El día finalmente había llegado. La oficina de Hart Tech estaba llena de actividad mientras todos se preparaban para el gran evento de Silicon Valley. Cada miembro del equipo estaba absorto en su trabajo, revisando detalles, empacando materiales y asegurándose de que nada se quedara atrás. Sentía cómo la energía vibraba en cada rincón de la oficina, una mezcla de entusiasmo y nerviosismo que nos mantenía en movimiento, a pesar de las largas jornadas previas y el cansancio acumulado.Emma, como siempre, era el centro de organización. Estaba en una esquina con una lista en la mano, revisando y marcando cada cosa mientras coordinaba con los distintos departamentos. Su eficiencia y calma eran exactamente lo que necesitábamos en ese momento.—¿Emma, ya verificaste que todos los dispositivos estén en las cajas correctas? —le pregunté, acercándome a ella mientras revisaba un archivo en su tableta.Ella levantó la vista y me dedicó una sonrisa confiada.—Revisados y listos, Ivy. Incluí dos ca
El restaurante que Adrian había elegido era perfecto, un lugar pequeño y acogedor, escondido en una esquina tranquila de la ciudad. Las luces tenues y la decoración de madera cálida creaban una atmósfera íntima, como si el tiempo se hubiese detenido solo para nosotros. No había multitudes, ni ruido, solo un par de mesas ocupadas y un murmullo suave que nos permitía conversar sin prisas.El espacio principal era como una pequeña plaza interior, con algunas mesas dispuestas en el centro bajo una luz cálida que caía como un halo dorado. Alrededor de esta área abierta, en el segundo piso, se distribuían unos cubículos más privados, como balcones pequeños que se asomaban al centro. Desde esos cubículos se podía ver el área de la “plaza”, y su diseño sugería que eran espacios reservados para reuniones íntimas o celebraciones privadas. Las cortinas de lino en cada cubículo le daban un toque de privacidad sin aislar totalmente a los comensales del ambiente del restaurante.Desde nuestra mesa,
Desde el momento en que había aceptado la invitación a esta cena, sabía que no era más que una distracción. La mujer frente a mí era hermosa, carismática, de sonrisa fácil y conversación entretenida. Pero, a pesar de eso, mientras ella hablaba y reía, podía sentir que cada palabra se deslizaba por mi mente sin dejar huella. Como agua sobre piedra.El restaurante era, por lo menos, una buena elección. Discreto, elegante, y lo suficientemente apartado para evitar los lugares que suelo frecuentar. La decoración de madera y las luces cálidas contribuían a crear una atmósfera casi íntima, algo que podría hacer de esta noche una agradable distracción, si realmente estuviera interesado en ella. Pero mi mente estaba en otro lugar, o más bien en otra persona, a pesar de todos mis esfuerzos.—Xander, ¿me escuchaste? —preguntó ella, inclinándose hacia mí con una sonrisa l
La voz de Adrian me resultaba tan relajante, que después de un rato logré olvidarme de la imagen de Xander. La conversación entre Adrian y yo, como siempre, se sentía tan natural como respirar. Desde que éramos niños habíamos tenido esa facilidad para entendernos. Cuando pienso en cómo empezó nuestra amistad, no puedo evitar sonreír. A veces parecía increíble cuánto habíamos cambiado, pero al mismo tiempo, cuánto seguíamos siendo los mismos.—¿Recuerdas cuando nos conocimos en la escuela primaria? —dijo Adrian con una sonrisa nostálgica mientras jugueteaba con su copa de vino—. Era imposible no notar a la niña con las respuestas para todo en clase.Reí, recordando esa época lejana. —Y tú eras el niño con el corte de cabello más horrible que he visto en mi vida —dije entre risas, logrando que él también se echara a reír—. ¡Cómo no iba a fijarme en ti!
La mujer frente a mí emanaba un aire de vulnerabilidad e inocencia que me resultaba estimulante. Esa mezcla de desconcierto y fascinación en sus ojos, como si estuviera frente a algo tan intimidante como atractivo, era justo lo que buscaba. Podía ver el ligero rubor en sus mejillas, el modo en que sus manos parecían no saber qué hacer, aferrándose nerviosamente al borde de la mesa, como si ese gesto la anclara en el momento. Ese tipo de reacción siempre había sido una confirmación de mi influencia, una prueba de que el control estaba, como siempre, en mis manos.Justo en ese instante, escuché una risa desde la planta baja. Su risa. Ivy. Reconocería ese sonido en cualquier lugar, aunque estuviera sumergido en el bullicio de la ciudad. La misma risa que había escuchado un par de veces en Hart Tech cuando Emma estaba en la oficina de Ivy. Una chispa de irritación se encendió en mi interior, como un fuego bajo
El resto de la cena pasó en un remolino de sensaciones contradictorias. Intenté sumergirme en la conversación con Adrian, aferrarme a esa paz y calidez que siempre me ofrecía, pero mi mente volvía constantemente a lo que había visto. Cada vez que mi mirada quería desviarse hacia el segundo piso, hacia esa cortina mal cerrada, me obligaba a concentrarme en el rostro de Adrian, en su sonrisa tranquila, en la suavidad de su voz. Pero aún así, el impacto de la escena de Xander seguía presente, como una sombra invisible, colándose en cada rincón de mi mente."¿Por qué me afecta tanto?", pensé, frustrada conmigo misma. Sabía que Xander tenía una habilidad especial para desestabilizarme, pero este era un lugar en el que no debería tener ningún poder sobre mí. Aquí, estaba con Adrian, mi amigo de toda la vida, la persona que siempre había creído en mí, que nunca había intentado controlarme ni manipularme. ¿Por qué entonces, la simple presencia de Xander podía alterar todo en un instante? Era
A pesar de que intentaba concentrarme en Hart Tech. El silencio en mi apartamento era casi ensordecedor. La oscuridad de la noche se sentía pesada, como si el aire mismo estuviera lleno de pensamientos que se arremolinaban a mi alrededor, atrapándome en una red de emociones que no lograba desenredar.La imagen de Xander en el restaurante, con su acompañante atrapada entre sus brazos, era un eco incesante en mi mente. No había sido solo una escena casual, una simple coincidencia. No, era algo mucho más profundo, mucho más oscuro y enredado. Había algo en esa postura, en la forma en que su cuerpo acorralaba el espacio, que había activado algo en mí, una especie de alarma interna que no lograba desactivar.¿Por qué seguía afectándome tanto?En ese momento, tenía a Adrian a mi lado, un hombre que había demostrado ser el tipo de persona que cualquiera desearía tener cerca, alguien que me ofrecía estabilidad, cariño, y una presencia reconfortante. Y sin embargo, una mirada fugaz, una postura
Mi acompañante se aferraba a mis brazos, con su rostro hundido en mi pecho para ahogar cualquier sonido. Sonreí para mí mismo, disfrutando de sus intentos nerviosos por guardar silencio, aunque sabíamos que estábamos en un espacio privado. Este juego de control era algo que siempre me resultaba estimulante; esa mezcla de vulnerabilidad y sumisión en sus ojos era exactamente la reacción que buscaba.—¿Quieres decir algo? — bromeé en voz baja, viendo cómo sus ojos se agrandaban mientras su cuerpo se estremecía. Noté el leve rubor en sus mejillas y el modo en que sus dedos se aferraban a mi brazo, como si anclarse en mí le diera la seguridad que necesitaba. Una ligera risa escapó de mis labios, y me incliné hacia ella, hablando en un susurro casi íntimo, aunque más para reafirmar mi dominio que por genuino interés— Déjame llevarte a un lugar más privado.Ella me miró mordiéndose los labios. En sus ojos había cierto reproche seductor que me sacó una carcajada. La guié fuera del cubículo c