DOS

—¡Bueno! —aplaude el señor Elgoft captando la atención de todos—, Gracias a todas las personas que han estado en esta empresa apoyándonos, pero como ya sabrán llego el momento de irme a casa junto con mi esposa dejando a cargo a mi hijo Alan Elgoft —en ese momento Alan se pone al lado de su padre quien pasa una mano por encima del hombro de Alan—, No saben lo feliz que estoy de haber compartido todos estos años con ustedes, tanto en los buenos momentos como en los malos, que nos ayudaron a aprender y crecer; este bufé lo fundo mi bisabuelo y ha sido heredado generación a generación… no crean que me olvidaré de ustedes, saben que pueden contar conmigo siempre. Mi hijo ha ganado grandes casos y sé graduó con honores de su universidad. Espero que lo ayuden en este proceso, así que recibamos a mi hijo con un fuerte aplauso.

En ese momento la sala se inunda de aplausos, y yo también aplaudo.

Mi vista se fija en Alan, quien me mira fijamente como si estuviese encantado por lo que ve.

—Muchas gracias a mi padre por creer en mí, estoy aquí para seguir haciendo creer este bufete y seguir dejándolo en alto, como lo que es: la mejor empresa de abogados de Londres. Este bufete está lleno de grandes abogados, muy profesionales, espero que ninguno de ustedes sea mediocre porque yo no lo soy ni lo acepto… aquí se gana o se gana, tenemos que ser los mejores de todos. Gracias por la bienvenida, van a tener una copa de champaña y después a trabajar.

—¿Ves? —susurra en mi oído aquella chica que se encontraba empacando sus cosas—, Es todo un demonio chupa sangre y chupa energía. Creo que es por eso por lo que no ha tenido ninguna novia.

—¿No? —pregunto volteando mi cabeza para mirarla impresionada.

—Dicen que ha rechazado a las más bellas actrices, modelos, cantantes y hasta abogadas. Al principio creía que era gay… pero supongo que es Asexual.

—¡Que tontería! Puede ser que estuviese concentrado en los estudios… —me muerdo el labio inferior cuando aquello sale de mi boca, ¿Qué me importa si ha tenido novia o no?

—No sé qué decirte Usha, estoy acostumbrada a conocer si mis jefes tienen amantes, si la noche anterior tuvieron sexo con su esposa, si tienen una amiguita con derecho o si les gusta la polla… Pero tal vez es por eso que Alan es tan odioso, necesita un buen polvo, él es un hombre guapísimo —Volteo su cabeza para mirarme y alzar las cejas de forma efusiva—, debe tener a miles de mujeres a sus pies.

El camarero pasa y tomo una copa de champaña.

En el momento en el que la fiesta termina, el señor Elgoft se va de la empresa dando por terminado la pequeña fiesta de despedida, en este momento me siento en una mesa que se encontraba fuera de la oficina de Alan. Cuando por fin empiezo a trabajar, intento no perder la motivación al momento en el que mi mente empieza a divagar en mi problemita con Alan. Ahora era su asistente personal, con una excelente paga, donde también trabajo para personas con las cuales crecí.

Lo único que teníamos que hacer era seguir adelante, ¿Por qué le daba tanta importancia a algo que me vendió una desconocida?

Cuando enciendo la computadora que se encontraba en la mesa afuera de la oficina de Alan, lo primero que veo en el itinerario es: Reunión presentación del nuevo jefe del bufé y ponerse al día con el proyecto.

Miro la hora y salto del susto al ver que faltan escasos minutos para que esté empiece y es allí donde me encamino a la oficina de Alan, después de par de toques escucho un “pase”.

—Señor Elgoft, dentro de un rato, tiene una reunión de suma importancia para su presentación a los socios y directivos del bufete.

—Perfecto, muchas gracias, señorita Gonz.

—No hay de que —retrocedo tomando la manija de la puerta antes de cerrar.

—Espera —me interrumpe—, Tengo que hacerte unas preguntas.

—Dígame señor Elgoft.

—¿Por qué me hablas con tanta formalidad como si no nos conociéramos de toda la vida? —Alan lleva un vaso de Whisky a sus labios.

—¿Por qué usted es mi jefe? —le respondo con obviedad apretando los labios.

—¿Tienes novio Usha?

—¿Disculpe? —responde abriendo mis ojos de par a par.

—¿Tiene problemas de audición los cuales no están informados en su currículo? —me responde con un tono burlón, ¿se supone que me tenía que reír? —, que yo recuerde eras tú la que se la pasaba preguntándome si tenía novia cuando éramos más pequeños.

—Me niego a responder ese tipo de preguntas personales.

—¡Por favor! Tú y yo somos de todo menos unos desconocidos, creciste en la casa de al lado desde que teníamos siete años, crecimos juntos, fuimos al mismo instituto y le tengo un gran aprecio a tu madre, ¿es un pecado querer saber más de tu vida?

Yo muerdo mi labio interior.

—Estás en todo tu derecho de no responder, pero me encantaría tener una amistad contigo y conocerte poco a poco, —Su mano se dirige a un mechón de mi cabello que cae libremente por mis hombros—, eres una mujer realmente hermosa y no dudo que no tengas alguna pareja, solo me quiero cerciorar —Ahora su mano cae sobre mi mandíbula—. Me sigues mirando con esos ojitos como cuando éramos adolescentes, pero ahora si tengo las pelotas para comerte la boca.

—¿¡Ahh!? ¿Cerciorar? ¿Para qué?

—Para saber si tengo una oportunidad.

Retrocedo un poco de mi puesto casi olvidándome de como respiraba, ¿Qué había pasado con el Alan que ni siquiera me dirigía la mirada, ni una palabra? Ahora estaba tratando de tener una ¿oportunidad?

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