Me disculpo porque este capítulo quedo más largo de lo que esperaba. Aún así, espero que les guste
Mi acompañante se aferraba a mis brazos, con su rostro hundido en mi pecho para ahogar cualquier sonido. Sonreí para mí mismo, disfrutando de sus intentos nerviosos por guardar silencio, aunque sabíamos que estábamos en un espacio privado. Este juego de control era algo que siempre me resultaba estimulante; esa mezcla de vulnerabilidad y sumisión en sus ojos era exactamente la reacción que buscaba.—¿Quieres decir algo? — bromeé en voz baja, viendo cómo sus ojos se agrandaban mientras su cuerpo se estremecía. Noté el leve rubor en sus mejillas y el modo en que sus dedos se aferraban a mi brazo, como si anclarse en mí le diera la seguridad que necesitaba. Una ligera risa escapó de mis labios, y me incliné hacia ella, hablando en un susurro casi íntimo, aunque más para reafirmar mi dominio que por genuino interés— Déjame llevarte a un lugar más privado.Ella me miró mordiéndose los labios. En sus ojos había cierto reproche seductor que me sacó una carcajada. La guié fuera del cubículo c
La madrugada se había convertido en un cúmulo de sensaciones satisfactorias. La noche había sido un despliegue de control y estrategia: primero con Ivy, después con la mujer que yacía a mi lado, completamente agotada. Había cerrado el círculo de la noche con un dominio total sobre cada escenario que había tocado. Todo había salido tal y como lo había planeado.De repente, una vibración en mi teléfono interrumpió mis pensamientos. Estaba a punto de ignorarla, pero el nombre en la notificación me hizo esbozar una sonrisa.Ivy Hart.Me acomodé contra la cabecera de la cama y desbloqueé el teléfono, mi acompañante dormía plácidamente a mi lado. Al leer el mensaje, una risa seca escapó de mis labios."Espero que hayas disfrutado el espectáculo. Gracias por tu ayuda."Así que quería hacerme creer que estaba a cargo. Interesante. Me tomé un momento para saborear sus palabras, como quien degusta un vino raro, disfrutando el sabor y el intento. Ivy trataba de mostrar que no estaba afectada, de
Sin embargo, mientras degustaba el sabor de la victoria, la silueta de un hombre captó mi atención. Al principio, la figura pasó desapercibida entre el vaivén de empleados y el bullicio de la entrada de Hart Tech, pero bastaron unos segundos para que mi mente lo registrara: era el mismo hombre que había acompañado a Ivy en el restaurante, el mismo que la había hecho reír y con el que había compartido miradas de complicidad. Se movía con naturalidad, como si estuviera en casa. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué tenía tanta libertad para deambular en una empresa que yo estaba financiando?Por un instante, la estúpida idea de exigirle que se alejara de Ivy cruzó por mi mente.¿Qué te pasa, Alexander?, me regañé. Mi mandíbula se tensó mientras consideraba las implicaciones de un enfrentamiento directo. Pero no, un movimiento impulsivo no me daría la ventaja en esta partida. Control, Alexander, me recordé. Lo último que necesitaba era cometer un error por actuar sin pensar. Este juego no
La noche había sido un torbellino de emociones que, en su mayoría, preferiría olvidar. Al final, con el teléfono en la mano y el corazón acelerado, decidí enviarle un mensaje a Xander. Solo un par de palabras para intentar recuperar algo de control: “Espero que hayas disfrutado el espectáculo. Gracias por tu ayuda.” Una declaración, una despedida y, al mismo tiempo, una especie de escudo que, quizás, pudiera protegerme de la confusión que él dejaba tras de sí. Presioné “enviar” y solté un suspiro, queriendo convencerme de que con esas palabras estaba cerrando el capítulo, dejándolo claro.Por un momento, esperé una respuesta, algún tipo de réplica que me reafirmara que el control, aunque fuera en apariencia, seguía en mis manos. Pero el teléfono permaneció en silencio, y aunque intenté hacer a un lado el desasosiego que eso me producía, una parte de mí no pudo evitar sentirse atrapada en una expectativa frustrante. ¿Por qué no responde? pensé, sintiendo cómo la irritación sustituía po
Si algo he aprendido en mis años como emprendedora es que los tiburones no nadan solos. Aparecen en silencio, cazan en grupo y, cuando te has dado cuenta de su presencia, ya es demasiado tarde. Me he pasado la vida construyendo una empresa en un mar lleno de depredadores, pero nunca pensé que uno de ellos intentaría reclamarme como si fuera un trofeo.El inicio de todo fue el peor lunes de mi vida. Ahí estaba yo, en la sala de juntas de mi pequeña pero prometedora startup, tratando de convencer a mis socios de que necesitábamos financiación externa para lanzar nuestro nuevo software de ciberseguridad. Había pasado semanas organizando reuniones con posibles inversores, y la respuesta era la misma: “Tienes potencial, Ivy, pero aún te falta crecer”. Me quedaba una última carta, una que prefería no jugar.Xander Blackwood.El nombre en sí provocaba reacciones en la industria. Algunos lo llamaban visionario; otros, depredador. Su éxito era indiscutible, y la cantidad de ceros en su cuenta
El día siguiente comenzó de forma maravillosa, la mañana era brillante y prometedora. Aun así, mi mente le daba vueltas a la decisión que había tomado hacía menos de 24 horas. Xander Blackwood era ahora parte de mi vida, al menos de mi vida profesional, y eso no me daba ningún placer. Después de esa reunión ligeramente incómoda y tensa en su oficina, me sentía como si hubiera vendido una parte de mi alma. La chispa de desafío que me había impulsado a aceptar su propuesta ahora se transformaba en una inquietud persistente.Mientras caminaba hacia la sala de juntas de mi empresa, el pequeño equipo de Hart Tech me saludaba con sonrisas y comentarios alentadores. Nadie tenía idea de la tormenta que se avecinaba, de la presencia imponente que estaba a punto de infiltrarse en nuestro espacio, un espacio que hasta ahora había sido mi refugio, mi bastión de independencia. La entrada de Xander cambiaría todo.—¿Lista para la reunión, Ivy? —preguntó Emma, mi asistente, con un brillo de emoción
El día siguiente fue una prueba de paciencia. Desde el momento en que Xander se convirtió oficialmente en parte de Hart Tech, su presencia era constante. Era como una piedra en el zapato para mí. Estaba allí, en cada reunión, en cada discusión de presupuesto, y hasta en los detalles más insignificantes que nunca habrían requerido la supervisión de un inversor. A cada paso que daba, sentía que Xander estaba al acecho, observando, juzgando, esperando el momento perfecto para cuestionarme.¿Qué le pasa a este hombre? ¿Es que no puede tomarse ni siquiera 5 minutos para descansar de ser tan controlador?Era como si el espacio que habíamos construido con tanto esfuerzo para colaborar se hubiera convertido en una jaula, una que él llenaba con su presencia abrumadora. No había forma de trabajar en paz. Y eso me exasperaba.Esa tarde, él me pidió que me reuniera en su oficina para revisar la estrategia de expansión que habíamos desarrollado con mi equipo. Aún con mis reservas y las ganas de ma
Desde el primer instante en que puse un pie en la oficina esa mañana, supe que el día sería largo. La última semana me había golpeado bastante en términos emocionales. Desde que Xander se unió formalmente a la empresa, nuestros encuentros eran un constante tira y afloja sin que ninguno de los dos quisiera ceder. Era agotador. No paraba de pensar en nuestra última conversación, aunque habían pasado más de 3 días y el tema parecía haberse olvidado. Mi cabeza daba vueltas cada vez que recordaba la escena. Por lo menos dijo que tengo potencial. Me encogí de hombros para darme ánimos, un cumplido así y de alguien tan importante como Xander no se recibía todos los días.—¿Todo bien, Ivy? —la voz de Emma me devolvió a la realidad. Estaba parada junto a la puerta de mi oficina, completamente abierta, con una taza de café en cada mano. La saludé con una sonrisa y le hice un ligero gesto para que entrara.Emma me alcanzó una taza de café y me dio una sonrisa que intentaba infundirme confianza,