Ella no recuerda nada de su vida, todo lo que sabe es que es la prometida de un magnate italiano que la trata como si fuera una reina, sin embargo, no se siente en casa. Deberá contraer matrimonio con un hombre del que poco sabe para mantenerse a salvo.
Leer másCiro hablaba en serio cuando le dijo a Brahim que cuidaría de Bethany siempre que él no pudiera estar con ella. Por eso a primeras horas de la mañana, el menor de los Tonali se encontraba en casa de su hermano. -¿Qué se supone que haga? -Preguntó con notorio descontento Brahim viendo a Ciro que terminaba de afeitarse. -Vigilar que no se meta en problemas, es todo. -Dijo con simplicidad. -Estamos hablando de una mujer hecha y derecha, no de una niña. -Debatió Brahim a quien la idea de cuidar de su cuñada le parecía cuando menos estúpida. -Es una mujer muy curiosa y tiene razones para serlo. -Dijo Ciro removiendo la espuma de afeitar de su rostro. -No te preocupes no tendrás que hacer mucho. Seguramente se quedará en la habitación la mayor parte del tiempo. -¿Y qué harás tú todo este tiempo? -Ciro lo miró con seriedad. -Voslov está en la cuidad y quiere hablar conmigo. -Increíble. Te amenazara con descubrir a Bethany a cambio de más terreno Italiano. Y tú, que eres muy ton
Bethany estaba sentada sobre la cama con la espalda recargada en el cabezal de madera y sus piernas estiradas. Todo lo que se oía en la habitación era su aquietada respiración y el viento que de vez en cuando hacía bailotear las cortinas del balcón. No hacía mucho más durante el resto del día. Solo salía de la habitación cuando tenía la entera seguridad de que Ciro no estaría, y que además tardaría en llegar. Encararlo se hacía cada vez más difícil. Escuchó que llamaban a la puerta y se levantó suponiendo que se trataba de Silvia quien amablemente le llevaba la cena. Era así como habían funcionado los últimos días. Abrió la puerta y se encontró con Ciro. Quiso cerrar de inmediato, pero el italiano se interpuso. -Te invito a cenar. -Dijo Ciro. -Contigo no iría ni a la vuelta de la esquina. -Se rehusó con hostilidad. -Lo sé, por eso organicé una pequeña velada aquí. Solo tienes que bajar al comedor. -Ciro tú... -Insisto. -Vociferó anticipándose a sus pretextos. Bethany exhaló con h
A primeras horas del día, Michael se dirigía al este de la cuidad, hacia la empresa “Bienes raíces, Carter” Iba angustiado como no podía ser de otra forma teniendo en mente que no sabía absolutamente nada de Bethany desde hacía ya varios días. Una mujer que había adoptado como pasa tiempo sentarse en alguna banca de la plaza principal, de pronto dejó de ir. Y siendo consciente del linaje al que pertenecían su esposo y su cuñado, sus preocupaciones estaban más que justificadas. Bethany era una amenaza para los hermanos, por lo que su vida estaba condicionada. Aunque era una auténtica desconocida, Michael no podía dejar de preocuparse por ella. Vivía engañada.Llegó a la empresa y se encomendó a sus dioses para que todo saliera bien, no solo para Bethany sino para él también. Desde el primer momento en el que pis&
Ciro y Brahim yacían en la parte trasera de uno de sus camiones de carga. Se regodeaban en la cuantiosa cantidad de dinero que sus empleados les habían traído de los Estados Unidos, producto de las ventas de estupefacientes y otro poco del contrabando de armas ilícitas. No era la suma más grande que hubieran hecho en su vida, seguramente les superaba, y por mucho, lo que hacían a diario en Rusia o México, no obstante, lo que los tenía desbordantes de la felicidad era haber desafiado a las autoridades supremas de Norteamérica y resultar inmunes. A solo meses de que el FBI les respirara en la nunca, ellos emprendieron un maratón que los salvó de las jaulas. Este botín se contaba por el orgullo.-Y me habías dicho que era una locura. -Le recriminó Ciro a su hermano en lo que se bajaban del camión.-Y lo sostengo. -Dijo seguro Brahim sacudiéndose sus manos.-Que poca fe me tienes hermano. -Añadió Ciro con una sonrisa que abarcaba de extremo a extremo en su reluciente rostro.Para Brahim, E
Bethany arrojaba ropa y otras pertenencias a una valija de mano. Se iría ese mismo día a cualquier parte del mundo, lejos de los atractivos y peligrosos hermanos Tonali.Y lejos del cuento de hadas que se inventaron solo para ella. Ni siquiera sus padres eran reales lo que la hacía preguntarse qué tan profundo llegaba ese mar de mentiras.Con una valija mal empaquetada y un temor que abrazaba su alma se acercó a la mesita auxiliar pretendiendo buscar su pasaporte, pero no estaba. Buscó en el segundo cajón sacándolo por completo y vaciándolo en el suelo, tampoco lo encontró. Escudriñó cada rincón de la habitación, tumbándolo todo y desordenando todo. Se detuvo un instante en el caos que ella misma había hecho. Su pasaporte debía estar allí.-Ciro. -Exclamó a la inmensidad del aire. Teniendo una acertada respuesta de qué pasó con su documento.Sin perder tiempo partió en su camioneta hacia las oficinas del bufete, en el centro de la ciudad, donde Ciro le había dicho que pasaría la mañana
Era una acostumbraba mañana agitada para James quién alistaba su portafolio mientras preparaba el desayuno para llevar a Lauren a la preparatoria antes de marchar a su trabajo. Sorbió de su taza de café leyendo los apuntes que había hecho la tarde anterior. Cuando hacía algo, se aseguraba de que fuera lo mejor.-En otras noticias: las autoridades anunciaron la incrementación de muertes ocasionadas por mentafetamina. -Entonces James volteó a ver la pantalla del televisor. El reportaje describía como una pandemia la consumición de dicho estupefaciente que se repartía por las calles estadounidenses, como caramelos en una fiesta infantil.-¿Nos vamos papá? -Preguntó Lauren recogiendo sus cosas del sofá. James tardó unos minutos en darle su atención, la reveladora noticia lo tenía abstraído.-Claro, cariño. -Dijo al fin. Dejó su taza aún con café reposando sobre una encimera y salió siguiendo a su hija.James iba en silencio, metido de lleno en sus pensamientos, algo poco habitual en él, m
Bethany había quedado a verse con el doctor Lamberti quien la citó en un recóndito lugar de Florencia, a altas horas de la noche. La aturdida mujer necesitaba más y mejores explicaciones de su accidente y los correos se hacían ineficaces para saciar su curiosidad.-Ese día usted fue llevada al hospital por los paramédicos que acudieron al lugar del accidente. Sus signos vitales eran débiles, literalmente estuvo a un suspiro de la muerte. Pero el choque en el auto no le causó más que fisuras y heridas superficiales. Su verdadero problema estaba en su cabeza, una bala que se encajó en la parte inferior de la nuca. -Bethany inconscientemente se llevó una mano a esa zona sintió las puntadas. -Fue un milagro que la operación haya salido también como resultó. Como se estipula en el reglamento: cualquier herida de bala debe ser reportada a las autoridades. Pero antes de que pudiera dar aviso, su esposo llegó a mí amenazándome con herir a mi familia si lo reportaba. Me sugirió que lo más conv
La casa se le estaba quedando grande a Ciro. La indiferencia de su amada era algo que se hacía sentir enormente, pues ella en lo habitual solía ser alegre, platicadora y entusiasta de los pequeños detalles de la vida. Pasó de ser la luz de su vida a ser una ausencia marchita en su interior. Era como si la hubiera perdido. Le mortificaba esa idea más aún cuando recién la recuperaba de los fríos brazos de la muerte. Nadie sabía cuánto le hubiese dolido haberla perdido, ni siquiera él podía hacerse una idea certera de ese sufrimiento.Quería recuperar a su Bethany, sentirla por fin como su esposa y no como una desconocida que vivía en su misma casa. Si lo pensaba bien llegaba a conversar más con sus empleados del servicio doméstico que con su recién esposa. No podía seguir así.Tocó dudoso a la puerta de la habitación teniendo pocas esperanzas de que fuese a atenderlo. Para su sorpresa, la puerta se abrió dejándola ver.-Quiero invitarte a salir. -Dijo con la timidez propia de un adolesc
Luego de aquel indeseable hallazgo que Bethany encontró en la oficina de Ciro, el italiano decidió cerrar sus puertas negándole el acceso. Para Bethany fue casi una invitación. Le aclaró que allí dentro todavía quedaban secretos que descubrir. Y ella tenía mucho por averiguar.Como Ciro no se hallaba en casa, la dama de fuego aprovechó para ingresar a la habitación prohibida. Encontró la llave en el primer cajón de la mesita auxiliar en la habitación en la que ahora él dormía.Su piel se erizó en cuanto entró a la oficina silenciosa y organizada. Anduvo despacio como si estuviera en un templo sagrado. Abrió cajones y archiveros buscando cualquier otra pieza significativa que la ayudara a armar el puzzle.-¿Qué se te ha perdido? -Escuchó Bethany una voz que la hizo sobresaltarse y dejar caer una carpeta repleta de papeles. Se dio media vuelta encontrándose con Brahim de pie en el umbral de la entrada. Mejor que Ciro.-No te incumbe. -Le dijo toscamente mientras se agachaba a recoger el