Capítulo 6

— 6 pm. Café Amelié. —dijo Adrian al otro lado del teléfono. El tono de su voz era cálido, se le escuchaba contento y, debo admitirlo, me contagió un poco de su felicidad. Sin darme cuenta, comencé a sonreír mientras lo escuchaba planificar nuestra salida de hoy. Menos mal está libre hoy, necesito despejarme con urgencia y esperar más tiempo me haría perder la poca cordura que me queda, aunque mi pensamiento era algo dramático, tenía que reconocer que me sentía más ligera desde que me contestó la llamada.

— ¿Ivy? —La voz de Adrian me sacó de mis pensamientos.

— Perdón. Dime. —respondí con algo de pena.

— Ivy Hart, ¿por qué siempre que te hablo me ignoras tan descaradamente para perderte en tu hermosa cabecita? —El tono burlón de Adrian, sumado a su falso drama, me hizo reír. No pude contener la carcajada, a lo que él respondió con otra.

—Te estaba diciendo, chiquilla, que esta vez te toca a ti escoger qué comeremos. —Mis mejillas se tiñeron de rojo al escucharle llamarme así, él tenía la mala costumbre de tratarme como a una niña pequeña.

— ¿Estás seguro? —respondí con cierta duda, aunque teníamos como regla que en cada salida uno de nosotros se encargaba de escoger qué comeríamos o beberíamos, no recordaba quién lo hizo la última vez y tampoco estaba muy segura de que sus gustos siguieran siendo los mismos.

— Sorpréndeme, Ivy. —dijo él. —Quiero saber qué come la Ivy fundadora de la startup tecnológica más sonada del momento.

— ¿Cómo que más sonada del momento? 

— ¿Eso dije?

— Sí, Adrian. ¡Explícate!

— Calma, mujer, que la curiosidad mató al gato.

— Ya, pero murió sabiendo. ¡Dime lo que sabes!

— Mis labios están sellados, Ivy. Al menos, hasta después de comer.

— ¡Adrian!

— ¡Ivy! 

Lamentablemente, no pude sacarle más información. Pero me sentí ligeramente orgullosa, si Adrian decía eso, significaba que Hart Tech no estaba tan mal como Xander lo hacía ver. Después de hablar un rato más, Adrian y yo nos despedimos.

— Tenemos que dejar temas para nuestra cita de hoy. —me dijo él antes de colgar.

— ¡No es una ci-...—Mi frase quedó en el aire. —No es una cita. — murmuré, más para mí que para él, pues ya había colgado la llamada. 

— ¿Qué cosa no es una cita? —La voz imponente de Xander me tomó por sorpresa. 

— ¿Me estás espiando? —le lancé una mirada inquisidora mientras recogía mis cosas de la mesa.

— ¿Por qué habría de espiarte? —Así que quería jugar a responder con preguntas, bien, Xander. Yo también puedo jugar.

—¿Qué haces en mi oficina? —le pregunté, cruzando los brazos y lanzándole una mirada directa, intentando controlar mi sorpresa por su inesperada presencia.

Xander se encogió de hombros, con esa indiferencia calculada que tanto me irritaba, y avanzó unos pasos, examinando el espacio como si fuera su propio terreno.

—Pasaba por aquí y noté que estabas... ocupada —dijo, su tono dejaba entrever un dejo de burla. Me miró fijamente con una expresión que cada vez se hacía más intensa, como si intentara descifrar lo que había escuchado al entrar.

—Ocupada, sí. En una llamada personal. Y a menos que mi vida privada esté en tu contrato de inversión, no veo por qué te interesaría —respondí, alzando una ceja.

Xander sonrió, parecía que mi comentario le hubiera divertido. Era un gesto minúsculo, pero suficiente para que mi irritación aumentara. Con Xander, incluso una sonrisa parecía un desafío.

—¿Vida privada? —repitió, poniendo especial énfasis en las palabras mientras se apoyaba contra el borde de mi escritorio—. No pensé que tenías tiempo para esas cosas, con el ritmo de trabajo que tienes en Hart Tech.

Lo miré, sin intenciones de ceder terreno. Su presencia invadía mi espacio personal, y aunque mi primer instinto era retroceder, me planté firme.

—No me lo recuerdes —dije con una pequeña mueca de fastidio, tratando de sonar indiferente, aunque mi corazón latía con fuerza—. Pero incluso alguien como yo necesita un respiro de vez en cuando. Y, para tu información, no tengo que justificar mis llamadas personales.

Él inclinó la cabeza, como si mis palabras fueran una curiosidad que necesitaba analizar. Finalmente, dio un paso más cerca, invadiendo mi espacio de manera deliberada.

—No necesitas justificarte conmigo, Ivy. Solo espero que cualquier... distracción, sea lo suficientemente breve como para no interferir en tu compromiso con Hart Tech —su tono era suave, pero la amenaza en sus palabras era inconfundible.

—¿Distracción? —repetí, sintiendo cómo una chispa de furia se encendía en mi interior. Me reí con incredulidad, ¿en serio me había dicho eso? —. No tengo distracciones, Xander. Todo lo que hago está calculado, ¿te queda claro?

Jugué con un mechón de cabello mientras le respondía. Entonces, el gran Alexander Blackwood quería jugar con fuego. Ya había comenzado a acostumbrarme a su presencia, así que no me resultaba tan abrumadora e intimidante como antes. Después de todo, estábamos en Hart Tech. Estábamos en mi territorio.

Él no respondió de inmediato. Su mirada bajó a mis labios por un instante, y luego volvió a mis ojos, llenos de esa intensidad que me ponía nerviosa.

—Entonces espero que así sea, Ivy —dijo, dejando que las palabras fluyeran lentamente, como si quisiera asegurarse de que entendiera el mensaje detrás de ellas—. Me aseguraré de que nada te desvíe del objetivo.

Me crucé de brazos, manteniéndome firme frente a él, sin bajar la mirada. Nuevamente, no pude contener mi risa irónica. 

—Me encargaré de que así sea. No necesitas preocuparte por mí. 

Xander retrocedió. A pesar de que su rostro se mantenía imperturbable, algo en su expresión parecía diferente. ¿Se había molestado?  Esbocé media sonrisa.

—Perfecto. Eso es todo lo que quería oír. —Su tono era un susurro, pero cargado de esa autoridad que parecía imposible de esquivar.

A pesar de mi resistencia, sentí un escalofrío en la columna. ¿Cómo era posible que ese hombre insoportable hiciera que mi cuerpo reaccionara como si él fuese un cazador y yo la presa? Nada me exasperaba más que eso. Xander se giró hacia la puerta, parecía dispuesto a marcharse. Pero justo antes de cruzarla, se detuvo y me lanzó una última mirada por encima del hombro.

—Ah, por cierto, Ivy… Espero que disfrutes tu “no-cita.” Me intriga saber qué comes cuando te das un respiro de esta empresa.

Mi corazón dio un salto al escuchar sus palabras. ¿Había oído toda la conversación? ¿Desde cuándo estaba ahí, escuchando? Intenté controlar la expresión en mi rostro, pero sentí cómo el calor subía hasta mis mejillas y que mis ojos se abrían desmesuradamente.

—¿No tienes algo mejor que hacer, Xander? —respondí con el tono más tranquilo que pude reunir, aunque en el fondo me debatía para no insultarlo.

Él sonrió de nuevo, un gesto que era tan peligroso como encantador, antes de salir de la oficina sin decir una palabra más, dejándome con la cabeza llena de preguntas y un nudo de confusión en el estómago.

Suspiré, tomando mi bolso y repasando mentalmente lo que acababa de suceder. El comentario de Xander seguía retumbando en mi mente, y aunque no quería admitirlo, su manera de observarme, de cuestionarme sin llegar a decir nada directamente, me hacía sentir como si estuviera bajo su escrutinio constante.

“Concéntrate, Ivy,” me recordé mientras salía de la oficina, dejando atrás la tensión que Xander había sembrado. Esta noche, necesitaba despejarme y dejar de lado esa presión. Afortunadamente, la perspectiva de ver a Adrian era un alivio en medio del caos. Al menos él no intentaba imponerme sus reglas, y, con suerte, podría olvidarme de Xander y de Hart Tech por unas horas.

“Vamos, Ivy. No es una cita,” me dije a mí misma. No era una cita, ¿verdad? Solo un rato con un amigo. Pero, en el fondo, una parte de mí no podía evitar desear que en Adrian encontrara un refugio, algo que pudiera compensar el caos que Xander sembraba cada vez que aparecía.

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