Donovan. Desde que llego a la estación de policía veo todo con sospecha. Ya sé lo que sigue, como tampoco se me hace extraño que todo lo hagan con rapidez. Se aseguran que no tenga una bala incrustada y me curan en pocos minutos. Al menos la vez anterior disimularon mejor antes de entregarme a los guardias, los mismos que me hicieron la vida más miserable cuando pisé la prisión. Esta vez solo observo cada detalle y recuerdo quién la controla. El olor nauseabundo me regresa a esos días interminables y a esas noches de penumbra, en donde quería arrancar mi cabeza o darme un tiro para acabar con el infierno que cubría mis pensamientos. —Entra— señala el guardia que adentro de la celda me quita las esposas. —Sabes cómo se manejan las cosas aquí, no tengo que decirlo. —Las cosas siempre cambian— declaro para mí mismo. Las peleas para divertir a los amigos del director del reclusorio. Las visitas sorpresa en las noches para los pobres desgraciados que no les queda más alternativa q
Donovan.La puta cabeza me duele con tanto tiempo estando limitado. Si hay algo que no soporto es quedarme en un mismo lugar cuándo tengo que estar en otro sitio. Necesito confirmar con Lukyan que Kilian sigue con él. Tengo que ir por Sofía, amarrarla en una cama y obligarla a no salir para que la manía de alejarla de mí se les acabe a todos. Porque parece que quitarme lo mío ya se les volvió el único ideal.Debo bancarme las oraciones de los idiotas que le piden a los custodios por un minuto de paz, como si eso les funciona o les haya funcionado alguna vez. Camino por el pasillo, viendo la parte inferior que los reclusos van siendo dejados en sus celdas por los guardias que me reparan. Los murmullos se pueden oír, que haya dejado a Raken en el suelo reiteró por qué fui el mejor en mandar a idiotas al infierno cuando estuve encerrado antes. Eso deja claro que donde sea que esté mi nombre siempre tendrá un realce y no importa como, saben que no me ando con juegos o dándole vueltas a
Donovan.El director no me quita la mirada de encima y le muestro que me valen mil hectáreas de mierd@ al lanzar el humo al aire, devolviendo el gesto que hace. Algo está planeando el infeliz. De seguro ya Ronald le encargó algo en mi contra porque el infeliz sabe que solo aquí me puede contener. Ni estando en esa asquerosa cueva logró hacerlo, pero aquí si pudo encerrarme y entre tratos se volvió más de un año. No pasaré ese tiempo encerrado de nuevo. Detesto lo que está pasando. Detesto a la infeliz que se fue de nuevo. Detesto a la hija de perra que tiene como madre y le tengo un odio mucho mayor a Ronald. Cuando le ponga las manos encima estar con la cara quemada y ser sensible a la luz será el menor de sus problemas. Le voy a arrancar la puta piel y hacer que la desquiciada de Sabine se la coma estando frente a él. —Mensaje de Raken— dice uno de los reclusos que se pasean de un lado a otro con el otro imbécil que me envía papelitos como si fuera escuela.—Que me lo diga en
SofíaEl disparo me despierta otra vez. El pulso está disparado, y la frente, bañada en sudor. La pesadilla duele, y no siento más que ese mismo dolor punzante en el pecho.Bruno… lo perdí.El casquillo que tengo en la mano me hace suspirar. No sé ni por qué lo recogí, si es tan común como todos los que se usan aquí. Pero se volvió una especie de amuleto, o de promesa. Da igual, es una tontería con intento de sentido.Estoy agotada mentalmente. Llevo un sinnúmero de horas sin dormir y apenas he usado unas pocas para intentar quitarme la pesadez del cuerpo. A estas alturas, hasta alucino con una cama. Eso ya roza lo absurdo.Lo único que hago es tomar la botella de agua y darle otro sorbo. Me froto la cara, negándome al decaimiento. Guardo el casquillo en el bolsillo y me levanto. El césped se queda pegado a mi pantalón, así que me lo limpio antes de seguir el camino.—Cárgalas —dice Sabine, pasando a mi lado mientras deja caer una mochila a mis pies.La pateo de vuelta. Ella se detien
Sofía. Un rodillazo me deja sin aire. Aprovecha el momento para golpearme y desestabilizarme, pero antes de que pueda darme el siguiente ya la tengo contra el suelo, impactando un puñetazo en su cara.Mi furia, el dolor de haber perdido a mi hermano, de no tener a mi hijo, de estar con quien me hizo perder a uno por años y al otro para siempre, me hacen actuar sin pensar, saliéndome de todos mis planes.Ella, desesperada por alejarme, me entierra las uñas en las muñecas, pero el dolor, aunque intenso, solo enciende más mis ganas de asesinarla y dársela de comer a los animales.La ira me arrastra. Le estrello la cara contra una roca, pero logra darme vuelta. Sin embargo, en un movimiento veloz la lanzo al agua, en donde se hunde. Sin pensar, me voy sobre ella una vez más.La esquina de su mano me rompe la nariz. Devuelvo el golpe con un cabezazo que la deja quieta, aturdida por el golpe, el pelo mojado se le pega a la cara y su nariz está sangrando.Me toma del cuello, patalea en el a
Sofía Los pasos de todos y las respiraciones cansadas son todo lo que escucho mientras avanzamos por laredas que nos acortan un poco el camino. Son mas peligrosas, pero si algo sé es que me sirven para no tener a todos rodeándome, porque todos están enfocados en no caer y no en contar hasta cuantas veces respiro. Estoy agotada. Las piernas me arden y el costado late como si alguien estuviera clavando algo desde adentro. Tengo heridas que se abren un poco más con cada movimiento, pero lo que de verdad me molesta es saber que Ronald, Sabine y toda su manada vienen detrás. El terreno es traicionero. La humedad lo vuelve resbaloso y las piedras se aflojan con solo mirarlas. Hay que bajar con cuidado, midiendo cada paso. El mismo terreno que recorrí con Phoenix cuando tenía once años. Nunca entendí en ese entonces, por qué pensó que una cría como yo tenía que aprender a sobrevivir ahí, pero lo hizo. Sonrío sin querer, al recordar su cara de frustración cuando yo caía cada dos metros,
Sofía. Odio cada paso que doy tras él. Odio el aire que respiramos juntos. Odio recordar. Si pudiera quemarlo vivo con una sola mirada, lo haría sin pestañear. Sabine está dormida. Bones finge hacerlo. Y el resto desvía la mirada cuando el miserable de la gabardina y la máscara nos detiene al borde de las cuevas. —Una descendiente mía no debe andar por ahí, congeniando con los subordinados— declara. —No son de tu nivel, al menos mi sangre debería aceptar lo superior que es y dejar de ponerme en ridículo aceptando compañía de una puta y una mente esclavizada de un shadow. —¿Crees que cuidar "tu buen nombre" es lo que más deseo yo en la vida?— me río. —Estás muy equivocado. Me importa un jodido pepino que tu apellido quede por los suelos. Me devuelvo pero él me toma del codo. —No pongas a prueba mis límites. —En primera, no me pongas un maldit0 dedo encima—, me suelto con asco. —Segundo, tú ya rompiste los míos y si estoy aquí no es por voluntad propia. La máscara se le muev
Sofía. Soy la primera en despertar de nuevo, pero cuando me levanto, sin hacer un solo ruido, siento otra vez esos ojos sobre mí. Están ahí. Siempre están. Así que no me apresuro a nada, pese a tener prisa. Es molesto. Aun así, siento que descansé lo suficiente como para recobrar fuerzas. —Abigail hizo contacto con el antiguo lider de este territorio— escucho a Ronald, sigo recogiendo todo lo que tengo a la mano—. Ellos supieron que estabamos aquí, de no enviarla, nos darían caza y no es lo que necesitamos. —Podemos negociar con ellos. Ese apellido ha hecho desaparecer a clanes enteros, si le damos a uno debilitado como el del Dragón, nos libraremos de mucho— sugiere Sabine. —Tu plan tiene una falla— le hace ver el marido. —No se meten con nadie si no les ha hecho nada. —Lo hizo, podemos hacerle llegar información que les convenga conocer—, la vez que estuve recluida en el laboratorio para ser operada llena mi cabeza, sobre todo esa mirada que me detiene los movimientos. —Eso