Febrero 19, 2020
Error.
En eso se había resumido estos tres años desde que hice aquella locura, literalmente corté relaciones con la familia Elgoft y evitaba preguntarle a mi madre sobre él. El sentimiento de culpa que sentía por aquel “incidente” era lo peor que podía sentir.
Al menos, podía decir que había olvidado de cierto modo el sentimiento por Alan, lo que había pasado ese día fue la copa que rebaso el vaso y me prometí olvidar el amor que sentía por Alan.
Me había graduado en un secretariado profesional, pero ahora estaba desempleada, en su momento hice una capacitación en una empresa donde no me renovaron el contrato…
—Toma —mi madre pone frente a mí un vaso de té—, ¿Todavía no tienes propuestas de trabajo?
—Al parecer, las empresas prefieren emplear secretarias comunes, que no hayan estudiado todo lo que yo estudie en el curso; como el idioma, clases de etiqueta, vestimenta, para hablar… todo eso.
—Yo te conseguí un trabajo —murmura mi madre dándole un sorbo a su té.
—¿Dónde?
—En el bufete de abogados de los jefes.
—¡Mamá! Ya habíamos hablado eso… —me dejé caer en la silla abatida.
—¡Es que no entiendo por qué no quieres aceptar la ayuda de los señores Elgoft! —grita mi madre—, Ellos te quieren como una hija, te vieron creer junto a su hijo, hasta se ofrecieron a pagarte lo que mereces, darte un buen puesto, ¡por Dios hija! Te quieren como si fueras su hija y así les pagas.
Frunzo los labios sin saber que hacer, siendo muy honesta, sentía tanta vergüenza de tener el amor de los papás de Alan a pesar de lo que hice, pero ahora que vivía de forma independiente en una casa de alquiler y tenía mis propios gastos… el orgullo no me estaba dando de comer.
—¿Qué el señor Elgoft no tenía una secretaria?
—Él se va a retirar ahora que el joven Alan regreso.
Con solo escuchar su nombre me sonrojo.
—Para él serías su secretaria —continúa mi madre.
—No estoy muy segura.
—¡Ya deja el orgullo! Tú vas a aceptar ese trabajo así que el próximo lunes, iras con buena disposición y listo.
—Pero mamá…
—¡Pero nada!
Sin poderme negar, me desperté antes de que sonase la alarma, sintiendo como la ansiedad me estaba volviendo loca, me duché y permanecí de pie delante de mi espejo durante casi veinte minutos pensando en lo malo que fuese volver a ver a Alan.
Abro mi closet y saco un vestido negro de tiras algo pegado al cuerpo, con estampado de rosas blancas y rojas, tacones negros y altos. Me sequé el cabello, apliqué un poco de delineador de ojos y labial rojo.
Finalmente, me miré al espejo, viendo como mi cabello rubio caía por mis hombros.
¿Qué vestía una exactamente para conocer un hombre al cual le habías dado una pócima para qué se enamora de ti y no sabes si funciono?
Limpio mi vestido con las manos en un acto de nerviosismo y salgo de casa para dirigirme al bufe de abogados donde empezaría a trabajar, llego a la parada de autobuses y segundos después estoy frente al bufe muriéndome de nervios sin saber qué hacer.
—¿Disculpa? ¿Necesitas algo? —Me pregunta el guardia de seguridad, creo que debía llevar mucho tiempo fuera de la empresa.
—No, muchas gracias, estoy a punto de entrar.
—¿Tiene una cita?
—No, soy la nueva secretaria del joven Elgoft —explico.
—¿Es usted es la señorita Usha Gonz?
—Es correcto —admito ofreciendo una sonrisa, aunque creo que no es más que una mueca extraña.
—Pase, la recepcionista le va a brindar la información.
—Perfecto, muchísimas gracias.
En ese momento me armo de valor y camino hacia donde se encontraba la chica encargada de la recepción, a pesar de haber sido casi la hermana de crianza de Alan nunca había pisado el bufé de abogados, el edificio es mucho más lujoso de lo que pensaba, es todo de vidrio, al igual que el mostrador de la recepción mezclado con mármol, todo está perfectamente ordenado y estético.
—Buenos días —La saludo.
—Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?
—Vengo a mi primer día, soy Usha Gonz.
—Bienvenida señorita Gonz.
Muerdo mi labio inferior, para después arreglar mi ropa y empezar a caminar en dirección a la entrada de aquel bufete, en la entrada me recibe la recepcionista quien amablemente me dice el piso en el cual me tengo que bajar.
Entro al ascensor y piso el último piso, mientras en mi mente me pasaba miles de escenarios para este reencuentro.
Cuando el ascensor llega al último piso cuando salgo, puedo visualizar a una chica la cual estaba empacando sus cosas.
—¡Hola! Tú debes ser la nueva secretaria y mi salvadora, estuve aguantando al demonio por tanto tiempo.
—¿Al demonio? —pregunto confundida.
—Alan, ¡es el hombre más odioso y arrogante que he conocido en toda mi vida!, con razón no tiene novia, ¿Quién se podría aguantar a aquel hombre? —espeta aquella chica guardando sus cosas en una caja con molestia.
Antes de que pudiese responderle, fue como si el tiempo se paralizara, al darme cuenta de quien se encontraba detrás de mí.
No tuve que adivinar porque olía a la misma colonia de siempre.
El olor más delicioso que he podido oler en toda mi vida.
Mi corazón dio un vuelco.
En ese momento a regañadientes me doy media vuelta hasta quedar frente a Alan y su padre.
Su cabello estaba corto, peinado hacia atrás. Sus cejas seguían siendo igual de pobladas, Viéndose increíblemente bien bajo su chaqueta de traje negra y camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados, casual pero profesional.
—¡Usha querida! ¡Mírate! —expreso Enrique, el padre de Alan, dándome dos besos en la mejilla—, ¡Cuánto tiempo sin verte! Estoy muy feliz de tenerte aquí.
—Muchas gracias por aceptarme en su empresa señor Elgoft.
—¿Cuántas veces te tengo que decir que me digas Enrique? Eres como mi hija —Enrique se acerca a mi oído y me susurra—, en realidad el que me pidió que te contratara fue Alan.
El aire abandona mis pulmones rápidamente, nuestras miradas se cruzan… su semblante es elegante como siempre, me mira mostrando una pequeña sonrisa y puedo ver como sus ojos brillan.
Parpadeé y aparte la mirada, se veía tan hermoso con aquel traje…
—Bienvenida señorita Gonz, estás realmente hermosa.
—Muchas gracias…
—Realmente es un placer volverte a ver y contar con tu presencia en la empresa —me dice en un tono bajo, mirándome fijamente, con el rostro sonrojado.
—¡Bueno! —aplaude el señor Elgoft captando la atención de todos—, Gracias a todas las personas que han estado en esta empresa apoyándonos, pero como ya sabrán llego el momento de irme a casa junto con mi esposa dejando a cargo a mi hijo Alan Elgoft —en ese momento Alan se pone al lado de su padre quien pasa una mano por encima del hombro de Alan—, No saben lo feliz que estoy de haber compartido todos estos años con ustedes, tanto en los buenos momentos como en los malos, que nos ayudaron a aprender y crecer; este bufé lo fundo mi bisabuelo y ha sido heredado generación a generación… no crean que me olvidaré de ustedes, saben que pueden contar conmigo siempre. Mi hijo ha ganado grandes casos y sé graduó con honores de su universidad. Espero que lo ayuden en este proceso, así que recibamos a mi hijo con un fuerte aplauso.En ese momento la sala se inunda de aplausos, y yo también aplaudo.Mi vista se fija en Alan, quien me mira fijamente como si estuviese encantado por lo que ve.—Mucha
—¿Una oportunidad? ¿Está usted loco? Eso de «crecimos juntos» tan bonito que lo pintas nunca existió; toda nuestra infancia como dices se basó en tú tratándome como una mierda, la mitad de nuestra “infancia” ni siquiera me hablabas; era como si fuese de otro planeta, si crees que, por haber crecido en la pequeña casa de empleados junto a mi madre, crees que estás en todo tu derecho de tratarme como te pegue en gana, permíteme sacarte de tu error, no soy una putilla de la calle.Alan frunce el ceño.—Si tan amigo mío fuiste dime cuál es mi color favorito… ¡Ni siquiera sabes mi color favorito! —espeto—, Eso es lo más tonto y trivial que se sabe de una persona.—¡Hablas como si me conocieras! Apuesto que tú no sabes tampoco nada de mí.—¿¡Que no se nada de ti!? —Me acerco más a él—, Alan Daniel Elgoft, te gusta de postre las galletas que hacía Marta, tu comida favorita es la lasaña, tu color favorito es el negro, tu deporte favorito es el voleibol, amas acampar… amas ir a bares ¿algo más
Agosto 15, 2025Esa noche ni siquiera pude dormir por hacer las estúpidas diapositivas, aunque aquello me había servido para dejar de pensar en Alan y en sus palabras, ¿y si todo lo que me estaba diciendo era producto de la extraña pócima que le había dado?Cuando llego al bufé, preparo el café para Alan.—Buenos días… ¿Usha? —Me saluda una chica de cabello negro y un poco más alta que yo—. Quería conocer a la nueva secretaria del demonio.—Ya veo.—No me he presentado, soy Mackenzie Will.—Un placer —Entrelazo las manos con ella—, espero que dures más de lo que duro la anterior.—Igual yo… Bueno, voy a llevarle el café al señor Elgoft.Sin esperar su respuesta me encamino a la oficina de Alan, toco la puerta antes de entrar encontrándome a Alan leyendo un papel, con sus gafas a punto de caerle del tabique de su nariz.—Buenos días, señorita Gonz.Me aclaro la garganta.—Buenos días, señor Elgoft, le he traído su café. —Camino con el café entre mis manos y los dejo frente a él en su e
—Hola Usha, un placer conocerte soy Ángel.Él extiende su mano con nerviosismo y me limito a estrecharla y brindarle una cálida sonrisa.Cada uno se fue presentando, un total de 15 personas. —¡Que empiece la diversión! —grita eufórico Jaime corriendo hacia una máquina de azar.—Como regalo de nosotros, tienes derecho a una bebida.—¡Oh!, gracias.Sigo a Mackenzie, quien se sienta en una de las sillas donde unas personas jugaban al póquer.—¡Hola, chicos! —Saluda Mackenzie a los cuatro hombres y dos mujeres, cada uno, de diferentes edades, pero en ellos se les veía el dinero.—¡Hola Mack! ¿Vas a acompañarnos en la partida? —Le pregunta una mujer alta, con un precioso vestido color esmeralda.—No, la otra vez casi me dejan en la calle.—¿Y tú sabes jugar, nena? —Me pregunta uno de los chicos, este es un pelinegro, fornido de ojos miel y traje.—Sí, ¿de cuánto es la apuesta?—5.000—¡Mierda! —espeto.—¡Anda juega con nosotros! ¿o no confías en tus habilidades?Mientras me entregaban las
OBRA ORIGINAL TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS LA HISTORIA QUEDA ESTRICTAMENTE SUJETADA POR DERECHOS DE AUTORÍA BAJO EL NOMBRE DE © Laura Machado GarciaEste libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser interpretados como eventos reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, eventos actuales, locales u organizaciones es coincidencia. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.Todos los derechos reservados.Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, copiada o distribuida de ninguna manera sin permiso expreso del autor, salvo en casos d