Tenía un dolor de cabeza intenso y estaba muy agotado por toda la experiencia atendiendo aquel asunto que no se resolvería pronto, pero ver a mi hija, a Caroline y a los niños hizo mejorar mi humor de inmediato.Estaba feliz y tenía miedo de que esa felicidad fuera efímera como lo fue antes, así que tenía que alejar pensamientos pesimistas.El abrazo a Caroline se sintió como una inyección de energia y vitalidad, adoré ver como sus mejillas se ponían rojas.Arturo se acercó para darme la mano. —Me voy disfruta tu familia, solo vine a darle una vuelta a Ximena.—Gracias. Después hablamos.Se despidió de los demás y salió rumbo a la oficina, yo no iría pues quería pasar tiempo en casa después de haber estado fuera.Pasamos un rato juntos y reímos de las ocurrencias de las niñas, me pusieron al día rápido con las cosas qué acontecian y que no me habían contado por llamadas.Caroline se fue a estudiar y yo aproveche de encerrarme el despacho a revisar correos y pendientes antes de recost
Me quedé sorprendido por las palabras de mi hija.—¿De qué hablas, Ximena? ¿Estás segura de que Valentina no te ha dicho algo al respecto?Me miró con sus grandes ojos azules y sonrió, negó con la cabecita y bajó la mirada.—No, papi, yo sola los vi, fui al comedor y ella le agarraba la mano, así —dijo y puso su pequeña mano sobre la mía y la apretó.Asintió mirándome muy seria, pasé saliva.—Quizás viste mal, pequeña, o no es nada, es un gesto de cariño normal.Alzó los hombros y apretó los labios.—No sé.—¿A acaso no te agrada Caroline?Asintió con energía.—Me cae bien, la quiero, es buena conmigo, pero yo la vi.—Entiendo.—¿No nos vas a separar verdad?, porque Lucy es mi hermana, es mi hermanita y nos queremos mucho, me voy a poner muy triste si la separas de mí.—No tengo intenciones de hacer eso, Ximena. No te preocupes, Lucy y tú pueden ser amigas para toda la vida.Sonrió abrazó su almohada.—Gracias, papi.Besé su frente y la dejé para que descansara.Regresé a la habitació
No hablé más con Romeo, sobre los comentarios de Ximena o los suyos, estaba dolida, no podía disimularlo, vi en sus ojos un atisbo de duda y eso me dolió, también me preguntaba por qué Ximena hacía esos comentarios, era algo que iba a averiguar.Salió del baño ya vestido, no me volteó a ver, yo tampoco insistí en buscar su mirada, me sentía tan fuera de lugar al no estar bien con él, después de todo, él era el dueño de la casa y yo ni sabía qué hacía allí, en esos momentos me asaltaba la duda y me sentía muy pequeña.Romeo no quiso tomar el desayuno en casa y salió muy temprano a la calle, esperaba terminar el desayuno para hablar con Ximena e incluso con Lucy.Valentina me pidió que le alcanzara la jarra de jugo de naranja, se la pasé.—Gracias, Caroline. —De nada.—Hoy tengo el día libre, puedo ayudarte con las dudas que tengas de la universidad.Asentí sonriente.—Gracias, Valentina, aún sigo leyendo, sobre todo, no tengo dudas aún, sigo leyendo.—Ya sabes, cualquier cosa, puedes d
Ana acarició mis manos con ternura y me sonrió.—¿Estás segura? ¿Qué oíste?—Desgraciadamente sí, me lo dijo la misma Ximena, que le dice que la separaremos de Lucy, que si me enamoro de alguien más me voy, la convenció de vigilarme, le contó a Romeo que me vio con Arturo.Comencé a llorar, limpié mis lágrimas y Ana me abrazó.—La vamos a poner en su sitio.—Quiero hablar con ella, pero no sé qué decir, cómo abordarla o si hablar con Romeo.Ana suspiró hondo.—Él no es su fan, pero respeta mucho como educa a la niña, siempre ha estado cómodo con la educación que le da a Ximena, pero ha pasado un límite que él no va a tolerar.—¿Qué hago?—Habla primero con ella. Deja que te acompañe, si lo haces a solas querrá pasarse de lista.—No quiero involucrarte.—No seas boba, le quiero decir sus cosas.Se levantó y me tomó de la mano, salimos de la cocina, la buscamos con la vista, Ana la buscó en un salón donde se encerraba a leer cuando no estaba como los niños.Ahí estaba revisando su móvil
Ana y Caroline se miraron y sonrieron tensas.Caroline se adelantó.—Los niños, sobre algo, después te cuento —dijo, salió a toda prisa con Ana de la biblioteca, me quedé extrañado de su comportamiento, no quería secretos ni misterios entre nosotros, en especial con los rumores rondándonos.Mis padres insistieron en verme y no puede negarme.Tomé un libro que me interesaba y regresé a mi despacho, quería relajarme ante de hablar con ellos porque sabía que su actitud sería hostil.Comenzaba a llover.Los vi llegar en un auto conducido por uno de mis chóferes, tomé aire y me senté a esperarlos, mirando hacia la puerta con esa sensación de ansiedad oprimiendo mi pecho, ya era un hombre adulto, no quería tener que estar dando explicaciones y menos de mi vida amorosa, que sospechaba era lo que les molestaba.Tras saludarlos, se sentaron frente a mí, con sonrisas relajadas en la boca, comenzaron sin rodeos. Mi madre me sonrió con la misma ternura que una vez en mi infancia curó mi corazón
Sus padres dudaban de mí, no sé por qué eso no me sorprendió, aunque igualmente me dolió, sabía que Romeo me amaba, lo había demostrado al contarme aquello, me demostraba que no les creía, así que mi preocupación por las cosas que le dijo Ximena, disminuyó mucho también, sin embargo, sabía que debía hablar con él, porque una cosa eran sus padres y otra era que Valentina, usara a la niña con esa vileza.Desde la cocina, observaba a Ximena jugar en el jardín con Alan y Lucy, ellas dos jugaban con sus muñecas favoritas, sonreía al ver como se querían esas niñas, eran inseparables, se veían tan tiernas y lindas juntas.La luz del sol iluminaba su cabello rubio, y su risa resonaba en el aire, llenando el espacio con una alegría que siempre me conmovía, al recordar sus ojos melancólicos y tristes de cuando la conocí, podía entender su miedo, su preocupación de niña, por eso me molestó tanto que una adulta y profesional como Valentina, usara a una niña que sufrió tanto para sus propios fines
No quise pensar en nada más, esa noche tenía preparada una cita, no había querido decirle, pero la verdad no tenía sentido hacer de lado mis planes, para que las cosas funcionaran tenía que darnos el espacio y el lugar, me prometí que no dejaría que terceros intervinieran en mi relación.Eso incluía alejar pensamientos de dudas. La noche había llegado, y con ella, la anticipación de lo que sería una cena memorable. Había reservado una mesa en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, un lugar donde las luces tenues y el suave murmullo de la música creaban un ambiente perfecto para una velada especial. Caroline, había sido una parte fundamental de mi vida en los últimos meses, y esa noche, quería que el mundo la viera tal como yo la veía.Necesitaba que el ambiente entre los dos volviera a ser el mismo. Cuando la vi preparándose, su belleza me dejó sin aliento. Llevaba un vestido rojo que abrazaba su figura juvenil, resaltando cada curva de su cuerpo. Su cabello, que solía
Salí del baño, ya Caroline se había cambiado de ropa y estaba en la cama con la mirada perdida, aún me costaba comprender lo que me pasaba, sentía una mezcla de dolor por dudar, por no entender qué pasaba y estaba profundamente conmovido por su bella y su timidez.Me puse una ropa deportiva y salí hacia la habitación de Ximena.Eso que me contó de Valentina fue grave, sé que no reaccioné de la mejor forma, no debió tomarme por sorpresa.Abrí la puerta, Ximena estaba sentada en la cama viendo uno de sus libros de dibujos, me senté en la cama junto a ella, y besé sus cabellos, acaricié su pequeño rostro.—Hola, hija.—Hola, papi, buenas noches.—¿Quieres leer? Quieres que te lea un cuento.Se echó a reír.—No, ¿A dónde fuiste con Caroline?—A cenar a un restaurante lindo en la ciudad.—¿Una cita?—Sí, tuvimos una cita.—¿Y cómo les fue?—Muy bien, Caroline no está acostumbrada a ciertas cosas de mi mundo, pero ya se acostumbrará, poco a poco, hará amistades, conexiones, se acostumbrará a