¿Qué va a hacer Valentina mientras Romeo no está?
Dos semanas después.Cómo cada día Arturo pasó a visitar a Ximena, la situación en la planta de las empresas de Romeo fue grave y no había conseguido regresar a casa, al menos Arturo venía a ver a Ximena a petición de sus abuelos.—¿Vendrá pronto? —le pregunté al servirle una taza de café en el comedor mientras veíamos a los niños hacer sus deberes en el patio exterior.—No, hay muchas reuniones con la gobernación a las que debe asistir, fue responsabilidad de la empresa la fuga de gas y pues es una situación complicada.—Debiste estar con él —comenté pensando que estaba solo y que debía tener días difíciles.Arturo asintió y suspiró.—Yo también lo creo, pero los abuelos de Xime se han puesto muy pesados de que está sola, les expliqué que está Valentina, Ana y tú, pero se han puesto intransigentes.Bajé la cabeza, sabía la razón de su desconfianza.—Es por mí, Arturo, no están felices de que yo esté aquí, y lo entiendo, soy una extraña, ellos no me conocen, es natural que se preocupe
Tenía un dolor de cabeza intenso y estaba muy agotado por toda la experiencia atendiendo aquel asunto que no se resolvería pronto, pero ver a mi hija, a Caroline y a los niños hizo mejorar mi humor de inmediato.Estaba feliz y tenía miedo de que esa felicidad fuera efímera como lo fue antes, así que tenía que alejar pensamientos pesimistas.El abrazo a Caroline se sintió como una inyección de energia y vitalidad, adoré ver como sus mejillas se ponían rojas.Arturo se acercó para darme la mano. —Me voy disfruta tu familia, solo vine a darle una vuelta a Ximena.—Gracias. Después hablamos.Se despidió de los demás y salió rumbo a la oficina, yo no iría pues quería pasar tiempo en casa después de haber estado fuera.Pasamos un rato juntos y reímos de las ocurrencias de las niñas, me pusieron al día rápido con las cosas qué acontecian y que no me habían contado por llamadas.Caroline se fue a estudiar y yo aproveche de encerrarme el despacho a revisar correos y pendientes antes de recost
Me quedé sorprendido por las palabras de mi hija.—¿De qué hablas, Ximena? ¿Estás segura de que Valentina no te ha dicho algo al respecto?Me miró con sus grandes ojos azules y sonrió, negó con la cabecita y bajó la mirada.—No, papi, yo sola los vi, fui al comedor y ella le agarraba la mano, así —dijo y puso su pequeña mano sobre la mía y la apretó.Asintió mirándome muy seria, pasé saliva.—Quizás viste mal, pequeña, o no es nada, es un gesto de cariño normal.Alzó los hombros y apretó los labios.—No sé.—¿A acaso no te agrada Caroline?Asintió con energía.—Me cae bien, la quiero, es buena conmigo, pero yo la vi.—Entiendo.—¿No nos vas a separar verdad?, porque Lucy es mi hermana, es mi hermanita y nos queremos mucho, me voy a poner muy triste si la separas de mí.—No tengo intenciones de hacer eso, Ximena. No te preocupes, Lucy y tú pueden ser amigas para toda la vida.Sonrió abrazó su almohada.—Gracias, papi.Besé su frente y la dejé para que descansara.Regresé a la habitació
No hablé más con Romeo, sobre los comentarios de Ximena o los suyos, estaba dolida, no podía disimularlo, vi en sus ojos un atisbo de duda y eso me dolió, también me preguntaba por qué Ximena hacía esos comentarios, era algo que iba a averiguar.Salió del baño ya vestido, no me volteó a ver, yo tampoco insistí en buscar su mirada, me sentía tan fuera de lugar, no estando bien con él, después de todo, él era el dueño de la casa y yo ni sabía qué hacía allí, en esos momentos me asaltaba la duda y me sentía muy pequeña.Romeo no quiso tomar le desayuno en casa y salió muy temprano a la calle, esperaba terminar el desayuno para hablar con Ximena e incluso con Lucy.Valentina me pidió que le alcanzara la jarra de jugo de naranja, se la pasé.—Gracias, Caroline. —De nada.—Hoy tengo el día libre, puedo ayudarte con las dudas que tengas de la universidad.Asentí sonriente.—Gracias, Valentina, aún sigo leyendo, sobre todo, no tengo dudas aún, sigo leyendo.—Ya sabes, cualquier cosa, puedes
Ana acarició mis manos con ternura y me sonrió.—¿Estás segura? ¿Qué oíste?—Desgraciadamente sí, me lo dijo la misma Ximena, que le dice que la separaremos de Lucy, que si me enamoro de alguien más me voy, la convenció de vigilarme, le contó a Romeo que me vio con Arturo.Comencé a llorar, limpié mis lágrimas y Ana me abrazó.—La vamos a poner en su sitio.—Quiero hablar con ella, pero no sé qué decir, cómo abordarla o si hablar con Romeo.Ana suspiró hondo.—Él no es su fan, pero respeta mucho como educa a la niña, siempre ha estado cómodo con la educación que le da a Ximena, pero ha pasado un límite que él no va a tolerar.—¿Qué hago?—Habla primero con ella. Deja que te acompañe, si lo haces a solas querrá pasarse de lista.—No quiero involucrarte.—No seas boba, le quiero decir sus cosas.Se levantó y me tomó de la mano, salimos de la cocina, la buscamos con la vista, Ana la buscó en un salón donde se encerraba a leer cuando no estaba como los niños.Ahí estaba revisando su móvil
Mis padres insistieron en verme y no puede negarme. Desde el gran ventanal del despacho, observaba el jardín mientras la lluvia caía con fuerza. Cada gota que golpeaba el cristal resonaba en mi mente, como un eco de las palabras que mis padres acababan de pronunciar. Estaban sentados frente a mí, con semblantes serios y miradas inquisitivas. Amaba a mis padres adoptivos, me habían dado todo lo que alguien podría desear. Pero en ese momento, sentí que un abismo se había abierto entre nosotros.—Romeo, hijo, entiéndenos —dijo mi padre, tratando de suavizar la dureza de sus palabras—. Solo queremos lo mejor para ti.—No se trata de lo que quiero, sino de lo que necesito —respondí, intentando mantener la calma—. Y necesito a Caroline.Mi madre frunció el ceño y se recostó en su silla, cruzando los brazos.—¿Y estás seguro de que ella te necesita a ti? —preguntó con voz fría—. ¿No crees que hay alguien más en su vida? Alguien que podría estar usando esta situación para su propio beneficio
El corazón del millonarioCapítulo 13Desde la cocina, observaba a Ximena jugar en el jardín con su muñeca favorita. La luz del sol iluminaba su cabello, y su risa resonaba en el aire, llenando el espacio con una alegría que siempre me conmovía. Sin embargo, hoy había una sombra en mi corazón, una preocupación que no podía ignorar. Sabía que tenía que hablar con Romeo, contarle lo que había descubierto.Cuando Romeo entró en la cocina, supe que era el momento. Me acerqué a él, tomando sus manos entre las mías.—Romeo, necesito hablar contigo —dije, tratando de mantener la calma en mi voz.Él me miró con preocupación, sus ojos reflejando el amor y la confianza que siempre había sentido por mí.—¿Qué sucede, Caroline? —preguntó, acariciando mi mejilla.Tomé una respiración profunda antes de comenzar.—Es sobre Valentina, la institutriz de Ximena. He notado algo extraño en su comportamiento últimamente, y creo que está tratando de manipular a nuestra hija.Romeo frunció el ceño, claramen
La noche había llegado, y con ella, la anticipación de lo que sería una cena memorable. Había reservado una mesa en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, un lugar donde las luces tenues y el suave murmullo de la música creaban un ambiente perfecto para una velada especial. Caroline, mi novia, había sido una parte fundamental de mi vida en los últimos meses, y esa noche, quería que el mundo la viera tal como yo la veía.Cuando la vi preparándose, su belleza me dejó sin aliento. Llevaba un vestido rojo que abrazaba su figura juvenil, resaltando cada curva de su cuerpo. Su cabello, que solía llevar en una coleta desordenada, caía en suaves ondas sobre sus hombros. La mirada en sus ojos, aunque llena de emoción, también reflejaba una pizca de nerviosismo. Sabía que esta cena era diferente; no solo era una salida, sino una declaración ante la sociedad.Al llegar al restaurante, las miradas se volvieron hacia nosotros. Caroline parecía un sueño hecho realidad, y no pude evita