Durante la noche su vigesimonoveno cumpleaños Estella recibe el peor regalo, devastada por ello, inmediatamente decide terminar su relación amorosa con Denzel para dejarle libre el camino y que ambos puedan encontrar la felicidad. Sin embargo, tras pasar la euforia del reencuentro con alguien de su pasado, él parece haber despertado de su ensoñación momentánea, descubriendo que cometió un terrible error que acabó arruinado los cinco años de relación con Estella. Con el paso de los días él cree que todo puede arreglarse, pero la clara negativa de ella, le hace ver que no hay marcha atrás; Estella hace que se dé cuenta que hay cosas en su pasado que no ha logrado superar. Denzel no se ha percatado que los últimos seis años de su vida ha vivido en la oscuridad, no obstante, al perder la única luz que iluminaba su existencia lo obliga a enfrentarse con emociones reprimidas que no sabía no había superado. Romper las costumbres y el condicionamiento es algo difícil, sus reacciones instintivas y automáticas solo consiguen herir a Estella y ampliar la brecha que los está separando. Cuando ya no tiene más opción y la resistencia se vuelve fútil, comprende lo duro que es volver a amar a alguien, pero para él es demasiado tarde, porque incluso si acepta lo mucho que ama a Estella, ya le ha hecho demasiado daño.
Leer másDenzel tamborileó los dedos sobre la taza de café, su mirada perdida en el vapor que ascendía en espirales desde la oscura infusión. El bullicio del café, aún temprano en la mañana, llenó el aire con murmullos y risas acompasadas, pero para él, el mundo se sentía suspendido en un limbo silencioso.—Entonces… ¿qué vas a hacer? —preguntó Thomas, rompiendo el silencio con su tono calmado. Sostuvo su taza con ambas manos, observando a Denzel con una expresión comprensiva.La pregunta se sintió como un puñal directo a su corazón. Habían pasado dos días desde la noche que compartió con Estella, dos días en los que no había podido sacarla de su mente, ni encontrar el valor para buscarla. Denzel dejó escapar un suspiro largo y pesado, bajando la vista hacia la mesa.—No lo sé &mda
El aire en el pequeño espacio del elevador se tornó denso, casi tangible, como si las emociones entre Denzel y Estella lo hubieran llenado por completo. El sonido suave de las puertas deslizándose se perdió en el zumbido en sus oídos. Estella se separó lentamente de Denzel, sus labios aún hormigueando por el contacto, su respiración acelerada. Durante un breve instante, el mundo pareció detenerse.La realidad la golpeó de pronto: estaba en el elevador de su edificio, con Denzel frente a ella, el hombre al que juró no volver a dejar entrar en su vida, y acababa de besarlo. «Oh, no…», musitó en su cabeza, tratando de poner en orden el torbellino de emociones que la estaba asfixiando. Debía parar, eso era lo correcto, terminar esa locura y darse la vuelta; aunque una parte de ella, esa que nunca dejó de amarlo, gritaba lo contrario, deseando quedarse entr
La música animada resonaba por todo el salón, mezclándose con las risas y las conversaciones de los invitados. Estella, con una copa en mano, se mantuvo al margen de la pista de baile observando a los novios moverse con sincronía entre los vítores de los presentes. Había un ambiente casi mágico en la sala, una atmósfera de felicidad compartida que era difícil de ignorar.Sin embargo, Estella no pudo evitar que sus pensamientos volvieran al hombre que había estado evitando mirar directamente toda la noche, Denzel. Incluso después de tanto tiempo, su presencia seguía teniendo el poder de desestabilizarla. Cada vez que lo veía reír, con una de esas sonrisas que parecían iluminar el lugar, sentía un pinchazo en el corazón.Cerró los ojos por un momento, intentando calmar la tormenta que se desataba en su interior. Los recuerdos de sus últimas
Después de enfrentarse a sí mismo y a su arrepentimiento, con un suspiro, Denzel siguió a Alice y las demás hasta el borde de la pista de baile, donde los bailarines se movían con gracia bajo la mirada atenta de todos los presentes. Después de la ronda de rigor, los novios volvieron a bailar juntos. El amor entre Rani y Kiet era tan evidente que casi podía tocarse, y Denzel no pudo evitar sentir una punzada de envidia. No porque deseara estar en su lugar, sino porque recordó un tiempo en el que soñó con algo similar junto a Estella; incluso si solo pensó de manera mecánica, durante los primeros años de su relación, Denzel siempre pensó que Estella era la indicada. Ahora, no obstante, no podía permitirse fantasear. Había perdido esa oportunidad, y lo sabía.De fondo, las risas y murmullos de los invitados se mezclaban con la música, creando una a
El salón de recepción del hotel era un cuadro perfecto de elegancia y alegría. Las luces cálidas iluminaban el espacio con un brillo dorado, reflejándose en las copas de champán que los invitados sostenían mientras conversaban animadamente. El murmullo de risas y música llenaba el aire, creando una atmósfera de celebración que se sentía en cada rincón.Denzel se movía por el lugar con una copa en mano, participando brevemente en conversaciones antes de dejar que su mirada se desviara, casi sin querer, hacia una figura en el otro extremo del salón. Estella estaba de pie junto a Mona y Alice, riendo con naturalidad, su vestido verde esmeralda destacando entre los colores apagados de los demás. La luz suave caía sobre su cabello, y por un momento, Denzel sintió que todo lo demás se desvaneció. Su corazón latió con fuerza, acompasado por la risa ligera de Estella, que llegó a él como un eco lejano pero reconfortante.«Cómo es posible que después de todo este tiempo siga viéndola así», pen
El brillo del sol se reflejaba en las copas de champán que Alice y Denzel sostenían mientras miraban desde el balcón a los invitados que llegaban a la capilla. Había pasado más de dos años desde la noche del accidente de Estella, y la vida había seguido su curso. Aunque las cicatrices emocionales de aquel evento seguían presentes, también habían sanado lo suficiente como para que Denzel y Alice recuperaran su antigua dinámica de hermanos cálidos y sarcásticos.—Mira a Mona —dijo Alice, señalando con un gesto de la cabeza hacia una figura que descendía por las escaleras de la capilla con un vestido largo color esmeralda—. Parece salida de una revista de modas.Denzel sonrió ligeramente, dando un sorbo a su bebida.—Rani tiene buen ojo para las damas de honor. Eso explica por qué somos los padrinos, para equilibrar.
El aire otoñal envolvía El Jardín, el rincón favorito del club de Thomas y Kiet. La noche estaba iluminada por luces cálidas que colgaban de las ramas desnudas de los árboles, y un suave murmullo de conversaciones y risas llenaba el ambiente. Denzel sostenía una cerveza helada entre las manos, girándola lentamente mientras sus pensamientos divagaban en un lugar lejano.Habían pasado casi dieciocho meses desde que Estella se fue a Francia, y aunque el tiempo había suavizado las heridas, no las había cerrado del todo. Había aprendido a seguir adelante, pero no había un día en el que no pensara en ella, en cómo estaría y si alguna vez lo habría perdonado realmente. Sin embargo, esa noche, la compañía de Thomas y Kiet le ofrecía un respiro. Los tres se habían convertido en una especie de equipo inusual, unidos por sus propias luchas y
Denzel ajustó el cuello de su abrigo mientras salía de su auto, el aire otoñal de noviembre envolviéndolo con una brisa fría que cargaba las hojas secas del pavimento. Habían pasado cinco meses desde aquel día de su cumpleaños, cinco meses desde que vio el mensaje de Estella.En ese tiempo, había asistido a terapia de manera constante con el doctor Hayes, un compromiso que, aunque arduo, había comenzado a darle una sensación de estabilidad.Sin embargo, aquella mañana se sentía particularmente decaído. Estas fechas le recordaban el caos del año anterior, cuando su relación con Estella había llegado al borde del abismo. Los recuerdos lo golpeaban con una fuerza que intentaba mitigar con ejercicios de respiración que el doctor le había enseñado. Aún así, la melancolía se filtraba en sus pensamientos como un invit
El sol de la mañana se filtraba perezosamente por las rendijas de las persianas, llenando la sala con una luz tibia que apenas lograba suavizar el ambiente cargado. Denzel estaba sentado en el sofá, con la laptop frente a él. La pantalla brillaba intensamente, mostrándole la lista interminable de mensajes que había recibido en su cumpleaños. Su mirada estaba fija en un archivo en particular, destacado entre los demás.El mensaje de Estella.Habían pasado dos días desde que Alice lo visitó y lo sacó, aunque fuera momentáneamente, del agujero negro en el que estaba sumido. Durante ese tiempo, había buscado entre los cientos de felicitaciones y videos que había ignorado el día de su cumpleaños, revisando uno tras otro con una mezcla de ansiedad y aprehensión. Finalmente, lo había encontrado: un archivo con el nombre de Estella en el asunto.