Me metí en la ducha sintiendo que mi cuerpo comenzaba a temblar ligeramente.— No. —gruñí entre dientes. —Basta, Alexander. — abrí la llave con fuerza, sin darle tiempo a mi cuerpo para reaccionar.El agua fría golpeó mi piel, pero el efecto refrescante duró apenas un instante. Cerré los ojos, dejando que el agua cayera sobre mí en un intento de disipar los pensamientos que seguían rondando mi cabeza, pero era inútil. Ivy seguía ahí, como un eco insistente en el fondo de mi mente. Por un segundo, dejé que mi imaginación vagara: su mirada, desafiante y provocadora, la misma que había intentado ignorar desde el día que nos conocimos. Era una fuerza que parecía burlarse de mi control, un desafío directo a la estructura que había construido en mi vida. Me exasperaba y, al mismo tiempo, me atraía de una manera que no lograba entender… o no quería entender.Cada vez me costaba más reprimir la emoción. Sentía mi cuerpo caliente, a pesar del agua fría que me bañaba.Me enjaboné el rostro y ex
Desperté al amanecer. El cuarto estaba completamente a oscuras y Victoria aún dormía a mi lado, envuelta en las sábanas con una expresión satisfecha en el rostro. Observé su silueta por un momento, recordando cómo había intentado apagar cualquier pensamiento relacionado con Ivy a través de la noche. Pero, aunque Victoria me ofreciera esa distracción y complacencia, no era suficiente. Ivy seguía ahí, como un reto sin resolver, una incógnita que se colaba en mis pensamientos con la tenacidad de una obsesión. Me levanté con cuidado, dejando a Victoria en la cama.El agua fría de la ducha era mi manera de regresar al control absoluto. Había cumplido mi papel; Victoria había encontrado en mí lo que buscaba y, en el proceso, me había dado parte de la calma que necesitaba. Pero eso no significaba nada más. Vestido, me dirigí a mi estudio. El sol comenzaba a filtrarse por las ventanas, proyectando sombras en las paredes de mi despacho mientras repasaba los documentos de la semana y me prepara
Si algo he aprendido en mis años como emprendedora es que los tiburones no nadan solos. Aparecen en silencio, cazan en grupo y, cuando te has dado cuenta de su presencia, ya es demasiado tarde. Me he pasado la vida construyendo una empresa en un mar lleno de depredadores, pero nunca pensé que uno de ellos intentaría reclamarme como si fuera un trofeo.El inicio de todo fue el peor lunes de mi vida. Ahí estaba yo, en la sala de juntas de mi pequeña pero prometedora startup, tratando de convencer a mis socios de que necesitábamos financiación externa para lanzar nuestro nuevo software de ciberseguridad. Había pasado semanas organizando reuniones con posibles inversores, y la respuesta era la misma: “Tienes potencial, Ivy, pero aún te falta crecer”. Me quedaba una última carta, una que prefería no jugar.Xander Blackwood.El nombre en sí provocaba reacciones en la industria. Algunos lo llamaban visionario; otros, depredador. Su éxito era indiscutible, y la cantidad de ceros en su cuenta
El día siguiente comenzó de forma maravillosa, la mañana era brillante y prometedora. Aun así, mi mente le daba vueltas a la decisión que había tomado hacía menos de 24 horas. Xander Blackwood era ahora parte de mi vida, al menos de mi vida profesional, y eso no me daba ningún placer. Después de esa reunión ligeramente incómoda y tensa en su oficina, me sentía como si hubiera vendido una parte de mi alma. La chispa de desafío que me había impulsado a aceptar su propuesta ahora se transformaba en una inquietud persistente.Mientras caminaba hacia la sala de juntas de mi empresa, el pequeño equipo de Hart Tech me saludaba con sonrisas y comentarios alentadores. Nadie tenía idea de la tormenta que se avecinaba, de la presencia imponente que estaba a punto de infiltrarse en nuestro espacio, un espacio que hasta ahora había sido mi refugio, mi bastión de independencia. La entrada de Xander cambiaría todo.—¿Lista para la reunión, Ivy? —preguntó Emma, mi asistente, con un brillo de emoción
El día siguiente fue una prueba de paciencia. Desde el momento en que Xander se convirtió oficialmente en parte de Hart Tech, su presencia era constante. Era como una piedra en el zapato para mí. Estaba allí, en cada reunión, en cada discusión de presupuesto, y hasta en los detalles más insignificantes que nunca habrían requerido la supervisión de un inversor. A cada paso que daba, sentía que Xander estaba al acecho, observando, juzgando, esperando el momento perfecto para cuestionarme.¿Qué le pasa a este hombre? ¿Es que no puede tomarse ni siquiera 5 minutos para descansar de ser tan controlador?Era como si el espacio que habíamos construido con tanto esfuerzo para colaborar se hubiera convertido en una jaula, una que él llenaba con su presencia abrumadora. No había forma de trabajar en paz. Y eso me exasperaba.Esa tarde, él me pidió que me reuniera en su oficina para revisar la estrategia de expansión que habíamos desarrollado con mi equipo. Aún con mis reservas y las ganas de ma
Desde el primer instante en que puse un pie en la oficina esa mañana, supe que el día sería largo. La última semana me había golpeado bastante en términos emocionales. Desde que Xander se unió formalmente a la empresa, nuestros encuentros eran un constante tira y afloja sin que ninguno de los dos quisiera ceder. Era agotador. No paraba de pensar en nuestra última conversación, aunque habían pasado más de 3 días y el tema parecía haberse olvidado. Mi cabeza daba vueltas cada vez que recordaba la escena. Por lo menos dijo que tengo potencial. Me encogí de hombros para darme ánimos, un cumplido así y de alguien tan importante como Xander no se recibía todos los días.—¿Todo bien, Ivy? —la voz de Emma me devolvió a la realidad. Estaba parada junto a la puerta de mi oficina, completamente abierta, con una taza de café en cada mano. La saludé con una sonrisa y le hice un ligero gesto para que entrara.Emma me alcanzó una taza de café y me dio una sonrisa que intentaba infundirme confianza,
Salí de mi oficina y cerré la puerta tras de mí, intentando mantener la compostura. La conversación con Xander aún resonaba en mi cabeza, sus palabras tan firmes y su forma de ver mi empresa como si fuera simplemente una pieza en su tablero personal. Necesitaba despejarme, tomar un respiro lejos de su presencia. Lo último que quería era enfrentarme con su arrogancia, y, sin embargo, me encontraba cediendo una vez más. Esa actitud suya de creer que siempre tenía la razón me exasperaba.Su intensidad, su forma de deslizar sus decisiones como si fueran leyes inamovibles, me dejaban en un estado de tensión constante. Era agotador, y la sola idea de pasar otro día discutiendo cada detalle con él hacía que una punzada de frustración me recorriera.Respiré hondo, tratando de calmarme, cuando sentí la vibración de mi teléfono en el bolso. Lo saqué y vi en la pantalla el nombre de mi madre. Suspiré. Las llamadas de mi madre no eran precisamente una fuente de consuelo; al contrario, solían ser
Tenía la cabeza nublada por mis pensamientos. Conversar con mi madre solía terminar siempre en un ataque de pánico, supongo que todo el caos de la última semana me había hecho un poco más fuerte porque esta vez sentía que podía manejarlo. Aún así, mi respiración era más rápida de lo normal, y un nudo de frustración comenzaba a instalarse en mi estómago. Era increíble cómo, con sólo unas pocas palabras, mi madre lograba hacerme cuestionar cada paso que había dado. Siempre me hacía sentir como si estuviera luchando en vano, como si todo el esfuerzo que invertía en Hart Tech fuera una simple distracción, un capricho que algún día superaría.Respiré hondo y caminé hacia la sala de descanso, pensando que un vaso de agua fría me ayudaría a despejar la mente. Sin embargo, al doblar la esquina, vi una figura alta que esperaba frente a la puerta de mi oficina. Xander estaba allí, con los brazos cruzados y una expresión que no supe interpretar de inmediato.Sentí una mezcla de sorpresa y molest