarla—. Nunca… lo he hecho.Sus palabras cayeron como un rayo. La miré, sorprendido. Su mirada se clavó en la mía con honestidad, con una timidez hermosa que me hizo amarla aún más en ese instante.—¿Eres virgen? —pregunté con la voz ronca, y ella asintió.Todo dentro de mí se detuvo.K
Punto de vista de MaxSe levantó sobre las puntas de sus pies para besarme, y en cuanto sus labios rozaron los míos, noté su inexperiencia. Un beso torpe, tímido, pero lleno de deseo. Mi mano se posó en su cadera y, en el mismo instante, sentí un calor recorrer mi cuerpo como un incendio imposible de contener. Pero si ella fuera mi mate, ya lo habría reconocido. No lo era. No podía serlo.Aun así, no pude resistirme. Volví a besarla, y esta vez sentí una corriente eléctrica estallando entre nosotros, encendiendo cada fibra de mi piel. Me separé de golpe, con el pulso descontrolado.—Rocío, si continúo… después no podré detenerme —advertí con voz ronca, casi suplicante.Sus ojos miel ardían cuando me respondió:—No te detengas.Y esa respuesta fue mi perdición.Arremetí contra su boca, devorándola con hambre.—Abre la boca, Rocío —murmuré contra sus labios.Ella me miró con un leve titubeo, pero un segundo después, obedeció. Su boca se abrió para mí, y no dudé en invadirla con mi lengu
Punto de vista de MaxEsta última semana ha sido tranquila, al menos en apariencia. Aunque he visto a Rebeca casi todos los días en la oficina, he cumplido con mi promesa: no volvería a repetirse lo que pasó aquella vez, y así ha sido. Sin embargo, su presencia sigue siendo una prueba para mi autocontrol. Hay algo en su forma de mirarme, en cómo sus ojos parecen buscar algo que ella misma no se atreve a admitir, que me vuelve loco. Pero no me permito cruzar la línea. La conocí en compañía de su esposo esta semana, un hombre imponente, tan alto como yo, quizá descendiente de algún Alfa, por su porte y tamaño. Es evidente que la ama, y ella a él. No voy a interferir en eso.Por otro lado, Anastasia se ha convertido en una carga cada vez más difícil de manejar. Sus escenas de celos son constantes, y cada vez más públicas. Parece empeñada en marcar su territorio, sobre todo frente a Rocío o cualquier mujer que me dirija la palabra. Me abraza, se cuelga de mí, y no me deja ni siquiera traba
Punto de vista Isabella—¿Cómo... a tener relaciones con ambos al mismo tiempo? —repitió Isabella, con un nudo en la garganta y el rostro encendido por el calor de la vergüenza. Había algo en esas palabras que la hacía sentirse pequeña y confundida, pero no podía ignorar la pregunta que había brotado de su propia boca.Rafaella, su tía, la miró con una mezcla de comprensión y paciencia, como si esperara esa reacción.—Sí, Isabella —dijo con un tono suave pero firme—. Los dos deben estar dentro de ti. Y cuando estén por acabar, te morderán, para dejar su marca. Así es como se produce la marca de los gemelos.Isabella abrió los ojos desmesuradamente. Su mente se llenó de imágenes que no deseaba, pero que ahora no podía evitar. Trató de sacudir esos pensamientos, pero su corazón latía con fuerza, acelerado por una mezcla de incredulidad y algo que no podía identificar del todo. Era como si una parte de ella entendiera, aunque no quisiera aceptar lo que significaba.Rafaella asintió, como