Sofía descubre que está embarazada del amor de su vida el mismo día que su hermana y el esposo de esta atacan a su padre y asesinan al de Donovan, su esposo. La traición los separa brutalmente. Donovan, creyendo que Sofía lo traicionó, la culpa de su encierro en una cueva durante años y en la cárcel durante meses. Su deseo de venganza es implacable, ignorando el tormento de Sofía, quien perdió al bebé que tanto amaba y del que Donovan nunca supo. El reencuentro está cargado de odio, donde antes hubo amor. Todo cambia cuando Sofía debe cuidar del Diamante Gris, un niño de cuatro años que despierta en ella una conexión profunda e inesperada. Se resiste a creerlo, pero la realidad la sacude. Donovan, al ver al niño con los ojos de Sofía, siente su mundo desmoronarse. ¿Podrá el odio de Donovan superar el vínculo que siente al ver al niño? El perdón no es una opción para él, pero ¿qué sucede cuando todo lo que conoce se derrumba con el regreso de Sofía? Ahora casada con otro hombre, cada encuentro con ella lo consume en deseos y sentimientos oscuros.
Leer másSofía. Mis oídos zumban, los latidos de mi pecho puedo sentirlos en la cabeza. Un silencio ensordecedor. Miro hacia la ventana de forma repentina cuándo hay un zumbido, dándome cuenta de que una bola de fuego viene contra nosotras, por lo cual empujo a Evelyn avisando de lo que se avecina.Ambas corremos tan rápido como las piernas nos lo permiten. Un estallido rompe los cristales, que vuelan en todas las direcciones. La tela del abrigo se rasga con los fragmentos de vidrio y la ola de calor que me quema la piel no me detienen, pues es correr o morir y no estoy dispuesta a que mi muerte sea así.La bola de fuego nos lanza al suelo, retumbando en cada esquina del lugar, mientras muchas alarmas se encienden. Gritos aterradores, fuego y destrucción es lo que se puede ver. No escucho nada, el silbido en mi oído me aturde, sacudo la cabeza cuando veo al siguiente misil que viene directo a nosotros. —¡Arriba, Sofía!— me grita Evelyn obligándome a correr, hacia el borde de la pared en lla
Sofía. Volver a mi temperatura normal tarda algunas horas que me dedico a solo respirar. Quiero saber de Kilian y Donovan, pero soy consciente de que no puedo tener comunicación con ellos, mientras no estuvieran en tierra firme. Cambio de posición en la cama, soltando un suspiro ahogado al verme sola en la habitación de olores fuertes a productos de limpieza.Cuando la puerta se abre, estoy por preguntar si ya es hora de ir al quirófano, pero mis palabras mueren en mi boca, cuándo a quién veo no es a un doctor, sino a una niña de unos cuatro o cinco años entrando, trae una bata rosa, un estetoscopio en el cuello y una libreta en las manos.El color del sol resplandece en sus ojos, ilumina su rostro y crea esos destellos que roban el aliento. Es una creación casi divina, con su melena abundante, pero corta y de un rubio oscuro que se podría comparar con el dorado de su mirada. —¿Como te llamas? —me pregunta sacando un boligrafo con plumas en la otra punta.—Sofía— contesto y escribe
Sofía. Las horas pasan con nosotros metidos en ese lugar, donde observo la debilidad de mi hijo, junto a la mía que termina en un mareo. Se abraza a mí como si quisiera que lo ayude, entretanto no puedo hacer más que devolver las palabras para prometer que haré lo que sea con tal de mantenerlo con bien. Se queja más, los huesos comienzan a dolerme, el pecho me arde como si estuviera cansada. Quiero ayudar. Saber qué hacer. Su temperatura baja más, al punto que los temblores se sienten casi como convulsiones. Comienzo a toser también, el aire me falta y la frente la siento fría.—¿Que tienes? —me pregunta Donovan y niego con la presión en la cabeza. —Sofía.—Estoy bien. Kilian es el único que importa —establezco viendo a mi hijo cerrar su puño en mi mano. —Dime que le van a quitar esto.—Señor— le hablan con el teléfono en la mano. Confirma con la cabeza que hará todo lo posible para mantenerlo bien, en una promesa que deseo esta vez no vaya a olvidar y logre cumplir. —Estará bien—
Sofía.Alcanzo a Donovan en la sala, cuando lo escucho hablando por teléfono con no sé quién. Mientras tanto espero a que termine, el silencio de la casa me envuelve, y la vez que la vi entrando en la sala me da escalofríos. Esa maldit@ infeliz tuvo el valor de presentarse ante él como si no hubiese sido la culpable de tanto. Quiere la cabeza de Donovan y se atreve a llamarlo hijo. En mis recuerdos intento conectar situaciones e imágenes, porque todo parece un rompecabezas y por ello me cierro los ojos. No hay una secuencia clara, los recuerdos se frenan abruptamente, llevándome de nuevo a lugares donde estuve y olvidé. Pero mi esfuerzo hace poco. No logro comunicarme con mi cerebro. Todo se ennegrece al llegar a cierto punto, retumbando el "no puede traicionar algo de lo cual no sabe forma parte". Quiero tomarlo como algo sin importancia, pero cada segundo que pasa toma más sentido. Sé que es algo que está pasando y con el escalofrío que me toma, algo en mí se activa de tal maner
Sofía.—¿Como enteraste? ¿Como me encontraste?— quiere huir, al arrastrarse lo más lejos que puede de mí, pero al ver que llevo mi mano a la espalda pone la suya al frente—. Cálmate. Por favor. Podemos hablar, no necesariamente...—Abajo— ordeno. Saco el arma a la cual le pongo el cargador. Me inclino para tomar la vía que se conecta a su brazo, tirando con fuerza para sacar la aguja que la hace quejarse del dolor cuando la arranco. —Sofía, esto no es necesario. Déjame explicar que...—Abajo— le quito el seguro a mi arma.—Sofía, mi cuñado puede...—Dije abajo, basura. Capta la maldit@ orden ¿o no sirves ni para eso?— niega sin poder moverse —. ¿Acaso debo deletrear para que comprendas? ¡Abajo, ahora mismo!Asustada comienza a moverse al fin. Siendo coherente para no acabar con mi paciencia. Piso la manta con mi bota para lanzarla a sus pies.—Cúbrete con eso— ordeno. —¿Que? No...¿Para qué? —Lo digo por las buenas, Danna— sabe que no suelo ser paciente con casi nadie, por ello se e
SofíaNo hay peor jaula que la creada por la propia mente. Y yo tengo una. Atrapada dentro de mi cabeza, me siento entre desear a volver a olvidarlo y agradecer que recuerdo la atrocidad llamada vida que me cargo. Necesito saber qué es cierto y qué no lo es, aunque sí de algo estoy segura es que las que escuché y sentí si lo son. Danna estuvo allí. En el mismo lugar que yo estuvo presente más de una vez. Es una súbdito del Káiser o al menos quiso ser. «—¿Qué tienes para ofrecer?— una voz masculina pregunta. Tiene acento ruso.—Información a cambio de inmunidad para los míos— responde con nerviosismo. —¿Que clase de información?— una especie de tubo extremadamente delgado entra por mi boca. Atraviesa mi garganta y no puedo ni luchar porque el control de mi cuerpo no lo tengo. —Con el candidato que quieren— indica ella y el golpe de luz me hace apretar las manos. —El único que falta, Zayn Gil me hizo una invitación, no me interesa, pero puedo sacarle información y hacerlo colabora
Donovan. Sofía se mueve, alejándose de Danna con dirección hacia mí, siguiendome cuando entró al despacho. —¿Por qué a ella sí la quieres escuchar y a mí no? —discute Danna, en tanto le indico a su cuñado que se largue de mi vista. Sabe que es mejor no desafiarme, por ello desaparece en cuestión de segundos.—Donovan, nos ganamos un lugar en la nueva pirámide a pulso— señala la mujer del cerquillo, mientras detallo a Sofía. —Merezco respeto y no que la zorra de amiga que tiene ella, ni...—Llamé a Sofía. Si mal no recuerdo ese no es tu nombre—, me siento en el escritorio. —A menos que las ganas de ser ella, ya hayan sobrepasado los límites.—No quiero parecerme a ella. —Tu imagen dice otra cosa, —contesta mi mujer detrás suyo.—No puedes querer que me quede callada ante ellas dos. Viste lo que me dicen— trata de explicar.—Es tu culpa. De seguir haciendo comentarios sobre lo que le pasó a Elisa, no esperarías que te dieran la razón y dos besos en las manos, debería darte vergüenza
Donovan.Despierto con dolor en el cuello, el gato del demonio en mi cara llenándome de pelos y uno de los crayones de Kilian que se rompe cuándo lo aplasto al incorporarme. «Maldit@ suerte la mía» me froto la cara para encontrarme solo en la habitación. Me quedé dormido y ahora tengo que comprar más colores para un niño de cuatro años. Recojo los dos pedazos de los crayones y los dejo sobre la mesa, para meterme a bañar y quitarme la somnolencia. Seguramente Sofía ya se recuperó, de otro modo no se hubiese ido cómo siempre que todo lo puede controlar. No sé ni para qué me desgasto con ella. En gato ya no está ni el crayón cuándo salgo, me visto para comenzar a trabajar, aunque no tardó más que segundos en la parte inferior de la casa para ver a Grace con la cosa de color en la mano. —Tengo algunos en mi maleta, ¿los quieres o voy a comprarte de estos específicamente? El niño duda.—¿Cuáles tienes?— Grace le pide esperar, topándose conmigo cuándo se vuelve hacia las escaleras. M
Donovan. Escucho risas acercándose. Es la parejita que vi antes, por lo que lo dejo caer del todo. Arranco el lápiz que compré, llevándolo junto a la cartera. Hurgo los bolsillos inferiores de su pantalón, dando con unas llaves que tienen una numeración extraña, encuentro su identificación y unos billetes en la cartera.Recojo la basura que dejaron los gatos, la bolsa con las demás cosas y voy junto al vagabundo, a quien le entrego el dinero, mientras lanzo la basura al fuego, siguiendo mi camino de nuevo.—¡Que Dios lo bendiga!— me grita el tipo con gran alegría, en tanto el grito de una mujer se oye, avisando sobre el muerto. Solo levanto la mano para indicar que lo escuché y cruzo la calle de regreso a mi auto. En poco tiempo llego a la casa, saco el objeto ensangrentado para tirarlo sobre la mesa de mi escritorio, entregando la identificación a Gull para que lo investigue y subo con la bolsa hacia el dormitorio. —Donovan— la voz de Grace me detiene. Giro en mi lugar y exhalo. T