Desde el primer instante en que puse un pie en la oficina esa mañana, supe que el día sería largo. La última semana me había golpeado bastante en términos emocionales. Desde que Xander se unió formalmente a la empresa, nuestros encuentros eran un constante tira y afloja sin que ninguno de los dos quisiera ceder. Era agotador.
No paraba de pensar en nuestra última conversación, aunque habían pasado más de 3 días y el tema parecía haberse olvidado. Mi cabeza daba vueltas cada vez que recordaba la escena. Por lo menos dijo que tengo potencial. Me encogí de hombros para darme ánimos, un cumplido así y de alguien tan importante como Xander no se recibía todos los días.—¿Todo bien, Ivy? —la voz de Emma me devolvió a la realidad. Estaba parada junto a la puerta de mi oficina, completamente abierta, con una taza de café en cada mano. La saludé con una sonrisa y le hice un ligero gesto para que entrara.
Emma me alcanzó una taza de café y me dio una sonrisa que intentaba infundirme confianza, pero incluso ella podía ver la frustración en mi rostro.
—Digamos que sobreviví a la primera ronda —respondí, suspirando mientras llevaba la taza a mis labios—. Pero este es solo el comienzo. Xander tiene… planes.
Ella arqueó una ceja y murmuró un “oh” que claramente transmitía más curiosidad que sorpresa. Emma, al igual que yo, había escuchado historias sobre Xander Blackwood antes de que entrara en nuestras vidas. Sabía que su estilo no se parecía en nada a lo que habíamos experimentado hasta ahora en Hart Tech. Lo que no sabía era hasta qué punto él estaba decidido a imponer su visión.
Le di un breve resumen de nuestra última conversación, aunque obvié voluntariamente la frase "Las quiero para mí." Ella me escuchó con atención, sabía que solo necesitaba desahogarme y que ya se me ocurriría qué hacer.
— Tú puedes, Ivy —. murmuró Emma esbozando una tímida sonrisa. Agradecí el gesto, realmente me había ayudado a aliviar las cargas. — Hoy tengo que reunirme con el equipo técnico, así que estaré fuera todo el día, jefa. Si necesitas algo, llámame.
Asentí, realmente me venía bien el tiempo a solas. Así podría dedicarme de lleno a trabajar en los pendientes que se habían acumulado con todo el trajín que formó la llegada de Xander.
Alrededor del medio día, mientras trataba de sumergirme en la propuesta de desarrollo para un nuevo cliente, apareció Xander en la puerta. Ni siquiera se molestó en tocar; simplemente entró, como si la puerta estuviera abierta para él en todo momento. Mi espacio, que hasta hacía poco había sido mi santuario, se sentía cada vez más invadido.
—Buenos días, Ivy —dijo con su tono usual de seguridad, como si el resto del mundo girara en torno a él.
Apenas levanté la vista de mis papeles. —Buenas tardes, Xander. —respondí señalando el reloj. — Si estás aquí para hablar sobre los recortes de marketing, te aseguro que no es necesario. Estoy revisando tus propuestas, pero hasta que no tenga una decisión final, no veo el propósito de seguir debatiendo.
Él esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos y cruzó la oficina, ignorando por completo mi comentario. Se sentó en la silla frente a mi escritorio, sin invitación, y me miró con esa mirada que parecía capaz de despojarme de cualquier capa de defensa.
—No, hoy estoy aquí para otra cosa. Quiero hablarte de nuestro próximo evento de presentación en Silicon Valley —dijo, acomodándose en la silla como si fuera su propio despacho.
Mi sorpresa debió notarse en mi expresión, porque Xander continuó sin esperar una respuesta.
—Como probablemente sabes, en este evento se dan cita los inversores y desarrolladores más importantes de la industria. Es una oportunidad perfecta para que Hart Tech gane visibilidad —explicó, sin quitarme los ojos de encima.
—Sí, pero nunca habíamos planeado participar este año. Aún no tenemos un producto finalizado para presentar —repliqué, cada vez más consciente de que él ya tenía una estrategia pensada, y de que yo iba a ser la última en enterarme.
—No se trata de presentar un producto final, Ivy. Se trata de establecer una presencia y captar la atención. Necesitamos crear expectación y mostrar que estamos trabajando en algo importante. Y, a decir verdad, creo que sería una excelente oportunidad para ti —añadió, con un tono que no daba lugar a discusión.
Intenté mantener la calma, pero la sola idea de exponerme y poner el nombre de Hart Tech en la palestra me ponía nerviosa. Era un movimiento audaz y, aunque Xander tenía razón en cuanto a la visibilidad, sentía que estaba forzando los tiempos. No estaba preparada para arriesgar tanto tan pronto.
—Lo siento, Xander, pero no creo que sea lo correcto en este momento. Estamos en una etapa de desarrollo que requiere enfoque, y no quiero perder el control de la narrativa antes de tener algo tangible que mostrar —contesté, tratando de sonar razonable.
Xander se inclinó hacia adelante, dejando sus manos entrelazadas sobre el escritorio y fijando esos ojos oscuros en mí, llenos de una intensidad casi intimidante.
—Ivy, la narrativa no se controla; se crea —dijo con firmeza—. Si no damos este paso ahora, alguien más tomará nuestro lugar. La industria no espera. Este evento no es una oportunidad; es una necesidad. Tú quieres que Hart Tech crezca, ¿verdad?
Asentí, aunque su tono comenzaba a ponerme de los nervios. Él lo sabía y lo usaba a su favor.
—Entonces, vamos a asistir al evento y vamos a impresionar a esos inversores. Te aseguro que será un movimiento estratégico que traerá resultados —dijo, con una seguridad que hacía difícil cuestionarlo, aunque no imposible.
Respiré hondo, tomándome un segundo para evaluar mis opciones. Sabía que, si me negaba, Xander encontraría la manera de insistir hasta salirse con la suya. Había aprendido que la palabra “no” para él era solo el inicio de una negociación.
—De acuerdo —dije finalmente, soltando el aire en un suspiro—. Vamos a asistir. Pero, Xander, te lo advierto: no me gusta que impongas tus ideas sin discutirlas conmigo primero. Si quieres que trabajemos juntos, empieza por respetar mi visión.
Por un instante, su expresión cambió. Hubo un destello en sus ojos, algo que podría haber sido respeto, o tal vez solo una apreciación calculada.
—Consideraré tu opinión —respondió, con una leve sonrisa que bordeaba la arrogancia—. Pero en este negocio, Ivy, a veces hay que tomar decisiones que incomodan.
No había nada más que discutir. Me levanté, dando por terminada la conversación, y sin esperar a que él se despidiera, salí de mi oficina. Necesitaba un respiro antes de que el día continuara. Pero al salir al pasillo, sentí que Xander estaba observándome, como si tuviera ojos en cada rincón de este lugar.
La sensación de estar bajo vigilancia constante era agotadora.
Salí de mi oficina y cerré la puerta tras de mí, intentando mantener la compostura. La conversación con Xander aún resonaba en mi cabeza, sus palabras tan firmes y su forma de ver mi empresa como si fuera simplemente una pieza en su tablero personal. Necesitaba despejarme, tomar un respiro lejos de su presencia. Lo último que quería era enfrentarme con su arrogancia, y, sin embargo, me encontraba cediendo una vez más. Esa actitud suya de creer que siempre tenía la razón me exasperaba.Su intensidad, su forma de deslizar sus decisiones como si fueran leyes inamovibles, me dejaban en un estado de tensión constante. Era agotador, y la sola idea de pasar otro día discutiendo cada detalle con él hacía que una punzada de frustración me recorriera.Respiré hondo, tratando de calmarme, cuando sentí la vibración de mi teléfono en el bolso. Lo saqué y vi en la pantalla el nombre de mi madre. Suspiré. Las llamadas de mi madre no eran precisamente una fuente de consuelo; al contrario, solían ser
Tenía la cabeza nublada por mis pensamientos. Conversar con mi madre solía terminar siempre en un ataque de pánico, supongo que todo el caos de la última semana me había hecho un poco más fuerte porque esta vez sentía que podía manejarlo. Aún así, mi respiración era más rápida de lo normal, y un nudo de frustración comenzaba a instalarse en mi estómago. Era increíble cómo, con sólo unas pocas palabras, mi madre lograba hacerme cuestionar cada paso que había dado. Siempre me hacía sentir como si estuviera luchando en vano, como si todo el esfuerzo que invertía en Hart Tech fuera una simple distracción, un capricho que algún día superaría.Respiré hondo y caminé hacia la sala de descanso, pensando que un vaso de agua fría me ayudaría a despejar la mente. Sin embargo, al doblar la esquina, vi una figura alta que esperaba frente a la puerta de mi oficina. Xander estaba allí, con los brazos cruzados y una expresión que no supe interpretar de inmediato.Sentí una mezcla de sorpresa y molest
— 6 pm. Café Amelié. —dijo Adrian al otro lado del teléfono. El tono de su voz era cálido, se le escuchaba contento y, debo admitirlo, me contagió un poco de su felicidad. Sin darme cuenta, comencé a sonreír mientras lo escuchaba planificar nuestra salida de hoy. Menos mal está libre hoy, necesito despejarme con urgencia y esperar más tiempo me haría perder la poca cordura que me queda, aunque mi pensamiento era algo dramático, tenía que reconocer que me sentía más ligera desde que me contestó la llamada.— ¿Ivy? —La voz de Adrian me sacó de mis pensamientos.— Perdón. Dime. —respondí con algo de pena.— Ivy Hart, ¿por qué siempre que te hablo me ignoras tan descaradamente para perderte en tu hermosa cabecita? —El tono burlón de Adrian, sumado a su falso drama, me hizo reír. No pude contener la carcajada, a lo que él respondió con otra.—Te estaba diciendo, chiquilla, que esta vez te toca a ti escoger qué comeremos. —Mis mejillas se tiñeron de rojo al escucharle llamarme así, él tenía
Me senté en la cafetería donde había quedado con Adrian, eligiendo una mesa en la esquina junto a una ventana desde donde podía ver la calle. La decoración moderna y el aroma del café fresco ayudaban a calmarme, aunque mi mente seguía a mil por hora después de la confrontación con Xander. Un respiro, eso era todo lo que necesitaba. Alguien que no intentara controlar cada aspecto de mi vida.Entonces lo vi entrar. Adrian tenía ese aire tranquilo y seguro que recordaba bien, la presencia de alguien que sabía lo que hacía sin necesidad de imponerlo. Llevaba un traje gris oscuro perfectamente ajustado y una leve sonrisa en el rostro cuando me vio. Al acercarse a la mesa, me levanté para saludarlo, y él me envolvió en un abrazo cálido, uno que me recordó a los viejos tiempos, cuando no todo era una lucha constante.—Ivy, estás radiante como siempre —dijo al soltarme, sus ojos verdes brillaban de alegría por verme.—Siempre tan halagador —respondí, sintiendo que una pequeña sonrisa escapaba
El silencio se hizo denso, llenando cada rincón de la oficina mientras intentaba procesar lo que veía. Ahí estaba él, sentado cómodamente en mi silla, como si fuera el dueño del lugar. La penumbra suavizaba los contornos de su rostro, pero sus ojos oscuros y penetrantes reflejaban una intensidad inconfundible.—¿Xander? —mi voz salió más firme de lo que esperaba, aunque mi pulso estaba acelerado. No podía evitar sentirme incómoda con él ahí, en mi espacio, esperándome en la oscuridad. Pero, al parecer, él tampoco esperaba encontrarme ahí.Xander levantó la vista y me observó en silencio, como si mi presencia lo hubiera tomado desprevenido, algo que nunca antes había sucedido. No parecía el Xander de siempre; había algo diferente en su postura, una especie de vulnerabilidad que lo hacía parecer más humano. No pude evitar fijarme en la sombra de cansancio en su rostro, en la forma en que sus hombros estaban ligeramente caídos, como si el peso del mundo lo presionara también a él.—¿Xand
Pasaron varios días y no había señales de Xander. A decir verdad, era un alivio no tener que lidiar con su presencia imponente cada vez que entraba a mi oficina o se infiltraba en cada decisión de la empresa. Y, sin embargo, su ausencia comenzaba a sentirse extraña, casi inquietante.En la oficina, los empleados parecían aliviados al principio, como si una pesada nube se hubiera disipado. Pero a medida que los días pasaban, esa aparente calma comenzó a transformarse en un murmullo de rumores y especulaciones.Una tarde, casi una semana después del extraño encuentro con Xander, mientras revisaba algunas propuestas para el evento de Silicon Valley, escuché unos golpes suaves en la puerta de mi oficina. Al levantar la vista, vi a Emma asomándose con una expresión de incertidumbre en el rostro.—¿Tienes un minuto, Ivy? —preguntó, como si necesitara algún tipo de permiso especial para entrar.—Claro, pasa —le dije, haciendo un gesto para que tomara asiento.Emma cerró la puerta detrás de e
Desde que Xander desapareció de Hart Tech, el ambiente en la empresa se sentía extraño, tenso. A simple vista, todos trabajaban como siempre, manteniendo el ritmo que el proyecto demandaba, pero debajo de esa calma aparente, percibía una creciente inquietud. Sabía que los rumores circulaban. Cada vez que pasaba cerca de los espacios comunes o de la sala de descanso, oía fragmentos de conversaciones y risas nerviosas que cesaban en cuanto me acercaba. La ausencia de Xander estaba afectando a todos de una forma que ni siquiera yo había anticipado.Había pasado apenas una semana desde que Xander se había alejado sin explicación, y ya era evidente que su presencia había tenido un impacto mayor al que yo me había permitido reconocer. La ironía era amarga: él podía ser exasperante y controlador, pero también había traído consigo una sensación de seguridad para el equipo, una especie de certeza de que, pase lo que pase, Hart Tech estaba en buenas manos. Ahora, con su ausencia, esa certeza pa
La noche había caído hacía ya varias horas, y la oficina estaba en silencio absoluto. Mis empleados habían regresado a casa, cansados pero motivados después de la reunión. Había conseguido restaurar parte de la confianza en Hart Tech, pero sabía que mantener ese impulso dependería de mí y de mi capacidad para guiar al equipo con firmeza.Me quedé revisando propuestas y ajustando algunas diapositivas de la presentación para el evento. La soledad del espacio y el brillo tenue de la lámpara sobre mi escritorio me ayudaban a concentrarme, a ignorar los murmullos de duda que intentaban abrirse paso en mi mente. Con la ausencia de Xander, me sentía un poco extraña. Ligeramente perdida. Y eso me enojaba demasiado.Estaba sumergida en un documento cuando el sonido del teléfono me sobresaltó. Observé la pantalla, y el nombre que apareció hizo que mi corazón diera un vuelco.Xander.Mi pulso se aceleró, y mis manos dudaron un segundo antes de deslizarse para responder. No estaba segura de cómo