El sol de la mañana caía sobre la entrada del edificio de Hart Tech, iluminando las vidrieras y reflejando los primeros movimientos de un día que prometía ser intenso. Respiré profundo, tratando de llenar mis pulmones de la calma que sentía antes de entrar en la vorágine de la oficina. A mi lado, Adrian reía suavemente mientras compartíamos una broma sobre los pormenores de las reuniones que se venían en Silicon Valley.
Adrian siempre había sido mi cable a tierra, alguien que podía ayudarme a recuperar la perspectiva. Habíamos compartido suficientes años como para entendernos sin necesidad de demasiadas palabras, y en ese momento, su compañía era precisamente lo que necesitaba. Hablábamos de detalles menores del evento, sobre lo que podría salir mal y cómo nos anticiparíamos a cualquier posible problema. Era una conversación amena, ligera, el tipo de charla que me hacía sentir segura en un mundo lleno de i
Atravesé las puertas del edificio y el sonido de mis tacones resonó en el lobby vacío. La familiaridad del lugar me trajo una sensación de calma. Al final del día, más allá de las tensiones externas, Hart Tech era mi refugio, un espacio que había construido desde cero, que me pertenecía y donde sabía que podía liderar con seguridad.Al caminar hacia el ascensor, pensé en mi equipo, en las largas jornadas que todos habíamos compartido, en las noches de ideas improvisadas y en los problemas que habíamos resuelto juntos. Era un grupo diverso, pero sólido, y cada uno de ellos confiaba en mí para llevar adelante el proyecto. Pensé en Emma, mi asistente, que siempre estaba dispuesta a apoyarme sin importar la hora. Emma era la clase de persona que sabía interpretar mis pensamientos incluso antes de que los dijera en voz alta. Sus gestos, su organización meticulosa y su lealtad incondicional habían sido mi sostén en más de una ocasión.No sólo era Emma. Pensé en los diseñadores y desarrollad
El evento de Silicon Valley estaba a la vuelta de la esquina, y Hart Tech parecía un hervidero de actividad y expectativas. Cada departamento estaba volcado en su trabajo, ajustando detalles, asegurándose de que cada presentación, gráfico y proyección estuviera a la altura de las expectativas. La sala de reuniones se había convertido en nuestro cuartel general, con mesas llenas de documentos, dispositivos y tazas de café que se multiplicaban por toda la habitación.Estaba exhausta, pero el entusiasmo de mi equipo me daba la energía que necesitaba para seguir adelante. La llamada de Xander aún resonaba en mi mente, pero cada vez que sentía su sombra amenazando mi concentración, me obligaba a recordar el motivo por el que estaba aquí: Hart Tech y mi equipo. La empresa era mi creación, y nada iba a desviarme de mi objetivo.Emma, como siempre, estaba a mi lado, revisando una serie de informes sobre posibles preguntas y temas que los inversores podrían querer discutir en el evento. Tenía
Después de sumergirme en los documentos de la presentación, sentí cómo el tiempo avanzaba con la rapidez implacable de la cuenta regresiva que llevábamos en nuestras mentes. En pocos días estaríamos frente a un público expectante en Silicon Valley, y cada detalle era crucial. Al levantar la vista de mi escritorio, escuché a algunos de los primeros miembros del equipo entrando y preparando sus estaciones. A pesar de las largas jornadas y el cansancio acumulado, sus rostros reflejaban el mismo compromiso y pasión que yo sentía.De pronto, Emma volvió a aparecer en la puerta, esta vez con una expresión ligeramente preocupada.—Ivy, Tomás necesita hablar contigo en la sala de juntas. Ha encontrado un error en la proyección financiera de los últimos dos trimestres —anunció, tratando de no sonar alarmista, pero su tono dejaba entrever su propia inquietud.—¿Qué tan grave es? —pregunté, poniéndome de pie de inmediato.—No lo sé con certeza, pero él cree que podría afectar las cifras que pres
El día finalmente había llegado. La oficina de Hart Tech estaba llena de actividad mientras todos se preparaban para el gran evento de Silicon Valley. Cada miembro del equipo estaba absorto en su trabajo, revisando detalles, empacando materiales y asegurándose de que nada se quedara atrás. Sentía cómo la energía vibraba en cada rincón de la oficina, una mezcla de entusiasmo y nerviosismo que nos mantenía en movimiento, a pesar de las largas jornadas previas y el cansancio acumulado.Emma, como siempre, era el centro de organización. Estaba en una esquina con una lista en la mano, revisando y marcando cada cosa mientras coordinaba con los distintos departamentos. Su eficiencia y calma eran exactamente lo que necesitábamos en ese momento.—¿Emma, ya verificaste que todos los dispositivos estén en las cajas correctas? —le pregunté, acercándome a ella mientras revisaba un archivo en su tableta.Ella levantó la vista y me dedicó una sonrisa confiada.—Revisados y listos, Ivy. Incluí dos ca
El restaurante que Adrian había elegido era perfecto, un lugar pequeño y acogedor, escondido en una esquina tranquila de la ciudad. Las luces tenues y la decoración de madera cálida creaban una atmósfera íntima, como si el tiempo se hubiese detenido solo para nosotros. No había multitudes, ni ruido, solo un par de mesas ocupadas y un murmullo suave que nos permitía conversar sin prisas.El espacio principal era como una pequeña plaza interior, con algunas mesas dispuestas en el centro bajo una luz cálida que caía como un halo dorado. Alrededor de esta área abierta, en el segundo piso, se distribuían unos cubículos más privados, como balcones pequeños que se asomaban al centro. Desde esos cubículos se podía ver el área de la “plaza”, y su diseño sugería que eran espacios reservados para reuniones íntimas o celebraciones privadas. Las cortinas de lino en cada cubículo le daban un toque de privacidad sin aislar totalmente a los comensales del ambiente del restaurante.Desde nuestra mesa,
Desde el momento en que había aceptado la invitación a esta cena, sabía que no era más que una distracción. La mujer frente a mí era hermosa, carismática, de sonrisa fácil y conversación entretenida. Pero, a pesar de eso, mientras ella hablaba y reía, podía sentir que cada palabra se deslizaba por mi mente sin dejar huella. Como agua sobre piedra.El restaurante era, por lo menos, una buena elección. Discreto, elegante, y lo suficientemente apartado para evitar los lugares que suelo frecuentar. La decoración de madera y las luces cálidas contribuían a crear una atmósfera casi íntima, algo que podría hacer de esta noche una agradable distracción, si realmente estuviera interesado en ella. Pero mi mente estaba en otro lugar, o más bien en otra persona, a pesar de todos mis esfuerzos.—Xander, ¿me escuchaste? —preguntó ella, inclinándose hacia mí con una sonrisa l
La voz de Adrian me resultaba tan relajante, que después de un rato logré olvidarme de la imagen de Xander. La conversación entre Adrian y yo, como siempre, se sentía tan natural como respirar. Desde que éramos niños habíamos tenido esa facilidad para entendernos. Cuando pienso en cómo empezó nuestra amistad, no puedo evitar sonreír. A veces parecía increíble cuánto habíamos cambiado, pero al mismo tiempo, cuánto seguíamos siendo los mismos.—¿Recuerdas cuando nos conocimos en la escuela primaria? —dijo Adrian con una sonrisa nostálgica mientras jugueteaba con su copa de vino—. Era imposible no notar a la niña con las respuestas para todo en clase.Reí, recordando esa época lejana. —Y tú eras el niño con el corte de cabello más horrible que he visto en mi vida —dije entre risas, logrando que él también se echara a reír—. ¡Cómo no iba a fijarme en ti!
La mujer frente a mí emanaba un aire de vulnerabilidad e inocencia que me resultaba estimulante. Esa mezcla de desconcierto y fascinación en sus ojos, como si estuviera frente a algo tan intimidante como atractivo, era justo lo que buscaba. Podía ver el ligero rubor en sus mejillas, el modo en que sus manos parecían no saber qué hacer, aferrándose nerviosamente al borde de la mesa, como si ese gesto la anclara en el momento. Ese tipo de reacción siempre había sido una confirmación de mi influencia, una prueba de que el control estaba, como siempre, en mis manos.Justo en ese instante, escuché una risa desde la planta baja. Su risa. Ivy. Reconocería ese sonido en cualquier lugar, aunque estuviera sumergido en el bullicio de la ciudad. La misma risa que había escuchado un par de veces en Hart Tech cuando Emma estaba en la oficina de Ivy. Una chispa de irritación se encendió en mi interior, como un fuego bajo