Romeo Scavo es un millonario viudo que se ha quedado solo con su hija de cinco años, su corazón se ha vuelto frío y receloso, no se ha vuelto a enamorar, y no quiere hacerlo, su vida se ve alterada cuando conoce a Caroline, una hermosa y humilde muchacha que lucha por mantener a dos hermanos huérfanos, por lástima, la contrata en su casa como empleada de servicio, pero poco a poco es evidente que la atracción entre los dos crece. Para evitarle complicaciones a sus sentimientos y a los de ella, le propone dejar de ser su empleada como servicio, para pasar a ser su novia bajo contrato. ¿Podrá Caroline doblegar el corazón del millonario que está cerrado al amor romántico? —¿Novios? —Sé que no nos conocemos bien y que hasta ahora solo hemos tenido una relación de jefe y empleada, pero hay una atracción evidente entre los dos, nos gustamos y no quiero andar escondiendo nada de nadie, menos en casa. —¿Me estás pidiendo ser tu novia ya? Apretó los labios, parecía inseguro de contarme todo, no me esperaba lo que saldría de su boca. —Sería bajo un contrato, la relación sería real, pero no quiero confusiones, ni malos entendidos, eres muy joven, de origen muy humilde, necesito junto a mí a cierto prospecto, y no lo eres, pero es contigo con quién quiero intentarlo, mi hija te adora. Sentí un peso en el pecho, y ganas de llorar, curvé mis labios hacia abajo, no era nada romántico lo que me decía. —Nunca he tenido novio, no sé qué esperas, ¿cómo quieres que actué?, no entiendo nada.
Leer másNo hablé más con Romeo, sobre los comentarios de Ximena o los suyos, estaba dolida, no podía disimularlo, vi en sus ojos un atisbo de duda y eso me dolió, también me preguntaba por qué Ximena hacía esos comentarios, era algo que iba a averiguar.Salió del baño ya vestido, no me volteó a ver, yo tampoco insistí en buscar su mirada, me sentía tan fuera de lugar, no estando bien con él, después de todo, él era el dueño de la casa y yo ni sabía qué hacía allí, en esos momentos me asaltaba la duda y me sentía muy pequeña.Romeo no quiso tomar le desayuno en casa y salió muy temprano a la calle, esperaba terminar el desayuno para hablar con Ximena e incluso con Lucy.Valentina me pidió que le alcanzara la jarra de jugo de naranja, se la pasé.—Gracias, Caroline. —De nada.—Hoy tengo el día libre, puedo ayudarte con las dudas que tengas de la universidad.Asentí sonriente.—Gracias, Valentina, aún sigo leyendo, sobre todo, no tengo dudas aún, sigo leyendo.—Ya sabes, cualquier cosa, puedes
Me quedé sorprendido por las palabras de mi hija.—¿De qué hablas, Ximena? ¿Estás segura de que Valentina no te ha dicho algo al respecto?Me miró con sus grandes ojos azules y sonrió, negó con la cabecita y bajó la mirada.—No, papi, yo sola los vi, fui al comedor y ella le agarraba la mano, así —dijo y puso su pequeña mano sobre la mía y la apretó.Asintió mirándome muy seria, pasé saliva.—Quizás viste mal, pequeña, o no es nada, es un gesto de cariño normal.Alzó los hombros y apretó los labios.—No sé.—¿A acaso no te agrada Caroline?Asintió con energía.—Me cae bien, la quiero, es buena conmigo, pero yo la vi.—Entiendo.—¿No nos vas a separar verdad?, porque Lucy es mi hermana, es mi hermanita y nos queremos mucho, me voy a poner muy triste si la separas de mí.—No tengo intenciones de hacer eso, Ximena. No te preocupes, Lucy y tú pueden ser amigas para toda la vida.Sonrió abrazó su almohada.—Gracias, papi.Besé su frente y la dejé para que descansara.Regresé a la habitació
Tenía un dolor de cabeza intenso y estaba muy agotado por toda la experiencia atendiendo aquel asunto que no se resolvería pronto, pero ver a mi hija, a Caroline y a los niños hizo mejorar mi humor de inmediato.Estaba feliz y tenía miedo de que esa felicidad fuera efímera como lo fue antes, así que tenía que alejar pensamientos pesimistas.El abrazo a Caroline se sintió como una inyección de energia y vitalidad, adoré ver como sus mejillas se ponían rojas.Arturo se acercó para darme la mano. —Me voy disfruta tu familia, solo vine a darle una vuelta a Ximena.—Gracias. Después hablamos.Se despidió de los demás y salió rumbo a la oficina, yo no iría pues quería pasar tiempo en casa después de haber estado fuera.Pasamos un rato juntos y reímos de las ocurrencias de las niñas, me pusieron al día rápido con las cosas qué acontecian y que no me habían contado por llamadas.Caroline se fue a estudiar y yo aproveche de encerrarme el despacho a revisar correos y pendientes antes de recost
Dos semanas después.Cómo cada día Arturo pasó a visitar a Ximena, la situación en la planta de las empresas de Romeo fue grave y no había conseguido regresar a casa, al menos Arturo venía a ver a Ximena a petición de sus abuelos.—¿Vendrá pronto? —le pregunté al servirle una taza de café en el comedor mientras veíamos a los niños hacer sus deberes en el patio exterior.—No, hay muchas reuniones con la gobernación a las que debe asistir, fue responsabilidad de la empresa la fuga de gas y pues es una situación complicada.—Debiste estar con él —comenté pensando que estaba solo y que debía tener días difíciles.Arturo asintió y suspiró.—Yo también lo creo, pero los abuelos de Xime se han puesto muy pesados de que está sola, les expliqué que está Valentina, Ana y tú, pero se han puesto intransigentes.Bajé la cabeza, sabía la razón de su desconfianza.—Es por mí, Arturo, no están felices de que yo esté aquí, y lo entiendo, soy una extraña, ellos no me conocen, es natural que se preocupe
Me desperté al escuchar ruidos en la habitación, me senté y miré hacia los lados, la luz del baño estaba encendida, el agua caía copiosa, miré la hora, eran las cuatro de la mañana, demasiado temprano incluso para él. Aproveché de levantarme, me eché una bata encima, pues hacía frío, me abracé mientras me recargaba en el marco de la puerta del vestidor. Aún no procesada lo que mi vida había cambiado, vivía en una mansión con un hombre, a veces sí me creía una loca, qué tomó una decisión ilusionada, yo era tan inexperta, lo único que esperaba era no equivocarme. Romeo salió del baño envuelto en una toalla, me dejó un beso húmedo en el cuello al pasar, sonreí. —Buenos días, preciosa. —¿Qué haces levantado tan temprano? —¿Te levanté? —Tengo el sueño ligero y oí ruidos. —Debo ir a una de las plantas de la fábrica, Arturo me dijo que hubo una explosión en una de las granjas, está todo bajo control, pero mejor voy en persona y me aseguro de que todo esté bien. Admiré su cuerp
Vi salir a Valentina del despacho de Romeo, bajé la mirada cuando me miró directo a la cara, Ana se echó a reír.—¡Por favor!, eres la novia de Romeo Scavo, ¿te preocupas por la opinión de una empleada?—Una empleada que me odia, te lo recuerdo.—Y Romeo, te adora. Sabe quién eres, no importa lo que ella diga.—Sabes tan bien como yo que debe estarle diciendo cosas de mí, nada bueno.Palmeó mi brazo, y se echó a reír de nuevo.—Ve a estudiar, disfruta la piscina con los niños, haz compras online, sal con el chofer a comprar en los centros comerciales, vive esa vida que muchas envidian.—No estoy con Romeo por eso.—No me lo tienes que decir, ni a mí, a ni a él, ni a nadie. Ya, déjalo, disfruta.—Tan fácil decirlo.Se cruzó de brazos y aspiró aire con dramatismo.—Mira, muchacha, no me vas a amargar nada, desde que estás en la vida del señor de la casa, todo es más fácil, su humor, el de la niña, hay alegría y vida en toda la casa, déjame disfrutarlo —dijo, me dio un beso en la mejilla
Valentina no quería a Caroline, podía darme cuenta. Esperaba que no se pusiera pesada con ella, porque era muy buena maestra para mi hija y no quería tener que sustituirla. —Dime, Valentina. —Aprecio mucho a su familia, agradezco el incremento en el pago por la inclusión de los niños hermanitos de Caroline. —Es lo justo. —Sabe que he estado trabajando para su familia desde hace años ya. —Y lo aprecio y lo agradezco. —Ahora que tiene novia y Caroline está en su vida, me pregunto ¿Cuál será mi papel en esta casa? —El mismo, nada cambia, solo que ahora atenderás a los hermanos de Caroline. Nada tiene que cambiar. —¿Mi jefe es usted o ella? —Podemos ser los dos, no entiendo tu preocupación.Bajo la mirada, tome aire antes de seguir hablando. —Creo que me vigila, no le agrado y creo que no me quiere aquí. Me eché a reír. —Eso es ridículo, Caroline está feliz en la casa, con todo el personal. Ella no está pendiente de esas cosas. Suspiró y me miro con seriedad. —No quiero que
El efecto que tenía Caroline en mí, no podía describirlo, me tenía embobado, con el temperamento anulado, claro que estaba molesto por descubrir que Viridiana la atacó, sabía también que Valentina no la hacía sentir cómoda, pero era como si no pudiera agarrar corajes mientras miraba sus ojos.Me informaron que llegó Arturo y salí a recibirlo, después de saludar a los niños y a Caroline se sentó conmigo en el recibidor.—¿Qué tal estuvo el viaje?—Bien, los niños están felices, deberías ver a Ximena, ahora es como gemela con Lucy.Se echó a reír.—Son demasiado hermosas las dos, parece que se hubiesen criado juntas.Suspiré y sonreí.—Tu hermana y Caroline no eran diferente.Asintió.—Lo sé, Caroline es buena chica.—¿También crees que me apresuré con ella?—No, tenías mucho tiempo sin enamorarte, y me parece que sea lógico que sea alguien como Caroline, buena, sin malas intenciones, sin pretenciones, me calza perfecto que sea ella.—¿Verdad?—Pero ¿Quién dice que no? —preguntó extrañad
Romeo no apartaba su vista de mí, éramos una pareja, viviríamos juntos, estaríamos bajo el mismo techo como familia, aspiré aire, me llené de valor y decidí que le contaría como me sentía al respecto, recordé aquella conversación con Ana y pensé que sería lo mejor.—No pertenezco a tu misma clase social, soy menor que tú, supongo que eso salta a la vista de todos y ella me lo hizo notar, no creo que yo le agrade.—¿Qué te dijo? —preguntó, su mandíbula se tensó, su mirada se afinó sobre mí, pasé saliva.—Nada, en realidad nada, solo me dijo que...Relamí mis labios, mi corazón se aceleró, sentí vergüenza de repetir aquello.—¿Qué te dijo, Caroline?Suspiré.—Dijo que pensaba que yo era una cazafortunas, dijo cosas desagradables.—Así que fingió.Asentí con un movimiento de cabeza.Suspiró hondo, miró hacia la puerta y jugó con sus dedos sobre el escritorio, me sonrió.—No te vas a tener que preocupar por ella, a esta casa no entrará, no tendrás que verla o compartir con ella, porque no