Romeo Scavo.Yo mismo busqué la ropa, sonreí mientras lo hacía, desde hacía muchos años no lo hacía yo mismo, siempre tengo mucho personal a mi alrededor que se ocupa hasta de buscar la ropa que me pongo, saqué un conjunto deportivo como el que se puso la chica, y me eché a reír por su ocurrencia, su despiste es de registrar, sacudí la cabeza pensando que hacía mucho tiempo que no me reía así.Abrí la puerta del baño y los espejos estaban empañados por el agua caliente, la regadera estaba húmeda por supuesto, así como el piso, pero no hizo mayores desastres, no estaba acostumbrado a compartir mi baño con nadie, era un lugar sagrado para mí, pensé que pudo ser peor, la pude haber conseguido desnuda debajo de la regadera, pudo ser peor.Sonreí con picardía, aunque peor entre comillas, la chica me parecía linda, a pesar de su delgadez, habría sido interesante ver qué había debajo de sus ropas, o de las mías más bien, volví a reír recordando su ocurrencia.Entré al jacuzzi y cerré los ojos
Dejé a los niños en la escuela y sonreí feliz al verlos con sus bolsos, ellos estaban muy contentos, también iban con su barriga llena y eso me tenía más que satisfecha a mí, me dije que tenía que guardar mucho dinero, no podía volver a estar en una situación como esa nunca más.Tomé el autobús hasta la urbanización dónde vivía el señor Scavo, no dejaba de sonreír pensando en que tenía un trabajo, vi como algunas personas iban quejándose por tener que ir todo el camino de pie, yo pensaba en lo afortunada que era por tener a dónde ir, iba a trabajar, ganaría un sueldo y, además el chófer del señor me llevaría a casa con mis hermanos, los iría a buscar a la escuela en carro.La mejor parte fue cuando Ana me dio la comida que sobró, mis ojos no podían abrirse más de emoción. Tener comida, dinero para pagar la renta me tenían la mente libre, sentía una paz que me hacía cantar a las aves.Me bajé en la parada indicada y caminé aspirando el aire de la mañana.Llegué a la mansión del señor Sc
Romeo Scavo.Sonreí recordando su rostro pálido asomado a mi puerta, sabía que era una chica buena, muy joven, además, y sí, lo más probable es que fuera virgen.Volví a negar con la cabeza, no podía pensar en esas cosas, no podía pensar en ella de esa manera, pero lo hacía, no dejaba de hacerlo.Tocaron a mi puerta de nuevo, no estaba acostumbrado a esas interrupciones, si es ella no me molesta, pensé con picardía.—¡Adelante! —grité.—No alcanzo —dijo mi hija, sonreí al oírla, nunca se atrevía a ir a mi despacho, había sido grosero con ella antes por molestarme mientras trabajaba.Me levanté y caminé con paciencia hacia la puerta, abrí, sonrió alzando su rostro.—Papá, buenos días.—Buenos días, Ximena, ¿necesitas algo?—¿Los hermanos de Caroline van a venir?—Sí, ahora regresarán de la escuela, vendrán directamente para acá.—¿Puedo mostrarle a Caroline lo que le voy a regalar a sus hermanos?—Ella debe trabajar, no deberías molestarla.—Papá, ya no tengo pesadillas, duermo bien.—
Romeo Scavo.Sonó mi teléfono y atendí mientras revisaba algunas cosas en mi despacho.—Romeo, es Arturo.—Hola, Arturo, ¿cómo están las cosas?—¿Qué estás haciendo por allá? ¿A quién hiciste molestar?—¿Cómo? ¿Por qué?—En algunas horas saldrá la declaración de una joven mujer que dice que es tu novia, o que lo fue y que la maltratabas, física y sexualmente, que no quería estar contigo y la obligabas, y que le dabas dinero en efectivo, te va a denunciar.—¿Qué? En mi vida, claro que no.—Lo sé, pero es una trampa, alguien quiere perjudicarte, en dos días sale el documento para la firma del contrato con los Warren.—¡Dios! ¿Quién es la mujer?—Una tal Alondra Villa.—No la conozco. Te lo juro que no, soy un padre viudo y solitario.—Sí, que no se te conozca novia lo hace sospechoso.—Tengo una hija pequeña —grité con exasperación.—¡Lo sé! Pero la prensa y tus enemigos usarán esto para destruirte.—Llamaré a Mason, que comience a ocuparse de todo, no voy a ser calumniado, no por mí, no
Mason llegó con su cara tensa y un montón de papeles para que yo los firmara. Cerré la puerta de mi despacho y nos sentamos frente a frente.—¿Qué has pensado? La niñera es perfecta, lo venía pensando.—No hay manera.—Es solo que pretendan serlo.—No, trabajo con ella, es quien educa a mi hija, no quiero hacerlo con ella.—¿Entonces?—Estoy solo, punto.Negó con un movimiento de cabeza y se echó a reír.—Te conozco, te gusta alguien.—No, nadie me gusta ¿Qué locuras dices? Simplemente, no quiero complicar las cosas, no soy bueno mintiendo.Tocaron a la puerta, entró Valentina como le pedí que hiciera, suspiró y saludó a Mason con cortesía como siempre. Mason se quedó mirándola demás y volvió a verme, sonrió de forma nerviosa.Rodé los ojos sin disimular.—Valentina, se van a decir cosas de mí en la prensa, por favor, para que mantengas a mi hija alejada de las noticias.—Entendido, señor, estaré atenta.—Otra cosa, no te metas con Caroline, déjala hacer su trabajo en paz.La cara de V
Las manos me temblaban sin parar, miré a mis hermanos y acaricié sus cabellos como si tratara de calmar sus nervios, eran los míos los que quería calmar.Fingir ser la novia de ese señor era demasiado, yo no había sido nunca la novia de nadie.—Listo, Caroline, nos dijeron que comiéramos en la mesa con Ximena, así que nos vamos al comedor, si quieres revisar la tarea —dijo Alan, afirmé y le sonreí.—Ve, vayan.Vi el comedor desde la cocina, el señor no estaba así como tampoco su amigo, mis hermanos se acomodaron en la mesa con Ximena y la niñera Valentina. Ana les servía comida, los tres reían contentos hablando de juguetes.Ana me sorprendió mirándolos.—Vamos a comer, nosotras, no hemos comido, y mira la hora que es.—¿Y el señor? —pregunté.—Comió en su despacho con el joven Mason. Es su abogado, deben estar trabajando en algo serio.—Entiendo —respondí desanimada.Mientras comía no podía dejar de pensar en Esmeralda, le escribí preguntándole como estaba, pero no me respondía. Le co
Un hombre y una chica me lavaron el cabello y me lo hidrataron, me lo pintaron, estaba nerviosa, nunca me había pintado el cabello, me sentía como en una película de princesa, el cambio no sería radical, solo le darían vida a mi cabello con un tono de color parecido a mi tono natural.Ana entró, metió un par de cajas y las dejó sobre la mesa, sonreía contenta.—En la caja pequeña hay maquillaje y en la grande ropa, ay, qué emoción —dijo.Sentí vergüenza, no sabía que iba a pensar de todo aquello.—Ana, es un favor que haré al señor.—No me expliques nada, ya él me contó, los ayudaré con los detalles, peinarte, vestirte y eso.No me reconocía en el espejo, mi cabello se veía con vida, el chico que me arreglaba el cabello me sonrió en el espejo admirando su trabajo.—Lista, estás lista, querida —dijo, la chica que lo acompañaba sonrió y asintió mirándome.—Gracias, muchas gracias.—Debes mantenerlo hidratado con cremas.Salieron de la habitación después de que Ana les pagó. Me sentía tan
Romeo La chica se veía asustada, Caroline se sentó junto a ella y apretó sus manos con consideración, Mason y yo intercambiamos miradas.—Así que tú eres la chica que anda diciendo mentiras sobre mí —dije firme, la vi asentir con nerviosismo.—Lo siento, me obligaron, no lo conozco, no quiero hacerle daño, Caroline dice que usted puede ayudarme.—Puedo, si tú me ayudas a mí, ¿Crees que puedas hacer que ese hombre confiese lo que ha hecho?—Si, pero me da miedo, porque no es el dueño del club, es un cliente, un hombre poderoso y sin escrúpulos.—Su nombre.—Ricardo.Suspiré hondo y miré a Mason.—Es ese mismo —confirmé.Mason se detuvo frente a ella y se agachó para quedar a su altura.—Te haremos usar micrófonos, te aseguro que tendrás seguridad, lo harás hablar, pídele instrucciones que se delate ¿Crees que puedas? Asintió con nerviosismo.Me acerqué también.—Caroline y sus hermanos son importantes para mí, Esmeralda, si me perjudicas, los perjudicas a ellos, ¿Lo comprendes? —Sí,