El despacho estaba en silencio, solo el tic-tac del reloj de pared rompía la quietud. Me quedé sentado frente a mi escritorio, las manos temblorosas apoyadas sobre la superficie de madera pulida. Las palabras de Caroline y Arturo resonaban en mi mente como un eco interminable. ¿Era posible que todo fuera una trampa? ¿Que Viridiana, hubiera orquestado algo tan retorcido? Y si era así, ¿hasta dónde estaba dispuesta a llegar?¿Me creía tan tonto para creerlo? ¿Ella tenía como llegar a mi círculo más íntimo?Cerré los ojos y deseché la idea.No era posible.Pero también estaba Manuel, el investigador privado en quien había confiado durante años. ¿Había sido sobornado? ¿O simplemente había fallado en su trabajo? No podía ignorar las fotos, las imágenes que me habían destrozado por dentro. Caroline y Arturo juntos en esa habitación de hotel, desnudos, en una posición que no dejaba lugar a dudas. Con un suspiro profundo, tomé mi teléfono y marqué el número de mis padres. No podía postergarlo
Colgué el teléfono y me dejé caer en el sofá, sintiendo cómo el peso de la situación me aplastaba. Había hablado con Arturo, y aunque su voz calmada me había reconfortado un poco, la realidad seguía siendo abrumadora. Romeo no me creía. O al menos, no del todo. Y no podía culparlo, era una historia descabellada.El teléfono volvió a sonar, y sin mirar la pantalla, supe que era Arturo. Lo había llamado apenas unos minutos antes, pero necesitaba escuchar su voz de nuevo, necesitaba asegurarme de que no estaba sola en esto.—Caroline —dijo él al otro lado de la línea, con ese tono sereno que yo estaba perdiendo —. ¿Cómo estás?—No muy bien —admití, pasándome una mano por el rostro—. Romeo no me cree, Arturo. O no del todo. Le mostramos las pruebas, le contamos todo, pero... no sé. Hay algo en su mirada que me dice que todavía duda.Arturo suspiró.—Es comprensible, Caroline. La historia es loquísima, ¿quién nos creería?, pero teníamos que decirle y con pruebas en la mano, porque ya luego
Desperté incómodo en el despacho, sabía que debía inventar una nueva excusa y moverme a alguna habitación, no podía seguir durmiendo en el despacho con la excusa de atender cosas del trabajo hasta altas horas de la noche.No soportaba ver a Caroline a la cara, al mismo tiempo la extrañaba mucho, me sentía perdido y desorientado.Había pasado un par de semanas más, no podía seguir durmiendo en el despacho e ignorando a Caroline, evitándola.No había nada que hacer, era una realidad innegable, me traicionaron o estaban a punto de hacerlo. Salí del despacho para ir a bañarme, a una hora que sabía que ella podía estar por allí, sin embargo, la encontré sentada en la cama esperándome, se levantó de prisa y se acercó a mí con ojos de angustia.—Buenos días, Romeo, ¿todo está bien?Le di la espalda y entré al baño.—Sí, me daré un baño y volveré al despacho.—¿Tomarás el desayuno allí?, Ximena te extraña en la mesa del comedor, yo también.Cerré la puerta del baño. Cerré los ojos y aspiré ai
En lo que cerré la puerta comencé a llorar, no pude evitarlo, Romeo parecía odiarme y que volviera a contratar a Valentina solo me lo comprobaba. Corrí hacia la cocina limpiándome las lágrimas, me sentí tonta, también confundida, sabía bien lo que pasaba y no me lo decía, Romeo me odiaba, ya no me quedaba alguna duda.Al llegar a la cocina me abracé a Ana y me dejé ir con un llanto desconsolado.—¿Qué pasó, mi niña? ¿Qué pasó, Caroline?—Romeo volvió a contratar a Valentina, ella volverá a esta casa, no sé qué le pasa a Romeo conmigo.Ana acarició mi rostro.—Todo va a estar bien, yo la voy a tener controlada, no te preocupes por nada, tú eres la señora de la casa.—No es como me siento.—¿Qué pasa?—No lo sé, creo que todo esto está mal, debo ver por mis hermanos, por mí misma, no puedo depender de alguien para que se ocupe de mí, estoy muy agradecida con Romeo, pero creo que esto no va a funcionar.—¿Qué dices?, no, pero, es solo Valentina, la tendremos bajo control.Negué con la c
Lloré por largos minutos, abrazada a Ana en su habitación, ella solo acariciaba mi espalda y me apretaba mi mano, no dijo una sola palabra y lo agradecí, su compañía era más que suficiente.—Viste, te lo dije, Ana. No me creyó, por eso mandó a Arturo lejos, debí suponerlo.—Debe estar tratando de calmar las aguas, no pienses cosas de más, asumir nunca ha sido bueno.—Me queda claro lo que piensa de mí, esto se acabó —respondí resignada.Se había acabado, lo sabía, tenía el corazón roto, estaba preocupada por mi futuro y el de mis hermanos, no había sido inteligente, solo una chica tonta que se enamoró y descuidó lo importante: la seguridad de sus hermanos.Debí suponer que su familia no nos dejaría en paz, yo no era nadie, él era muy importante.—Tengo que irme, Ana.—No, no digas tonterías, ¿A dónde irías?—Tengo que alquilar un lugar, debo conseguir empleo, algo debo hacer, fui muy tonta.—Ay, Caroline, mi niña, qué dolor verte así, de verdad, se supone que todo sería felicidad, creí
Lloré con amargura, encerrado en mi despacho, con el corazón roto, con las dudas atacándome, me di cuenta de que estaba dispuesto a perdonarla, que no me importaba si me había sido infiel, no la quería lejos de mí.Ella no lo aceptaba.Me quedé encerrado todo el día en el despacho, en la noche salí, visité a Ximena en su habitación, la encontré llorando.—¿Qué pasa, Ximena?—Se van a ir, Lucy me lo dijo, Caroline se portó mal y por eso se van, me lo dijo Lucy.—¿Qué?, no, no es eso, hija, no llores, son cosas de adultos, pero Caroline no ha hecho nada malo.—Lucy dice que sí, ¿mi tío Arturo se la robó?—No, esas son cosas de adultos, y no, Ximena, no opines de cosas que no sabes, hablé con Caroline, me dijo que seguirá haciendo que te juntes con Lucy.—Pero no va a vivir aquí, ni va a estudiar conmigo, se va Caroline, y ella me quiere, se va a ir, o es que no me quiere — dijo y se echó a llorar de nuevo sobre la almohada.—Hablaré con ella, conseguiré que no se vaya, te lo prometo ¿Es
Me encerré en mi despacho una vez más, esta vez con una mezcla de intuición que me golpeaba el estómago diciéndome que algo estaba mal, que ella no podría haberme hecho eso, y tampoco Arturo, me senté y miré las fotos de nuevo, ahí estaba la evidencia.Unas fotos, el reporte del investigador y las sospechas de Valentina, eso era lo que tenía.Tomé el teléfono y pedí a alguien más que hiciera un trabajo para mí, quería la confirmación de lo que ya tenía en mis manos, recordé a un investigador español con el que trabajamos en un caso de robo en una de las plantas fuera de la ciudad, no era de mi confianza, pero recordé que hizo un trabajo impecable.—Dígame, señor Scavo.—¿Me recuerda?—Por supuesto que sí, uno no trabaja con empresarios de su nivel todos los días.—Necesito un trabajo, pero requiero total discreción, y que venga a mi despacho, necesitaré hacerlo firmar algunos documentos.—Estoy a sus servicios, señor, claro que sí.—Le enviaré un avión mañana a primera hora, ¿podrá ve
Un hombre viudo y rico con una hija, se cruza con una huérfana que cuida a sus dos hermanos menores, él es importante e imponente, ella una chica harapienta, pero sus vidas se cruzarán irremediablemente.Caroline.Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más comida para ellos.Ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que queda