Ariana siempre ha sabido que su destino estaba sellado por su manada. Como la hija del Beta, su deber era proteger a su gente, incluso si eso significaba ignorar sus propios deseos. Pero el día en que sus ojos se encuentran con los de Killian, el Alfa de la manada enemiga, su mundo se derrumba. El vínculo es inmediato, una llamada irrefutable de la luna, pero aceptar a Killian significa traicionar a su gente. Él es el hombre que ha sido criado para odiar, el líder de aquellos que han amenazado a su manada durante años. Sin embargo, la conexión entre ellos es innegable, y mientras los secretos y traiciones se desmoronan a su alrededor, Ariana se ve obligada a elegir: su lealtad o su amor. Pero en un mundo donde la sangre dicta el destino, desafiar a la luna podría significar la muerte.
Leer másArianaEl aire nocturno era denso y cargado de una humedad que presagiaba tormenta. Ariana caminaba entre los árboles con los pies ligeros y la respiración agitada. Su piel hormigueaba, su lobo inquieto. Desde el encuentro en el bosque, todo en ella se sentía erróneo.No debía pensar en él.Y sin embargo, su mente era un caos de recuerdos entrelazados con su esencia. Killian.Gruñó para sí misma y aceleró el paso, buscando refugio en la soledad del bosque. No podía permitirse flaquear. Su manada dependía de ella, su padre tenía expectativas, y ella misma se había jurado que jamás cedería ante la debilidad. Pero ¿qué pasaba cuando la debilidad tomaba la forma de un lobo de ojos implacables y una voz que estremecía cada fibra de su ser?El viento cambió. Su estómago se encogió.El olor era inconfundible.Él estaba cerca.Su pulso se aceleró y su lobo reaccionó antes que su razón. No, no podía verlo de nuevo. No cuando su instinto amenazaba con tomar el control. Se giró para marcharse, p
KillianEl viento nocturno acariciaba mi rostro mientras caminaba solo por el territorio que mi manada había reclamado, las huellas de la guerra aún marcadas en el suelo como cicatrices invisibles. A lo lejos, las sombras de las montañas se alzaban imponentes, pero ninguna de esas vistas me traía paz. El recuerdo de la guerra que separó nuestras manadas estaba tan presente como el aire que respiraba. Había sido brutal. Mi padre, el líder, siempre hablaba de venganza, de cómo recuperar lo que nos habían arrebatado. La promesa de venganza que hizo antes de morir aún pesaba sobre mis hombros, como un lastre que no podía soltar, no importaba lo que hiciera.Recuerdo cómo, antes de su muerte, me enseñó que la lealtad de la manada era lo único que importaba. Los enemigos, los traidores… todos debían ser castigados. Mi deber era claro, o al menos eso trataba de recordarme a diario. Sin embargo, a medida que pasaban los días, había algo que se filtraba entre mis pensamientos, algo que no quer
ArianaEl sol ya se filtraba débilmente a través de las cortinas, pero mi cuerpo no lograba relajarse. El encuentro con Killian seguía palpitando en cada rincón de mi mente, como una herida fresca que no dejaba de sangrar. Mi lobo estaba nervioso, inquieto, recorriendo cada rincón de mi ser con la misma urgencia que yo trataba de ignorar. Pero, ¿cómo ignorar algo que sentí tan intensamente? Una conexión que no pedí, que no quiero, pero que está ahí, ardiendo en mi pecho como una llamarada imparable.Me levanté de la cama, intentando despejar mi mente. La ligera brisa que entraba por la ventana fría me sacudió ligeramente. Miré mi reflejo en el espejo del baño. Mis ojos, normalmente tan seguros, estaban turbios. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Qué era lo que había hecho? Había cruzado una línea invisible. Había visto a Killian, lo había sentido en mi interior. Él no era solo un lobo rival, era algo más. Pero era imposible.Mi padre me había enseñado a ver a los rivales como enemigos, y
KillianLa noche aún me sigue a donde quiera que voy. No importa cuántos kilómetros recorra, cuántos árboles caigan bajo mis pies. Esa sensación permanece, pegada a mi piel como una sombra imposible de ignorar.Esa mirada. Esa puta mirada.Es como si todo lo que había hecho hasta ahora, todo lo que había alcanzado, hubiera perdido su sentido. Todo se difumina cuando la recuerdo. Sus ojos. Ese fuego en su pecho que casi me consume, la manera en que sus colmillos brillaban bajo la luna. Su lobo. Su alma. Mi alma.No.No puede ser ella.Acelero el paso, ignorando las miradas curiosas de mi manada. Los hombres y mujeres que me siguen no entienden la tormenta que me sacude. Nadie puede saber lo que acaba de suceder. Ni siquiera yo.Es imposible.Muevo la mandíbula con fuerza, el crujido en mis dientes es lo único que calma la furia que se agita en mi interior. No tengo tiempo para esto. No debo tener tiempo para esto. Soy el Alfa. Yo no me dejo distraer por sentimientos estúpidos ni por… b
ArianaEl viento nocturno sopla entre los árboles, trayendo consigo el aroma de la tierra húmeda y las hojas recién caídas. La luna, redonda y pálida, cuelga en lo alto, bañando el bosque en un resplandor plateado. Es una noche perfecta para cazar.Mis pasos son silenciosos sobre el suelo cubierto de musgo, mis sentidos están afilados, alerta. Lidero la patrulla con la confianza que he construido durante años, manteniendo a mis lobos en formación detrás de mí. Soy la hija del Alfa. Ser fuerte no es una opción, es una obligación.Pero esta noche hay algo diferente. Algo que eriza mi piel antes incluso de que pueda racionalizarlo.Un olor.No es el de mi manada. No es el de ningún lobo que conozca. Es oscuro, intenso, especiado... masculino.Me detengo en seco y levanto una mano para que los demás se detengan. Hay un segundo de absoluto silencio antes de que hable en un susurro bajo.—Nos estamos retirando.Hay un murmullo de sorpresa entre los míos, pero no discuten. Somos fuertes, per