Me sentía extraña, pero feliz, él me contó todo lo que haríamos, me contó de los eventos a los que iríamos, parecía emocionado, yo solo me puse nerviosa, no me imaginaba caminar entre gente rica de su mano y sentirme cómoda con eso, sin embargo, estaba emocionada por estar junto a él.Acarició mis manos, no las soltaba, y así nos quedamos en silencio, nos mirábamos a los ojos y sonreíamos.—Debemos tener una segunda cita —dijo sonriendo de medio lado.—Sí, supongo que sí.—Tengo planeado algo, espero que te gusten las actividades al aire libre.—Sí, no sé, supongo que sí, no recuerdo la última vez que me divertí, o salí a hacer algo a la calle por diversión.—¿No vas ni al cine?—No, cuando era más pequeña e iba con mis padres.—Podemos arreglar eso, supongo que los niños tampoco han ido.Negué con la cabeza, sintiéndome un poco avergonzada, suspiré hondo, él sonrió.—Nunca más les va a faltar nada —aseguró, sonreí, pero al mismo tiempo sentía que esa no era su responsabilidad.—¿Desa
Me levanté para entrar a la casa y evitar oír lo que tuviera para decirme, pues no quería pelear con ella, quería evitar problemas.—Eres una perra barata.Alcé la cara, la miré de forma fija, mi cuerpo se tensó.—¿Disculpa?—Sabía que a eso venías, lo supe desde el primer día que te vi, vi como le coqueteabas al señor de la casa, a mí no me engañas, eres una mosquita muerta.—No voy a responder a insultos, Valentina, eres la que educa a los niños, no voy a discutir contigo.—¿A los niños?, no, a la hija del dueño de la casa.—Está bien, sí, solo a ella, de mis hermanos me ocupo yo, y en adelante, de verdad, no importa lo que diga Romeo, yo me ocupo de ellos, y de su tarea.—Me parece bien, acostarte con el dueño de la casa, no es trabajo suficiente, eres una puta cara, al menos ocúpate de tus huérfanos.Apreté los puños y las lágrimas comenzaron a recorrer mi cara, me dolió que se expresara así de mí, pero mucho más que hablara así de mis hermanos.—¿Cómo te atreves a hablar así de
Vestido de seda azul, sandalias en tacón alto, pulseras de plata y accesorios para el cabello, no podía dejar de mirarlos mientras lo metía en la maleta, qué también era nueva y elegante.—Me siento como una vividora —confesé a Esmeralda qué me visitó.Ni a ella podía contarle del contrato con Romeo. Ella se echó a reír. —Eres una sugar baby, mira todo esto, mira como vives, mira como viven tus hermanos, ¿Hay más de donde sacaste a este? —¿Sugar baby?—Claro, que él es tu suggar daddy, es el que te da dinero por ya sabes qué, con quien tienes una relación así, interesante.—No, Esmeralda, no es así.—No te preocupes, no tiene nada de malo.—No, pero no es así, no me acuesto con él por dinero, eso me haría una prostituta.Me horroricé, tampoco le iba a aclarar que seguía siendo virgen, que no habíamos hecho nada. Se rio más fuerte y negó moviendo la cabeza.—Espero que no te haga daño, solo espero que no se aproveche de ti y te lastime, porque te juro que no me va a importar que sea
Me puse el vestido color plata en color seda, de tiras y con escote discreto al frente, el vestido era amplio en su falda, y ceñido hasta la cintura, dejé mi cabello suelto, me puse el perfume que me compraron como me dijeron que lo hiciera, me puse usas sandalias plateadas muy lindas, bajé por las largas escaleras, Romeo puso tiras de colores por el camino para que no perdiera el camino y no me equivocara, reí de eso recordando mi torpeza al usar su baño, y ahora dormiría en su habitación.Él vestía traje y me miró de arriba abajo cuando aparecí por las escaleras, pasé saliva, su mirada me hizo sentir emociones en mi cuerpo, unas emociones que nunca había experimentado, seguí bajando como me indicaron sin mirar los escalones, cuando estuve abajo, él se me acercó, me tomó de la mano y me repasó de nuevo con la mirada.—Estás bellísima. —Gracias.Me agarró por la cintura, acercó su rostro y besó mis labios, correspondí, mi corazón comenzó a latir, sus manos calientes recorriendo mi es
Me puse el vestido color plata en color seda, de tiras y con escote discreto al frente, el vestido era amplio en su falda, y ceñido hasta la cintura, dejé mi cabello suelto, me puse el perfume que me compraron como me dijeron que lo hiciera, me puse usas sandalias plateadas muy lindas, bajé por las largas escaleras, Romeo puso tiras de colores por el camino para que no perdiera el camino y no me equivocara, reí de eso recordando mi torpeza al usar su baño, y ahora dormiría en su habitación.Él vestía traje y me miró de arriba abajo cuando aparecí por las escaleras, pasé saliva, su mirada me hizo sentir emociones en mi cuerpo, unas emociones que nunca había experimentado, seguí bajando como me indicaron sin mirar los escalones, cuando estuve abajo, él se me acercó, me tomó de la mano y me repasó de nuevo con la mirada.—Estás bellísima. —Gracias.Me agarró por la cintura, acercó su rostro y besó mis labios, correspondí, mi corazón comenzó a latir, sus manos calientes recorriendo mi es
No encendí las luces, dejé que la iluminación tenue del lugar fuera la protagonista, tampoco quería que quedáramos a oscuras, pues su cuerpo era una delicia que quería ver por completo en su esplendor, estaba muy excitada, pero estaba más interesado en su placer, en su descubrimiento del sexo que en mi propia necesidad de poseerla, lo cual igualmente iba a pasar.La detuve frente a la cama, la desvestí con cuidado, se mantuvo quieta mirándome mientras me quité la camisa blanca que llevaba, el cinturón y el pantalón de vestir, me miró de arriba abajo con una mirada llena de curiosidad y deseo, mi ego estaba por las nubes, la forma en la que hice que se retorciera de placer debajo de mi boca me tenía el ego elevado.Me quedé en ropa interior, allí estábamos frente a frente, puse mis manos sobre sus caderas, admiré sus pechos, subí el rostro para apreciar el suyo, besé sus labios, la cargué sobre mi cuerpo, lo que hizo que soltar a un grito, reímos los dos, nos besamos mientras la deposi
Desperté agotada, pero feliz, me sentía en una nube de la que no quería que me bajaran. Me preparó el desayuno y me lo llevó a la cama.—Gracias —dije dedicándole una media sonrisa entre avergonzada y feliz.—A tus órdenes.—¿Hoy es el evento?—Sí, imagino que ya tienes la ropa que usarás.—Sí, ya tengo todo preparado.Estaba emocionada y a la vez nerviosa, nunca había ido a una fiesta normal, menos a una tan elegante e importante, confiaba en Romeo, sabía que me apoyaría y todos mis miedos desaparecieron, dije que tenía que vivir la experiencia sin miedos y temores.Llamamos a los niños y conversamos con ellos, después me di una ducha mientras él atendía muchas llamadas telefónicas, me puse algo sencillo y bajé las amplias escaleras, vi que comenzaban a llegar los empleados, los saludé y me senté en el sofá sin saber muy bien que hacer, él me vio y me sonrió de medio lado, se acercó, besó mi mejilla.—¿Quieres dar un paseo?Asentí, él continuó hablando por teléfono, se alejó un poco
Pasé el resto de la tarde incómoda con los comentarios de esa mujer, y las miradas de los padres de Romeo. Conversé mucho con Ana sobre los niños, Romeo seguía trabajando al teléfono, salió un par de veces de la casa por lo que me quedé sola en esa enorme mansión, y fue cuándo me pregunté qué hacía allí, ¿Qué estaba haciendo?, no sabía la respuesta, el dinero no lo era.Sí, estábamos cómodos en cuanto al dinero, pero era la compañía de Romeo la que me gustaba, todo lo que implicaba estar con él: los lujos y la gente, me abrumaba un poco.Llegó la hora de prepararme por fin.Me puse el vestido que me indicaron, me peinaron y me maquillaron como se suponía que harían, no me sentía especial, aun cuando Romeo no dejaba de decirme que era preciosa, no me lo creía, pero cuando me vi al espejo sonreí emocionada, no parecía yo, y recordé los días atrás dónde no tenía ni como lavar la poca ropa vieja que tenía.—Estás bellísima —dijo la maquilladora, asentí, y dije que sí, por primera estaba