Regresamos a casa, y a pesar de los malos comentarios que quisieron hacerme sentir mal, y que en el fondo sí dañaban más mi confianza y mi autoestima, yo me sentía en una nube gracias los tratos y mimos de Romeo, nunca me había sentido bonita, deseada, con aspiraciones en la vida, más allá de conseguir algo de comer a mis hermanos, y de repente me sentía una mujer importante, que tenía que hacer planes para el futuro: elegir una carrera, aceptar retos.Romeo besó mi mano cuando bajamos del avión, la tomó entre la suya y así bajamos, un auto negro y elegante nos esperaba.El simple hecho de llegar a casa así: en avión privado, que nos esperaran autos y escoltas me hacía sentir por momentos en una película.—Bienvenido de vuelta, señor, Caroline —dijo uno de los choferes, los saludamos y nos subimos al auto, respiré aliviada, aun cuando sabía que ese alivio me duraría poco, si íbamos a regresar a su casa, las cosas cambiarían por completo, no quería que nada apañara mi buen ánimo para po
No era así de feliz de que ella estaba, desde que la madre de Ximena vivía.Ver a toda la familia reunida preparándose para regresar a casa, me tenía emocionado, era como Navidad, sonreía al pensar lo que sería Navidad en familia con ellos, sabiendo que los hermanos de Caroline no pasarían trabajo, que comerían con abundancia, que celebraríamos juntos.Esa era una clase de felicidad que no estaba dispuesto a negociar: tenía una familia de nuevo.Preparar una mudanza junto a Caroline me hacía sentir como aquellos tiempos en los que fui feliz con mi esposa. Puede ver con alegría a Ximena, y pensar en el futuro. Pensar que era posible una vida llena de cosas buenas por esperar.Desde que enviude, era algo que no me pasaba y todos lo debía agradecer a Caroline mi nuevo entusiasmo por la vida.Caroline era joven, pero por la vida que tuvo y por tener que criar a sus hermanos también era madura. Entonces podía verla organizar, junto con Ana, la mudanza con tanta soltura y confianza.Los niño
Me encontraba en la cocina, removía una taza de té con movimientos lentos, con mis pensamientos flotando en el aire, haciendo escenarios varios, tenía muchas cosas que hacer, pero me sentía intranquila.La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor, pero mi mente estaba lejos de sentirse así, estaba hecha un lío.Ana entró en la cocina con una sonrisa amable, y debió notar de inmediato mi expresión preocupada.— ¿Todo bien, Caroline? Te ves rara.Suspire.—Sí, Ana, todo bien —dije y sonreí, me sonrió de vuelta y ladeó la cabeza como si no me creyera.—¿Estás abrumada por la mudanza?—Un poco.—Te prometo que Mérida te va a encantar, es una ciudad muy moderna y movida, a mí me encanta.—Sé que a los niños les gustará.—La van a amar, pero a ti te pasa algo, ¿qué tienes?Alcé los hombros, mis ojos se humedecieron al recordar las palabras hirientes que me dijeron Valentina y Viridiana, y aquella mujer en la fiesta a la que acompañé a Romeo.—Mi
Mason entró a despacho, estaba serio, sonreía tenso, y pensé que quizás estaba a punto de darme un consejo que no quería escuchar.—¿Cómo estuvo el viaje?—Genial, me alegra saber que ya nos iremos para no regresar, traje todos los documentos.—Bien.Chasqueó la lengua.—Romeo, tenemos que hablar sobre Viridiana —comenzó sin rodeos.Me eché hacia atrás, sorprendido.—¿Viridiana? ¿Por qué insistes con eso?, ya te dije, no pasa nada. Ya todo se arregló con ella.—Lo sé, eso dijiste —respondió.—¿Entonces?—Entiendo tu posición, Romeo, pero hay algo más que debes considerar: Caroline.Me eché a reír.—¿Caroline? Arturo y tú mismo propusieron lo de la novia para los medios, y eso fue genial, si iba a estar con alguien no sería cualquiera, sería alguien que me interesara de verdad.Alzó una ceja y silbó.—Vaya, como han cambiado las cosas.Sonreí sin darle importancia.—¿Qué pasa con Caroline? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta.—Viridiana no es alguien que acepte fácilmente a los ext
Ya había llegado el día de la mudanza, Romeo había estado ocupado, y apenas hablábamos, cuando llegaba a casa ya yo estaba dormida, aunque intentaba esperarlo despierta, decía que era necesario para viajar juntos y vivir la experiencia como familia.Las niñas estaban vestidas con conjuntos deportivos, en color lila el de Lucy, en rosado pastel el de Ximena, Alan no quiso vestir a juego con las niñas y se burló de ellas, pero se veían hermosas ambas con dos colitas de caballo a cada lado y sus osos de peluche abrazados, parecían hermanas gemelas.Romeo también las veía con un rastro de diversión en su cara.Nos despedimos de la casa, suspiré nerviosa, ansiosa, apreté la mano de Romeo, estaba dejando una vida en mi ciudad para ir a vivir a otra totalmente nueva.Las niñas se despedían de la casa moviendo sus manos y riendo. Las tomé de las manos a ambas y así las hice subir a la camioneta que nos recogió, ya Alán estaba arriba, así como Valentina y Ana.De camino al aeropuerto, Ximena le
Romeo no apartaba su vista de mí, éramos una pareja, viviríamos juntos, estaríamos bajo el mismo techo como familia, aspiré aire, me llené de valor y decidí que le contaría como me sentía al respecto, recordé aquella conversación con Ana y pensé que sería lo mejor.—No pertenezco a tu misma clase social, soy menor que tú, supongo que eso salta a la vista de todos y ella me lo hizo notar, no creo que yo le agrade.—¿Qué te dijo? —preguntó, su mandíbula se tensó, su mirada se afinó sobre mí, pasé saliva.—Nada, en realidad nada, solo me dijo que...Relamí mis labios, mi corazón se aceleró, sentí vergüenza de repetir aquello.—¿Qué te dijo, Caroline?Suspiré.—Dijo que pensaba que yo era una cazafortunas, dijo cosas desagradables.—Así que fingió.Asentí con un movimiento de cabeza.Suspiró hondo, miró hacia la puerta y jugó con sus dedos sobre el escritorio, me sonrió.—No te vas a tener que preocupar por ella, a esta casa no entrará, no tendrás que verla o compartir con ella, porque no
El efecto que tenía Caroline en mí, no podía describirlo, me tenía embobado, con el temperamento anulado, claro que estaba molesto por descubrir que Viridiana la atacó, sabía también que Valentina no la hacía sentir cómoda, pero era como si no pudiera agarrar corajes mientras miraba sus ojos.Me informaron que llegó Arturo y salí a recibirlo, después de saludar a los niños y a Caroline se sentó conmigo en el recibidor.—¿Qué tal estuvo el viaje?—Bien, los niños están felices, deberías ver a Ximena, ahora es como gemela con Lucy.Se echó a reír.—Son demasiado hermosas las dos, parece que se hubiesen criado juntas.Suspiré y sonreí.—Tu hermana y Caroline no eran diferente.Asintió.—Lo sé, Caroline es buena chica.—¿También crees que me apresuré con ella?—No, tenías mucho tiempo sin enamorarte, y me parece que sea lógico que sea alguien como Caroline, buena, sin malas intenciones, sin pretenciones, me calza perfecto que sea ella.—¿Verdad?—Pero ¿Quién dice que no? —preguntó extrañad
Valentina no quería a Caroline, podía darme cuenta. Esperaba que no se pusiera pesada con ella, porque era muy buena maestra para mi hija y no quería tener que sustituirla. —Dime, Valentina. —Aprecio mucho a su familia, agradezco el incremento en el pago por la inclusión de los niños hermanitos de Caroline. —Es lo justo. —Sabe que he estado trabajando para su familia desde hace años ya. —Y lo aprecio y lo agradezco. —Ahora que tiene novia y Caroline está en su vida, me pregunto ¿Cuál será mi papel en esta casa? —El mismo, nada cambia, solo que ahora atenderás a los hermanos de Caroline. Nada tiene que cambiar. —¿Mi jefe es usted o ella? —Podemos ser los dos, no entiendo tu preocupación.Bajo la mirada, tome aire antes de seguir hablando. —Creo que me vigila, no le agrado y creo que no me quiere aquí. Me eché a reír. —Eso es ridículo, Caroline está feliz en la casa, con todo el personal. Ella no está pendiente de esas cosas. Suspiró y me miro con seriedad. —No quiero que