Ser la amante mi jefe no es nada fácil, mucho menos es el haberme quedado él cuando se va a casar con su verdadero amor. He ocultado a sus trillizos durante cuatro años, en los cuales él me ha mantenido oculta y me ha echado a un lado. Un pequeño error hace que él se entere de su existencia y ahora ruegue para que nos casemos. No le importa amenazarme para conseguir su objetivo. ¿Podré aceptar su propuesta después de todo lo que ha pasado o tal vez debería escapar con mis pequeños?
Leer másAlec Tanto Aria como yo salimos completamente descolocados de aquella consulta. Estoy demasiado feliz porque todo va muy bien, pero a su vez estoy angustiado por todos los riesgos que implica un embarazo de trillizos. Una cosa es saber que Aria lo vivió y otra que lo esté viviendo ahora. —Mi amo
Aria Me muerdo los labios mientras contemplo cómo Alec introduce y saca sus dedos de mí. Con su otra mano, pellizca uno de mis pezones y lo mueve como si estuviera sintonizando una televisión vieja. No sé cómo ha sabido que eso me excita tanto, pero lo descubrió pronto y ahora me está volviendo loc
AlecMis pequeños se llenan de alegría cuando les digo que iremos al pueblo para buscar un regalo para su mamá. Ha sido difícil ocultar este plan, dado que Aria se ha vuelto más cariñosa conmigo y no quiere que la deje sola. Yo tampoco quiero, a decir verdad, pero si no la dejo en este momento, nunc
Alec La felicidad por el bebé es tanta que no puedo contenerme y le planto un beso muy fuerte en la mejilla a Ethan cuando entra de nuevo a la habitación. —¡Dio positivo! —le grito—. Seré papá otra vez. —Dios, me llenaste de tus babas —se queja Ethan, pero de todos modos le beso la otra mejilla
Aria—Aria, Aria, mi amor, despierta. La súplica de Alec se escucha bastante desesperada, pero todavía me siento tan mareada que no soy capaz de abrir los ojos. No es la ocasión en la que peor me he sentido en la vida, pero sin duda no la estoy pasando nada bien. —¿Qué es lo que tiene mi pequeña
—Aria…—La justicia divina existe —celebra con tono malicioso—. Y se aplicó en ti.—Supongo que sí —murmuro—. En fin, lo puedo aceptar si eso significa que tú no vas a tener náuseas.—No lo creo. Tuve demasiadas en mi embarazo.—Pero…—Supongo que soy una buena actriz —se encoge de hombros—. Y ademá
Alec—¿Estás bien? —le pregunto preocupado al ver que sigue respirando agitada—. Mi amor, por favor, no pienses que la he defendido; solo quería que no llegara a lastimarte, pero creo que te subestimé.—Perdóname por dudar —se disculpa mientras me abraza—. Pero estaba furiosa, sigo furiosa. No sopor
—Jamás vuelvas a acercarte a mi mujer, ¿me entendiste? —le grita—. Largo de aquí. No tienes nada que hacer en mi casa.—Fue ella quien me agredió —protesta Alisson, y Alec se ríe.—Algo debiste hacer para que actuara así, y la verdad es que la apoyo. Si la estoy deteniendo ahora, no es por ti; es po
AriaEn cuanto mi hermano abre la puerta, aquella señora altanera pasa al departamento. Al verme, su rostro se enrojece por la rabia al encontrarme aquí.—Vaya, estás aquí. Qué poco te duró el amor por tus hijos.—Con mis hijos no se meta, señora —le digo furiosa, acercándome a ella sin titubear—. L