Un hombre viudo y rico con una hija, se cruza con una huérfana que cuida a sus dos hermanos menores, él es importante e imponente, ella una chica harapienta, pero sus vidas se cruzarán irremediablemente.
Caroline.
Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más comida para ellos.
Ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.
Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que quedaba que ya estaba duro, lo calentaría un poco para cuando los chicos se levantaran: Alan, de ocho, y Lucy, de seis, eran mi vida y tenía una gran responsabilidad con ellos. Me espantaba la idea de perderlos, no podía mantenerlos, pero de cara al mundo ellos estaban bien.
Cuando el pan estuvo tibio, los fui a despertar, Alan entreabrió sus ojos y me sonrió, me abrazó y saltó de la cama, estaba emocionado, contaba los días para ir al colegio y mi estómago se empequeñecía, yo solo podía pensar quizás no podría inscribirlo, Lucy ya estaba despierta y jugaba con su única muñeca echada en el piso.
—Vamos a comer, niños.
—Caro, me quiero limpiar los dientes, pero no hay crema —dijo Alan enseñándome el maltrecho envase ya sin nada.
—Apriétalo un poco más.
—No sale nada, ¿lo boto?
Corrí y tomé el tubo de crema y lo apreté con todas mis fuerzas, salió un poco de crema que eché sobre su cepillo, él sonrió y comenzó a cepillarse.
—Ahora tú, Lucy, ven.
La niña se levantó y buscó su cepillo, le eché el último poquito que salió y aun así no boté el tubo, buscaría una tijera y lo cortaría para sacar lo último que pudiera sacar.
Tras cepillarse los dientes los llevé a la cocina y les serví el pan recalentado en unos platos y le eché un poquito de chocolate de un tubo pequeño que compré en el abasto, se emocionaron al ver el chocolate, aunque era poco.
—¿Y tú? —preguntó Lucy.
—Ya comí —mentí, ella sonrió y canturreó una canción mientras se comía su pan viejo recalentado cubierto de chocolate.
Mientras comían, llamé a mi amiga Esmeralda.
—Amiga, buenos días, ¿Cómo estás? —pregunté deseando hablar rápido, solo me quedaban unos minutos de llamada y muy poquito saldo.
—Hola, Caroline, ¿Cómo estás?
—Bien, soy yo de nuevo molestando: ¿puedes prestarme unos veinte dólares hasta mañana?
—¿Por qué me dices hasta mañana si sabes que no me los vas a pagar?, no tengo dinero ya, Caroline, no puedo prestarte más, de verdad me da cosa contigo, pero no tengo más.
—Entiendo, vale, gracias, espero que todo esté bien.
—Tienes que buscar trabajo, entiendo que tengas dos niños bajo tu cargo, pero no son responsabilidad de nadie más, nadie tiene porque darte dinero y ayudarte ¿Lo entiendes?
—Sí, no he conseguido nada, sé que me has ayudado y ya abusé mucho de ti, lo entiendo.
Suspiró.
—Hay un trabajo, no te dije por qué sé que no eres así, pero es como puedo ayudarte ahora.
—Trabajaba de limpieza en la óptica, sabes que haré lo que sea.
—Esto no es como limpiar, bueno sí, pero no. Es ser del servicio en fiestas a dónde van los ricos con gustos perversos, como entenderás no pueden estar recogiendo vasos, sirviendo tragos, trapeando lo que se ensucia, eso lo hacen unas chicas que contratan para eso, igual debes vestirte muy sensual e ir bien maquillada, por noche pagan sesenta dólares, no es más que esperar a ver si te necesitan para limpiar un vómito o recoger vidrios rotos.
—Me apunto, con sesenta resuelvo al menos la comida de los peques para mañana.
—Anota la dirección, ve y di que vas de mi parte.
—Gracias, amiga, siempre puedo contar contigo, cuando esté bien te compensaré, lo prometo.
Emocionada le pedí a los niños que se quedaran mirando la TV calladitos en el cuarto, los encerré y salí a la dirección que me dio mi amiga, no me gustaba dejarlos con nadie porque si se les iba la lengua y decían que no teníamos comida quizás me los quitaban, aseguré bien la casa y me apresuré, gasté lo último que tenía en pasaje, no era lejos, me hice la loca para no pagar porque lo necesitaría de regreso. El chico no se dio cuenta de que no me cobro y me dejó bajar sin cobrarme, respiré aliviada, pues con ese pasaje me regresaría.
Toque a la puerta del bar y me abrieron, un hombre alto me miró de arriba abajo y me dejó pasar cuando le dije que iba de parte de Esmeralda, me hizo pasar a una oficina, me asuste porque no había nadie más y el lugar era oscuro, pero no tenía opción, era la única oportunidad de empleo disponible, recé a Dios para que no me pasara nada malo.
El hombre entró a la oficina, encendió la luz, pude verlo bien, era apuesto y joven, con aspecto de mal encarado, suspiró y me miró atento por unos segundos sin hablar.
—He trabajado con Esmeralda ¿Qué específicamente te dijo que busco?
—Alguien que limpie.
Hizo una mueca con la cara.
—Sí, pero no es como limpiar este bar, ya tengo quien haga eso.
—Sí, ella me dijo que era en fiestas especiales.
—Exacto, hay clubs privados nocturnos a los que van hombres y mujeres a pasarla bien, necesito chicas que estén ahí para ocuparse de las cosas desagradables que ensucien el lugar.
—Yo puedo hacer eso.
Chasqueó la lengua y negó.
—No sé, es que las chicas que hacen eso lucen de cierta forma, ¿me entiendes? Y no te ofendas, pero no estás muy bien arreglada, no eres fea, pero estás muy pálida y delgada. No eres el tipo de chica que me interesa para esto, tengo un nivel alto, las chicas son todas muy hermosas y bien arregladas.
—Entiendo, si me maquillo bien puedo pasar por linda.
Sonrió y negó.
—Te seguirán faltando unas cuantas operaciones, ¿al menos tienes todos los dientes?
Abrí la boca para mostrarle, asintió. Gracias a Dios no había perdido ninguna pieza dental.
—Puedo hacerlo, puedo trabajar tras bastidores y cobrar menos, no será necesario que nadie me vea, puedo ser la de limpieza, de las de limpieza la que haga el trabajo más cochino que ninguna quiera hacer.
Se quedó mirándome y suspiró.
—Está bien, me agradas por alguna razón, cobrarás treinta por noche cuando salga algo, te bañas, te vistes, te maquillas, pero no sales a donde están las otras chicas, y mucho menos a donde estén los clientes, te quedas limpiando vasos, sirviendo los tragos que ellas llevarán recibiendo la mercancía que si botellas y eso, sacando las ratas ¿De acuerdo?
—Sí, gracias, muchas gracias, no sabes cuánto se lo agradezco.
—Anota aquí tus datos, te llamaré cuando se dé el primer evento de esta temporada.
Temía preguntar si era un prostíbulo, necesitaba el dinero, mi moral estaba afectada, pero necesitaba alimentar a mis hermanos, él pareció adivinar mis pensamientos.
—No es como una casa de citas, es algo más sofisticado, por eso no me sirves para lo principal, es un club de fetiches, las chicas que van practican bondage y otras cosas, también hay clientas, las chicas no cobra, es un lugar de encuentro, mi ganancia la saco de la venta de bebida, y de la membresía que pagan por estar allí.
—Entiendo, está bien.
—Arréglate el cabello, se te ve sin vida, no quiero que las chicas se lleven mala impresión.
—Lo haré.
Salí de allí contenta a casa, cuando llegué el señor dueño de la pieza, me esperaba, tocaba la puerta y ya había sacado las llaves que abrían, me tensé, pues mis hermanos estaban allí.
—Señor Marcos.
—Mi pago, mijita, los reales. Dos meses atrasada, me debes ochenta ya, y no dejo que nadie me deba tanto, pero como vives dando lástima, tengo consideración, pero te aprovechas, no podrás estar más aquí, ve buscando para donde irte.
—Ya conseguí trabajo, le voy a pagar —dije, aunque sabía que lo que ganaría no me alcanzaría para pagarle.
Asintió.
—Así llevas diciendo un rato. Que de mañana no pase, ya basta.
Pasé saliva y me apresuré a entrar a la casa, corrí al cuarto, mis hermanos estaban abrazados, acurrucados en el piso y temblando de miedo.
—Estaban tocando la puerta, no abrimos.
—Está bien, ya llegué, ya estoy en casa, todo estará bien.
Cerré los ojos y supliqué a Dios para que me ayudara, estaba a punto de colapsar, no soportaba más, mis hermanitos no merecían eso.
Romeo Scavo.Bajé del auto y entré al pretencioso edificio de mi indeseable socio, el mal gusto hacía presencia en cada esquina, tomé el ascensor y mis hombres se quedaron abajo, crucé la puerta principal y llegué hasta su oficina.—Romeo ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje de regreso?—Todo bien. —Lamento lo de tu padre, ahora somos socios, te explicaré todo sobre el negocio. A tu padre le habría encantado verte por fin trabajando en el negocio familiar.—No es lo que pretendo. Quiero vender mi parte y adiós.—No, no, así no se hacen las cosas, date una oportunidad.Lo que quería era la fama de mi nombre en el mundo de los negocios para levantar el muerto que tenían como empresa. Me senté para escucharlo, pero yo tenía una decisión tomada.—¿Es todo? Mi abogado te contactará.—Romeo, Romeo, acompáñame esta noche para una fiesta en un club muy exclusivo, tengamos conversaciones de negocios como las tienen los hombres en esta ciudad.—No salgo de fiestas, nunca.—Por negocios.—Precio ¿Cuán
Romeo Scavo.Miré de arriba abajo a la mujer.—¡Torpe! —grité.—Lo siento, no sabía que había alguien aquí, por aquí lanzo el agua sucia.Me volví a ver la pequeña terraza, la miré de nuevo.—¿Cómo eres tan torpe? Esto es una terraza, no es para lanzar esa agua, debes lanzarla por un desagüe ¿Es que vives en una alcantarilla?Abrió mucho los ojos y negó repetidas veces, noté su maquillaje barato y mal puesto, su ropa que le quedaba demasiado ajustada como si fuera ropa de niña, se veía ridícula. Me quité la chaqueta, ella se quedó paralizada viéndome.—Qué noche de m****a, no soporto al imbécil de Ricardo, la niñera es incapaz de cuidar a mi hija, voy a tener que correrla y ahora tú me lanzas esta porquería encima ¿Qué nadie puede simplemente hacer su trabajo?—Yo puedo ocuparme de eso. Déjeme compensarlo —pidió.La miré de arriba abajo, no se parecía al resto de las chicas que vi adentro del lugar, no era fea, pero era la única que se veía natural, no me gustaba pagar por sexo, pero o
El chofer del hombre me dejó frente a mi casa, estaba feliz de poder tener una oportunidad de volver a tener un trabajo de verdad, del club solo me llamaban a veces y en lugar de los treinta dólares que me ofrecieron, me pagaban solo veinte y hasta baños tenía que limpiar, no me quejaba de trabajo.Pero sentía que podía estar haciendo más dinero, con lo que gané pude pagar una parte de la renta, seguía debiendo la otra y pude comprar algo de comida para mis hermanos, los inscribí en el colegio con la promesa de pagar poco a poco la inscripción, hablé con la directora y me hizo ese favor.Mis dos chiquititos dormían, tenían un solo par de zapatos, un solo cuaderno y un lápiz, cada uno, sin bolsos, era tarde, pero debía sentarme a coser los bolsos viejos y rotos para que se llevaran allí sus cosas y no anduviesen sin nada.Mientras cosía pensé en el peligro en el que estuve, ese hombre tuvo razón, cualquier otro no me habría perdonado teniéndome ahí sola e indefensa en una habitación de
Romeo Scavo.Estuve en mi despacho desde las cinco de la mañana, era la una de la tarde y no había salido siquiera a desayunar, Ana tocó la puerta y le pedí que pasara.—Señor, ¿Va a tomar la comida con la niña?—No, aquí.—Ya hice la contratación de la chica.—¿Vino? Qué bueno.—Sí, es bastante joven, pero muy voluntariosa, rápida, sacó ya casi la mitad de lo que estaba en el búnker.—Me alegra haber acertado con la corazonada.—De hecho autoricé que Alberto busque a sus hermanitos al colegio y los traiga para acá para que se regresen con ella en la tarde, parece que son huérfanos y viven solo.—Eso me dijo, entendí que es ella quien los cuida, fue la razón por la que te pedí que la emplearas. —Ojalá no sea mañosa, no parece, caras vemos, corazones no sabemos.—Sí lo es, se va y punto.—Los niños están en el comedor de desayuno, el externo, allí no molestan a nadie, pero no tienen casi nada, tomé prestados colores y cuadernos de Ximena, espero que esté bien.—Tú mandas en esta casa,
Estaba agotada, porque obviamente no estaba acostumbrada a hacer trabajo pesado como ese, sin embargo, no podía estar más feliz. El señor Scavo se portó amable conmigo y con mis hermanitos, a lo lejos veía como los tres sonreían y brincaban alrededor del jardín. Era una nena preciosa. Sonreí satisfecha y volví al búnker, escuche unos pasos detrás de mí. Me volteé con la mano en el pecho, era la niñera, le sonreí.—Hola, ya vi que mis hermanitos están jugando con la nena.—La niña Ximena. Sí —dijo y se cruzó de brazos recostándose del marco de la entrada.—Es una niña preciosa.—Y muy educada, no creas que será costumbre que tus hermanos se junten con ella, son de mundos diferentes.Me puse seria y asentí con la cabeza. Giré todo mi cuerpo hacia ella porque entendí que no venía en buenos términos ni son de paz.—El señor Scavo me pidió permiso para que mis hermanos jugaran con ella.—Lo sé, está desesperado porque la niña no comparte con otros niños, pero pronto comprenderá la inconve
Se me había instalado ya un mal cuerpo por el encuentro con esa niñera, lo último que necesitaba eran problemas, acaricié la cara de mis hermanitos y le sonreí.—Ya en un rato vamos a casa, nos llevará el chófer.—Eso —gritó Lucy, Alan se hacía el que se aguantaba las ganas de sonreír, sería una experiencia muy divertida para ellos, y cómoda.Se acercó la señora Ana, me preocupé pensando que quizás la niñera le había dicho algo y que si se pondría de su parte, yo iba a salir perdiendo, era la nueva.—Caroline, ¿Por qué no te das un baño antes de irte? Tienes la cara sucia, es que ni comiste con nosotros.—Quería terminar.—No hay prisas, el señor hizo que tus hermanos comieran a la mesa con Ximena.Palidecí.—¿Qué?, eso no me lo contaron, he debido de salir a comer con ellos, son mi responsabilidad.Me miró con una expresión divertida.—Descuida, pero ¿Qué te pasa? Solo son niños, el señor estaba encantado de que Ximena tuviera con quien conversar durante la comida. Es una niña muy asu
Romeo Scavo.Yo mismo busqué la ropa, sonreí mientras lo hacía, desde hacía muchos años no lo hacía yo mismo, siempre tengo mucho personal a mi alrededor que se ocupa hasta de buscar la ropa que me pongo, saqué un conjunto deportivo como el que se puso la chica, y me eché a reír por su ocurrencia, su despiste es de registrar, sacudí la cabeza pensando que hacía mucho tiempo que no me reía así.Abrí la puerta del baño y los espejos estaban empañados por el agua caliente, la regadera estaba húmeda por supuesto, así como el piso, pero no hizo mayores desastres, no estaba acostumbrado a compartir mi baño con nadie, era un lugar sagrado para mí, pensé que pudo ser peor, la pude haber conseguido desnuda debajo de la regadera, pudo ser peor.Sonreí con picardía, aunque peor entre comillas, la chica me parecía linda, a pesar de su delgadez, habría sido interesante ver qué había debajo de sus ropas, o de las mías más bien, volví a reír recordando su ocurrencia.Entré al jacuzzi y cerré los ojos
Dejé a los niños en la escuela y sonreí feliz al verlos con sus bolsos, ellos estaban muy contentos, también iban con su barriga llena y eso me tenía más que satisfecha a mí, me dije que tenía que guardar mucho dinero, no podía volver a estar en una situación como esa nunca más.Tomé el autobús hasta la urbanización dónde vivía el señor Scavo, no dejaba de sonreír pensando en que tenía un trabajo, vi como algunas personas iban quejándose por tener que ir todo el camino de pie, yo pensaba en lo afortunada que era por tener a dónde ir, iba a trabajar, ganaría un sueldo y, además el chófer del señor me llevaría a casa con mis hermanos, los iría a buscar a la escuela en carro.La mejor parte fue cuando Ana me dio la comida que sobró, mis ojos no podían abrirse más de emoción. Tener comida, dinero para pagar la renta me tenían la mente libre, sentía una paz que me hacía cantar a las aves.Me bajé en la parada indicada y caminé aspirando el aire de la mañana.Llegué a la mansión del señor Sc