El silencio se hizo denso, llenando cada rincón de la oficina mientras intentaba procesar lo que veía. Ahí estaba él, sentado cómodamente en mi silla, como si fuera el dueño del lugar. La penumbra suavizaba los contornos de su rostro, pero sus ojos oscuros y penetrantes reflejaban una intensidad inconfundible.—¿Xander? —mi voz salió más firme de lo que esperaba, aunque mi pulso estaba acelerado. No podía evitar sentirme incómoda con él ahí, en mi espacio, esperándome en la oscuridad. Pero, al parecer, él tampoco esperaba encontrarme ahí.Xander levantó la vista y me observó en silencio, como si mi presencia lo hubiera tomado desprevenido, algo que nunca antes había sucedido. No parecía el Xander de siempre; había algo diferente en su postura, una especie de vulnerabilidad que lo hacía parecer más humano. No pude evitar fijarme en la sombra de cansancio en su rostro, en la forma en que sus hombros estaban ligeramente caídos, como si el peso del mundo lo presionara también a él.—¿Xand
Pasaron varios días y no había señales de Xander. A decir verdad, era un alivio no tener que lidiar con su presencia imponente cada vez que entraba a mi oficina o se infiltraba en cada decisión de la empresa. Y, sin embargo, su ausencia comenzaba a sentirse extraña, casi inquietante.En la oficina, los empleados parecían aliviados al principio, como si una pesada nube se hubiera disipado. Pero a medida que los días pasaban, esa aparente calma comenzó a transformarse en un murmullo de rumores y especulaciones.Una tarde, casi una semana después del extraño encuentro con Xander, mientras revisaba algunas propuestas para el evento de Silicon Valley, escuché unos golpes suaves en la puerta de mi oficina. Al levantar la vista, vi a Emma asomándose con una expresión de incertidumbre en el rostro.—¿Tienes un minuto, Ivy? —preguntó, como si necesitara algún tipo de permiso especial para entrar.—Claro, pasa —le dije, haciendo un gesto para que tomara asiento.Emma cerró la puerta detrás de e
Desde que Xander desapareció de Hart Tech, el ambiente en la empresa se sentía extraño, tenso. A simple vista, todos trabajaban como siempre, manteniendo el ritmo que el proyecto demandaba, pero debajo de esa calma aparente, percibía una creciente inquietud. Sabía que los rumores circulaban. Cada vez que pasaba cerca de los espacios comunes o de la sala de descanso, oía fragmentos de conversaciones y risas nerviosas que cesaban en cuanto me acercaba. La ausencia de Xander estaba afectando a todos de una forma que ni siquiera yo había anticipado.Había pasado apenas una semana desde que Xander se había alejado sin explicación, y ya era evidente que su presencia había tenido un impacto mayor al que yo me había permitido reconocer. La ironía era amarga: él podía ser exasperante y controlador, pero también había traído consigo una sensación de seguridad para el equipo, una especie de certeza de que, pase lo que pase, Hart Tech estaba en buenas manos. Ahora, con su ausencia, esa certeza pa
La noche había caído hacía ya varias horas, y la oficina estaba en silencio absoluto. Mis empleados habían regresado a casa, cansados pero motivados después de la reunión. Había conseguido restaurar parte de la confianza en Hart Tech, pero sabía que mantener ese impulso dependería de mí y de mi capacidad para guiar al equipo con firmeza.Me quedé revisando propuestas y ajustando algunas diapositivas de la presentación para el evento. La soledad del espacio y el brillo tenue de la lámpara sobre mi escritorio me ayudaban a concentrarme, a ignorar los murmullos de duda que intentaban abrirse paso en mi mente. Con la ausencia de Xander, me sentía un poco extraña. Ligeramente perdida. Y eso me enojaba demasiado.Estaba sumergida en un documento cuando el sonido del teléfono me sobresaltó. Observé la pantalla, y el nombre que apareció hizo que mi corazón diera un vuelco.Xander.Mi pulso se aceleró, y mis manos dudaron un segundo antes de deslizarse para responder. No estaba segura de cómo
Colgué el teléfono y me quedé mirando la pantalla en silencio durante unos segundos, sintiendo cómo mi mandíbula se tensaba involuntariamente. La luz del dispositivo se apagó mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Hablar con Ivy después de tantos días fue como abrir una puerta que no estaba seguro de querer cruzar. Su voz resonaba en mi mente, y aunque intenté mantener el control, había algo en sus palabras, en su tono, que me desconcertaba. Desde el momento en que pronuncié su nombre y escuché su voz, noté algo en mí tambalear, algo que no estaba dispuesto a admitir. Ella siempre ha tenido ese efecto en mí: una mezcla peligrosa de atracción y necesidad de control, una necesidad de doblegarla, de hacerla mía en todos los sentidos. Cada segundo que pasaba, esa mujer me volvía más y más loco sin saberlo. — Esto es solo un juego de poder, Xander. — Dije con voz firme. Sí, no debía olvidarlo. Ella no era diferente de cualquier otro obstáculo que he tenido que vencer.Recordé su m
Si algo he aprendido en mis años como emprendedora es que los tiburones no nadan solos. Aparecen en silencio, cazan en grupo y, cuando te has dado cuenta de su presencia, ya es demasiado tarde. Me he pasado la vida construyendo una empresa en un mar lleno de depredadores, pero nunca pensé que uno de ellos intentaría reclamarme como si fuera un trofeo.El inicio de todo fue el peor lunes de mi vida. Ahí estaba yo, en la sala de juntas de mi pequeña pero prometedora startup, tratando de convencer a mis socios de que necesitábamos financiación externa para lanzar nuestro nuevo software de ciberseguridad. Había pasado semanas organizando reuniones con posibles inversores, y la respuesta era la misma: “Tienes potencial, Ivy, pero aún te falta crecer”. Me quedaba una última carta, una que prefería no jugar.Xander Blackwood.El nombre en sí provocaba reacciones en la industria. Algunos lo llamaban visionario; otros, depredador. Su éxito era indiscutible, y la cantidad de ceros en su cuenta
El día siguiente comenzó de forma maravillosa, la mañana era brillante y prometedora. Aun así, mi mente le daba vueltas a la decisión que había tomado hacía menos de 24 horas. Xander Blackwood era ahora parte de mi vida, al menos de mi vida profesional, y eso no me daba ningún placer. Después de esa reunión ligeramente incómoda y tensa en su oficina, me sentía como si hubiera vendido una parte de mi alma. La chispa de desafío que me había impulsado a aceptar su propuesta ahora se transformaba en una inquietud persistente.Mientras caminaba hacia la sala de juntas de mi empresa, el pequeño equipo de Hart Tech me saludaba con sonrisas y comentarios alentadores. Nadie tenía idea de la tormenta que se avecinaba, de la presencia imponente que estaba a punto de infiltrarse en nuestro espacio, un espacio que hasta ahora había sido mi refugio, mi bastión de independencia. La entrada de Xander cambiaría todo.—¿Lista para la reunión, Ivy? —preguntó Emma, mi asistente, con un brillo de emoción
El día siguiente fue una prueba de paciencia. Desde el momento en que Xander se convirtió oficialmente en parte de Hart Tech, su presencia era constante. Era como una piedra en el zapato para mí. Estaba allí, en cada reunión, en cada discusión de presupuesto, y hasta en los detalles más insignificantes que nunca habrían requerido la supervisión de un inversor. A cada paso que daba, sentía que Xander estaba al acecho, observando, juzgando, esperando el momento perfecto para cuestionarme.¿Qué le pasa a este hombre? ¿Es que no puede tomarse ni siquiera 5 minutos para descansar de ser tan controlador?Era como si el espacio que habíamos construido con tanto esfuerzo para colaborar se hubiera convertido en una jaula, una que él llenaba con su presencia abrumadora. No había forma de trabajar en paz. Y eso me exasperaba.Esa tarde, él me pidió que me reuniera en su oficina para revisar la estrategia de expansión que habíamos desarrollado con mi equipo. Aún con mis reservas y las ganas de ma