Cuando Felipe Ortiz, un empresario arrogante acostumbrado a una vida de privilegios y decisiones ejecutivas recibe la devastadora noticia de la muerte de su padre, no imagina que el legado de su progenitor sea mucho más complicado de lo que piensa. Para su pesar descubre que su padre, un mujeriego empedernido, ha dejado tras de sí una herencia mucho más compleja que el dinero y de la cual nunca supo nada. Daniela Blanco nunca pensó en que se encontraría en una situación tan problemática.Con el recuerdo siempre presente de su encantadora, dulce y gentil madre fresco en su mente y la presión de ser una hermana mayor, la resistencia de Daniela se pondrá a prueba. A medida que Felipe y Daniela se ven obligados a colaborar en la crianza de cuatro pequeños, la tensión entre ellos se convierte en un torbellino de malentendidos y emociones ocultas. Cada niño representa un reto único, pero también un vínculo inesperado que los une en medio de los conflictos familiares. Felipe y Daniela descubren que la verdadera batalla no solo radica en criar a los niños, sino en enfrentar sus propios demonios.
Leer másCapítulo 75¡Quédate conmigo!Felipe se sintió dividido entre la necesidad de confrontar a Belinda y la lástima que le provocaba verla tan angustiada. Por esa razón se acercó un poco más y le dijo con suavidad:—Belinda, lo que hiciste fue inaceptable. ¿Por qué lo hiciste? ¡Acusar de ladrón a una persona inocente! ¡Ya observamos las cámaras de vigilancia! Nadie abrió tu bolso. Entiendo qué estás pasando por un momento difícil. ¿No crees que ya ha pasado suficiente tiempo y deberías haberte recuperado de tu divorcio? No puedes permitir que tus emociones te lleven a hacer cosas de las que luego te arrepientes.Ella asintió, dejando caer las manos y mirando al suelo, avergonzada.—No quise hacerle daño a esa mujer. Solo… no supe cómo manejarlo. En verdad lo pensé y es cierto que perdí ese dinero; estoy muy arrepentida. ¡Le pediré disculpas! Llévame allí con ella, le pediré disculpas —seguía diciendo, su voz apenas un susurro.Felipe sintió que su corazón se ablandaba ante su vulnerabilida
Capítulo 74 Soy una desquiciadaFelipe se dio la vuelta y le dio orden a su asistente—Ernesto gestiona lo de las cámaras de seguridad El lobby quedó en un silencio tenso, todos los ojos fijos en Belinda, que parecía atónita ante la respuesta de Daniela. La incredulidad se reflejaba en su rostro mientras intentaba recomponer su argumento.— ¿Cámaras de vigilancia? —replicó Belinda, intentando recuperar el control y dirigiéndose a Daniela—. ¿Crees que eso te salvará?Felipe dio un paso adelante, interponiéndose entre las dos mujeres.— ¡Cállate, Belinda! ¿No crees que has hecho suficiente? Ni una palabra más, Belinda. No permitiré que continúes con este juego. Si no tienes pruebas, entonces deberías callarte —dijo Felipe, su voz firme y decidida.Daniela sintió una oleada de gratitud hacia él. Su apoyo le daba fuerzas, y aunque las lágrimas aún amenazaban con brotar, se sintió más segura.— No soy una criminal. Tengo un trabajo y un nombre que defender. —continuó Daniela, su voz tem
Capítulo 73 EscándaloEl día siguiente amaneció lluvioso. Ese hecho trastocaba todo. Desde llevar a los niños a la escuela, e ir después a su empleo. Afortunadamente, pudo llegar justo a la hora y ocupar su puesto de trabajo en la recepción.Un poco más tarde, Belinda caminaba con paso firme en el lobby del lujoso hotel, sus tacones resonaban sobre el impecable mármol pulido.Venía de realizar una compra en la boutique más exclusiva de la zona, con bolsas en sus manos llenas de prendas caras y sofisticadas que combinaban a la perfección con su estilo.Pero al entrar al lobby, un súbito cambio de expresión cruzó por su rostro. Su mirada se detuvo en Daniela, quien, tras el mostrador de recepción, atendía con amabilidad a los huéspedes.El puño de Belinda se apretó instintivamente, y la furia se arremolinó en su interior. Su semblante, frío y refinado, se torció levemente con una mueca de desprecio.— ¡No soporto a esa mujer, verla me provoca molestia…! —murmuró entre dientes, dejando e
Capítulo 72 Un hombre encantadorLa cena fue un poco incómoda. Daniela no podía evitar buscar la mirada de Felipe a través de la mesa, y cada vez que sus ojos se encontraban, una chispa de electricidad recorría su cuerpo.Ese era un juego silencioso, lleno de tensión y deseo insatisfecho. Sus manos se rozaron accidentalmente cuando ambos, al mismo tiempo, intentaron alcanzar un pan, lo que provocó que un escalofrío la atravesara.Después de terminar la cena, Felipe se levantó con determinación.—Déjame ayudarte con los platos —ofreció, su voz era suave y persuasiva.—No es necesario, realmente —respondió Daniela, aunque en el fondo sabía que no podría deshacerse de él tan fácilmente. Sin embargo, él no hizo caso a su negativa. Se levantó de la mesa y comenzó a recoger los platos, ignorando su advertencia.Mientras tanto, ella se dirigió a los niños, que estaban llenos de energía.—Niños, solo pueden jugar un poco más y luego es hora de ir a ponerse las pijamas —les dijo con una voz fi
Capítulo 71¿Volverás conmigo a la ciudad?Ella lo miró, sorprendida. Las palabras lo cambiaron todo. Se sintió vulnerable, y por un instante, el mundo exterior se desvaneció.—Felipe… —comenzó, pero él la interrumpió con un beso cálido.Sus lenguas se encontraron, explorándose con deseo. El contacto fue intenso, un baile cadencioso y apasionado. La suavidad de sus lenguas se entrelazaba, creando un ritmo que parecía sincronizar sus corazones.El beso se tornó más profundo, más urgente. Felipe la sostuvo con firmeza, como si temiera que pudiera apartarse. Daniela se perdió en la dulzura del momento, entregándose a la sensación, dejando que la calidez y el sabor de él la embriagaran. En ese momento no existía nada más donde solo ellos dos.Finalmente, se separaron acalorados, sus brazos aun la sostenían cerca de él, sus labios rozándose, y sus miradas se encontraron, llenas de complicidad y deseo.— ¡Eres exquisita! ¡Toda tú eres exquisita! ¡Tu sabor es exquisito! Siento que podría sabo
Capítulo 70 No soporto ver hombres cerca de tiDaniela cerró los ojos y se masajeó las sienes. Se preguntó si podía fingir un desmayo para no estar consciente de este momento tan bochornoso.Emitió un sonido de rabia, mientras observaba la furia en los ojos de Felipe—. No sé qué tiene que ver contigo quién me visite.—Lo único que busco es proteger a los niños de personas extrañas. Mucho más ahora que se conocen quiénes son —replicó él, airado, apretando las manos contra los costados con tanta fuerza, que casi se le transparentaban los huesos de los nudillos.A Daniela le irritaba su tono autoritario; la trataba como si fuera una empleada o una subordinada.—El señor Rojas no es ningún extraño, es un amigo, —le informó a Felipe, luego se giró hacia Alfonso Rojas y muy apenada le solicitó.—Señor Rojas, lamento esta escena. ¿Podría dejarme hablar con el señor Ortiz? —preguntó Daniela, sintiéndose segura de lo que debía hacer. -- Yo necesito aclarar algo con el señor Ortiz.—está bien D
Capítulo 69 ¿Qué hace aquí?Daniela llegó a la casa donde vivía con sus hermanos. Al salir del hotel, miró hacia todos lados, esperando ver a Felipe. Al no verlo, rápidamente se dirigió a la parada del autobús y se fue. El día había sido pesado, pero por suerte había terminado.Al abrir la puerta, el bullicio de risas infantiles y el ladrido del perrito Lilo la recibió cálidamente. Sonrió alegremente al escuchar el sonido de la felicidad. Para su asombro, en la sala encontró al señor Rojas conversando amigablemente con Teresa.Los cuatro niños, incluyendo a Renata, jugaban en el suelo, rodeados de juguetes esparcidos, mientras los dos hijos del señor Rojas, una niña de la misma edad que las gemelas y un niño que parecía tener la misma edad que Fabián, se unían a la diversión. Lilo iba correteando alegremente de un niño a otro. La escena era conmovedora y familiar, un pequeño oasis de felicidad en medio de sus preocupaciones.El señor Rojas, con una sonrisa en el rostro, levantó la vis
Capítulo 68 Una mujer de apariencia ordinariaLa llegada de Emma interrumpió sus pensamientos. Tenía que ser hoy que también encontrara a Emma. ¿Es que este día va a seguir así?— ¿No te despidieron? ¿Qué haces aquí todavía? Te vi dirigiéndote a la oficina del señor Rojas. ¿Por qué sigues aquí? —preguntó Emma, con un tono desafiante.—Eso te gustaría, ¿verdad? Que me despidieran. Pero te vas a quedar con las ganas, Emma. ¿Por qué me odias tanto?— ¿No lo sabes? Tengo más tiempo que tú aquí, y ya te han dado ascensos y aumentos de salario. ¿Qué derecho tienes de pasar por encima de mí? —respondió Emma, con rencor acumulado.—Quizás si te esforzaras en hacer mejor tu trabajo en vez de hacérselo pasar mal a tus compañeros, ascenderías por mérito propio —replicó, manteniendo la mirada firme.Emma sonrió con desdén.—Eso no es cierto. ¿Crees que estás aquí gracias al gerente? Piensas que no he visto cómo te mira. Él cree que lo disimula muy bien, pero lo he notado. Eres su consentida, y pr
Capítulo 67 Tus disculpas no tienen ningún valorLa jefa de servicio los detuvo.—Un momento, ella no se puede retirar. Eso de las fotos no es todo lo que ha ocurrido. ¿Qué sucede con lo que pasó en la recepción? Señor, ese escándalo de hace unos minutos llamó la atención de empleados y huéspedes. Si se deja pasar, se repetirá en el futuro con cualquier otro empleado —exigió, su tono firme y autoritario—. Son dos problemas distintos: lo de las fotos y lo sucedido en la recepción.Felipe se detuvo, avergonzado, sintiendo el peso de la situación.—Eso también fue mi culpa. Acababa de recibir una noticia de mi madre no muy buena. Arremetí contra Daniela. Lo lamento mucho. Estoy muy arrepentido. Si investigan bien, verán que fui yo quien llegó a su lugar de trabajo, y ella trató de calmar la situación. Yo… le aseguro que no volverá a pasar.La jefa de servicio lo observó, y aunque su expresión seguía sería, había un destello de comprensión en sus ojos.—Es que esto no puede quedar así —di