Me quedé admirando mi imagen en el espejo del baño por algunos minutos, no podía dejar de mirarme, me veía muy bella, la ropa era preciosa y el maquillaje me hacía lucir más mujer. Contuve las lágrimas, me animé a sentirme mejor, salí del baño, él me esperaba. —Estás preciosa, esta vez si me vas a creer. Me eché a reír y afirmé.—Con ropa bonita y maquillaje cualquiera.—Qué necia eres, estás bellísimaNegó con la cabeza. Me abrazó a él y le correspondí pegando la cabeza de su pecho. —Eres muy bueno. Miré hacia la mesa y mi cuerpo se tensó, también pensaba que no tenía necesidad de pasar por eso, Romeo me tomó de la mano y me condujo hacia un grupo de gente, sonreí con timidez.Era un grupo de hombres y un par de mujeres, se quedaron viéndome todos con expresiones de curiosidad.—Chicos, ella es mi novia: Caroline. —Encantada —dijo una de las mujeres, me sonrió y tendió su mano, la tomé, el resto me saludo igual. —¿Y qué haces, Caroline? —preguntó un hombre joven y apuesto.
Tenerla en mis brazos así se iba a convertir en mi adicción, su reacción al placer que le proporcionaba me excitaba, me hipnotizaba ver como sus pupilas se dilataban y su cuerpo temblaba de placer por primera vez ante mis caricias. Pasé mis manos por la delicada piel de sus brazos, sonrió con timidez, retiré su ropa y admiré sus pechos, su abdomen, la tome de las caderas y me incline para atrapar uno de sus pezones, el sonido de su gemido palpito en mi sexo. Sentí sus delicadas manos sobre mis hombros, continúe acariciándole allí con mi lengua hasta que retorciéndose de placer, se pegó de mi pecho, la alce sobre mí y la tendí en la cama, donde recorrí su cuerpo de pie a cabeza hasta que me hundí finalmente en ella. Respondía con pasión a mis embestidas. Verla sucumbir así ante mis idas y venidas, me tenía elevado, Caroline, me tenía enamorado. Se quedó dormida entre mis brazos, estaba feliz de tenerla así conmigo, no podía engañarme más a mí mismo, me gustaba mucho, estaba fascin
Romeo saltó de la cama y abrió su computadora, mantuvo una expresión seria, me acerqué.—¿Pasa algo?—No, todo bien.—Te ves preocupado.Tomó mi mano y la besó.—Lo de la herencia se va a resolver.Me quedé fría. Me abracé a mí misma. Eso significaba que no haría nada más en casa, que era la hora de volver. Sentí un vacío en el estómago, no tenía nada por lo que volver, pero era mi casa, y no quería dejar la vida que estaba conociendo con él.Me miró y sonrió.—¿Qué pasa? ¿Por qué has puesto esa cara?—¿Vas a regresarte acá? —¡Vamos a regresar! Y tú también, así como Alan y Lucy.Pasé saliva, me quedé mirándolo sin comprender nada.—¿Qué?Se levantó, me tomó de las manos y me miró a los ojos.—¿Cómo? Es obvio, que vendrán conmigo, son parte ahora de mi familia, y dime algo ¿No quieres dejar tu casa? ¿Qué tienen allá? Alan y Lucy estudiarán con Ximena, y apuesto lo que sea a que estarán encantados de venir con nosotros.Pasé saliva, afirmé.—Supongo, pero es nuestro hogar.Ladeó la cab
Regresamos a casa, y a pesar de los malos comentarios que quisieron hacerme sentir mal, y que en el fondo sí dañaban más mi confianza y mi autoestima, yo me sentía en una nube gracias los tratos y mimos de Romeo, nunca me había sentido bonita, deseada, con aspiraciones en la vida, más allá de conseguir algo de comer a mis hermanos, y de repente me sentía una mujer importante, que tenía que hacer planes para el futuro: elegir una carrera, aceptar retos.Romeo besó mi mano cuando bajamos del avión, la tomó entre la suya y así bajamos, un auto negro y elegante nos esperaba.El simple hecho de llegar a casa así: en avión privado, que nos esperaran autos y escoltas me hacía sentir por momentos en una película.—Bienvenido de vuelta, señor, Caroline —dijo uno de los choferes, los saludamos y nos subimos al auto, respiré aliviada, aun cuando sabía que ese alivio me duraría poco, si íbamos a regresar a su casa, las cosas cambiarían por completo, no quería que nada apañara mi buen ánimo para po
No era así de feliz de que ella estaba, desde que la madre de Ximena vivía.Ver a toda la familia reunida preparándose para regresar a casa, me tenía emocionado, era como Navidad, sonreía al pensar lo que sería Navidad en familia con ellos, sabiendo que los hermanos de Caroline no pasarían trabajo, que comerían con abundancia, que celebraríamos juntos.Esa era una clase de felicidad que no estaba dispuesto a negociar: tenía una familia de nuevo.Preparar una mudanza junto a Caroline me hacía sentir como aquellos tiempos en los que fui feliz con mi esposa. Puede ver con alegría a Ximena, y pensar en el futuro. Pensar que era posible una vida llena de cosas buenas por esperar.Desde que enviude, era algo que no me pasaba y todos lo debía agradecer a Caroline mi nuevo entusiasmo por la vida.Caroline era joven, pero por la vida que tuvo y por tener que criar a sus hermanos también era madura. Entonces podía verla organizar, junto con Ana, la mudanza con tanta soltura y confianza.Los niño
Me encontraba en la cocina, removía una taza de té con movimientos lentos, con mis pensamientos flotando en el aire, haciendo escenarios varios, tenía muchas cosas que hacer, pero me sentía intranquila.La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor, pero mi mente estaba lejos de sentirse así, estaba hecha un lío.Ana entró en la cocina con una sonrisa amable, y debió notar de inmediato mi expresión preocupada.— ¿Todo bien, Caroline? Te ves rara.Suspire.—Sí, Ana, todo bien —dije y sonreí, me sonrió de vuelta y ladeó la cabeza como si no me creyera.—¿Estás abrumada por la mudanza?—Un poco.—Te prometo que Mérida te va a encantar, es una ciudad muy moderna y movida, a mí me encanta.—Sé que a los niños les gustará.—La van a amar, pero a ti te pasa algo, ¿qué tienes?Alcé los hombros, mis ojos se humedecieron al recordar las palabras hirientes que me dijeron Valentina y Viridiana, y aquella mujer en la fiesta a la que acompañé a Romeo.—Mi
Mason entró a despacho, estaba serio, sonreía tenso, y pensé que quizás estaba a punto de darme un consejo que no quería escuchar.—¿Cómo estuvo el viaje?—Genial, me alegra saber que ya nos iremos para no regresar, traje todos los documentos.—Bien.Chasqueó la lengua.—Romeo, tenemos que hablar sobre Viridiana —comenzó sin rodeos.Me eché hacia atrás, sorprendido.—¿Viridiana? ¿Por qué insistes con eso?, ya te dije, no pasa nada. Ya todo se arregló con ella.—Lo sé, eso dijiste —respondió.—¿Entonces?—Entiendo tu posición, Romeo, pero hay algo más que debes considerar: Caroline.Me eché a reír.—¿Caroline? Arturo y tú mismo propusieron lo de la novia para los medios, y eso fue genial, si iba a estar con alguien no sería cualquiera, sería alguien que me interesara de verdad.Alzó una ceja y silbó.—Vaya, como han cambiado las cosas.Sonreí sin darle importancia.—¿Qué pasa con Caroline? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta.—Viridiana no es alguien que acepte fácilmente a los ext
Ya había llegado el día de la mudanza, Romeo había estado ocupado, y apenas hablábamos, cuando llegaba a casa ya yo estaba dormida, aunque intentaba esperarlo despierta, decía que era necesario para viajar juntos y vivir la experiencia como familia.Las niñas estaban vestidas con conjuntos deportivos, en color lila el de Lucy, en rosado pastel el de Ximena, Alan no quiso vestir a juego con las niñas y se burló de ellas, pero se veían hermosas ambas con dos colitas de caballo a cada lado y sus osos de peluche abrazados, parecían hermanas gemelas.Romeo también las veía con un rastro de diversión en su cara.Nos despedimos de la casa, suspiré nerviosa, ansiosa, apreté la mano de Romeo, estaba dejando una vida en mi ciudad para ir a vivir a otra totalmente nueva.Las niñas se despedían de la casa moviendo sus manos y riendo. Las tomé de las manos a ambas y así las hice subir a la camioneta que nos recogió, ya Alán estaba arriba, así como Valentina y Ana.De camino al aeropuerto, Ximena le