Romeo Scavo es un millonario viudo que se ha quedado solo con su hija de cinco años, su corazón se ha vuelto frío y receloso, no se ha vuelto a enamorar, y no quiere hacerlo, su vida se ve alterada cuando conoce a Caroline, una hermosa y humilde muchacha que lucha por mantener a dos hermanos huérfanos, por lástima, la contrata en su casa como empleada de servicio, pero poco a poco es evidente que la atracción entre los dos crece. Para evitarle complicaciones a sus sentimientos y a los de ella, le propone dejar de ser su empleada como servicio, para pasar a ser su novia bajo contrato. ¿Podrá Caroline doblegar el corazón del millonario que está cerrado al amor romántico? —¿Novios? —Sé que no nos conocemos bien y que hasta ahora solo hemos tenido una relación de jefe y empleada, pero hay una atracción evidente entre los dos, nos gustamos y no quiero andar escondiendo nada de nadie, menos en casa. —¿Me estás pidiendo ser tu novia ya? Apretó los labios, parecía inseguro de contarme todo, no me esperaba lo que saldría de su boca. —Sería bajo un contrato, la relación sería real, pero no quiero confusiones, ni malos entendidos, eres muy joven, de origen muy humilde, necesito junto a mí a cierto prospecto, y no lo eres, pero es contigo con quién quiero intentarlo, mi hija te adora. Sentí un peso en el pecho, y ganas de llorar, curvé mis labios hacia abajo, no era nada romántico lo que me decía. —Nunca he tenido novio, no sé qué esperas, ¿cómo quieres que actué?, no entiendo nada.
Leer másColgué el teléfono y me dejé caer en el sofá, sintiendo cómo el peso de la situación me aplastaba. Había hablado con Arturo, y aunque su voz calmada me había reconfortado un poco, la realidad seguía siendo abrumadora. Romeo no me creía. O al menos, no del todo. Y no podía culparlo, era una historia descabellada.El teléfono volvió a sonar, y sin mirar la pantalla, supe que era Arturo. Lo había llamado apenas unos minutos antes, pero necesitaba escuchar su voz de nuevo, necesitaba asegurarme de que no estaba sola en esto.—Caroline —dijo él al otro lado de la línea, con ese tono sereno que yo estaba perdiendo —. ¿Cómo estás?—No muy bien —admití, pasándome una mano por el rostro—. Romeo no me cree, Arturo. O no del todo. Le mostramos las pruebas, le contamos todo, pero... no sé. Hay algo en su mirada que me dice que todavía duda.Arturo suspiró.—Es comprensible, Caroline. La historia es loquísima, ¿quién nos creería?, pero teníamos que decirle y con pruebas en la mano, porque ya luego
El despacho estaba en silencio, solo el tic-tac del reloj de pared rompía la quietud. Me quedé sentado frente a mi escritorio, las manos temblorosas apoyadas sobre la superficie de madera pulida. Las palabras de Caroline y Arturo resonaban en mi mente como un eco interminable. ¿Era posible que todo fuera una trampa? ¿Que Viridiana, hubiera orquestado algo tan retorcido? Y si era así, ¿hasta dónde estaba dispuesta a llegar?¿Me creía tan tonto para creerlo? ¿Ella tenía como llegar a mi círculo más íntimo?Cerré los ojos y deseché la idea.No era posible.Pero también estaba Manuel, el investigador privado en quien había confiado durante años. ¿Había sido sobornado? ¿O simplemente había fallado en su trabajo? No podía ignorar las fotos, las imágenes que me habían destrozado por dentro. Caroline y Arturo juntos en esa habitación de hotel, desnudos, en una posición que no dejaba lugar a dudas. Con un suspiro profundo, tomé mi teléfono y marqué el número de mis padres. No podía postergarlo
Me dolía la cabeza por pasar tanto tiempo encerrado en el despacho, pasaban los días y era incapaz de regresar a la habitación con ella, dormía en el sofá de mi despacho mirando esas imágenes sin parar, apenas la veía o le hablaba, estaba tan molesto y dolido, tampoco le respondía las llamadas a Arturo. Insistía en verme y yo simplemente quería desaparecer, sacar a Caroline de mi vida y quedarme con mi hija y ya. Le pedí al investigador que siguiera vigilándolos a ambos. Tocaron a la puerta. —¡Adelante! Era Caroline, paso con gesto tímido. Desvié la mirada, no podía ni verla. —Arturo ha intentado contactarte. —Si no lo atiendo es porque no puedo. No es difícil de comprender. —Yo también necesito hablar contigo. —¿Sobre qué? Suspiró. —Quisiera que Arturo estuviera aquí. Sentí una punzada de dolor en mi pecho, ¿a caso lo confesarían? ¿Serían capaz de decirme a la cara que se enamoraron y que eran amantes? —Qué venga —dije con resignación. —Está afuera. No me sorprendió, a
No sabía qué hacer, no esperaba que regresara tan pronto de su viaje, mi boca se secó, pero debía contarle lo que había pasado.Arturo me convenció para no hacerlo, me convenció de no decirle nada, pues nos veíamos muy mal, parecía una historia inventada, una justificación, nos veíamos culpables sin serlo.Fuimos al médico, me examinaron, así como a él, nos hicieron exámenes toxicológicos, pero los resultados no estarían tan pronto, al menos me quedó el alivio de saber que no me tocaron, que no se aprovecharon de mi condición vulnerable.No había dejado de temblar llorando en el baño desde que regresé a casa, ni siquiera me atrevía a contarle algo a Ana, llegué en total estado de conmoción.Además, me sentía avergonzada porque Felipe nos miraba raro, era como si creyera que Arturo y yo nos citamos en ese hotel porque eso parecía, nos acompañó al médico, pero no creyó ni un segundo nuestra historia.No pudimos ir a poner una denuncia, pues no le aseguraron a Arturo discreción con nuest
El teléfono no dejaba de sonar, pero estaba en medio de una reunión absurda en la que me hizo entrar Mason, de hecho ya había comenzado a considerar regresar, pero él lo impedía, diciendo que el asunto podía ponerse más grave sin mi presencia, y tenía que creerle, era mi abogado.—Necesito responder una llamada —dije. Salí del lugar mirando la pantalla, era Manuel.Era las once de la mañana y el aire sofocante del lugar me tenía un poco incómodo, aproveché de salir hasta la terraza del lugar y respirar un poco de aire fresco mientras conversaba con él, honestamente no esperaba nada de su parte.—En unos segundos le llegarán unas imágenes, los seguí con mi equipo desde que recibí la orden, y hoy tengo material que compartir.—¿Qué clase de material?—Su novia, Caroline y su cuñado Arturo, se vieron hoy en un hotel de la ciudad.Sentí mi corazón romperse, la sangre se me congeló, cerré los ojos y pasé saliva, me aferré al borde de la baranda.—No debió ser nada, quizás solo se juntaron
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no pude abrir los ojos de inmediato, estaba desorientada y sintiéndome mareada. Intente levantarme y recordar algo, pero mi mente solo mostraba destello de eventos de días pasados. Intenté recordar que era lo último que había hecho y solo recordaba salir de casa en la mañana con uno de los chóferes, llegué a casa de los padres de Romeo y no pude recordar nada más. Me incorporé como pude solo para notar que estaba desnuda, me sobresalté y apreté la sabana contra mi cuerpo, la angustia se apoderó de mi cuerpo y comencé a temblar, abrí bien los ojos y miré alrededor. Vi a Arturo desnudo a mi lado dormido, grité desesperada y confundida, grité tan alto que se despertó y movió, saltó de la cama, desorientado, se cayó, estaba desnudo. —¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Quién anda ahí? —Arturo, soy yo, Caroline. —¿Qué? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos? —No lo sé, desperté aquí, estoy desnuda y no recuerdo nada. —No fui yo, no te hice nada, no sabía que e
Extrañaba a Romeo, pero estaba feliz en el fondo, habíamos arreglado lo que fuera que pasaba entre los dos, su frialdad, y su distanciamiento se desaparecieron, volvió a hacerme suya y fui feliz en sus brazos de nuevo, ya Valentina no estaba en la casa, y no había visto más a esa horrible mujer Viridiana.Hablaba poco con él por teléfono, estaba muy ocupado, ya Arturo se había ocupado de la inscripción de los niños en el colegio, insistió en pagar la matrícula del año completo de mis dos hermanos, me sentía en una nube, no podía creer cómo había resultado mi vida.Tomábamos el desayuno antes de que el chófer llevara a los niños al colegio cuando sonó mi teléfono, era un número desconocido, atendí.—Sí, buenos días, ¿quién habla?—Habla el papá de Romeo.Sentí un puntazo en el estómago, pasé saliva.—Sí, dígame, ¿Cómo está?—Mi esposa y yo queremos hablar contigo, creo que no hemos sido justos y bueno, queremos arreglar las cosas.Sonreí, y suspiré pensando que eso sería lo mejor para
Desperté con su cuerpo desnudo, abrazado al mío, besé sus labios y la admiré antes de salir de la cama, no podía creer esas cosas que decía Ximena, sin duda alguna era Valentina quien le envenenaba la cabeza con esas ideas.Ella se despertó y me sonrió mirándome con ternura, acaricié sus manos.—Buenos días, preciosa.Sonrió con mayor amplitud.—Viviste a ser el mismo —susurró.Pasé saliva, me dolió un poco que se diera cuenta de la distancia que las dudas me impusieron, no dejaría que eso pasara de nuevo.—Tenía muchas cosas en la cabeza, muchos problemas.—Lo sé.Me di una ducha y me vestí para ir a mis compromisos, sabía que salir hacia el comedor sería tenso, Ana me miró a los ojos con curiosidad mientras le servia comida a los niños junto con Caroline.Me aclaré la garganta.—Niños, Valentina ya no trabajará más con nosotros.Ximena alzó la mano.—La vimos que se fue temprano, ¿por qué, papá?—Vamos a optar por otro sistema de estudios para ustedes, quizás la escuela tradicional.
Salí del baño, ya Caroline se había cambiado de ropa y estaba en la cama con la mirada perdida, aún me costaba comprender lo que me pasaba, sentía una mezcla de dolor por dudar, por no entender qué pasaba y estaba profundamente conmovido por su bella y su timidez.Me puse una ropa deportiva y salí hacia la habitación de Ximena.Eso que me contó de Valentina fue grave, sé que no reaccioné de la mejor forma, no debió tomarme por sorpresa.Abrí la puerta, Ximena estaba sentada en la cama viendo uno de sus libros de dibujos, me senté en la cama junto a ella, y besé sus cabellos, acaricié su pequeño rostro.—Hola, hija.—Hola, papi, buenas noches.—¿Quieres leer? Quieres que te lea un cuento.Se echó a reír.—No, ¿A dónde fuiste con Caroline?—A cenar a un restaurante lindo en la ciudad.—¿Una cita?—Sí, tuvimos una cita.—¿Y cómo les fue?—Muy bien, Caroline no está acostumbrada a ciertas cosas de mi mundo, pero ya se acostumbrará, poco a poco, hará amistades, conexiones, se acostumbrará a