Punto de vista de max—Me tienes loco, Rocío —susurré contra sus labios, devorándola con los ojos, con las manos, con la respiración entrecortada por el deseo.Ella temblaba. No sabía si era de nervios o de placer… probablemente ambas. Me ayudaba a quitarme la ropa, torpemente, como quien se atreve por primera vez a desvestir al deseo.—Qué rico hueles, Rocío… —le murmuré, besando el hueco entre su cuello y su hombro.La tomé en brazos y la llevé a la cama, sin dejar de besarla. Su cuerpo desnudo se enredó con el mío sobre las sábanas, su piel caliente, su respiración agitada, sus ojos brillando entre el miedo y la entrega.—Max… —susurró cuando me acosté sobre ella, apoyándome en mis codos para no aplastarla—. Nunca… lo he hecho.Sus palabras cayeron como un rayo. La miré, sorprendido. Su mirada se clavó en la mía con honestidad, con una timidez hermosa que me hizo amarla aún más en ese instante.—¿Eres virgen? —pregunté con la voz ronca, y ella asintió.Todo dentro de mí se detuvo.K
Punto de vista de MaxLa habitación aún olía a sexo y piel. El aire estaba cargado de deseo, pero también de algo más profundo… algo que no se podía explicar con palabras. Rocío reposaba sobre mi pecho, dibujando con sus dedos figuras invisibles sobre mi piel, mientras yo acariciaba lentamente su espalda desnuda.—¿Te duele? —pregunté en voz baja, preocupado.Ella alzó la mirada, con sus mejillas todavía sonrojadas, y una sonrisa suave curvó sus labios.—Un poco…Mi pecho se contrajo. La ab
Punto de vista de MaxEl amanecer apenas asomaba por los bordes del ventanal, tiñendo la habitación con una luz tenue y dorada. Rocío estaba tumbada sobre las sábanas revueltas, su cuerpo brillante de sudor, el cabello pegado al rostro, la respiración aún agitada.Max la observaba desde el borde de la cama. Estaba ardiendo. El deseo seguía vivo, latiendo bajo su piel como una bestia sin cadenas. Su lobo rugía, salvaje, deseando marcar cada rincón de su cuerpo, hacerla suya una y otra vez.—No he terminado contigo, princesa —susurró con voz ronca.Ella lo miró entreabriendo los ojos, sus labios aún húmedos, hinchados d
Punto de vista de RocíoEl agua de la ducha aún goteaba desde sus cabellos cuando Rocío se acurrucó en los brazos de Max, ambos desnudos, envueltos en las sábanas tibias, el cuerpo cansado, pero el alma inquieta.Por un momento, reinó el silencio. Max acariciaba su espalda, dibujando con la yema de los dedos formas invisibles sobre su piel. Rocío, aún temblorosa, se aferró a él, pero su mente ya no estaba solo en lo que habían compartido… sino en lo que no se habían dicho.—Max… —susurró, sin mirarlo directamente—. ¿Y Anastasia?El cuerpo de él se tensó bajo su tacto. Roc&iacut
Punto de vista de RocioEl primer latido fue un eco sordo en la oscuridad.Luego vino el ardor.Un dolor agudo en el pecho, como si algo invisible la estrujara desde dentro. No podía moverse, no podía respirar. Solo estaba ahí, atrapada entre la inconsciencia y la realidad, flotando en un mar negro donde su cuerpo no le respondía.¿Dónde estoy?Entonces, la memoria golpeó.Max. Su piel contra la suya. Sus besos. Sus manos explorando cada rincón de su cuerpo. Sus promesas susurradas entre jadeos.Y lu
NarradorEl reloj del departamento marcaba las 11:04 de la mañana, pero adentro el tiempo parecía detenido.El aire estaba impregnado de silencio.Las tres habitaciones cerradas, como pequeños mundos llenos de pensamientos rotos y corazones heridos. Ninguna hablaba. Ninguna se acercaba. No por falta de amor, sino por exceso de dolor.Rocío no se había movido de su cama. Seguía con la vista clavada en el techo, los ojos hinchados, sintiendo el peso de la traición y el rechazo. Su pecho ardía con cada respiración, pero no lloraba más. Ya no le quedaban lágrimas.Isabella permanecía en su cuarto sin atreverse a mirar el celular. Los gemelos no habían llamado. No había mensajes. Y aunque no habían pasado límites, la tensión que vivió con ellos la tenía en jaque. Su mente se enredaba en dudas, y su cuerpo temblaba ante el recuerdo de dos pares de ojos intensos y un vínculo que no podía comprender.Sofía, en cambio, estaba sentada junto a la ventana del living, con las piernas cruzadas, abra
NarradorSofía aún no había terminado de vestirse cuando escuchó pasos fuera de su habitación. Luego, el leve sonido de una puerta al abrirse, y otra más. Rocío fue la primera en salir, envuelta en una bata, con los ojos aún algo hinchados y el cabello enredado. No se sorprendió al ver a Rafaella en el living. Simplemente suspiró.—¿Rafaella? —preguntó, arrastrando las palabras—.—¿Estás bien?—, Rafaella le pregunto y le sonrió con esa calma suya tan única.—Vine a verlas… y a robarme a Sofía un rato.
Punto de vista de RafaellaRafaella acompañó a las chicas a la oficina, caminando con calma, pero con el ceño levemente fruncido. Notó enseguida que Isabella no estaba con ellas. Miró discretamente alrededor, sin decir nada. Pensó que tal vez había ido a buscar sus cosas, o quizás a despedirse de su hermano… o de su padre. No quiso alarmar a las demás.En cuanto a Sofía… estaba allí, físicamente, pero se notaba que no estaba del todo presente. Respondía tarde, a veces ni siquiera lo hacía. Su mirada perdida y los movimientos lentos la delataban. Parecía sumida en sus pensamientos, en algún lugar lejano que ni siquiera Rafaella podía alcanzar.
Último capítulo