La vista de la ciudad desde las alturas me tenía hipnotizada, froté mis manos y sonreí emocionada al señor Romeo, bebí otra copa de champán y sentí como las burbujas hacían estragos en mi boca.—¿Te gusta? —preguntó.—Sí, supongo que sí —grité, él se echó a reír.Nunca habría podido tener una vista así de la ciudad.El aparato aterrizó en la azotea de un lujo restaurante de la ciudad que funcionaba junto a un enorme castillo, miré mi ropa y esperé lucir lo suficientemente bien, pensé que seríamos solo él y yo.Debió notar mi mirada preocupada.—No te preocupes, he manado a cerrar un lugar solo para nosotros, pensé que podrías tener un poco de ansiedad, sé que no estás acostumbrada a esto.—No, la verdad no.Me sentí aliviada, y caminé junto a él, me tomó de la mano y quedé a punto de desmayarme, era también la primera vez que me tomaban de la mano.Entramos al lugar que estaba iluminado, sacó una silla para mí, me senté y esperé a que él lo hiciera.Me eché a reír.—Ya estás muy bien.
Romeo Scavo.Parecía una locura, pero era la única forma en la que ninguno de los dos saldría lastimado, o eso pensaba.La cara de contrariedad de Caroline, la podía comprender por completo, esa noche, la tomé de la mano y la regresé a casa en el mismo helicóptero que partimos, pero su cara ya no era de emoción y alegría, se mantuvo seria y con una expresión de confusión en su rostro.Al llegar a casa, en la zona del helipuerto, alcé su rostro de nuevo, la miré con el deseo contenido que me empezaba a enloquecer, ella me miró con sus dulces ojos.—Te deseo, y muero por hacerte mía, sé que no tienes experiencias, sé que te dije que no te diría nada para no influir en tu decisión, pero quiero que sepas que de verdad te deseo como mujer.—Soy tan insignificante.—Basta, no digas eso. No lo eres, tienes mi mundo revolucionado, tienes mi mundo patas para arriba.Sonrió con timidez.—Nunca nadie me había dicho algo así.—Sé que cualquiera diría: claro, ella es una joven virgen, quiere tomarl
Una semana después.Ya estaba completamente bien, me había despedido de la enfermera, comenzaba poco a poco con mis actividades, me sentía muy extraña, pues el dueño de la casa me había hecho una propuesta un poco rara, al final de cuentas yo no era más que una empleada doméstica más, sin embargo, mi corazón estaba atribulado por él.Ya había tomado una decisión. —Hermana, ¿por qué tengo que cambiarme de cuarto? —preguntó Lucy molesta.Acaricié sus cabellos.—Porque Ximena es la hija del dueño de la casa, y desde que duermes con su hija, él no pasa a verla en las noches o en las mañanas, porque por más que sea, tú no eres su hija y estás durmiendo ahí, podrán hacerlo de vez en cuando, pero es mejor que cada una duerma en su habitación.—¿Será tan bonita como la de ella?—Será cómoda, como la mía o la de Alan, Lucy, por favor.Sonrió.—Bueno, está bien, es mejor que la que teníamos, ya no vamos a volver nunca más allá, ¿verdad?—Si salimos de aquí, te prometo que será para un lugar có
Me sentía extraña, pero feliz, él me contó todo lo que haríamos, me contó de los eventos a los que iríamos, parecía emocionado, yo solo me puse nerviosa, no me imaginaba caminar entre gente rica de su mano y sentirme cómoda con eso, sin embargo, estaba emocionada por estar junto a él.Acarició mis manos, no las soltaba, y así nos quedamos en silencio, nos mirábamos a los ojos y sonreíamos.—Debemos tener una segunda cita —dijo sonriendo de medio lado.—Sí, supongo que sí.—Tengo planeado algo, espero que te gusten las actividades al aire libre.—Sí, no sé, supongo que sí, no recuerdo la última vez que me divertí, o salí a hacer algo a la calle por diversión.—¿No vas ni al cine?—No, cuando era más pequeña e iba con mis padres.—Podemos arreglar eso, supongo que los niños tampoco han ido.Negué con la cabeza, sintiéndome un poco avergonzada, suspiré hondo, él sonrió.—Nunca más les va a faltar nada —aseguró, sonreí, pero al mismo tiempo sentía que esa no era su responsabilidad.—¿Desa
Me levanté para entrar a la casa y evitar oír lo que tuviera para decirme, pues no quería pelear con ella, quería evitar problemas.—Eres una perra barata.Alcé la cara, la miré de forma fija, mi cuerpo se tensó.—¿Disculpa?—Sabía que a eso venías, lo supe desde el primer día que te vi, vi como le coqueteabas al señor de la casa, a mí no me engañas, eres una mosquita muerta.—No voy a responder a insultos, Valentina, eres la que educa a los niños, no voy a discutir contigo.—¿A los niños?, no, a la hija del dueño de la casa.—Está bien, sí, solo a ella, de mis hermanos me ocupo yo, y en adelante, de verdad, no importa lo que diga Romeo, yo me ocupo de ellos, y de su tarea.—Me parece bien, acostarte con el dueño de la casa, no es trabajo suficiente, eres una puta cara, al menos ocúpate de tus huérfanos.Apreté los puños y las lágrimas comenzaron a recorrer mi cara, me dolió que se expresara así de mí, pero mucho más que hablara así de mis hermanos.—¿Cómo te atreves a hablar así de
Vestido de seda azul, sandalias en tacón alto, pulseras de plata y accesorios para el cabello, no podía dejar de mirarlos mientras lo metía en la maleta, qué también era nueva y elegante.—Me siento como una vividora —confesé a Esmeralda qué me visitó.Ni a ella podía contarle del contrato con Romeo. Ella se echó a reír. —Eres una sugar baby, mira todo esto, mira como vives, mira como viven tus hermanos, ¿Hay más de donde sacaste a este? —¿Sugar baby?—Claro, que él es tu suggar daddy, es el que te da dinero por ya sabes qué, con quien tienes una relación así, interesante.—No, Esmeralda, no es así.—No te preocupes, no tiene nada de malo.—No, pero no es así, no me acuesto con él por dinero, eso me haría una prostituta.Me horroricé, tampoco le iba a aclarar que seguía siendo virgen, que no habíamos hecho nada. Se rio más fuerte y negó moviendo la cabeza.—Espero que no te haga daño, solo espero que no se aproveche de ti y te lastime, porque te juro que no me va a importar que sea
Me puse el vestido color plata en color seda, de tiras y con escote discreto al frente, el vestido era amplio en su falda, y ceñido hasta la cintura, dejé mi cabello suelto, me puse el perfume que me compraron como me dijeron que lo hiciera, me puse usas sandalias plateadas muy lindas, bajé por las largas escaleras, Romeo puso tiras de colores por el camino para que no perdiera el camino y no me equivocara, reí de eso recordando mi torpeza al usar su baño, y ahora dormiría en su habitación.Él vestía traje y me miró de arriba abajo cuando aparecí por las escaleras, pasé saliva, su mirada me hizo sentir emociones en mi cuerpo, unas emociones que nunca había experimentado, seguí bajando como me indicaron sin mirar los escalones, cuando estuve abajo, él se me acercó, me tomó de la mano y me repasó de nuevo con la mirada.—Estás bellísima. —Gracias.Me agarró por la cintura, acercó su rostro y besó mis labios, correspondí, mi corazón comenzó a latir, sus manos calientes recorriendo mi es
Me puse el vestido color plata en color seda, de tiras y con escote discreto al frente, el vestido era amplio en su falda, y ceñido hasta la cintura, dejé mi cabello suelto, me puse el perfume que me compraron como me dijeron que lo hiciera, me puse usas sandalias plateadas muy lindas, bajé por las largas escaleras, Romeo puso tiras de colores por el camino para que no perdiera el camino y no me equivocara, reí de eso recordando mi torpeza al usar su baño, y ahora dormiría en su habitación.Él vestía traje y me miró de arriba abajo cuando aparecí por las escaleras, pasé saliva, su mirada me hizo sentir emociones en mi cuerpo, unas emociones que nunca había experimentado, seguí bajando como me indicaron sin mirar los escalones, cuando estuve abajo, él se me acercó, me tomó de la mano y me repasó de nuevo con la mirada.—Estás bellísima. —Gracias.Me agarró por la cintura, acercó su rostro y besó mis labios, correspondí, mi corazón comenzó a latir, sus manos calientes recorriendo mi es