En la nueva clínica me siguieron atendiendo las heridas, aún tenía la boca muy hinchada y sentía dolor, él no se apartaba de mi lado, yo sabía que tenía mucho trabajo, aun así no me abandonaba.Salió solo a buscar a los niños, los subió, al verlos mis ojos se llenaron de lágrimas.—Hermana —gritó Alan.—Hermana-mamá —gritó Lucy brincando y dando vueltas, los dos se acercaron, pero no podía abrazarlos, el señor Romeo cargó a Lucy y la sentó al borde de la cama.Con sus manitas me lanzó cientos de besos, Alan no saltaba mi mano, y Ximena también se quiso subir, así que su padre la puso del otro lado de la cama, acarició mi cabello.Estaba feliz.—Nos hemos portado bien —se apresuró a decir Lucy.—Así me contaron —respondí.—Ahora vivimos en la casa de tu trabajo y dormimos en camas grandotas, y todo es grandote.Le sonreí, aunque me dolía hacerlo.El señor Romeo solo nos observaba en silencio.Ver a los niños me hizo bien, al cabo de un rato, Ana entró por ellos, se despidieron de mí con
Entre dos de los guardias de seguridad, el señor Romeo y Alberto, me llevaron en la silla de ruedas hasta la habitación que prepararon para mí, él había tenido que salir de la ciudad de urgencia, me sentía rara, los tres niños bailaban y brincaban a mi alrededor cantando y riendo felices, yo solo podía ver la cara de Valentina, la niñera.Me veía con una expresión seria, y los brazos cruzados, yo quería cerrar los ojos y desaparecer por completo, estaba feliz por la reacción de los niños, pero avergonzada por el trato que me daban como si fuera la señora de la casa o alguien importante, Ana junto con las muchachas me esperaban arriba en la habitación que ocuparía, también me decían palabras de aliento y me felicitaban por regresar a casa.—Entre todas te vamos a cuidar, Caroline.Sonreí como timidez.Cuando entré a la que sería mi habitación me quedé con los ojos muy abiertos, quise llorar, era amplia, limpia, hermosa, con sabanas blancas y decorada con muy buen gusto, estaba junto a
La primera cita, nuestra primera cita.No cabía en mí de emoción, nervios y expectación, no sabía que ponerme, qué decir o cómo peinarme, agradecí que aún estuviera un poco convaleciente, así que si me veía mal sería a causa de eso, reía de mis pensamientos tontos, me sentía ilusionada y eso era nuevo para mí.Ana me subió el desayuno, los niños quisieron comer conmigo por lo que habilitaron una mesa en la habitación que yo ocupaba, Ana nos acompañó.Movió la silla de ruedas que usaba, y Carmen la ayudó a ubicarme en la mesa, luego ella acomodó a los niños que reían y se veían felices.—Valentina no está muy contenta, el señor nunca consiente estas cosas.—Qué vergüenza.—Deja de decir eso, se lo has pedido tú y ha accedido, los niños extrañaban comer contigo.—¿Esmeralda va a venir? —pregunté preocupada, hacía días decía que me visitaría, pero no aparecía.—El mismo señor Mason se ofreció para ir a buscarla, en cualquier momento viene.—¿Cuándo llegará el señor?—Esta noche —respond
La vista de la ciudad desde las alturas me tenía hipnotizada, froté mis manos y sonreí emocionada al señor Romeo, bebí otra copa de champán y sentí como las burbujas hacían estragos en mi boca.—¿Te gusta? —preguntó.—Sí, supongo que sí —grité, él se echó a reír.Nunca habría podido tener una vista así de la ciudad.El aparato aterrizó en la azotea de un lujo restaurante de la ciudad que funcionaba junto a un enorme castillo, miré mi ropa y esperé lucir lo suficientemente bien, pensé que seríamos solo él y yo.Debió notar mi mirada preocupada.—No te preocupes, he manado a cerrar un lugar solo para nosotros, pensé que podrías tener un poco de ansiedad, sé que no estás acostumbrada a esto.—No, la verdad no.Me sentí aliviada, y caminé junto a él, me tomó de la mano y quedé a punto de desmayarme, era también la primera vez que me tomaban de la mano.Entramos al lugar que estaba iluminado, sacó una silla para mí, me senté y esperé a que él lo hiciera.Me eché a reír.—Ya estás muy bien.
Romeo Scavo.Parecía una locura, pero era la única forma en la que ninguno de los dos saldría lastimado, o eso pensaba.La cara de contrariedad de Caroline, la podía comprender por completo, esa noche, la tomé de la mano y la regresé a casa en el mismo helicóptero que partimos, pero su cara ya no era de emoción y alegría, se mantuvo seria y con una expresión de confusión en su rostro.Al llegar a casa, en la zona del helipuerto, alcé su rostro de nuevo, la miré con el deseo contenido que me empezaba a enloquecer, ella me miró con sus dulces ojos.—Te deseo, y muero por hacerte mía, sé que no tienes experiencias, sé que te dije que no te diría nada para no influir en tu decisión, pero quiero que sepas que de verdad te deseo como mujer.—Soy tan insignificante.—Basta, no digas eso. No lo eres, tienes mi mundo revolucionado, tienes mi mundo patas para arriba.Sonrió con timidez.—Nunca nadie me había dicho algo así.—Sé que cualquiera diría: claro, ella es una joven virgen, quiere tomarl
Una semana después.Ya estaba completamente bien, me había despedido de la enfermera, comenzaba poco a poco con mis actividades, me sentía muy extraña, pues el dueño de la casa me había hecho una propuesta un poco rara, al final de cuentas yo no era más que una empleada doméstica más, sin embargo, mi corazón estaba atribulado por él.Ya había tomado una decisión. —Hermana, ¿por qué tengo que cambiarme de cuarto? —preguntó Lucy molesta.Acaricié sus cabellos.—Porque Ximena es la hija del dueño de la casa, y desde que duermes con su hija, él no pasa a verla en las noches o en las mañanas, porque por más que sea, tú no eres su hija y estás durmiendo ahí, podrán hacerlo de vez en cuando, pero es mejor que cada una duerma en su habitación.—¿Será tan bonita como la de ella?—Será cómoda, como la mía o la de Alan, Lucy, por favor.Sonrió.—Bueno, está bien, es mejor que la que teníamos, ya no vamos a volver nunca más allá, ¿verdad?—Si salimos de aquí, te prometo que será para un lugar có
Me sentía extraña, pero feliz, él me contó todo lo que haríamos, me contó de los eventos a los que iríamos, parecía emocionado, yo solo me puse nerviosa, no me imaginaba caminar entre gente rica de su mano y sentirme cómoda con eso, sin embargo, estaba emocionada por estar junto a él.Acarició mis manos, no las soltaba, y así nos quedamos en silencio, nos mirábamos a los ojos y sonreíamos.—Debemos tener una segunda cita —dijo sonriendo de medio lado.—Sí, supongo que sí.—Tengo planeado algo, espero que te gusten las actividades al aire libre.—Sí, no sé, supongo que sí, no recuerdo la última vez que me divertí, o salí a hacer algo a la calle por diversión.—¿No vas ni al cine?—No, cuando era más pequeña e iba con mis padres.—Podemos arreglar eso, supongo que los niños tampoco han ido.Negué con la cabeza, sintiéndome un poco avergonzada, suspiré hondo, él sonrió.—Nunca más les va a faltar nada —aseguró, sonreí, pero al mismo tiempo sentía que esa no era su responsabilidad.—¿Desa
Me levanté para entrar a la casa y evitar oír lo que tuviera para decirme, pues no quería pelear con ella, quería evitar problemas.—Eres una perra barata.Alcé la cara, la miré de forma fija, mi cuerpo se tensó.—¿Disculpa?—Sabía que a eso venías, lo supe desde el primer día que te vi, vi como le coqueteabas al señor de la casa, a mí no me engañas, eres una mosquita muerta.—No voy a responder a insultos, Valentina, eres la que educa a los niños, no voy a discutir contigo.—¿A los niños?, no, a la hija del dueño de la casa.—Está bien, sí, solo a ella, de mis hermanos me ocupo yo, y en adelante, de verdad, no importa lo que diga Romeo, yo me ocupo de ellos, y de su tarea.—Me parece bien, acostarte con el dueño de la casa, no es trabajo suficiente, eres una puta cara, al menos ocúpate de tus huérfanos.Apreté los puños y las lágrimas comenzaron a recorrer mi cara, me dolió que se expresara así de mí, pero mucho más que hablara así de mis hermanos.—¿Cómo te atreves a hablar así de