Háblame de lo que quieres

Capítulo 5 Háblame de lo que quieres

—¿Qué es lo que quieres? Desde ya te digo que no creo que una mujer de tu edad que le haya dado tantos hijos a mi padre en estos tiempos modernos no es por romanticismo, eres una interesada y te costará convencerme de lo contrario, afirmó Felipe en modo contundente.

Daniela lo ignoro a propósito, ella se había tomado su tiempo para atender a Renata. Después Llamó a los tres niños, quienes entraron ruidosamente a la casa, seguidos del pequeño poodle blanco que ladraba sin parar, especialmente a Felipe.

La casa era un verdadero desastre con tanto ruido y niños. Felipe no entendía cómo se podía vivir así. El niño lo miraba con recelo y las gemelas solo sonreían, mirándolo sin cesar.

Con paciencia ella los envió a lavarse, pues tenían las manos sucias. Felipe se fijó que la ropa que llevaban esta era vieja y deteriorada. Se preguntó que hacía esta mujer con el dinero que le daba su padre.

Los tres niños seguían mirándolo sin disimular. Las niñas seguían sonriendo mientras comían, incluso Felipe observó al niño más grande mirarlo fijamente, casi podría jurar que le desagradaba.

Daniela con anterioridad les había dicho que debían guardar silencio con respecto a su madre. No podía decirle a este hombre arrogante que su madre había muerto hasta tanto no supiera qué esperar. dada la opinión que tenía de Federico Ortiz, su hijo debía ser otro desgraciado.

Mientras los niños comían, Felipe le preguntó;

—Hasta qué hora estará este hombre aquí, le dijo, señalando con el dedo a Mateo, sentado en otro de los muebles.

—¿Te refieres a Mateo?, le respondió ella burlona.

—Su presencia me asquea, lo sacas tú o lo saco yo, te recuerdo que esta es mi casa

Daniela todavía no había superado lo que él dijo de su casa y en verdad estaba dando tiempo para pensar en algo, sabía que lo que se discutirá allí era trascendental para los niños, así que le pidió a Mateo que se retirara. 

Él, mostrando resistencia, aceptó irse, con la condición de que lo llamara si lo necesitaba, estaría en el restaurante del pueblo y volvería más tarde. No se iría hoy mismo, según le dijo él mismo, alquilaría una habitación en el centro del pueblo pesquero.

* * * *

Para desgracia de Felipe, la astuta e intrigante mujer que en ese momento estaba frente a él, lo tuvo esperando por largo rato. Se dio todo el tiempo necesario para dar de comer a su hija más pequeña y era más lo que caía al suelo que lo que comía y se embarraba la boca, después llamó a los otros tres niños y también les dio de comer, estos eran un poco más ordenados. 

La observo colocando la comida que olía muy bien y después limpiaba el desastre que ocasionó la bebe, puso a la niña en el suelo, al hacerlo la niña fue hasta él. Vestida con un pequeño mono blanco y una franela color rosa, la niña era de verdad adorable y al parecer estaba obsesionada con él.

—Paaaa

Tuvo que hacer un esfuerzo para no mirarla. 

Sin embargo, se puso más nervioso cuando la sonrisa de Renata se hizo más amplia y aparecieron unos adorables hoyuelos a ambos lados de su boquita, cruzó despacio el pequeño espacio que los separaba y le lleno de baba el pantalón.

Felipe se limitó a apretar los labios ¿Cómo podría mantener la distancia de esta manera? No podía evitar pensar que ella era su hermanita. Sacudió la cabeza, debía centrarse en su propósito inicial. No debía dejarse envolver por estas personas, por muy adorables que sean.

Los tres niños almorzaron mientras lo veían con curiosidad y la madre los atendió con calma mientras los hacía comer los desagradables vegetales. Felipe sabía que eso era una actuación. Eso no le importaba, lo que quería era resolver cuanto antes el problema de las acciones. ¿Cómo iba a poder negociar con una mujer tan astuta?

* * * *

Más tarde, ya a solas ellos dos…

—Sigo esperando que me aclares cuáles son tus planes.

Daniela se apartó un mechón de la frente con el brazo, terminó de limpiar con un pañito el comedor al cual se tenía acceso desde el mismo salón y se secó las manos. Pensó por un momento, en la peor de las situaciones, que todos podrían terminar en la calle, así que debía andar con cuidado.

—Quiero la manutención de los niños, lo que les pertenece por derecho, atacó ella tirando el paño en la mesa.

—Para seguir viviendo cómodamente, mientras esos niños usan ropas sucias y viejas. Sabías que papá no les dejó nada en su testamento a ninguno de ustedes

Daniela no quiso pensar en lo que él dijo acerca de la ropa, cualquiera debía imaginarse que esa eran sus ropas de juegos y en especial a Fabián no había manera en que olvidara esa franela y ese short, según él le recordaba a su mamá. 

—No quiero herencia, quiero manutención, eso ya se lo he aclarado a tu abogado

—Piensas que creeré que solo quieres manutención, si te llenaste de hijos es porque quieres dinero ¿Qué era lo que tenía Federico Ortiz que vuelve loca a las mujeres?

—Muy a tu pesar los niños existen, y tienen sus derechos, voy a acudir a un tribunal, le replico con calma.

—¿Crees que tiene algo que ganar?

—Por supuesto, los niños necesitan condiciones para vivir, que solo el dinero puede darles, Uno de los pocos lujos que les proporciono Federico, fue inscribir a los tres niños mayores en una escuela privada y pagarles un trasporte escolar hasta allí, ahora mismo están por retirarlos de allí por falta de pago. No me importa pasar por una mujer interesada, me da igual tu opinión de mí, mi único interés, son los niños. 

—Ni siquiera tienen el apellido de papá. Los he investigado, le aclaró amenazante.

—Aunque no lo creas, no soy una pueblerina ignorante, he estudiado, hay pruebas suficientes de que vivimos juntos y ellos son sus hijos, él se hizo cargo de algunas deudas y puedo hacer tal escándalo que tendrás que esconderte debajo de las piedras.

Felipe hizo un gesto de asco al recordar lo de que su padre y ella vivieron juntos. Al recordar lo que sufriría su madre ante un nuevo escándalo; perdió por un momento el control y le grito—¿Me estás amenazando de nuevo?

—¡Voy a hacer que reconozcas los derechos de los niños! ¡Ya lo sabes! Ah, otra cosa, quiero que lleven el apellido de su padre.

—Crees que lograras esto último. Si no lo lograste mientras él vivió, piensas que será fácil después de muerto. Hasta cuando crees que podrás sobrevivir sin mi ayuda

—Lo intentaré. Te aclaro que no es tu ayuda lo que reclamo, lo que quiero es que se le reconozcan sus derechos. Esas son mis demandas.

—Excepto por la venta de esta casa y la casa principal, además del terreno, hay poco dinero. Todo lo que poseía mi papá pertenecía a la propiedad conyugal. No podía mover nada sin que mi mamá lo autorizara.

Felipe pensó que esto no era del todo cierto, pero ella no sabía. Lo importante era impedir que hiciera un escándalo.

—Al vender la casa, los niños se quedarían sin un lugar donde vivir, en esta casa han vivido toda su corta vida, ¿Serias tan miserable?, balbuceo alarmada.

—Puedo darle algo del dinero que consiga con la venta, podrían comprar una más pequeña y le quedaría dinero suficiente, intentó convencerla, al verse acorralada vendería las acciones

Daniela movió la cabeza hacia los lados —No me funciona. Por la edad de Renata debo dejar de trabajar un año o dos, así que necesito la manutención hasta la mayoría de edad. ¿Quieres vivir cómodamente, disfrutar de tus automóviles de lujo, comida extravagante, y otros lujos mientras los hijos de Federico, tus propios hermanos, pasan hambre y miseria? ¡Eres muy bondadoso! ¿Cierto?

—Yo tengo mi propio dinero, trabajado por mí desde hace mucho tiempo, lo de mis padres es propiedad conyugal, ya te lo dije. Nadie te mando a llenarte de hijos… ¡Escucha, tengo una idea! —le propuso él. —Les daré una compensación, pero no debes armar un escándalo, ni reclamar nada más, mi madre ha sufrido mucho, saber de estos niños y otra mujer la mataría. Mi mamá no soportaría todo esto. -- tuvo que admitirlo, vería si esta mujer al menos tenía remordimiento de seguir lastimando a la otra mujer y de vivir con un hombre casado.

—Porque debería aceptar tu caridad cuando podríamos obtener muchos más

—Sería dinero suficiente para vivir cómodamente, solo tendrías que firmar unos documentos y debes dejar de ser egoísta… piensa en lo que ha sufrido mi madre con tu existencia.

Felipe pensó que podría intentar ganarse la confianza de la madre de estos niños ofreciendo algún tipo de compensación y quizás ganarse su simpatía a través del sufrimiento que ella misma le había ocasionado a su madre, de esa manera lograría evitar el escándalo y obtendría lo que quería.

Una luz se encendió en el cerebro de Daniela. De inmediato comprendió algo. Este hombre le tenía miedo al escándalo. Se llenó de valor de nuevo.

—¿Tienes miedo del escándalo público?, le indicó sintiéndose poderosa, al fin una esperanza para sus hermanos.

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