Capítulo 1 Los hijos de mi padre
Felipe Ortiz, conocido como uno de los empresarios más jóvenes y con mayor poder económico a nivel mundial, Presidente de la Corporación Ortiz/Atkins, lanzó con violencia el documento que había estado leyendo sobre el escritorio del viejo abogado de su padre. Algunos de los papeles que estaban sobre el escritorio cayeron sobre el piso.
Observando fijamente al viejo abogado de su padre, se pasó la mano por el cabello con frustración, comenzó a hablar sin parar, lo que denotaba su estado de ánimo.
— ¡¿Cómo es todo esto posible?! — Interrogó con tono autoritario— ¿Mi papá tenía 4 hijos más? — ¿Estás seguro de que son sus hijos? Mi padre ya era mayor ¿Cómo pudo tener la capacidad para tener más hijos? Ese hombre aun después de muerto, cómo puede seguir perturbando mi vida y la de madre.
El abogado no estaba acostumbrado a que Felipe tomara esta actitud, con frecuencia era calmado; sin embargo, continuó explicando —Debo informarte que el primero es varón y tiene 8 años, hay dos gemelas de 6 años y otra niña más pequeña. Esta es apenas un bebé. Creo que tu padre no pudo pasar tiempo suficiente con ella; tu padre murió ocho meses después de que naciera.
— ¿Les dejo algo… dinero o una herencia?
—En el testamento no les dejó nada. Por eso me comuniqué contigo. Incluso a tu hermano Javier… tampoco le dejó nada en el testamento, como ya sabes, pero… hay algo que debes conocer con respecto a los niños. Eso es algo que quizás no te va a gustar…
La impaciencia creció en su interior, entrelazada con la creciente rabia. — ¿Pero, qué? Ya déjate de rodeos y explícame de una buena vez… ¡Habla rápido! ¡Estoy cansado y harto de los asuntos de mi padre!
—Cuando nació el niño, tu padre estaba desbordante de alegría; abrió un fideicomiso que recibirá al cumplir 18 años. Debo agregar que es una cifra nada despreciable de dinero; además, le fue transferido el 10% de las acciones de la empresa…
La expresión de Felipe se transformó; si antes estaba irritado, ahora una máscara de furia cubrió su semblante.
— ¿Dices que el irresponsable de papá dejó a un niño de 8 años el 10% de sus acciones de la empresa que fundó con mi madre? ¿A los demás también les dejó acciones?
—Al nacer las gemelas, les transfirió a su nombre el 5% de las acciones.
— ¿A cada una?
—No, en total, las dos son herederas del 5%, pero como comprenderás, con eso tienen para vivir cómodas el resto de sus vidas.
— ¿Y al bebé?
—Nada. No debe haberle dado tiempo para hacer cambios.
— ¿Y a la mujer?
—Tampoco le dejó nada. Pienso que él no pensó que moriría a tan temprana edad.
— ¿Llamas temprana edad a los 67 años? Ese desgraciado, ¿cómo pudo tener tantos hijos y dejarme en ese problema? Hay un 15% de las acciones de la empresa de mi madre en manos de una amante y, para colmo, una intrigante amante pueblerina — Felipe parecía hablar consigo mismo y la rabia se transformaba en desesperación, hizo una pausa y volvió a preguntar —. ¿Mi madre sabe lo de las acciones y lo de la amante pueblerina?
—Tu madre… siempre ha sabido de esa mujer. Federico le pidió el divorcio y se lo dijo, él quería ser libre para estar con la amante de ese pueblo de pescadores, en cuanto a las acciones, no creo que sepa. Él representaba ese 15% en la junta o, cuando él no podía, acudía yo mismo.
— Ese maldito ¿Por qué ella no me dijo nada sobre eso? ¿Cómo pudo hacerle eso a mi madre? ¿Cómo pudo burlarse de nosotros dejándoles esas acciones a esos hijos ilegítimos? ¿Crees que estaba en sus cabales? ¿La mujer lo sabe? ¿Sabe de ese porcentaje de acciones?
— Imagino que está al tanto. ¡Ella tuvo que firmar el acuerdo de transferencia como tutora legal de los niños! Aunque por su expresión opino que no entendió lo que firmó; incluso pienso que supuso que era el traspaso de la propiedad de la casa donde viven.
Felipe se burló de la ingenuidad del abogado — ¿Piensas que una amante que le parió a mi padre cuatro hijos es tan ingenua? Ninguna mujer que se valore tendría tantos hijos de un hombre casado, ella solo busca su dinero, se aseguró su futuro, es una desgraciada interesada, no le importo enredarse con un hombre casado ¡Cómo va a ser tan tonta!
—Creo… y perdóname por lo que voy a decir… que ella fue la mujer que Federico más amo. En cuanto a ella…. Federico le hubiera pedido la luna, ella iría a buscarla y se la traería.
— ¿Es así de imbécil? No opino lo mismo. Ninguna de las mujeres de las que se rodeaba mi padre ha sido tan tonta, o es que en este caso hacerse la tonta es una ventaja. Y ahora esa descarada pueblerina se atrevió a escribirte demandando una pensión alimenticia. ¿Sabe ella que mi padre falleció hace poco? ¿Es que mi madre seguirá siendo humillada aún después de muerto ese maldito mujeriego?
—Mi despacho tenía la obligación de informarle a la madre de los niños que Federico falleció, pero recuerda que lo más importante son los cuatro niños. Son hijos de tu padre y por consiguiente tus hermanos y tengo que advertirte que tu madre ha estado llamando para saber si Federico les dejo algo, me negué a responderle hasta que pudiera hablar contigo… —respondió el hombre a Felipe Ortiz mirándolo fijamente.
Felipe Ortiz sintió que el aire se le escapaba, como si una mano invisible le oprimiera el pecho.
— ¡Maldición! La ira burbujeaba dentro de Felipe como un volcán a punto de estallar— ¿A su edad y todavía teniendo hijos por allí? ¿Cómo nunca supe de todo eso? ¿Por qué mama no me lo dijo?
—Tú casi ni le hablabas a tu padre. No te preocupabas por él, inclusive cuando quiso hablarte de sus problemas de salud. En cuanto a tu mamá… no sabría decírtelo. Quizás deberías hablar con tu mamá y aclarar todo esto.
Felipe sintió un nudo en el estómago. —No quiero lastimarla más de lo que ya está. Las infidelidades de papá casi la mataron, dices que ella ya sabe lo de los niños, añadir lo de las acciones de la empresa… No sé cómo lo tomará. Es hora de que yo haga algo, —le dijo decidido. — ¿Te imaginas a mi mamá enterándose de eso? ¿Hasta cuándo va a sufrir por las infidelidades ese hombre? ¡Esta vez llegó al extremo!
—¿Cómo planeas manejar este asunto?
—Bajo ningún concepto voy a aceptar que esa mujer tenga tantas acciones de la empresa, esa empresa es el fruto del trabajo de ambos. Mamá jamás permitiría que una de las amantes de él, se apropie de lo que ella ayudó a crear sería una humillación más para ella. Incluso sí tengo que comprarle a esa amante de mi padre las acciones de sus hijos.
— ¿Estás seguro de que quieres involucrarte con todo esto? Yo podría hacerlo.
—No tengo opción. Lo haré yo mismo.
—Y los niños… ¿qué piensas hacer con ellos?
—Al tener las acciones en mi poder, ya no son mi responsabilidad, con el dinero de la venta podrán vivir y no tendré que preocuparme por ellos. —Las palabras salieron con más fuerza de lo que había querido
—Ten cuidado. Puede ser un camino complicado.
—Lo sé, pero no dejaré que esa sinvergüenza intervenga en la empresa. Una mujer pueblerina con ansias de enriquecerse y un viejo mujeriego fácil de engañar. ¿Piensas que de verdad son hijos de mi padre? Lo dudo. No lo creeré hasta no ver la prueba de ADN
—Estás en tu derecho. Aunque espera a verlos personalmente, cuando lo hagas te darás cuenta de que son sus hijos
— ¿A qué te refieres?
—Solo espera y verás.
— ¡Maldición! ¡Estoy hastiado de todo esto! ¿Por qué tengo que seguir pagando por sus errores? —Felipe frunció el ceño, su voz temblaba de la ira.
Capítulo 2 El futuro de los Cuatro niños. Daniela Blanco había permanecido sentada, y respondía amablemente a su prometido. .de pronto al escuchar sus últimas palabras se levantó bruscamente del sofá, su cuerpo tenso, sus ojos se oscurecieron. La ira la consumía como un fuego voraz.— ¿Adopción? ¿Te has vuelto loco? —le gritó, su voz cortante, como un cuchillo afilado. La idea de separarse de sus hermanos la llenaba de un dolor insoportable. Recordó la promesa que le había hecho a su madre en su lecho de muerte: cuidaría de ellos como si fueran lo más preciado del mundo.—. ¡Son mis niños! No los daré en adopción.Mateo, su prometido, la miró con una mezcla de frustración y cansancio. No pudo evitar hablarle con amargura.—Estamos a punto de casarnos, Daniela. Nuestra situación económica no nos permite mantener tantos hijos. Ganamos bien, pero cuando nos casemos solo estará mi sueldo, no será suficiente para tantas personas y encima un bebé.—Y ¿qué quieres que haga, Mateo? ¿Dejarlos
Capítulo 3 ¿Quién eres?Al escuchar esa pregunta, Daniela y Mateo dirigieron su mirada hacia la puerta de entrada de la casa. Ella se quedó atónita al comprobar que allí había un hombre de pie en la puerta, con una expresión iracunda.Tuvo que parpadear para combatir la luz del sol y ver más claramente al hombre. Cuando lo hizo, Daniela inmediatamente adivinó de quién se trataba. Las facciones eran inconfundibles, las veía todos los días en la cara de tres de sus hermanos.Este era un hombre extraordinariamente atractivo. Daniela se quedó contemplando en silencio. Tenía el mismo pelo negro, los impresionantes ojos negros y las mismas largas pestañas que veía en sus hermanos, pero en él sus pestañas le daba a su mirada un aire penetrante y turbador. lo reconoció, sin duda era el hijo mayor de Federico Ortiz. Era muy alto, casi uno noventa, y tenía una complexión atlética y musculosa. Incluso, el corte y el tejido de su traje lo hacían sobresalir. Indiscutiblemente, habría llamado la a
Capítulo 4 ¡No soy tu papá! ¡No me gustan los bebes! — ¡Ustedes se han equivocado! Seguramente se han estado burlando de mi padre incluso antes de su muerte—gritó Felipe dando un paso hacia adelante, su presencia imponente llenando el espacio. Su mirada desafiaba a Mateo, apretó sus puños amenazantes, Mateo retrocedió un poco, sorprendido por la intensidad del momento. A Daniela el desprecio en la voz de Felipe Ortiz la hirió profundamente. No permitiría que ese hombre hablara así de ella ni de su madre. Con una determinación renovada, alzó la cabeza. — ¡A mí no me vas a insultar! —dijo apuntándole con el dedo, dejando que sus palabras fluyeran con fuerza—. Tú no sabes nada de nada. ¿Quién crees que eres? Eres solo un desconocido ¿Qué sabes tú de lo que significa ser madre de los hijos de un hombre como Federico Ortiz y de los sacrificios que hay que hacer cuando tienes que cuidar de cuatro hijos? He hecho lo mejor que he podido —dijo, su voz temblando pero firme—. Estoy aquí, día t
Capítulo 5 Háblame de lo que quieres—¿Qué es lo que quieres? Desde ya te digo que no creo que una mujer de tu edad que le haya dado tantos hijos a mi padre en estos tiempos modernos no es por romanticismo, eres una interesada y te costará convencerme de lo contrario, afirmó Felipe en modo contundente.Daniela lo ignoro a propósito, ella se había tomado su tiempo para atender a Renata. Después Llamó a los tres niños, quienes entraron ruidosamente a la casa, seguidos del pequeño poodle blanco que ladraba sin parar, especialmente a Felipe.La casa era un verdadero desastre con tanto ruido y niños. Felipe no entendía cómo se podía vivir así. El niño lo miraba con recelo y las gemelas solo sonreían, mirándolo sin cesar.Con paciencia ella los envió a lavarse, pues tenían las manos sucias. Felipe se fijó que la ropa que llevaban esta era vieja y deteriorada. Se preguntó que hacía esta mujer con el dinero que le daba su padre.Los tres niños seguían mirándolo sin disimular. Las niñas seguía
Capítulo 6 Cicatrices del pasadoFelipe la miró con total desdén — ¿Crees que un escándalo solo afectará a mi familia? También va a perjudicar a tus hijos, ellos nunca podrán levantar la cabeza. Eso quedará en las redes sociales, en las revistas, los caza noticias disfrutarán destrozándote como la amante de mi padre. Los niños tarde o temprano sabrán todos tus secretos. Te van a avergonzar con artículos que te describirán de la peor manera.— ¿Te crees tan orgullosa de lo que hiciste? No sabes nada. Mientras te escondías en este pueblo estabas protegida, pero ninguna mujer que esté cerca de mi padre, mucho menos una amante, puede pasar desapercibida en la ciudad para los que buscan escándalos de los millonarios. Eso es a los que hemos estado expuestos las mujeres y nosotros los hijos de Federico Ortiz ¿Entiendes de una buena vez?Sin poder dominarse, Felipe comenzó a hablar en un tono alto y amenazante, acercándose a ella en un modo intimidante, quería hacer entender a esta mujer a l
Capítulo 7 Dulce promesa. Siempre estaremos Juntos. Esa noche, como siempre desde que su madre había muerto, Daniela fue a arropar a los niños. Los tres mayores dormían en la misma habitación, tal como los había acostumbrado su madre. Daniela se detuvo un momento junto a la puerta para mirar a sus hermanitos.La habitación estaba medio iluminada por la luz tenue de una lámpara. Todo allí era pequeño, pero acogedor: las paredes decoradas con colores suaves, las colchas sencillas, pero llenas de cariño, los pocos juguetes esparcidos sobre el suelo. Esas cosas le hablaban de su madre, de su amor, de su presencia constante.Cada objeto que había fue hecho o colocado por su mamá, allí estaba visible el amor que la caracterizaba. La decoración sencilla pero cálida, los escasos juguetes. Todo eso hablaba de su querida y amorosa madre. El peso de su ausencia la dejo sin aire.De pronto, la tristeza la envolvió. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraban esos pequeños detalles, esos ve
PrólogoEn el momento en que se enteró de que su padre había sufrido un accidente de automóvil. Felipe Ortiz acudió rápidamente a su lado sin saber si este estaría vivo o no cuando llegara. Él sabía de sobra que su mamá iba a necesitar su ayuda, mucho más si como temía su padre no lograba superar el accidente.Felipe era un hombre adulto de 35 años; no obstante, seguía sin entender como su madre, aun con todas las dificultades que enfrentaba su matrimonio por las infidelidades de su marido desde hace años, nunca le dio el divorcio a su padre, soportó todas y cada una de sus infidelidades. Estaba obsesionada con ser su esposa y no darles el gusto a las demás mujeres.Felipe fue el último en llegar al hospital y al hacerlo corrió a toda velocidad al lado de Eugenia, su madre, estaba escuchando la información sobre la evolución del paciente.La menuda figura de su madre estaba de pie con una expresión de sufrimiento, tenía los hombros caídos y la mirada en el suelo. Felipe le colocó una