Romeo.Desperté feliz, no recordaba la última vez que desperté así, sonreí y salté de la cama para comenzar mi día, tras bañarme y vestirme, pasé por la habitación de Ximena, aún dormía, así como los hermanos de Caroline.Para mí era difícil de explicar, sabía lo que me pasaba en el fondo: me gustaba Caroline, ya tenía la edad suficiente para intentar engañarme o mentirme, yo, un hombre viudo y padre de una niña, empresario, dueño de empresas, y cabeza de una corporación, estaba enamorado de una sirvienta huérfana que no tenía ni dónde caerse muerta.Cuando la conocía, literalmente no tenía ni qué comer, nunca había tenido novio, así que lo más probable es que fuera virgen, yo no sabía que hacer con alguien así, además trabajaba conmigo, por lo que debí considerar que jamás podría pasar algo entre los dos.Me lo admití a mí mismo y eso sería suficiente, me dije.Ya en el comedor para desayunar solo estaba Mason, quien miró a los lados y suspiró mirándome luego a los ojos con gesto acu
Al regresar de dejar a los niños en el colegio volví a mis actividades normales, sin embargo, sentía que algo había cambiado en mí, me sentía diferente, tenía como un pensamiento constante sobre mi jefe, el patrón de la casa, él.Me daba cuenta de como me miraba y los halagos que me decía me hacían sentir diferente, nunca me había sentido así. Esmeralda me llamó y conversamos sobre su situación, no quería hacer daño a nadie y estaba dispuesta a colaborar, me alegró saber que el señor Romeo, a pesar de la situación, decidiera confiar en mí.Se acercó el abogado del señor cuando estaba a punto de ir a lavarme las manos para ayudar en la cocina.—Caroline, te necesitamos, vamos a casa de tu amiga, le llevaremos los micrófonos y le explicaremos todo, se verá con la rata de Ricardo hoy en un almuerzo.—Oh, entiendo, me lavo las manos y voy.Sonrió, me miró de arriba abajo y se dio la vuelta. Odiaba como me sentía, me sentía completamente extraña y diferente. Quería volver a ser yo, des
Conversamos durante todo el camino, me hablaba de cosas que yo no conocía, se mostraba paciente y recordé aquella noche, cuando lo conocí, estaba de bastante mal humor, había aprendido a ver una cara suya diferente.Recibió una llamada de Mason.—Entendido —respondió y colgó. Me miró —, ya están ubicados, dos de mis hombres de seguridad están con ellos para evitar cualquier situación indeseable.—Gracias a Dios, ojalá todo salga bien.Le indiqué que ya debíamos bajarnos. Me eché a reír y él se quedó viéndome con gesto divertido.—¿Qué pasó?—Me da mucha vergüenza, hay que caminar como cuadra y media hasta su casa.Alzó los hombros y me sonrió.—Soy un hombre joven, Caroline, puedo caminar, estamos cerca de casa. Caminamos entre risas hasta su casa, me miraba de vez en cuando y reía sin decir nada, mis manos temblaban, le sonreía también, era como si no pudiéramos dejar de vernos, durante el camino a casa me explicó por qué eligió esa casa tan amplia y alejada.—En casa la prensa me
Desperté a los niños y comencé a prepararlos para llevarlos a la escuela, ya hacía dos meses que trabajaba para el señor Romeo y mi vida había cambiado para bien, tenía dinero para pagar el colegio, transporte, comida y médicos para mis hermanos, aproveché de ir a médico yo también, me revisé mis dientes, me hice exámenes.Las cosas en la casa de mi jefe eran más complicadas, desde la confesión que me hizo, él me evitaba, y yo, a él, se había complicado el asunto por el que viajó y se la pasaba encerrado con su asistente, que era el tío de Ximena, había comenzado a viajar mucho también.Al principio extrañé sus conversaciones e incluso sus miradas, pero poco a poco comprendí que lo mejor era que no nos viéramos o nos habláramos, yo era solo una sirvienta y él, el dueño de un imperio.—Hermana —dijo Alan —, ya estoy listo, ¿por qué no llamas al chófer?Negué con la cabeza.—Estás malacostumbrado, no es nuestro chófer y solo lo usamos cuando es necesario, cuando llueve y así.—Pero pare
Romeo.Estaba absorto en el trabajo como cada día, no podía dejar de pensar en los ojos de Caroline, en sus labios, en su sonrisa, en su candidez, estaba muy clavado con su persona, y eso no estaba bien, así que decidí evitarla, así como la buscaba para encontrármela a toda hora y en cada momento en casa, me propuse evitarla, no era difícil, normalmente no tendría por qué cruzármela.Si lo hacía antes era porque yo procuraba tenerla cerca y buscaba excusas para acercarme a ella, hasta que decidí abrir mi boca y confesar mis sucias intenciones.Arturo se quedó mirándome.—¿Pasa algo?Negué con la cabeza.—Nada.—Te ves distraído.—Es que llevo mucho tiempo en este lugar. Necesito que salgamos del asunto de la herencia.—Al menos pusiste en su lugar a Ricardo, ahora debe actuar por la línea recta.—Aun así, necesito irme de aquí lo más rápido que se pueda.—Pero todo está bien —dijo.Asentí. Era cierto, nada nos impedía manejar mi imperio desde allí, de hecho viajaba cuando era necesar
Arturo se acercó, yo no apartaba la vista del médico que se acercaba, me frotaba las manos, ansioso por oír noticias.—¿Familiares de Caroline Evans? —preguntó, me relamí los labios y me acerqué.—Soy su jefe, sus familiares son menores de edad.—Comprendo, ya está estable, logramos detener el derrame interno, se comprometió su vaso y un riñón, pero ya está fuera de peligro, tiene una costilla fracturada, así como una pierna.—¿Puedo trasladarla a una clínica privada?—En par de días podrá hacerlo, este hospital era el más cercano al sitio del accidente y requería ser atendida con urgencia.—Lo entiendo y lo agradezco, ¿puedo verla?—No, por ahora no será posible, está en observación, le informaré cuando pueda verla.Se alejó para hablar con otros familiares, mis manos temblaban, me preocupó que quedara muy mal, enseguida pensé en que le daría los mejores cuidados, la atendería lo mejor que pudiera hacerlo, inevitablemente recordé el día que perdí a mi esposa, cerré los ojos y suspiré.
Pasé por la sala dónde los niños hacían sus deberes, los tres estaban atentos a sus tareas; a Valentina no le quedó más remedio que atender a los hermanos de Caroline como a Ximena misma, yo no tenía tiempo de ayudarlos con sus obligaciones, y Ana tampoco, ya había preparado la habitación para los niños, Ximena insistió en dormir con Lucy, y se preparó una habitación para Alan, también hice preparar una para Caroline.No podía creer el cambio que había dado mi hija, era feliz, sonreía, hacía sus tareas, jugaba, nunca más me hizo escándalos llorando, se comía toda su comida, vivía animada.Ana se acercó.—¿Será que hoy sí podremos verla?—No lo sé, según el médico sí, ya han pasado dos días, podremos trasladarla a una clínica también.—Esos niños me tienen sorprendida con lo educados que son, vio como vivían y ni una mirada de recelo, son agradecidos y educados, Caroline vale oro —dijo.Estuve de acuerdo.Justo recibí la llamada del hospital, podíamos ir a verla. —Es hora, podemos ir —
En la nueva clínica me siguieron atendiendo las heridas, aún tenía la boca muy hinchada y sentía dolor, él no se apartaba de mi lado, yo sabía que tenía mucho trabajo, aun así no me abandonaba.Salió solo a buscar a los niños, los subió, al verlos mis ojos se llenaron de lágrimas.—Hermana —gritó Alan.—Hermana-mamá —gritó Lucy brincando y dando vueltas, los dos se acercaron, pero no podía abrazarlos, el señor Romeo cargó a Lucy y la sentó al borde de la cama.Con sus manitas me lanzó cientos de besos, Alan no saltaba mi mano, y Ximena también se quiso subir, así que su padre la puso del otro lado de la cama, acarició mi cabello.Estaba feliz.—Nos hemos portado bien —se apresuró a decir Lucy.—Así me contaron —respondí.—Ahora vivimos en la casa de tu trabajo y dormimos en camas grandotas, y todo es grandote.Le sonreí, aunque me dolía hacerlo.El señor Romeo solo nos observaba en silencio.Ver a los niños me hizo bien, al cabo de un rato, Ana entró por ellos, se despidieron de mí con