Me encontraba en la cocina, removía una taza de té con movimientos lentos, con mis pensamientos flotando en el aire, haciendo escenarios varios, tenía muchas cosas que hacer, pero me sentía intranquila.La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor, pero mi mente estaba lejos de sentirse así, estaba hecha un lío.Ana entró en la cocina con una sonrisa amable, y debió notar de inmediato mi expresión preocupada.— ¿Todo bien, Caroline? Te ves rara.Suspire.—Sí, Ana, todo bien —dije y sonreí, me sonrió de vuelta y ladeó la cabeza como si no me creyera.—¿Estás abrumada por la mudanza?—Un poco.—Te prometo que Mérida te va a encantar, es una ciudad muy moderna y movida, a mí me encanta.—Sé que a los niños les gustará.—La van a amar, pero a ti te pasa algo, ¿qué tienes?Alcé los hombros, mis ojos se humedecieron al recordar las palabras hirientes que me dijeron Valentina y Viridiana, y aquella mujer en la fiesta a la que acompañé a Romeo.—Mi
Mason entró a despacho, estaba serio, sonreía tenso, y pensé que quizás estaba a punto de darme un consejo que no quería escuchar.—¿Cómo estuvo el viaje?—Genial, me alegra saber que ya nos iremos para no regresar, traje todos los documentos.—Bien.Chasqueó la lengua.—Romeo, tenemos que hablar sobre Viridiana —comenzó sin rodeos.Me eché hacia atrás, sorprendido.—¿Viridiana? ¿Por qué insistes con eso?, ya te dije, no pasa nada. Ya todo se arregló con ella.—Lo sé, eso dijiste —respondió.—¿Entonces?—Entiendo tu posición, Romeo, pero hay algo más que debes considerar: Caroline.Me eché a reír.—¿Caroline? Arturo y tú mismo propusieron lo de la novia para los medios, y eso fue genial, si iba a estar con alguien no sería cualquiera, sería alguien que me interesara de verdad.Alzó una ceja y silbó.—Vaya, como han cambiado las cosas.Sonreí sin darle importancia.—¿Qué pasa con Caroline? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta.—Viridiana no es alguien que acepte fácilmente a los ext
Ya había llegado el día de la mudanza, Romeo había estado ocupado, y apenas hablábamos, cuando llegaba a casa ya yo estaba dormida, aunque intentaba esperarlo despierta, decía que era necesario para viajar juntos y vivir la experiencia como familia.Las niñas estaban vestidas con conjuntos deportivos, en color lila el de Lucy, en rosado pastel el de Ximena, Alan no quiso vestir a juego con las niñas y se burló de ellas, pero se veían hermosas ambas con dos colitas de caballo a cada lado y sus osos de peluche abrazados, parecían hermanas gemelas.Romeo también las veía con un rastro de diversión en su cara.Nos despedimos de la casa, suspiré nerviosa, ansiosa, apreté la mano de Romeo, estaba dejando una vida en mi ciudad para ir a vivir a otra totalmente nueva.Las niñas se despedían de la casa moviendo sus manos y riendo. Las tomé de las manos a ambas y así las hice subir a la camioneta que nos recogió, ya Alán estaba arriba, así como Valentina y Ana.De camino al aeropuerto, Ximena le
Romeo no apartaba su vista de mí, éramos una pareja, viviríamos juntos, estaríamos bajo el mismo techo como familia, aspiré aire, me llené de valor y decidí que le contaría como me sentía al respecto, recordé aquella conversación con Ana y pensé que sería lo mejor.—No pertenezco a tu misma clase social, soy menor que tú, supongo que eso salta a la vista de todos y ella me lo hizo notar, no creo que yo le agrade.—¿Qué te dijo? —preguntó, su mandíbula se tensó, su mirada se afinó sobre mí, pasé saliva.—Nada, en realidad nada, solo me dijo que...Relamí mis labios, mi corazón se aceleró, sentí vergüenza de repetir aquello.—¿Qué te dijo, Caroline?Suspiré.—Dijo que pensaba que yo era una cazafortunas, dijo cosas desagradables.—Así que fingió.Asentí con un movimiento de cabeza.Suspiró hondo, miró hacia la puerta y jugó con sus dedos sobre el escritorio, me sonrió.—No te vas a tener que preocupar por ella, a esta casa no entrará, no tendrás que verla o compartir con ella, porque no
El efecto que tenía Caroline en mí, no podía describirlo, me tenía embobado, con el temperamento anulado, claro que estaba molesto por descubrir que Viridiana la atacó, sabía también que Valentina no la hacía sentir cómoda, pero era como si no pudiera agarrar corajes mientras miraba sus ojos.Me informaron que llegó Arturo y salí a recibirlo, después de saludar a los niños y a Caroline se sentó conmigo en el recibidor.—¿Qué tal estuvo el viaje?—Bien, los niños están felices, deberías ver a Ximena, ahora es como gemela con Lucy.Se echó a reír.—Son demasiado hermosas las dos, parece que se hubiesen criado juntas.Suspiré y sonreí.—Tu hermana y Caroline no eran diferente.Asintió.—Lo sé, Caroline es buena chica.—¿También crees que me apresuré con ella?—No, tenías mucho tiempo sin enamorarte, y me parece que sea lógico que sea alguien como Caroline, buena, sin malas intenciones, sin pretenciones, me calza perfecto que sea ella.—¿Verdad?—Pero ¿Quién dice que no? —preguntó extrañad
Valentina no quería a Caroline, podía darme cuenta. Esperaba que no se pusiera pesada con ella, porque era muy buena maestra para mi hija y no quería tener que sustituirla. —Dime, Valentina. —Aprecio mucho a su familia, agradezco el incremento en el pago por la inclusión de los niños hermanitos de Caroline. —Es lo justo. —Sabe que he estado trabajando para su familia desde hace años ya. —Y lo aprecio y lo agradezco. —Ahora que tiene novia y Caroline está en su vida, me pregunto ¿Cuál será mi papel en esta casa? —El mismo, nada cambia, solo que ahora atenderás a los hermanos de Caroline. Nada tiene que cambiar. —¿Mi jefe es usted o ella? —Podemos ser los dos, no entiendo tu preocupación.Bajo la mirada, tome aire antes de seguir hablando. —Creo que me vigila, no le agrado y creo que no me quiere aquí. Me eché a reír. —Eso es ridículo, Caroline está feliz en la casa, con todo el personal. Ella no está pendiente de esas cosas. Suspiró y me miro con seriedad. —No quiero que
Vi salir a Valentina del despacho de Romeo, bajé la mirada cuando me miró directo a la cara, Ana se echó a reír.—¡Por favor!, eres la novia de Romeo Scavo, ¿te preocupas por la opinión de una empleada?—Una empleada que me odia, te lo recuerdo.—Y Romeo, te adora. Sabe quién eres, no importa lo que ella diga.—Sabes tan bien como yo que debe estarle diciendo cosas de mí, nada bueno.Palmeó mi brazo, y se echó a reír de nuevo.—Ve a estudiar, disfruta la piscina con los niños, haz compras online, sal con el chofer a comprar en los centros comerciales, vive esa vida que muchas envidian.—No estoy con Romeo por eso.—No me lo tienes que decir, ni a mí, a ni a él, ni a nadie. Ya, déjalo, disfruta.—Tan fácil decirlo.Se cruzó de brazos y aspiró aire con dramatismo.—Mira, muchacha, no me vas a amargar nada, desde que estás en la vida del señor de la casa, todo es más fácil, su humor, el de la niña, hay alegría y vida en toda la casa, déjame disfrutarlo —dijo, me dio un beso en la mejilla
Me desperté al escuchar ruidos en la habitación, me senté y miré hacia los lados, la luz del baño estaba encendida, el agua caía copiosa, miré la hora, eran las cuatro de la mañana, demasiado temprano incluso para él. Aproveché de levantarme, me eché una bata encima, pues hacía frío, me abracé mientras me recargaba en el marco de la puerta del vestidor. Aún no procesada lo que mi vida había cambiado, vivía en una mansión con un hombre, a veces sí me creía una loca, qué tomó una decisión ilusionada, yo era tan inexperta, lo único que esperaba era no equivocarme. Romeo salió del baño envuelto en una toalla, me dejó un beso húmedo en el cuello al pasar, sonreí. —Buenos días, preciosa. —¿Qué haces levantado tan temprano? —¿Te levanté? —Tengo el sueño ligero y oí ruidos. —Debo ir a una de las plantas de la fábrica, Arturo me dijo que hubo una explosión en una de las granjas, está todo bajo control, pero mejor voy en persona y me aseguro de que todo esté bien. Admiré su cuerp