Creo que alguien está enamorado.
Romeo Scavo.Sonó mi teléfono y atendí mientras revisaba algunas cosas en mi despacho.—Romeo, es Arturo.—Hola, Arturo, ¿cómo están las cosas?—¿Qué estás haciendo por allá? ¿A quién hiciste molestar?—¿Cómo? ¿Por qué?—En algunas horas saldrá la declaración de una joven mujer que dice que es tu novia, o que lo fue y que la maltratabas, física y sexualmente, que no quería estar contigo y la obligabas, y que le dabas dinero en efectivo, te va a denunciar.—¿Qué? En mi vida, claro que no.—Lo sé, pero es una trampa, alguien quiere perjudicarte, en dos días sale el documento para la firma del contrato con los Warren.—¡Dios! ¿Quién es la mujer?—Una tal Alondra Villa.—No la conozco. Te lo juro que no, soy un padre viudo y solitario.—Sí, que no se te conozca novia lo hace sospechoso.—Tengo una hija pequeña —grité con exasperación.—¡Lo sé! Pero la prensa y tus enemigos usarán esto para destruirte.—Llamaré a Mason, que comience a ocuparse de todo, no voy a ser calumniado, no por mí, no
Mason llegó con su cara tensa y un montón de papeles para que yo los firmara. Cerré la puerta de mi despacho y nos sentamos frente a frente.—¿Qué has pensado? La niñera es perfecta, lo venía pensando.—No hay manera.—Es solo que pretendan serlo.—No, trabajo con ella, es quien educa a mi hija, no quiero hacerlo con ella.—¿Entonces?—Estoy solo, punto.Negó con un movimiento de cabeza y se echó a reír.—Te conozco, te gusta alguien.—No, nadie me gusta ¿Qué locuras dices? Simplemente, no quiero complicar las cosas, no soy bueno mintiendo.Tocaron a la puerta, entró Valentina como le pedí que hiciera, suspiró y saludó a Mason con cortesía como siempre. Mason se quedó mirándola demás y volvió a verme, sonrió de forma nerviosa.Rodé los ojos sin disimular.—Valentina, se van a decir cosas de mí en la prensa, por favor, para que mantengas a mi hija alejada de las noticias.—Entendido, señor, estaré atenta.—Otra cosa, no te metas con Caroline, déjala hacer su trabajo en paz.La cara de V
Las manos me temblaban sin parar, miré a mis hermanos y acaricié sus cabellos como si tratara de calmar sus nervios, eran los míos los que quería calmar.Fingir ser la novia de ese señor era demasiado, yo no había sido nunca la novia de nadie.—Listo, Caroline, nos dijeron que comiéramos en la mesa con Ximena, así que nos vamos al comedor, si quieres revisar la tarea —dijo Alan, afirmé y le sonreí.—Ve, vayan.Vi el comedor desde la cocina, el señor no estaba así como tampoco su amigo, mis hermanos se acomodaron en la mesa con Ximena y la niñera Valentina. Ana les servía comida, los tres reían contentos hablando de juguetes.Ana me sorprendió mirándolos.—Vamos a comer, nosotras, no hemos comido, y mira la hora que es.—¿Y el señor? —pregunté.—Comió en su despacho con el joven Mason. Es su abogado, deben estar trabajando en algo serio.—Entiendo —respondí desanimada.Mientras comía no podía dejar de pensar en Esmeralda, le escribí preguntándole como estaba, pero no me respondía. Le co
Un hombre y una chica me lavaron el cabello y me lo hidrataron, me lo pintaron, estaba nerviosa, nunca me había pintado el cabello, me sentía como en una película de princesa, el cambio no sería radical, solo le darían vida a mi cabello con un tono de color parecido a mi tono natural.Ana entró, metió un par de cajas y las dejó sobre la mesa, sonreía contenta.—En la caja pequeña hay maquillaje y en la grande ropa, ay, qué emoción —dijo.Sentí vergüenza, no sabía que iba a pensar de todo aquello.—Ana, es un favor que haré al señor.—No me expliques nada, ya él me contó, los ayudaré con los detalles, peinarte, vestirte y eso.No me reconocía en el espejo, mi cabello se veía con vida, el chico que me arreglaba el cabello me sonrió en el espejo admirando su trabajo.—Lista, estás lista, querida —dijo, la chica que lo acompañaba sonrió y asintió mirándome.—Gracias, muchas gracias.—Debes mantenerlo hidratado con cremas.Salieron de la habitación después de que Ana les pagó. Me sentía tan
Romeo La chica se veía asustada, Caroline se sentó junto a ella y apretó sus manos con consideración, Mason y yo intercambiamos miradas.—Así que tú eres la chica que anda diciendo mentiras sobre mí —dije firme, la vi asentir con nerviosismo.—Lo siento, me obligaron, no lo conozco, no quiero hacerle daño, Caroline dice que usted puede ayudarme.—Puedo, si tú me ayudas a mí, ¿Crees que puedas hacer que ese hombre confiese lo que ha hecho?—Si, pero me da miedo, porque no es el dueño del club, es un cliente, un hombre poderoso y sin escrúpulos.—Su nombre.—Ricardo.Suspiré hondo y miré a Mason.—Es ese mismo —confirmé.Mason se detuvo frente a ella y se agachó para quedar a su altura.—Te haremos usar micrófonos, te aseguro que tendrás seguridad, lo harás hablar, pídele instrucciones que se delate ¿Crees que puedas? Asintió con nerviosismo.Me acerqué también.—Caroline y sus hermanos son importantes para mí, Esmeralda, si me perjudicas, los perjudicas a ellos, ¿Lo comprendes? —Sí,
Me sentía ridícula, tonta y sin valor, además de haber escuchado lo que escuché, se lo dije, me limpié la cara, él no dejaba de mirarme y seguirme, subí a por las escaleras, me alcanzó.—Caroline, lo siento mucho.—No se preocupe.—Debiste oírme —dijo.Dejé de subir las escaleras, me giré y los ví a los ojos, le sonreí.—No lo tomé a mal, se lo aseguro, es solo que, ya me lo había dicho, siento que no he vivido y tiene razón, adoro a mis hermanos y los cuidaré toda la vida, pero siento que debo encontrar una manera de vivir y cuidarlos. Me descuidé mucho conmigo misma.—No seas dura contigo, haces algo maravilloso por tus hermanos, nunca había conocido a alguien como tú.Sonreí nerviosa, mordí mis labios y jugué con mis manos. Seguía intimidándome su cercanía, su presencia que imponía, sin embargo, entendía mi lugar, era solo una sirvienta, yo no debería siquiera haber estado hablando con él.—Tampoco yo había conocido a alguien como usted, es muy bueno —dije con sinceridad.Se echó a
Romeo.Desperté feliz, no recordaba la última vez que desperté así, sonreí y salté de la cama para comenzar mi día, tras bañarme y vestirme, pasé por la habitación de Ximena, aún dormía, así como los hermanos de Caroline.Para mí era difícil de explicar, sabía lo que me pasaba en el fondo: me gustaba Caroline, ya tenía la edad suficiente para intentar engañarme o mentirme, yo, un hombre viudo y padre de una niña, empresario, dueño de empresas, y cabeza de una corporación, estaba enamorado de una sirvienta huérfana que no tenía ni dónde caerse muerta.Cuando la conocía, literalmente no tenía ni qué comer, nunca había tenido novio, así que lo más probable es que fuera virgen, yo no sabía que hacer con alguien así, además trabajaba conmigo, por lo que debí considerar que jamás podría pasar algo entre los dos.Me lo admití a mí mismo y eso sería suficiente, me dije.Ya en el comedor para desayunar solo estaba Mason, quien miró a los lados y suspiró mirándome luego a los ojos con gesto acu
Al regresar de dejar a los niños en el colegio volví a mis actividades normales, sin embargo, sentía que algo había cambiado en mí, me sentía diferente, tenía como un pensamiento constante sobre mi jefe, el patrón de la casa, él.Me daba cuenta de como me miraba y los halagos que me decía me hacían sentir diferente, nunca me había sentido así. Esmeralda me llamó y conversamos sobre su situación, no quería hacer daño a nadie y estaba dispuesta a colaborar, me alegró saber que el señor Romeo, a pesar de la situación, decidiera confiar en mí.Se acercó el abogado del señor cuando estaba a punto de ir a lavarme las manos para ayudar en la cocina.—Caroline, te necesitamos, vamos a casa de tu amiga, le llevaremos los micrófonos y le explicaremos todo, se verá con la rata de Ricardo hoy en un almuerzo.—Oh, entiendo, me lavo las manos y voy.Sonrió, me miró de arriba abajo y se dio la vuelta. Odiaba como me sentía, me sentía completamente extraña y diferente. Quería volver a ser yo, des