La llamada con Adrian me dejó con una mezcla de emociones difíciles de descifrar. Había sido un alivio escucharlo, su voz siempre tan tranquila, tan constante, como un faro en medio de una tormenta. Y sin embargo, algo dentro de mí seguía sintiéndose inconcluso, como si esa conversación hubiera sido apenas la superficie de algo más profundo que necesitaba decirle. Bueno, en cierta forma, así era. Sabía que había cosas que él merecía escuchar, pero ahora no era el momento. Como él mismo había dicho, lo importante era el evento. Lo demás tendría que esperar.Emma me devolvió al presente con un ligero golpeteo en la puerta.—¿Todo bien? —preguntó, asomando la cabeza con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación. Había estado conmigo el tiempo suficiente como para notar cuando algo me rondaba por la mente.—Sí, todo bien —respondí con una sonrisa que esperaba que la convenciera—. Adrian solo me estaba deseando suerte para el evento.Ella entró completamente a la oficina, sostenien
La llamada con Ivy terminó, pero su voz seguía resonando en mi mente. Siempre había tenido esa habilidad de quedarse conmigo, incluso después de colgar. Había algo en su tono, en la forma en que hablaba sobre el evento, que me dejó pensando. Sabía lo importante que esto era para ella. Hart Tech no solo era su empresa, era su sueño hecho realidad, y sabía cuánto había luchado para llegar hasta aquí. Sin embargo, también podía sentir el peso de la presión en cada una de sus palabras. Ivy no era de las que lo admitían abiertamente, pero yo conocía bien los matices en su voz. Estaba agotada.Decidí que lo mejor sería hacer algo para aliviar al menos una parte de ese peso. Con ese pensamiento en mente, me dirigí al escritorio de mi oficina y revisé los documentos que había dejado pendientes. Sin embargo, antes de que pudiera concentrarme en mi trabajo, mi teléfono sonó. Miré la pantalla y vi el nombre de Vivian Hart, la madre de Ivy.—Hola, Vivian —saludé, apoyándome en el respaldo de mi s
El aire en el aeropuerto estaba cargado de actividad, pero yo me movía en una burbuja de concentración. Los constantes anuncios por los altavoces, el murmullo de las conversaciones, incluso el ruido de las maletas rodando sobre el suelo parecía amortiguado mientras repasaba mentalmente cada detalle del evento. El mensaje de mi madre aún rondaba en mi mente, dándome una especie de serenidad que no había sentido en mucho tiempo. La frase "estamos orgullosos de ti" resonaba como un mantra, alejando por momentos la ansiedad que amenazaba con instalarse en mi pecho.Emma caminaba a mi lado, sosteniendo su tableta con una lista interminable de detalles por coordinar. Ella hablaba con calma, enumerando cada punto logístico, pero yo apenas escuchaba. Asentía de vez en cuando, sin apartar la vista de las puertas de embarque. Estar en movimiento, avanzar físicamente hacia el evento, me daba una falsa sensación de control.—Ivy, ¿me estás escuchando? —preguntó Emma, mirándome por encima de sus g
El auditorio estaba lleno, y la luz de los reflectores hacía que el calor pareciera intensificarse con cada minuto que pasaba. Sin embargo, cuando tomé el micrófono y di el primer paso hacia el centro del escenario, sentí cómo el peso de los nervios comenzaba a disiparse. Este era mi momento, y estaba decidida a demostrar que Hart Tech merecía estar en este espacio. Todo se reducía a este momento, a este espacio, y a las palabras que estaba a punto de compartir.Había repasado esta presentación incontables veces, y cada palabra estaba calculada para transmitir confianza y determinación. Mientras hablaba, mis ojos recorrían el público, buscando conectar con las miradas que me seguían con interés. Fue entonces cuando lo vi: Adrian. Estaba sentado hacia la mitad de la sala, con su habitual expresión de apoyo incondicional. Su sonrisa tranquila me reconfortó de una manera que no esperaba. Me recordé a mí misma que él creía en mí, y eso reforzó la confianza que tenía en mi y en mi proyecto
La sala de espera estaba llena de murmullos emocionados. Mi equipo estaba ahí, celebrando entre susurros y sonrisas el éxito de la presentación. Cuando entré, todas las miradas se volvieron hacia mí, y por un instante, sentí una oleada de orgullo que me hizo olvidar los momentos tensos que había enfrentado en el escenario. Este no era solo mi logro, era nuestro.Emma fue la primera en levantarse, sosteniendo una carpeta en la mano y con esa expresión de mezcla entre emoción y profesionalismo que tanto admiraba en ella.—Ivy, lo hiciste increíble. Todos estaban completamente cautivados, incluso Wallace —dijo, y al mencionar su nombre, una pequeña risa nerviosa recorrió al equipo.Me permití sonreír, aunque el recuerdo del comentario de Wallace todavía me revolvía un poco el estómago.—Bueno, creo que capté su atención —respondí con una mezcla de ironía y satisfacción. —Aunque debo decir que habría preferido que su comentario fuera menos... ¿condescendiente?—Condescendiente no le hace
El reloj en la pared marcaba las 6:15 p.m., y la suite del hotel era un torbellino de actividad. Ropa cuidadosamente seleccionada estaba esparcida por las camas, zapatos relucientes alineados contra la pared, y accesorios distribuidos por todas las superficies disponibles. El aire estaba impregnado con el suave aroma del maquillaje y los productos para el cabello. Emma y Sarah estaban sentadas frente al gran espejo del tocador, ajustando los últimos detalles de sus atuendos mientras yo revisaba una vez más mi discurso de agradecimiento para la recepción.—Ivy, deja esos papeles ya —dijo Emma, girándose para mirarme con una mezcla de exasperación y diversión—. Tienes todo más que aprendido. Además, ¿no crees que deberías pensar más en qué vas a ponerte?—Es la recepción más importante de nuestra carrera, Emma. Si me quedo callada porque olvido algún detalle, nadie va a fijarse en mi vestido. —Intenté sonar convincente, aunque sabía que estaba buscando cualquier excusa para no pensar en
La recepción estaba en pleno apogeo cuando llegué al salón principal. Los reflectores iluminaban el espacio con un brillo elegante, mientras que el murmullo de las conversaciones llenaba el aire. Personas de diferentes sectores de la tecnología, la inversión y los negocios se movían entre las mesas decoradas con flores minimalistas y copas de vino blanco perfectamente alineadas en las bandejas de los camareros.Me movía entre los asistentes con una sonrisa educada, aceptando las felicitaciones y agradecimientos de inversores, colegas y otros asistentes que se detenían a intercambiar unas palabras conmigo. A pesar de mi mejor esfuerzo por concentrarme, mi mente seguía repasando la presentación y el intercambio tenso con Wallace. No podía dejar de analizar cada palabra, cada reacción, incluso después de haber recibido elogios por cómo manejé la situación.—¡Ivy! —La voz cálida de Adrian me hizo detenerme en seco. Cuando lo vi acercarse, su sonrisa despreocupada fue como un bálsamo que s
Si algo he aprendido en mis años como emprendedora es que los tiburones no nadan solos. Aparecen en silencio, cazan en grupo y, cuando te has dado cuenta de su presencia, ya es demasiado tarde. Me he pasado la vida construyendo una empresa en un mar lleno de depredadores, pero nunca pensé que uno de ellos intentaría reclamarme como si fuera un trofeo.El inicio de todo fue el peor lunes de mi vida. Ahí estaba yo, en la sala de juntas de mi pequeña pero prometedora startup, tratando de convencer a mis socios de que necesitábamos financiación externa para lanzar nuestro nuevo software de ciberseguridad. Había pasado semanas organizando reuniones con posibles inversores, y la respuesta era la misma: “Tienes potencial, Ivy, pero aún te falta crecer”. Me quedaba una última carta, una que prefería no jugar.Xander Blackwood.El nombre en sí provocaba reacciones en la industria. Algunos lo llamaban visionario; otros, depredador. Su éxito era indiscutible, y la cantidad de ceros en su cuenta