TRES

—¿Una oportunidad? ¿Está usted loco? Eso de «crecimos juntos» tan bonito que lo pintas nunca existió; toda nuestra infancia como dices se basó en tú tratándome como una m****a, la mitad de nuestra “infancia” ni siquiera me hablabas; era como si fuese de otro planeta, si crees que, por haber crecido en la pequeña casa de empleados junto a mi madre, crees que estás en todo tu derecho de tratarme como te pegue en gana, permíteme sacarte de tu error, no soy una putilla de la calle.

Alan frunce el ceño.

—Si tan amigo mío fuiste dime cuál es mi color favorito… ¡Ni siquiera sabes mi color favorito! —espeto—, Eso es lo más tonto y trivial que se sabe de una persona.

—¡Hablas como si me conocieras! Apuesto que tú no sabes tampoco nada de mí.

—¿¡Que no se nada de ti!? —Me acerco más a él—, Alan Daniel Elgoft, te gusta de postre las galletas que hacía Marta, tu comida favorita es la lasaña, tu color favorito es el negro, tu deporte favorito es el voleibol, amas acampar… amas ir a bares ¿algo más?

Alan abre y cierra la boca rápidamente para soltar una leve risotada—. Se ve que alguien ha estado muy pendiente a las redes sociales.

—La reunión está a punto de empezar, ¿necesita algo más?

—Quiero que tu culo esté en esa m*****a reunión, anotaras todo lo que se diga en esta.

—Está bien, señor Elgoft.

—También —Alan me toma del mentón y lo alza—, Quiero que respondas mi pregunta, aunque no me importa que tengas novio, podría pelear por ti, pero te prometo que una vez no soy el mismo crío inmaduro al que le daba miedo acercarme a la chica que tanto me gustaba, no desaprovechar la oportunidad de cumplir todo lo he estado pasando por mi mente… meterme dentro de tus piernas y dentro de ti, te olvidaras de él y de todo ese “rencor” que dices tener.

Aprieto mis piernas, sintiendo como mis bragas se empezaban a mojar.

—Una vez esto pase…, no descansaré hasta que tengas dos hermosos anillos en tu dedo anular.

—¿Por qué estás tan empecinado en que tú y yo tengamos algo?

—Siento algo inexplicable por ti Usha, siento como si fueses un imán y yo un simple clavo de metal siendo atraído por ti sin poder impedirlo, sé que antes era un hijo de puta, pero haré todo lo que este a mi alcance para que estés en mi vida hasta el final de nuestras vidas.

—¿Qué le hace creer que yo también quiero lo mismo que usted?

—No me daré por vencido, ahora tenemos que ir a la dichosa reunión, señorita Gonz.

Dice sin más, saliendo de la oficina, ¡que había hecho!

Después de respirar un par de veces, me encamino a la sala de reuniones con un cuaderno y bolígrafo de la mano.

Cuando llego la sala de reuniones, veo a un par de rostros conocidos y otros no tanto.

—Buenas tardes a todos, démosle la bienvenida al nuevo director principal de este bufete, Alan Elgoft —presenta una preciosa pelirroja, la cual creo que es una reconocida abogada del bufetevecino.

Yo me siento en una de las sillas con la mirada baja, intentando no volver a sonrojarme.

Justo en ese momento, Alan toma un manojo de papeles que se encontraban frente a él.

—Gracias por la bienvenida, vamos a empezar a hablar un poco sobre este proyecto —expreso Alan.

Yo empiezo a tomar notas.

Observo cuidadosamente todo lo que está pasando a mi alrededor.

En ese momento, mi vista se fija en Alan, quien mira atento al practicante de abogados quien le habla un poco sobre lo que está pasando en el mundo en el ámbito político y como nos podría afectas como bufe de abogado. Aunque Alan parece realmente aburrido, varias veces apoya su cabeza sobre su mano y mira su reloj.

Alan es un hombre que hace suspirar a cualquier chica… la sola idea de que me follase me ponía de los nervios y hacía que todo en mi ardiera.

—¿Usha?

Levanto mi vista encontrándome a mi jefe y a todos mirándome fijamente.

—Dígame señor Elgoft.

—Te estoy diciendo que, si podrías constatar una cita con el señor More, lo más pronto posible con su abogada, habla con nuestro nuevo potencial de cliente —Yo asiento anotando todas sus órdenes en mi agenda.

—Claro que sí, señor, ¿algo más?

—Por ahora no. No siendo más, gracias a todos por venir, ya se pueden retirar.

En ese momento todos se levantan y se despiden del nuevo jefe de un apretón de manos, por mi parte, me levanto de la silla con el culo entumecido y empiezo a organizar mis papeles.

—¿Necesitas que te lleve a tu casa Usha?

—No, muchas gracias, yo tengo mi propio auto.

—Está bien, en ese caso nos vemos mañana.

—Hasta mañana señor.

—Para mañana quiero que haga una diapositiva sobre el caso del señor Shepak.

Me incorporé rápidamente, después de todo este tiempo estábamos otra vez solos… aclaro mi garganta y empiezo a organizar mis cosas para salir de ese lugar lo más rápido posible—, Está bien Alan, hasta mañana.

—Hasta mañana.

Justo en ese momento salgo de la sala de juntas, dirigiéndome a mi mesa y tomando mi bolso y mi abrigo para poder irme.

Rápidamente, me encaminé al parqueadero encontrándome con mi hermoso auto de segunda mano, el cual todavía servía de puro milagro.

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