Capítulo 1

El día siguiente comenzó de forma maravillosa, la mañana era brillante y prometedora. Aun así, mi mente le daba vueltas a la decisión que había tomado hacía menos de 24 horas. Xander Blackwood era ahora parte de mi vida, al menos de mi vida profesional, y eso no me daba ningún placer. Después de esa reunión ligeramente incómoda y tensa en su oficina, me sentía como si hubiera vendido una parte de mi alma. La chispa de desafío que me había impulsado a aceptar su propuesta ahora se transformaba en una inquietud persistente.

Mientras caminaba hacia la sala de juntas de mi empresa, el pequeño equipo de Hart Tech me saludaba con sonrisas y comentarios alentadores. Nadie tenía idea de la tormenta que se avecinaba, de la presencia imponente que estaba a punto de infiltrarse en nuestro espacio, un espacio que hasta ahora había sido mi refugio, mi bastión de independencia. La entrada de Xander cambiaría todo.

—¿Lista para la reunión, Ivy? —preguntó Emma, mi asistente, con un brillo de emoción en los ojos. Ella siempre tenía un aire de dulzura a su alrededor. Además de una excelente asistente, también era una muy buena amiga y sabía de primera mano cuánto me había esforzado para llegar hasta donde estaba.

—Tanto como puedo estarlo —respondí, intentando que mi tono sonara confiado. La verdad es que no estaba ni remotamente lista. Xander Blackwood no era un inversor común; su tipo de “involucramiento” significaba mucho más que aportaciones de capital y asesoría. Me ponía nerviosa.

Emma tomó asiento a mi lado, en la mesa de juntas, y comenzó a darme el reporte general de la última semana en la compañía. El ambiente era agradable, como siempre, Hart Tech era, en cierta forma, una pequeña familia.

Sin embargo, cuando la puerta de la sala se abrió, el ambiente se transformó por completo. Nuestro nuevo inversor entró con la misma seguridad aplastante con la que me había recibido en su oficina, con un aire de control absoluto que se percibía en cada paso. Como si llevara un ejército invisible detrás de él, Xander dominaba el espacio, y todos parecieron notarlo. El susurro de las conversaciones se desvaneció, y las miradas curiosas se clavaron en él.

Yo estaba al otro extremo de la sala y, cuando nuestras miradas se encontraron, mi cuerpo reaccionó de inmediato. Había algo en esos ojos oscuros y profundos que enviaba un mensaje claro: estaba aquí para quedarse, y cualquier intento de resistencia sería inútil. Mi columna se tensó, pero mantuve la compostura.

—Bienvenidos a todos. Hoy damos inicio a una nueva etapa en Hart Tech —comencé, mirando a los miembros de mi equipo. Sentí la mirada de Xander clavada en mí, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto—. Quiero presentarles a nuestro nuevo socio e inversor, Alexander Blackwood. Con su experiencia y apoyo, estoy segura de que podremos escalar nuestro proyecto y llevar nuestra tecnología de ciberseguridad a nuevas alturas.

Xander asintió ligeramente y se acercó al frente de la sala, deteniéndose a solo unos centímetros de mí. La silla que el correspondía estaba frente a la de Emma, es decir, justo a mi izquierda. Podía percibir su presencia, poderosa y abrumadora.

—Gracias, Ivy —dijo, con esa voz grave y firme que hacía que la piel se me erizara. Miró al equipo, pero sus ojos regresaron a mí—. Es un honor unirme a una empresa con tanto potencial. Espero que mi experiencia pueda sumar a esta visión tan ambiciosa.

Sus palabras sonaban correctas, diplomáticas, pero algo en su tono me indicó que lo que realmente quería era dejar claro que su “experiencia” también significaba control. El equipo lo recibió con aplausos tímidos, aún impactados por su presencia, y algunos intercambiaron miradas de sorpresa. Xander Blackwood en persona, el titán de las inversiones, era una adición inesperada. 

Terminada la presentación, Xander y yo nos reunimos en mi oficina. Cerré la puerta, intentando mantener una distancia prudente mientras me sentaba al otro lado de mi escritorio. Él se quedó de pie, observando cada rincón de la oficina, como si analizara no solo el espacio, sino también cada una de mis elecciones.

—Deberías redecorar este lugar —dijo de repente, como si fuera una sugerencia casual, pero no lo era. La intención estaba clara.

Lo miré, enarcando una ceja.

—Gracias por la sugerencia, pero me parece un gasto de tiempo y dinero innecesario —respondí, enfática, haciéndole ver que no necesitaba su opinión.

Él sonrió, un gesto apenas perceptible.

—De acuerdo, Ivy. Empecemos con la revisión de la estructura actual de la empresa. Quiero ver en detalle cada proyecto, cada inversión, y cada persona que está trabajando aquí.

Sentí la frustración elevarse dentro de mí. Este hombre no tenía límites.

— Emma te hará llegar a tu correo corporativo un informe completo con los detalles que solicitas. —le dediqué una sonrisa para disimular el veneno que empezaba a acumularse en mis palabras. Su comentario acerca de mi oficina me había enojado muchísimo, se sintió como si estuviese cuestionándome por algo tan trivial. Nunca me ha gustado que me digan qué hacer y cómo debo hacerlo. 

— Una cosa importante, Xander: esta es mi empresa. La forma en cómo se maneja y cómo hacemos las cosas es mi responsabilidad. —me incliné ligeramente hacia él, apoyando los codos en la mesa con las manos entrelazadas. — Acepté tu inversión porque creo en el crecimiento de Hart Tech, no porque busque un jefe.

No sabes con quién te estás metiendo, Xander Blackwood.

Él se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en mi escritorio y acercándose lo suficiente para que pudiera sentir su respiración.

—Eso es lo que me gusta de ti, Ivy. No tienes idea de cuánto me desafías. Pero te advierto que tengo mis propias maneras de hacer las cosas, y si piensas resistirte, va a ser una batalla interesante.

Lo miré a los ojos, conteniendo mi impulso de desafiarlo verbalmente. Esta era mi empresa, y no iba a dejar que nadie, ni siquiera un hombre como Xander Blackwood, decidiera por mí.

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