Regresamos a casa, yo me sentía en una nube, nunca me había sentido bonita, deseada, con aspiraciones en la vida, más allá de conseguir algo de comer a mis hermanos, y de repente me sentía una mujer importante, que tenía que hacer planes para el futuro: elegir una carrera, aceptar retos.Romeo besó mi mano cuando bajamos del avión, la tomó entre la suya y así bajamos, un auto negro y elegante nos esperaba.—Bienvenido de vuelta, señor, Caroline —dijo uno de los choferes, los saludamos y nos subimos al auto, respiré aliviada, aun cuando sabía que ese alivio me duraría poco, si íbamos a regresar a su casa, las cosas cambiarían por completo.Al llegar a casa, Ana y los niños nos recibieron fuera de la casa, mis ojos se humedecieron al ver a Alan y a Lucy, corrieron hacia mí, Ximena corrió hacia su padre, luego intercambiaron.—¿Qué nos trajiste? —preguntó Lucy.—¡Lucy! —la regañó Alan, todos nos echamos a reír.—Buenas noticias —dije, a la vez que sentí un frío en el estómago porque no s
No era así de feliz de que ella estaba. Ver a toda la familia reunida preparándose para regresar a casa me tenía emocionado. Preparar una mudanza junto a Caroline me hacia sentir como aquellos tiempos en los que fui feliz con mi esposa . Puede ver con alegria a Ximena, y pensar en el futuro. Pensar que era posible una vida llena de posibilidades y cosas. Desde que enviude, era algo que no me pasaba y todos lo debía agradecer a Caroline. Era joven, pero por la vida que tuvo y por tener que criar a sus hermanos también era madura. Entonces podía verla organizar junto con Ana, la mudanza con tanta soltura y confianza. En ese sentido orgulloso los niños estaban emocionados. Los tres brincaban abrazados y reían, Brincando alrededor de la casa como tres hermanitos. Alan siempre con su cara muy seria como si fuera mayor las reprendía cuando empezaban a hacer planes descabellado cómo comprar un caballo y pasear por la casa. Recibí una llamada de Masón. —Está todo listo para el regr
Me encontraba en la cocina, removiendo una taza de té con movimientos lentos y pensativos. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor, pero mi mente estaba lejos de sentirse así. Ana, la sirvienta, entró en la cocina con una sonrisa amable, notando de inmediato mi expresión preocupada.— ¿Todo bien, Caroline? Parece que tiene algo en mente.Suspire. —Oh, Ana, no sé ni por dónde empezar. No quiero acusar a nadie, pero es la hermana de Romeo, no le caigo bien, no le caí bien. Ana dejó lo que estaba haciendo y se acercó a mí, sentándose a mi lado con una mirada comprensiva.—¿Qué ha hecho esta vez?—¿Ella es así? —Lo malo que imagines, es peor, creí que no estaba en el país. —Me ha estado tratando tan mal últimamente. Cada vez que Romeo no está cerca, se asegura de hacerme sentir como si no perteneciera aquí. Ayer , por ejemplo, me dijo que nunca seré lo suficientemente buena para su hermano y que debería irme antes de que cause más pro
Me senté frente a Masón, mi abogado y amigo de confianza, en su oficina. La luz del sol se filtraba a través de las persianas, creando un ambiente cálido pero tenso. Sabía que la conversación que estábamos a punto de tener no sería fácil. Masón me miró con una mezcla de preocupación y seriedad, y supe que estaba a punto de darme un consejo que no quería escuchar.—Romeo, tenemos que hablar sobre Viridiana —comenzó Masón, su voz firme pero comprensiva—. Sé que la relación con tu hermana adoptiva siempre ha sido complicada, pero las cosas están escalando.Suspiré, sintiendo el peso de sus palabras. Viridiana y yo nunca habíamos sido cercanos. Desde que éramos niños, siempre había una tensión subyacente entre nosotros. Ella era la hija biológica de mis padres adoptivos, y aunque nunca me trataron diferente, Viridiana siempre me hizo sentir como un intruso.—Lo sé, Masón —respondí, tratando de mantener la calma—. Pero no puedo seguir evitando el conflicto. Necesito enfrentarla y resolver
Caroline miró por la ventana del coche mientras se acercaban a la majestuosa mansión de Romeo. Sus dos hermanitos, Alan y Lucy, estaban en el asiento trasero, emocionados y llenos de curiosidad. La mansión se alzaba imponente, rodeada de jardines perfectamente cuidados y una fuente que brillaba bajo el sol de la tarde.—¡Mira, Lucy! ¡Es enorme! —exclamó Alan, con los ojos abiertos de par en par.Lucy, que apenas tenía seis años, asintió con entusiasmo.—¿Vamos a vivir aquí, Caroline?Caroline sonrió y asintió.—Sí, pequeños. Esta será nuestra nueva casa.El coche se detuvo frente a la entrada principal, y un mayordomo uniformado se acercó para abrir la puerta.—Bienvenidos, señorita Caroline, jóvenes Alan y Lucy. Soy James, el mayordomo. Permítanme ayudarles con su equipaje.Caroline salió del coche y ayudó a sus hermanitos a bajar.—Gracias, James. Es un placer conocerte.Mientras James y otros empleados llevaban las maletas adentro, Romeo apareció en la puerta, acompañado de su hija
Un hombre viudo y rico con una hija, se cruza con una huérfana que cuida a sus dos hermanos menores, él es importante e imponente, ella una chica harapienta, pero sus vidas se cruzarán irremediablemente.Caroline.Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más comida para ellos.Ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que queda
Romeo Scavo.Bajé del auto y entré al pretencioso edificio de mi indeseable socio, el mal gusto hacía presencia en cada esquina, tomé el ascensor y mis hombres se quedaron abajo, crucé la puerta principal y llegué hasta su oficina.—Romeo ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje de regreso?—Todo bien. —Lamento lo de tu padre, ahora somos socios, te explicaré todo sobre el negocio. A tu padre le habría encantado verte por fin trabajando en el negocio familiar.—No es lo que pretendo. Quiero vender mi parte y adiós.—No, no, así no se hacen las cosas, date una oportunidad.Lo que quería era la fama de mi nombre en el mundo de los negocios para levantar el muerto que tenían como empresa. Me senté para escucharlo, pero yo tenía una decisión tomada.—¿Es todo? Mi abogado te contactará.—Romeo, Romeo, acompáñame esta noche para una fiesta en un club muy exclusivo, tengamos conversaciones de negocios como las tienen los hombres en esta ciudad.—No salgo de fiestas, nunca.—Por negocios.—Precio ¿Cuán
Romeo Scavo.Miré de arriba abajo a la mujer.—¡Torpe! —grité.—Lo siento, no sabía que había alguien aquí, por aquí lanzo el agua sucia.Me volví a ver la pequeña terraza, la miré de nuevo.—¿Cómo eres tan torpe? Esto es una terraza, no es para lanzar esa agua, debes lanzarla por un desagüe ¿Es que vives en una alcantarilla?Abrió mucho los ojos y negó repetidas veces, noté su maquillaje barato y mal puesto, su ropa que le quedaba demasiado ajustada como si fuera ropa de niña, se veía ridícula. Me quité la chaqueta, ella se quedó paralizada viéndome.—Qué noche de m****a, no soporto al imbécil de Ricardo, la niñera es incapaz de cuidar a mi hija, voy a tener que correrla y ahora tú me lanzas esta porquería encima ¿Qué nadie puede simplemente hacer su trabajo?—Yo puedo ocuparme de eso. Déjeme compensarlo —pidió.La miré de arriba abajo, no se parecía al resto de las chicas que vi adentro del lugar, no era fea, pero era la única que se veía natural, no me gustaba pagar por sexo, pero o