Cicatrices del pasado

Capítulo 6 Cicatrices del pasado

Felipe la miró con total desdén 

— ¿Crees que un escándalo solo afectará a mi familia? También va a perjudicar a tus hijos, ellos nunca podrán levantar la cabeza. Eso quedará en las redes sociales, en las revistas, los caza noticias disfrutarán destrozándote como la amante de mi padre. Los niños tarde o temprano sabrán todos tus secretos. Te van a avergonzar con artículos que te describirán de la peor manera.

— ¿Te crees tan orgullosa de lo que hiciste? No sabes nada. Mientras te escondías en este pueblo estabas protegida, pero ninguna mujer que esté cerca de mi padre, mucho menos una amante, puede pasar desapercibida en la ciudad para los que buscan escándalos de los millonarios. Eso es a los que hemos estado expuestos las mujeres y nosotros los hijos de Federico Ortiz ¿Entiendes de una buena vez?

Sin poder dominarse, Felipe comenzó a hablar en un tono alto y amenazante, acercándose a ella en un modo intimidante, quería hacer entender a esta mujer a lo que se enfrentaba

— ¡Vete y déjanos en paz!, se escuchó una voz infantil desde la puerta que daba a la habitación. Allí, de pie, el niño Fabián Ortiz, con sus prendas desgastadas por el uso, lo miraba amenazante. Respiraba con fuerza. Sus puños estaban apretados a cada lado de su cuerpo. A su lado se encontraban las dos niñas con una expresión angustiada, su dulce sonrisa había desaparecido. hasta el pequeño perro estaba quieto al lado de los tres niños.

A la memoria de Felipe vinieron imágenes de décadas de gritos, portazos. La voz de su padre, suplicante y apaciguadora, el tono rabioso de su madre, sus quejas y críticas imparables. 

Él, siendo un niño, se agachaba en el rellano de la escalera, escondido detrás de una planta para que no lo vieran.  

Luego regresaba desolado a su habitación, con un nudo en el estómago y el corazón latiendo locamente, metiéndose en su cama, pero incapaz de quedarse dormido. Angustiado miraba al techo tratando de no escuchar los gritos producidos por las innumerables peleas de sus padres. 

En su corazón deseaba que sus padres se separaran y su madre no discutiera tanto con su padre, gritándole, donde estuvieran, delante de quien sea y luego lloraba sin parar.

Dejó de pensar y volvió a la realidad para escuchar las palabras amenazantes que salían de los labios del pequeño niño. 

— ¡Vete de aquí y déjanos en paz!, — las palabras hicieron que Felipe retrocediera varios pasos hacia atrás, avergonzado por perder así el control. 

El niño se acercó a Felipe y comenzó a golpearlo en la pierna con sus manitos, mientras gruesas lágrimas surcaban por sus mejillas.

Daniela corrió a separarlo de Felipe, lo atrajo hacia sí y comenzó a abrazarlo. Desde que murió su mamá, Fabián no había mostrado signos de extrañarla, en apariencia actuaba normal. Ella habló con ellos y de la forma en que pudo les explico la situación, él fue el único que no dijo nada y no lloró como las gemelas cada vez que extrañaba a su mamá, ahora lo hacía y eso le partió el corazón a Daniela.

Felipe se arrepintió de su exabrupto.

—Lo lamento— les dijo con cara de arrepentido al ver la carita y los rasgos tan semejantes a los de Federico y los de él mismo, luego una luz entró en su cerebro ¿De qué se avergonzaba? Ya sabía que esto no sería fácil y él tenía razones de sobra para molestarse, su prioridad era hacerle las cosas más fáciles a su madre, no llevarse bien con el chiquillo.

—Espera… yo… en realidad….

Felipe se quedó callado. ¿Qué podía decir?

Daniela, que había estado en cuclillas a la altura de su hermanito, hizo un gesto llamando a sus dos hermanitas, cuando ellas estuvieron a su lado los abrazos a los tres. Le susurro algo en su oído y los acompañó a la habitación, dejándolo solo en la sala con sus pensamientos. Antes, Fabián le dirigió una mirada recelosa a Felipe. 

****

Cuando Daniela volvió de la habitación, Felipe seguía allí.

— ¿Por qué sigues aquí?, le pregunto ella con una mirada de odio.

—Quiero que entiendas que deseo arreglar este problema que ha sido ocasionado por ti y mi propio padre de la mejor manera posible. … Lo he pensado y como hijo de Federico, yo… soy hermano de esos niños, eso es un hecho, y es seguro que si gestionas la manutención en los tribunales inevitablemente se me reconocerá como hermano mayor de los niños.

—No me digas que de pronto quieres reconocer que son tus hermanos y te dieron ganas de criar a  los 4 niños, le dijo burlona.

—Debes tomar en cuenta que yo también puedo pedir la tutoría de los niños, dada esa situación no tiene cabida la amenaza del tribunal o el escándalo público, ten por seguro que ganaré la custodia, mucho más cuando los tribunales se den cuenta de la miseria en que viven los niños. Quien sabe en qué has gastado el dinero que él te daba papa, es obvio que no los has usado en comprarle ropa decente.

Daniela suspiró con resignación — ¿Qué tratas de decirme? ¿Te harás cargo de 4 niños solo para evitar que haga un escándalo? ¿Estás loco?

—Solo te estoy advirtiendo lo que puede ocurrir y mañana pondré en venta la casa grande de mi familia y esta casa del ama de llaves junto a todo el terreno, le dijo rápidamente.

— ¿Qué tratas de hacer? ¿Me amenazas con quitarme a los niños? ¿Nos dejarás sin un hogar solo por salirte con la tuya? —preguntó Daniela horrorizada y preguntándose si él hablaba en serio—. ¿De qué carajos estás hablando? 

En realidad Felipe no sabía lo que estaba haciendo, así que decidió tomarse una pausa. Tenía hambre, estaba cansado y ni siquiera sabía dónde dormiría. Decidió tomarse un tiempo, para pensar que hacer. Nada estaba resultando como pensó antes de venir.

—Una pregunta imagino que la casa grande no ha sido aseada y no hay nada de comer u otro personal allí.

—No desde antes de qué Federico murió.

— ¿No eres el ama de llaves? Aunque supongo que ese es un cargo ficticio, solo para aparentar ante las demás personas su asquerosa relación. No obstante, te pido que cumplas con las tareas domésticas que te corresponden. Prepárame una comida, no he comido y no me has ofrecido ni agua, le ordeno.

—No atiendo la casa desde que deje de percibir un sueldo y siendo quien eres y tomando en cuenta tus amenazas ¿Por qué tendría que atenderte? ¿Estás loco?, al decir estas palabras lo miro con desprecio.

— ¿No te has dado cuenta? Es lo que te he venido explicando Las cosas han cambiado, ocupas mi propiedad, tengo derechos sobre esos niños y mayor poder económico, puedo hacer lo que yo quiera, le replico amenazante.

A Daniela se le aceleró el corazón y la boca se le quedó seca de pronto. — ¿Eso qué significa realmente?

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