—Hola Usha, un placer conocerte soy Ángel.
Él extiende su mano con nerviosismo y me limito a estrecharla y brindarle una cálida sonrisa.
Cada uno se fue presentando, un total de 15 personas.
—¡Que empiece la diversión! —grita eufórico Jaime corriendo hacia una máquina de azar.
—Como regalo de nosotros, tienes derecho a una bebida.
—¡Oh!, gracias.
Sigo a Mackenzie, quien se sienta en una de las sillas donde unas personas jugaban al póquer.
—¡Hola, chicos! —Saluda Mackenzie a los cuatro hombres y dos mujeres, cada uno, de diferentes edades, pero en ellos se les veía el dinero.
—¡Hola Mack! ¿Vas a acompañarnos en la partida? —Le pregunta una mujer alta, con un precioso vestido color esmeralda.
—No, la otra vez casi me dejan en la calle.
—¿Y tú sabes jugar, nena? —Me pregunta uno de los chicos, este es un pelinegro, fornido de ojos miel y traje.
—Sí, ¿de cuánto es la apuesta?
—5.000
—¡Mierda! —espeto.
—¡Anda juega con nosotros! ¿o no confías en tus habilidades?
Mientras me entregaban las cartas, sentí que me sudaban las manos. Estaba nerviosa como la m****a, estaba apostando todos mis malditos ahorros. Pero no era la primera vez que lo jugaba, ya había jugado muchísimas veces antes, era el juego de mi fraternidad en la universidad, ganarle al líder del grupo te deba el derecho de entrar sin titubeos. Gracias a ello había logrado que otros hicieran mis deberes.
Pero… ¡Nunca había apostado 5.000 dólares como si el dinero fuera cosa fácil de conseguir para mí y el miedo de no ganar como había estado segura de hacerlo unos segundos atrás empezó a aumentar, mis ahorros de años!
Estaba totalmente segura de que si perdía me iba a querer dar muchísimos golpes a mí misma.
Según yo en ese momento todo parecía ir en Cámara lenta cuando todos empezaron a ver sus cartas detenidamente, estaba temblando, tanto que tenía miedo de que sin querer se me cayeron de las manos, así que solo les eché un rápido vistazo y las oculté. No hice ningún gesto.
Esa era la mejor estrategia al jugar póker, así sepas que vas a perder, tienes que poner tu mejor cara de póquer.
—Chicos, prepárense para perder sus 5.000 —Se rio divertido, el mayor del grupo, estudiando las cartas.
—No olvides que la lengua azota, Larry.
—No son más que llantos de una perdedora.
Ella rodó los ojos.
El silencio de la gente a nuestro alrededor se volvió denso, observador, esperando la primera jugada.
—Va el señor O’Donel. —dice el chico encargado de la zona de póker.
—Okey —dijo el señor O’Donel un rubio guapísimo que, por el brillo victorioso en sus ojos, asumí que tenía una buena mano.
Me estremecí al ver como Miranda, la siguiente en jugar poso una sonrisita traviesa de medio lado y dobló la apuesta. Ahora el resto debíamos igualar la cantidad. ¿Cuánto era? ¿Dos mil?
Creía que en cualquier momento me iba a desmayar.
—Voy —dije, dejando el anillo de 16 años que con tanto esmero me había regalado mi madre, hasta creo que actualmente seguía pagando el crédito.
De reojo vi que Larry me miraba, aunque no pude descifrar nada en él.
Bien, me removí sobre la silla y esbocé una sonrisa juguetona.
—¿Qué más puedo apostar? —pregunté.
Sabía que estaba sonando como una tonta, pero esa era la idea.
—Lo que quieras, amor, desde que sea consensuado y libre, todo se puede.
Trago de forma pesada, no se estará refiriendo a…
Los muchachos alrededor rieron por lo bajo.
Así que llegó la verdadera confrontación final y la apuesta había subido a 10.000 dólares; Era la hora de mostrar las cartas.
Intente mantenerme tranquila, pero por dentro estaba que me moría de los nervios y las ansias casi se palpaban.
Ganaba o me endeudaba con 10.000 dólares. Quien tuviera la mejor mano, ganaba todo lo que había en la mesa.
Larry, al que ahora había apodado: míster engreído, dejó la mano al descubierto. Tenía un full. Tres cartas del mismo valor y otro par de cartas de otro mismo valor.
Después fue Catherine. Tenía un trío. Tres cartas del mismo valor. Con eso habría ganado si hubiera estado jugando contra estúpidos novatos.
Rasqué la tela de mi pantalón por debajo de la mesa, inquieta.
Algunos mostraron cartas que los mandaban directo a la zona de «perdedores» y otros tenían cartas interesantes pero tal vez no lo suficiente para ganar.
Lentamente, Nathaniel, al cual reconocí de las revistas y por ser el amigo de la infancia de Alan, dejó las cartas sobre la mesa y anunció lo que tenía en la mano:
—Póquer.
Cuatro cartas del mismo valor. Cuanto más alto era el valor de esas cuatro cartas, más alto era el ranking de la mano.
M****a.
Y entonces yo mostré mis cartas.
Y como por arte de magia se hizo el más pasmoso de los silencios.
Silencio absoluto.
Y sí, al parecer la nueva había ganado, al grupito de lunáticos de póker del casino.
—Escalera real de color. —dijo fuerte y claro el chico encargado de la zona de póker—. Con un as, un rey, una reina, una jota y un diez, damos por ganadora a la señorita…
—Usha Gonz.
—Usha Gonz es la ganadora de una suma de diez mil dólares.
—¡Guau! —Catherine sonríe—. Buen juego, nueva, espero volver a verte por aquí, exijo mi revancha.
—Felicidades —Nathaniel me sonríe—. Alan debe estar por aquí.
—¿Qué?
—De hecho, justo detrás de ti.
—¿Alan?
Me bajo del asiento y quedo frente a él, gracia al cielo la altura de los tacones me ayuda un poco.
—Nunca fallan con la excusa de “la fiesta de bienvenida” para irse de fiesta —Alan le da un sorbo a su bebida, a pesar de la tenue luz y las luces de la discoteca, él se veía hermoso—. Te ves tan hermosa, ese vestido te queda increíble.
—Gracias —susurro, sonrojada.
—Ven.
Antes de que pueda decir algo, Alan me lleva a una zona algo alejada del casino, donde se escuchaba como algo lejano el sonido de la música, la gente y las maquinas.
Alan me observa de arriba a abajo, con ojos hambrientos, sus manos se posan en mi mandíbula de lado a lado y siento que tiemblo, Alan Elgoft causando en mí estragos. Tengo que inclinar la cabeza para mirarlo.
—Déjame besarte, Usha, no sabes cómo me muero de ganas.
—Pero…
—Solo uno, chiquito o también tengo que perder una partida de póker con la nueva reina del póker.
Me mordisqueo el labio inferior… ¿Qué podía perder?
—¿Alan? ¿Estás borracho?
—No, para nada, todavía me faltan un par de vasos más para sentirme así.
—Te voy a denunciar a recursos humanos por acoso, señor Elgoft —Me cruzo de brazos.
—Deja de llamarme, señor, me siento como si fuera mi padre, soy simplemente Alan.
—¿Por qué quieres ser mi amigo? —Llevo mi cabello hacia atrás—. No lo entiendo.
—¿Preferirías que te tratara como un auténtico cabrón?
No lo sé…
Frunzo los labios sin saber qué decir, por un momento me distraigo y no noto cuando está mucho más cerca de mí, sus manos se posan en mis mejillas y tiemblo cuando siento cuando me da un casto beso. Instintivamente, cierro los labios, mis mejillas debían de estar a punto de explotar.—No sabes cuanto desee esto, Usha, no soy el mismo crio que conociste.No sé qué decirle, de hecho, creo que en eso se resumen mis pensamientos cuando estoy frente a él y me suelta sus tontas frases y siento que me derrito a sus pies.¿Qué quieres lograr Alan Elgoft? ¿Volverme loca?—Ven —Alan entrelaza nuestras manos—, déjame llevarte a tu casa, mañana tenemos que trabajar y después hablaremos de esto.—¿De esto?—Dame una oportunidad para decirte todo lo que siento, si decides que no quieres nada conmigo, pues te dejare en paz… te enviare a otro buffet para evitar que mi corazón duela al verte.—Está bien, después hablaremos de esto, déjame despedirme de mis colegas.—¿Para dónde vamos? —Pregunta Alan c
Alan me hacía sentir sexi en este momento, a pesar de vestir un tonto pijama, decido dejar de pensar en esto y dormir tan siquiera 5 minutos antes de tener que ir al trabajo, ahora todo estaba empezando a ser tan raro. Estaba en la casa de mi jefe.Me limité a sentarme en su sofá, organicé una almohada y me acosté allí.—¿Qué estás haciendo?—Dormir.—Duerme conmigo, en mi cama.—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué dormiría contigo teniendo una cama en perfecto estado donde podría estar durmiendo ahora mismo? Si tanto problema te da que viva allí, entonces me mudaré, pero no quiero que creas que tienes voz y voto en mi vida, señor Elgoft.Mi alarma me despierta, y agradezco que al momento que tocaron mi puerta lo hubiese guardado en mi túnica de dormir.Creo que la mejor forma de asumir mi situación actual era, ignorándola un poco, después de haber tenido que pedir ropa, bragas y cosas para mí.—Buenos días, señor Elgoft. —Exclamo mientras entro a su habitación y él se encontraba visitándose.
—No sabes lo que siento por ti, Usha, lo que me haces sentir en todos los sentidos —Me sonrojo—. Te deseo como no tienes ni idea, desde que llegue te imagino allí —Señala su escritorio con su barbilla—, postrada sobre mi escritorio, con tus bragas en tu boca para que el bufete no escuchase tus gemidos que son solo míos.Lo miro atónita.—No quiero ser tu jefe simplemente, o aquel chico que hizo parte de tu infancia, quiero que estemos juntos, que me conozcas y yo haga lo mismo contigo, no puedo actuar con indiferencia, me podría volver loco.—No lo entiendo…, ¿por qué ahora?—Por qué nunca es tarde para decirte lo mucho que me encantas.Frunzo los labios sin saber qué decir, tal pareciera que por un momento olvide como era que formaba las palabras en mi boca, todo estaba siendo algo extraño.—Todavía no puedo darte una respuesta, lo siento…—Está bien —Alan alza sus manos en señal de rendición—. Pero al menos podrías decirme si tengo una oportunidad.—No lo sé, de hecho, estoy sorprend
Sigo la lista que había hecho en mi celular sobre lo que iba a llevar, la repaso una y otra vez como si se tratase de un examen, el tema del peso de la maleta siempre era un tema que odiaba.—Espero que esto no supere los 23 kg de la maleta —digo para mí misma, hasta que me siento satisfecha con el resultado.Minutos después finalmente estamos de camino al aeropuerto junto a Alan.—El itinerario para este viaje, señor Elgoft es: Asistir a la reunión, asistir a la gala de bienvenida de la empresa que convoco la reunión, sus padres, lo convocan a la casa de sus abuelos, piden por favor que saque tiempo para ellos.—Sí, está bien, organiza eso en mi agenda, si no choca con algo importante.—Si señor.Organizo su horario en la tableta de la empresa, continúo haciendo algunos arreglos para la semana en la que regresábamos a la empresa y las cosas que podíamos trabajar a distancia. La llegada al aeropuerto me deja con la boca abierta, era la primera vez que no entraba por la típica entrada d
Tengo que admitir que lo mejor del lugar sin duda es el Gin-tonic, sé que después del plato que sirvieron al regresar al hotel me tocaría pedir una hamburguesa para poder llenarme completamente.—¿Cómo te sientes? —pregunta Alan limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta de tela.—Muy bien, señor. La señorita Meier es muy bonita —Le doy un largo sorbo a mi bebida.—Sí, pero no como tú, ese vestido me encanta, te sienta muy bien.—Gracias, señor.—¡Alan! Cuanto tiempo sin verte —Un hombre alto, algo canoso. Tiene un semblante maduro, con rasgos bien definidos y una barba perfectamente recortada que añade un toque de distinción a su rostro. Su cabello, corto y peinado hacia un lado, es de color gris plateado, lo que le da un aire de experiencia y sabiduría.Lleva puesto un traje de color azul marino que se ajusta perfectamente a su figura, destacando por su corte impecable. La chaqueta del traje tiene un bolsillo en el pecho con un pañuelo blanco cuidadosamente doblado, a
Me limito a suspirar, me dirijo a mi maleta, escojo una blusa, jean y ropa interior para dirigirme al baño, necesitaba relajarme bajo el agua caliente. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración, en intentar que mi cuerpo dejase de sentir esa sensación de entumecimiento, dejando ir mi ansiedad y mi estrés.Cuando salgo del baño ya vestida, Alan sigue allí, la mesa está servida por lo que supongo fueron los del hotel, me obligo a sentarme y comer de la ensalada de salmón, tostadas con mermelada y café que había pedido Alan.—Hoy es nuestro día de descanso, intenta descansar y salir del hotel, despeja tu mente, mañana tenemos que ir a casa de mis abuelos, ¿recuerdas?—Claro —Alzo las cejas—. Soy tu secretaria, ¿recuerdas? Gracias a mí tu vida tiene un orden, Mr. Desordenado.—¡Oye! Ya no soy el mismo de antes.—No me parece, a decir verdad.—Pero en algo tienes razón, gracias a ti mi vida tiene un orden y volvió a tener sentido.Sus palabras me sorprenden hasta logra que me sonroje
Camino a la puerta y la abro, encontrándome a Alan más guapo que nunca, me sorprende el hecho de que parezca aún más guapo de lo normal. Aunque intentaba negarlo, Alan lograba acelerar mi corazón, a pesar de todos los años en los que estuvimos alejados.—Usha, ¡guau! De verdad que te ves hermosa.—Gracias tú también, bueno, guapo —suelto una risita nerviosa—. ¿Estás seguro que debería ir a la cena? Es una reunión de tu familia.—¿De qué hablas? Tú eres prácticamente de la familia, crecimos juntos… además de eso, planeo hacerte de la familia oficialmente cuando aceptes ser mía.Me sonrojo.Ser de Alan… y él ser mío.Siento como mis mejillas arden, sentía esa extraña sensación de tirarme a los brazos de Alan, olvidarnos de la estúpida reunión y de todos nuestros problemas y ser suya de una vez por todas.—Si tú lo dices… —Me muerdo los labios intentando frenar la sonrisa que lucha por salir por mis labios, estaba fallando en eso de mostrarme indiferente ante sus palabras.—Ya lo verás… —
OBRA ORIGINAL TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS LA HISTORIA QUEDA ESTRICTAMENTE SUJETADA POR DERECHOS DE AUTORÍA BAJO EL NOMBRE DE © Laura Machado GarciaEste libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser interpretados como eventos reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, eventos actuales, locales u organizaciones es coincidencia. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.Todos los derechos reservados.Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, copiada o distribuida de ninguna manera sin permiso expreso del autor, salvo en casos d