Cristine Ferrera se casó joven y llena ilusión, creyendo que un día Eliot Magnani, millonario, filántropo y soltero codiciado, la amaría con la misma devoción. Tarde se dio cuenta que en ese frío corazón solo encontraría desinterés y abandono, robándose su juventud, sus ilusiones y su alegría. Con el corazón roto al saber que su esposo tuvo un hijo con su primer amor, Cristine luchará por su libertad, sabiendo que él nunca la amará de la misma manera, y dispuesta a llevarse a sus trillizos para jamás volver. Lo que Cristine no sabe es que su ausencia repercutirá profundamente en Eliot, hasta generarle un vacío con el cual no podrá lidiar. ¿Eliot admitirá que no puede vivir sin ella? ¿Cristine lo perdonara una vez que sepa toda la verdad? ¿Ambos podrán dejar a un lado su orgullo y dejar que el amor y la pasión los dominen?
Leer másELIOT MAGNANI—¡Espera! —exclamó Luca alcanzándome y tomándome del brazo—. No voy a tomar tu lugar cuando fuiste tú quien hizo esta empresa. Antes de ti no era ni la sombra de lo que es ahora. Tú hiciste que lo que era un negocio familiar se convirtiera en un imperio con todas sus letras, no tu padre, no esos viejos insípidos, tú. Me rehúso a…—Si no aceptas hacerte cargo, entonces habré perdido la empresa para siempre —dije en un susurro mientras con un par de suaves palmadas lo motivaba a soltarme el brazo—. Si no lo haces tú, entonces buscarán a alguien más, como a tu padre. ¿Eso quieres? Mi empresa terminará convirtiéndose en basura. —Eliot… —De pronto me miró como un niño asustado y preocupado por decepcionarme, tal vez sintiendo que era una clase de traición lo que estaba ocurriendo. —Luca, confío en que lo harás bien, además, sabes que no pienso dejarte solo y te ayudaré en lo que necesites saber para dirigir esto. Solo acepta el cargo como CEO y deja que me vaya —supliqué en
ELIOT MAGNANIApenas el auto avanzó un par de metros cuando mi teléfono comenzó a sonar. Se trataba de uno de los inversores de la empresa, parte del consejo. En cuanto contesté no me dio tiempo de hacer preguntas.—¿Eliot Magnani? —preguntó como si no estuviera seguro de que había llamado al número correcto.—Al habla…—Hay junta de emergencia, necesito que estés en la empresa cuanto antes. —Su tono de voz, aunque era educado, escondía cierto tinte de hostilidad que me hacía sentir que estaba en problemas. —Voy para allá. —En cuanto contesté me colgó, dejándome intrigado al no darme los motivos de la junta improvisada, pero algo me decía que estaba furioso conmigo.***Una pesada carpeta cayó ante mis ojos cuando entré a la sala de juntas donde ya todo el consejo me estaba esperando, entre ellos Luca que parecía confundido, manteniendo su postura con las manos entrelazadas por arriba del escritorio y con la mirada posándose en cada uno de los socios. —¿Qué es esto? —pregunté mientr
ELIOT MAGNANI—Pues, después de como defendiste a Luca, ahora Jerry y Carla ya saben quién eres —contesté y por fin volteé hacia ella.—Bueno, no es que pudiera quedarme de brazos cruzados. Puse en una balanza ayudar a una mujer embarazada y a un hombre que claramente estaba en desventaja por quererla salvar, y mi privacidad y seguridad. Supongo que dentro de mi corazón hay algo de heroísmo —contestó con media sonrisa y un profundo suspiro—. Quiero creer que solo saben que soy una reportera metiche que se enfrentó a ellos… pero no entienden aún la complejidad de mi participación en todo. »He mantenido mis huellas difusas. Nadie sabe quién proporcionó las pruebas a los reporteros amarillistas de las infidelidades del señor Spoti, solo saben que una mañana, los reporteros más crueles y sanguinarios recibieron un paquete lleno de fotos, registros de hoteles y…—¿Y…? —pregunté en cuanto ella se quedó en completo silencio y pensativa.—Dentro de las cosas que investigué… —Parecía dudar de
SLOANE D’MARCODerek y yo salimos de la habitación después de ofrecerle una última sonrisa a Berenice y justo en el pasillo, posé mi mano sobre su pecho, atrayendo su atención. —Quédate a cuidar a Berenice —pedí viéndolo fijamente a los ojos—. No quisiera imaginarme a Carla llegando disfrazada de enfermera lista para robarle a un niño o envenenarla. Recordé a Jerry y como estaba dispuesto a matar a mi padre. ¿Era malo arrepentirme de haberlo interrumpido? ¡Carajo! Le hubiera dicho que podíamos hablar después de que acabara con sus planes, incluso la parte más retorcida de mi cerebro veía la posibilidad de invitarle un café después. ¿Era una mala hija? ¡No! Era una mujer con suficientes traumas como para odiar a su padre, y más después de leer a mi madre. Mi rencor, mi frustración y mi tristeza se habían disparado, porque en verdad no podía imaginarme el infierno que vivió ella a su lado. De solo repasar esos párrafos en mi mente me daban ganas de llorar y maldecirlo a gritos. —Suen
SLOANE D’MARCO—Son hermosos —dije con emoción mientras mecía a la pequeña bebé en mis brazos.—Están curiosos —agregó Derek viendo al varón entre los suyos como si fuera algo extraño y frágil—. Lo siento, pero coincido con Luca, todos los bebés son feos cuando nacen y es imposible decir que se parecen a la mamá o al papá. A decir verdad, se podrían parecer hasta al vecino. No pude evitar sonreír, pero eso no significaba que quisiera darle la razón a Derek, porque en realidad eran lindos, no entendía cómo era que no podía verlo. Ambos tenían una delicada pelusilla castaña cubriendo su cabecita y sus ojos, aunque sí, algo extraviados por su poco tiempo en este mundo, eran de un gris claro, podía apostar que terminarían sacando el color celeste de su madre.—Ya veremos si dices lo mismo cuando nazcan los tuyos —reclamó Berenice desde la cama, intentando imprimir algo de hostilidad a su voz cansada. Aunque se veía agotada, mantenía esa presencia angelical que la caracterizaba, con sus c
CRISTINE FERRERACaminé presurosa detrás de Eliot, por más que mis pasos eran rápidos, sentía que estaba atrapada en una pesadilla donde nunca lo alcanzo. Cuando atravesó las puertas automáticas del hospital ya no pude más y grité su nombre:—¡Eliot! ¡Basta! —Solo así sus pasos se detuvieron. Me quedé sobre la acera sosteniendo mi vientre mientras él parecía congelado. Giró lentamente hacía mí y su gesto era desconcertante, parecía una combinación entre confusión e incomodidad que me partió el corazón—. Por favor, tenemos que hablar de esto.—Cristine, no hay nada de qué hablar. Lo que se tenía que decir se dijo —contestó con esa voz metálica que creí que había perdido. —No me juzgues por tener miedo de perderte —respondí intentando que mi voz no se quebrara—. Solo ponte en mi lugar. ¿Qué harías si otro hombre se acercara a mí y yo me negara a darte explicaciones, mientras le compro ropa y lo invito a comer? ¿Estarías tan tranquilo?Una media sonrisa se dibujó en su rostro y se acerc
LUCA MAGNANI—Me has dado el regalo más maravilloso que alguna vez me imaginé que me darían —dije viéndola con adoración—. ¿Sabes lo que sentí cuando los vi? ¿Sabes que me reventó el corazón en el pecho cuando los vi en la incubadora?»Se tomaron de la mano de una manera tan hermosa, como si lo supieran, como si entendieran que estaban juntos en esto y lo iban a afrontar de esa manera, como hermanos. ¡Dios! Fue… fue… —Puse la mano en mi pecho cuando sentí que los ojos se me humedecieron—, es lo mejor que me ha pasado en la vida, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida.»Berenice, no tenía un camino fijo ni los pies en la tierra y tú no solo despejaste mi mente, sino que me motivaste a hacer algo más con mi vida que solo ser un trotamundos viviendo de excesos y apuestas. Quiero ser más que eso, quiero ser más que la oveja negra y sexy de la familia. Por muy cansada que estuviera mi hermosa Berenice empezó a reír. Podía recordar aquella vez que la saqué de la oficina de Eliot, con
LUCA MAGNANI—Eliot, espera… —susurré estirando mi brazo para alcanzarlo, pero él ya se había alejado con paso rápido de nosotros. Por un breve momento compartí una mirada rota con Cristine, quien agachó la cabeza.—No tiene ganas de saber nada de mí —dijo en un susurro mientras Zafrina la consolaba. —Así es mejor, verás que encontrarás a alguien que si te valore —agregó esa mujer que comenzaba a molestarme. —Cristine, él sigue amándote —intervine furioso, sentía que Zafrina estaba abusando su vulnerabilidad, no sabía si era por las hormonas del embarazo o por todo lo que había pasado, pero odiaba que se dejara influenciar de esa manera—. No lo alejes más de lo que ya se está alejando. Vi la desesperación en los ojos de Cristine y como se clavaban en la espalda de Eliot. De inmediato tomé a Zafrina por la muñeca con serias intenciones de poner distancia entre ella y Cristine.—Ya basta de meterte en lo que no te importa —dije con los dientes apretados—. Si no eres capaz de confiar
LUCA MAGNANI—Como estos bebitos son aún muy pequeñitos, hay que mandarlos a la incubadora —dijo la enfermera tomando a mi hijo con cuidado—. Se les tendrá que administrar maduradores pulmonares y vigilarlos muy de cerca, pero papá y mamá podrán estar junto a ellos en todo momento.Una segunda enfermera tomó a mi niña de brazos de Berenice y junto con su colega salieron del quirófano. Entonces la mano de Berenice me tomó con fuerza.—No te separes de ellos… Yo estaré bien, solo ve —pidió llena de miedo, como si no pudiera confiar en ninguna enfermera y tal vez tenía razón, compartía su trauma.Salí del quirófano y segu&ia