—¿Una oportunidad? ¿Está usted loco? Eso de «crecimos juntos» tan bonito que lo pintas nunca existió; toda nuestra infancia como dices se basó en tú tratándome como una m****a, la mitad de nuestra “infancia” ni siquiera me hablabas; era como si fuese de otro planeta, si crees que, por haber crecido en la pequeña casa de empleados junto a mi madre, crees que estás en todo tu derecho de tratarme como te pegue en gana, permíteme sacarte de tu error, no soy una putilla de la calle.
Alan frunce el ceño.
—Si tan amigo mío fuiste dime cuál es mi color favorito… ¡Ni siquiera sabes mi color favorito! —espeto—, Eso es lo más tonto y trivial que se sabe de una persona.
—¡Hablas como si me conocieras! Apuesto que tú no sabes tampoco nada de mí.
—¿¡Que no se nada de ti!? —Me acerco más a él—, Alan Daniel Elgoft, te gusta de postre las galletas que hacía Marta, tu comida favorita es la lasaña, tu color favorito es el negro, tu deporte favorito es el voleibol, amas acampar… amas ir a bares ¿algo más?
Alan abre y cierra la boca rápidamente para soltar una leve risotada—. Se ve que alguien ha estado muy pendiente a las redes sociales.
—La reunión está a punto de empezar, ¿necesita algo más?
—Quiero que tu culo esté en esa m*****a reunión, anotaras todo lo que se diga en esta.
—Está bien, señor Elgoft.
—También —Alan me toma del mentón y lo alza—, Quiero que respondas mi pregunta, aunque no me importa que tengas novio, podría pelear por ti, pero te prometo que una vez no soy el mismo crío inmaduro al que le daba miedo acercarme a la chica que tanto me gustaba, no desaprovechar la oportunidad de cumplir todo lo he estado pasando por mi mente… meterme dentro de tus piernas y dentro de ti, te olvidaras de él y de todo ese “rencor” que dices tener.
Aprieto mis piernas, sintiendo como mis bragas se empezaban a mojar.
—Una vez esto pase…, no descansaré hasta que tengas dos hermosos anillos en tu dedo anular.
—¿Por qué estás tan empecinado en que tú y yo tengamos algo?
—Siento algo inexplicable por ti Usha, siento como si fueses un imán y yo un simple clavo de metal siendo atraído por ti sin poder impedirlo, sé que antes era un hijo de puta, pero haré todo lo que este a mi alcance para que estés en mi vida hasta el final de nuestras vidas.
—¿Qué le hace creer que yo también quiero lo mismo que usted?
—No me daré por vencido, ahora tenemos que ir a la dichosa reunión, señorita Gonz.
Dice sin más, saliendo de la oficina, ¡que había hecho!
Después de respirar un par de veces, me encamino a la sala de reuniones con un cuaderno y bolígrafo de la mano.
Cuando llego la sala de reuniones, veo a un par de rostros conocidos y otros no tanto.
—Buenas tardes a todos, démosle la bienvenida al nuevo director principal de este bufete, Alan Elgoft —presenta una preciosa pelirroja, la cual creo que es una reconocida abogada del bufetevecino.
Yo me siento en una de las sillas con la mirada baja, intentando no volver a sonrojarme.
Justo en ese momento, Alan toma un manojo de papeles que se encontraban frente a él.
—Gracias por la bienvenida, vamos a empezar a hablar un poco sobre este proyecto —expreso Alan.
Yo empiezo a tomar notas.
Observo cuidadosamente todo lo que está pasando a mi alrededor.
En ese momento, mi vista se fija en Alan, quien mira atento al practicante de abogados quien le habla un poco sobre lo que está pasando en el mundo en el ámbito político y como nos podría afectas como bufe de abogado. Aunque Alan parece realmente aburrido, varias veces apoya su cabeza sobre su mano y mira su reloj.
Alan es un hombre que hace suspirar a cualquier chica… la sola idea de que me follase me ponía de los nervios y hacía que todo en mi ardiera.
—¿Usha?
Levanto mi vista encontrándome a mi jefe y a todos mirándome fijamente.
—Dígame señor Elgoft.
—Te estoy diciendo que, si podrías constatar una cita con el señor More, lo más pronto posible con su abogada, habla con nuestro nuevo potencial de cliente —Yo asiento anotando todas sus órdenes en mi agenda.
—Claro que sí, señor, ¿algo más?
—Por ahora no. No siendo más, gracias a todos por venir, ya se pueden retirar.
En ese momento todos se levantan y se despiden del nuevo jefe de un apretón de manos, por mi parte, me levanto de la silla con el culo entumecido y empiezo a organizar mis papeles.
—¿Necesitas que te lleve a tu casa Usha?
—No, muchas gracias, yo tengo mi propio auto.
—Está bien, en ese caso nos vemos mañana.
—Hasta mañana señor.
—Para mañana quiero que haga una diapositiva sobre el caso del señor Shepak.
Me incorporé rápidamente, después de todo este tiempo estábamos otra vez solos… aclaro mi garganta y empiezo a organizar mis cosas para salir de ese lugar lo más rápido posible—, Está bien Alan, hasta mañana.
—Hasta mañana.
Justo en ese momento salgo de la sala de juntas, dirigiéndome a mi mesa y tomando mi bolso y mi abrigo para poder irme.
Rápidamente, me encaminé al parqueadero encontrándome con mi hermoso auto de segunda mano, el cual todavía servía de puro milagro.
Agosto 15, 2025Esa noche ni siquiera pude dormir por hacer las estúpidas diapositivas, aunque aquello me había servido para dejar de pensar en Alan y en sus palabras, ¿y si todo lo que me estaba diciendo era producto de la extraña pócima que le había dado?Cuando llego al bufé, preparo el café para Alan.—Buenos días… ¿Usha? —Me saluda una chica de cabello negro y un poco más alta que yo—. Quería conocer a la nueva secretaria del demonio.—Ya veo.—No me he presentado, soy Mackenzie Will.—Un placer —Entrelazo las manos con ella—, espero que dures más de lo que duro la anterior.—Igual yo… Bueno, voy a llevarle el café al señor Elgoft.Sin esperar su respuesta me encamino a la oficina de Alan, toco la puerta antes de entrar encontrándome a Alan leyendo un papel, con sus gafas a punto de caerle del tabique de su nariz.—Buenos días, señorita Gonz.Me aclaro la garganta.—Buenos días, señor Elgoft, le he traído su café. —Camino con el café entre mis manos y los dejo frente a él en su e
—Hola Usha, un placer conocerte soy Ángel.Él extiende su mano con nerviosismo y me limito a estrecharla y brindarle una cálida sonrisa.Cada uno se fue presentando, un total de 15 personas. —¡Que empiece la diversión! —grita eufórico Jaime corriendo hacia una máquina de azar.—Como regalo de nosotros, tienes derecho a una bebida.—¡Oh!, gracias.Sigo a Mackenzie, quien se sienta en una de las sillas donde unas personas jugaban al póquer.—¡Hola, chicos! —Saluda Mackenzie a los cuatro hombres y dos mujeres, cada uno, de diferentes edades, pero en ellos se les veía el dinero.—¡Hola Mack! ¿Vas a acompañarnos en la partida? —Le pregunta una mujer alta, con un precioso vestido color esmeralda.—No, la otra vez casi me dejan en la calle.—¿Y tú sabes jugar, nena? —Me pregunta uno de los chicos, este es un pelinegro, fornido de ojos miel y traje.—Sí, ¿de cuánto es la apuesta?—5.000—¡Mierda! —espeto.—¡Anda juega con nosotros! ¿o no confías en tus habilidades?Mientras me entregaban las
Frunzo los labios sin saber qué decir, por un momento me distraigo y no noto cuando está mucho más cerca de mí, sus manos se posan en mis mejillas y tiemblo cuando siento cuando me da un casto beso. Instintivamente, cierro los labios, mis mejillas debían de estar a punto de explotar.—No sabes cuanto desee esto, Usha, no soy el mismo crio que conociste.No sé qué decirle, de hecho, creo que en eso se resumen mis pensamientos cuando estoy frente a él y me suelta sus tontas frases y siento que me derrito a sus pies.¿Qué quieres lograr Alan Elgoft? ¿Volverme loca?—Ven —Alan entrelaza nuestras manos—, déjame llevarte a tu casa, mañana tenemos que trabajar y después hablaremos de esto.—¿De esto?—Dame una oportunidad para decirte todo lo que siento, si decides que no quieres nada conmigo, pues te dejare en paz… te enviare a otro buffet para evitar que mi corazón duela al verte.—Está bien, después hablaremos de esto, déjame despedirme de mis colegas.—¿Para dónde vamos? —Pregunta Alan c
Alan me hacía sentir sexi en este momento, a pesar de vestir un tonto pijama, decido dejar de pensar en esto y dormir tan siquiera 5 minutos antes de tener que ir al trabajo, ahora todo estaba empezando a ser tan raro. Estaba en la casa de mi jefe.Me limité a sentarme en su sofá, organicé una almohada y me acosté allí.—¿Qué estás haciendo?—Dormir.—Duerme conmigo, en mi cama.—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué dormiría contigo teniendo una cama en perfecto estado donde podría estar durmiendo ahora mismo? Si tanto problema te da que viva allí, entonces me mudaré, pero no quiero que creas que tienes voz y voto en mi vida, señor Elgoft.Mi alarma me despierta, y agradezco que al momento que tocaron mi puerta lo hubiese guardado en mi túnica de dormir.Creo que la mejor forma de asumir mi situación actual era, ignorándola un poco, después de haber tenido que pedir ropa, bragas y cosas para mí.—Buenos días, señor Elgoft. —Exclamo mientras entro a su habitación y él se encontraba visitándose.
—No sabes lo que siento por ti, Usha, lo que me haces sentir en todos los sentidos —Me sonrojo—. Te deseo como no tienes ni idea, desde que llegue te imagino allí —Señala su escritorio con su barbilla—, postrada sobre mi escritorio, con tus bragas en tu boca para que el bufete no escuchase tus gemidos que son solo míos.Lo miro atónita.—No quiero ser tu jefe simplemente, o aquel chico que hizo parte de tu infancia, quiero que estemos juntos, que me conozcas y yo haga lo mismo contigo, no puedo actuar con indiferencia, me podría volver loco.—No lo entiendo…, ¿por qué ahora?—Por qué nunca es tarde para decirte lo mucho que me encantas.Frunzo los labios sin saber qué decir, tal pareciera que por un momento olvide como era que formaba las palabras en mi boca, todo estaba siendo algo extraño.—Todavía no puedo darte una respuesta, lo siento…—Está bien —Alan alza sus manos en señal de rendición—. Pero al menos podrías decirme si tengo una oportunidad.—No lo sé, de hecho, estoy sorprend
Sigo la lista que había hecho en mi celular sobre lo que iba a llevar, la repaso una y otra vez como si se tratase de un examen, el tema del peso de la maleta siempre era un tema que odiaba.—Espero que esto no supere los 23 kg de la maleta —digo para mí misma, hasta que me siento satisfecha con el resultado.Minutos después finalmente estamos de camino al aeropuerto junto a Alan.—El itinerario para este viaje, señor Elgoft es: Asistir a la reunión, asistir a la gala de bienvenida de la empresa que convoco la reunión, sus padres, lo convocan a la casa de sus abuelos, piden por favor que saque tiempo para ellos.—Sí, está bien, organiza eso en mi agenda, si no choca con algo importante.—Si señor.Organizo su horario en la tableta de la empresa, continúo haciendo algunos arreglos para la semana en la que regresábamos a la empresa y las cosas que podíamos trabajar a distancia. La llegada al aeropuerto me deja con la boca abierta, era la primera vez que no entraba por la típica entrada d
Tengo que admitir que lo mejor del lugar sin duda es el Gin-tonic, sé que después del plato que sirvieron al regresar al hotel me tocaría pedir una hamburguesa para poder llenarme completamente.—¿Cómo te sientes? —pregunta Alan limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta de tela.—Muy bien, señor. La señorita Meier es muy bonita —Le doy un largo sorbo a mi bebida.—Sí, pero no como tú, ese vestido me encanta, te sienta muy bien.—Gracias, señor.—¡Alan! Cuanto tiempo sin verte —Un hombre alto, algo canoso. Tiene un semblante maduro, con rasgos bien definidos y una barba perfectamente recortada que añade un toque de distinción a su rostro. Su cabello, corto y peinado hacia un lado, es de color gris plateado, lo que le da un aire de experiencia y sabiduría.Lleva puesto un traje de color azul marino que se ajusta perfectamente a su figura, destacando por su corte impecable. La chaqueta del traje tiene un bolsillo en el pecho con un pañuelo blanco cuidadosamente doblado, a
OBRA ORIGINAL TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS LA HISTORIA QUEDA ESTRICTAMENTE SUJETADA POR DERECHOS DE AUTORÍA BAJO EL NOMBRE DE © Laura Machado GarciaEste libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser interpretados como eventos reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, eventos actuales, locales u organizaciones es coincidencia. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.Todos los derechos reservados.Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, copiada o distribuida de ninguna manera sin permiso expreso del autor, salvo en casos d