Cuando Felipe Ortiz, un empresario arrogante acostumbrado a una vida de privilegios y decisiones ejecutivas recibe la devastadora noticia de la muerte de su padre, no imagina que el legado de su progenitor sea mucho más complicado de lo que piensa. Para su pesar descubre que su padre, un mujeriego empedernido, ha dejado tras de sí una herencia mucho más compleja que el dinero y de la cual nunca supo nada. Daniela Blanco nunca pensó en que se encontraría en una situación tan problemática.Con el recuerdo siempre presente de su encantadora, dulce y gentil madre fresco en su mente y la presión de ser una hermana mayor, la resistencia de Daniela se pondrá a prueba. A medida que Felipe y Daniela se ven obligados a colaborar en la crianza de cuatro pequeños, la tensión entre ellos se convierte en un torbellino de malentendidos y emociones ocultas. Cada niño representa un reto único, pero también un vínculo inesperado que los une en medio de los conflictos familiares. Felipe y Daniela descubren que la verdadera batalla no solo radica en criar a los niños, sino en enfrentar sus propios demonios.
Leer másEpílogo 2Quince años más tarde…Fabián observaba a Felipe, su hermano mayor, cuya furia era visible. Había crecido juntos en un entorno donde lo que se esperaba de él era estudiar y ser responsable. Felipe y Daniela le hablaban siempre de la responsabilidad de manejar un fideicomiso y el 10% de las acciones de la Corporación que le dejo Federico.Al cumplir 18, quiso devolver las acciones a Felipe, pero él no aceptó. Sería un insulto a la última voluntad de su padre, le indico él, y le pidió ser responsable con esos dividendos.En resumidas cuentas en la actualidad, sumando el fideicomiso y los dividendos de las acciones, Fabián podría considerarse un heredero multimillonario. Eso hacía que aunque a sus espaldas lo pudieran despreciar por sus orígenes humildes, de frente nadie se atrevía a despreciarlo.Sumado a su fortuna que aún manejaba Felipe por decisión de ambos, Fabián era un hombre bien parecido, destacado deportista y un excelente estudiante próximo a graduarse en Administrac
Epílogo 12 años después Felipe había aprendido a relajarse. Daniela, sus hermanos y sus propios hijos ocupaban casi todo su tiempo. Lilo, el perrito, aún ladraba alrededor de los niños, con la misma energía que antes.Además, ambos disfrutaban como pareja de pequeños viajes de fin de semana y vacaciones.En una de sus múltiples escapadas románticas, Daniela se había quedado embarazada. Dos años después de su boda, la alegría de sus mellizos llenó su hogarEllos y toda la familia adoraban a sus hijos, Félix e Indira, los mellizos, tenían una vitalidad desbordante que hacía difícil que se durmieran por la noche. Ambos habían nacido por cesárea en la semana treinta y cuatro de embarazo y pasaron sus primeros días en la incubadora del hospital.Cuidar a los niños era tarea de dos, incluso de todos los integrantes de la familia.Javier también hacía turnos cuando podía, ya que era un visitante asiduo, pero tuvieron que contratar a una niñera especial para los mellizos, pues toda ayuda e
Capítulo 126 ¿Sabes dónde están tus padres o tus abuelos? Felipe y Daniela se alojaron en un pequeño e íntimo hotel que él había elegido especialmente para pasar su luna de miel. Acababan de hacer el amor y ella estaba recostada en su pecho. Ambos estaban sudorosos y escuchaban a través de la ventana de la habitación el sonido de las olas rompía suavemente contra la arena, creando un ambiente tranquilo. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.—Mi amor, he estado por preguntarte, ¿tú y tu mamá tienen más familiares? ¿Sabes dónde están tus padres o tus abuelos? —preguntó él, mirándola.Por un breve instante, Daniela se quedó pensativa. La pregunta la llevó a reflexionar sobre su pasado, sobre la familia que sabía que debía existir, pero desconocía su paradero.—No lo sé y ya no importa. Mi familia son mis niños y tú. Como verás, tengo la casa llena —respondió ella, sonriendo mientras sacudía una pelusa inexistente de la colcha con la
Capítulo 125 Una boda de ensueño. Un día muy especial—No puedes llorar cada vez que te diga que te amo —le advirtió Felipe—. No me parece que sea la reacción adecuada…— ¿Me amas? —le preguntó ella, esforzándose por mantener la voz calmada y no empezar a dar saltos por todo el lugar.—Quiero que sepas que vas a seguir casada conmigo hasta el día en que me muera. Me volvería loco sin ti en mi vida. Así que, si quieres echarte para atrás, puedes hacerlo, pero seguiré cortejándote hasta que te cases conmigo.— ¿Estás loco?—Loco por ti. ¿Nos casamos? Te doy una semana para prepararte para la boda. Tienes todos mis recursos económicos y humanos a tu disposición— ¿Cómo dices? ¿Una semana?Daniela se sentía increíblemente feliz. Él le pertenecía de una manera que jamás había soñado. Sin pensarlo, le tiró de la corbata, acercándolo a ella y lo besó fervientemente, sin importar que estuvieran en un lugar público.—He planeado todo, pero lo hablaremos más tarde, ahora continúa besándome —le
Capítulo 124 Temor al rechazoEl sonido de las olas aún resonaba en los oídos de Daniela cuando abrió la puerta principal de la casa.Había pasado la tarde caminando por la costa, dejando que la brisa marina la envolviera y calmara. Felipe estaba en un viaje corto arreglando unos problemas de la Corporación. Lo extrañaba mucho, así que fue a un paseo corto cerca de la casa. Se sentía inquieta. No podía explicarse ¿Cómo podía extrañarlo tanto?Desde que se mudó a casa de Teresa hace semanas, él se había hecho indispensable para ella, se convirtió en un verdadero compañero de vida, aunque aún no habían vuelto a tener sexo, la pasión desbordante y el deseo estaba allí, según él, estaba primero en plan de conquista, le aclaro que no sería bien visto por los niños verlo salir de la habitación de ella o lo contrario a ella saliendo alborotada de su habitación, así que se contenía.Cada vez era más difícil separase de él. Todas las noches, después de que ambos se despidieran para ir a dormir
Capítulo 123 Recuerda a los niños— ¿Qué hiciste, qué? —preguntó Daniela con incredulidad, ante lo que escucho. Le hizo una pregunta. ¡Una sola! Solo quería saber hasta qué hora estaría allí y el muy sinvergüenza le salió con esa respuesta que no se esperaba.— Ahora vivo aquí, alquilé una habitación a Teresa —respondió Felipe con desparpajo poniéndose de pie…— ¡Maldito, arrogante! ¿Ella aceptó darte una habitación? —inquirió, visiblemente sorprendida.— Claro que sí. Esto es una posada —afirmó, sonriendo.— ¡Eres un descarado! Ella hace tiempo que no acepta huéspedes —respondió Daniela con una mirada severa.— No soy un huésped, soy familia —replicó con determinación intentando apaciguarla— Estás invadiendo mi espacio personal ¿Qué estás tramando, Felipe?—pregunto Daniela contemplándolo con desconfianza.— Solo deseo estar cerca de ustedes y ayudarte —respondió, con sinceridad.— ¿Qué pasará con tus negocios? No puedes manejarlos desde aquí.— Tengo un excelente personal y Teresa
Capítulo 122 Deja que alguien cuide de tiFelipe miró los ojos cansados de Daniela, llenos de vulnerabilidad, y sintió que su corazón se le aceleraba.—Dani, no tienes que hacer todo tú sola. ¡No estás sola! ¡Cuentas conmigo! Sé que estuve ausente bastante tiempo, pero es porque… estaba resolviendo problemas. Quería hacerlo rápidamente para volver contigo… con ustedes. Ya estoy aquí para ti y los niños. Por favor, comparte alguna de tus cargas conmigo.Ella asintió lentamente, sintiendo que las barreras que había levantado comenzaban a desmoronarse. A pesar de su malestar, la presencia de Felipe le daba fuerza.—Sigo enojada. ¡Me tienes que compensar! —agregó ella, con un tono de desafío.— ¡Lo sé y tienes toda la razón! ¡Soy una bestia! Pero te prometo que haré hasta lo imposible para compensarte. Estaré a tu servicio. Ahora debes comer algo; voy a calentar la sopa de pollo.La sinceridad en su voz hizo que Daniela se sintiera más segura.— ¿Tú? ¿La calentarás?— ¿Piensas que no sé e
Capítulo 121 Somos muchas personas las que dependemos de tiDaniela terminó su turno en la recepción del hotel. Rápidamente, se dirigió al vestuario de los empleados. Se aseó y se lavó las manos. Llevaba su cabello recogido en la nuca y el rostro libre de maquillaje.Se demoró lo más que pudo. Sabía que afuera la estaba esperando Felipe y realmente quería seguir enojada con él. Como podía decir un hombre que le gustaba a una mujer, ausentarse tanto tiempo y hacer solo dos llamadas rápidas que parecía costarle mucho.Se dijo a sí misma que tendría que salir en algún momento; y hablar con Felipe. No estaba preparada emocionalmente para hablar con él. No se entendía del todo. ¿Quería cortar relaciones con Felipe? No, eso no. Entonces, ¿qué es lo que pretendía? No podía seguir disgustada todo el tiempo.Estaba muy agotada. Durante la noche, hubo mucho trabajo: llegaron una gran cantidad de huéspedes y otros se marcharon.Daniela dejó escapar un suspiro. Levantó la barbilla y se observó e
Capítulo 120 Daniela no será tu amanteFelipe sintió el sudor impregnando su frente. Lo había pensado mucho, y sabía que la persona más cercana a Daniela era, indudablemente, Teresa. Así que aquí estaba dispuesto a recibir sus orientaciones.— ¡Teresa!— ¡Felipe, regresaste! —exclamó la agradable mujer al abrir la puerta.— ¿Podemos hablar, Teresa? —respondió el ansioso, sin responder a su saludo, intentando resolver el problema que lo aquejaba de antemano.Al abrirse la puerta, el espacio estaba llena de vida, el caos reinaba en la sala. La discusión entre las gemelas y Fabián resonaba, mientras Lilo, el perro, ladraba con entusiasmo. Un poco más allá, Renata jugaba con un piano de juguete.Las ropas de los tres niños mayores, estaban desgastadas y ya les quedaba un poco pequeña, asumió que esto se debía al uso. Eres tres herederos de una fortuna en acciones, sus dos hermanos mayores, nadaban en dinero, pero a ellos les gustaban esas prendas de vestir viejas, no sintió lástima.Sabí