Desperté agotada, pero feliz, me sentía en una nube de la que no quería que me bajaran. Me preparó el desayuno y me lo llevó a la cama.—Gracias —dije dedicándole una media sonrisa entre avergonzada y feliz.—A tus órdenes.—¿Hoy es el evento?—Sí, imagino que ya tienes la ropa que usarás.—Sí, ya tengo todo preparado.Estaba emocionada y a la vez nerviosa, nunca había ido a una fiesta normal, menos a una tan elegante e importante, confiaba en Romeo, sabía que me apoyaría y todos mis miedos desaparecieron, dije que tenía que vivir la experiencia sin miedos y temores.Llamamos a los niños y conversamos con ellos, después me di una ducha mientras él atendía muchas llamadas telefónicas, me puse algo sencillo y bajé las amplias escaleras, vi que comenzaban a llegar los empleados, los saludé y me senté en el sofá sin saber muy bien que hacer, él me vio y me sonrió de medio lado, se acercó, besó mi mejilla.—¿Quieres dar un paseo?Asentí, él continuó hablando por teléfono, se alejó un poco
Pasé el resto de la tarde incómoda con los comentarios de esa mujer, y las miradas de los padres de Romeo. Conversé mucho con Ana sobre los niños, Romeo seguía trabajando al teléfono, salió un par de veces de la casa por lo que me quedé sola en esa enorme mansión, y fue cuándo me pregunté qué hacía allí, ¿Qué estaba haciendo?, no sabía la respuesta, el dinero no lo era.Sí, estábamos cómodos en cuanto al dinero, pero era la compañía de Romeo la que me gustaba, todo lo que implicaba estar con él: los lujos y la gente, me abrumaba un poco.Llegó la hora de prepararme por fin.Me puse el vestido que me indicaron, me peinaron y me maquillaron como se suponía que harían, no me sentía especial, aun cuando Romeo no dejaba de decirme que era preciosa, no me lo creía, pero cuando me vi al espejo sonreí emocionada, no parecía yo, y recordé los días atrás dónde no tenía ni como lavar la poca ropa vieja que tenía.—Estás bellísima —dijo la maquilladora, asentí, y dije que sí, por primera estaba
Me quedé admirando mi imagen en el espejo por algunos minutos, no podía dejar de mirarme, me veía muy bella, la ropa era preciosa y el maquillaje me hacia lucir más mujer. Contuve las lágrimas, me animé a sentirme mejor, salí del baño, él me esperaba. —Estás preciosa, está ves si me vas a creer. Me eché a reír y afirmé. —Con ropa bonita y maquillaje cualquiera. —Qué necia eres, estas bellísima Negó con la cabeza. Me abrazó a él y le correspondí pegando la cabeza de su pecho. —Eres muy bueno. Miré hacia la mesa y mi cuerpo se tensó, también pensaba que no tenía necesidad de pasar por eso, Romeo me tomó de la mano y me condujo hacia un grupo de gente, sonreí con timidez. Era un grupo de hombres y un par de mujeres, se quedaron viéndome todos con expresiones de curiosidad. —Chicos, ella es mi novia: Caroline. —Encantada —dijo una de las mujeres, me sonrió y tendió su mano, la tomé, el resto me saludo igual. —¿Y qué haces, Caroline? —preguntó un hombre joven
Un hombre viudo y rico con una hija, se cruza con una huérfana que cuida a sus dos hermanos menores, él es importante e imponente, ella una chica harapienta, pero sus vidas se cruzarán irremediablemente.Caroline.Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más comida para ellos.Ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que queda
Romeo Scavo.Bajé del auto y entré al pretencioso edificio de mi indeseable socio, el mal gusto hacía presencia en cada esquina, tomé el ascensor y mis hombres se quedaron abajo, crucé la puerta principal y llegué hasta su oficina.—Romeo ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje de regreso?—Todo bien. —Lamento lo de tu padre, ahora somos socios, te explicaré todo sobre el negocio. A tu padre le habría encantado verte por fin trabajando en el negocio familiar.—No es lo que pretendo. Quiero vender mi parte y adiós.—No, no, así no se hacen las cosas, date una oportunidad.Lo que quería era la fama de mi nombre en el mundo de los negocios para levantar el muerto que tenían como empresa. Me senté para escucharlo, pero yo tenía una decisión tomada.—¿Es todo? Mi abogado te contactará.—Romeo, Romeo, acompáñame esta noche para una fiesta en un club muy exclusivo, tengamos conversaciones de negocios como las tienen los hombres en esta ciudad.—No salgo de fiestas, nunca.—Por negocios.—Precio ¿Cuán
Romeo Scavo.Miré de arriba abajo a la mujer.—¡Torpe! —grité.—Lo siento, no sabía que había alguien aquí, por aquí lanzo el agua sucia.Me volví a ver la pequeña terraza, la miré de nuevo.—¿Cómo eres tan torpe? Esto es una terraza, no es para lanzar esa agua, debes lanzarla por un desagüe ¿Es que vives en una alcantarilla?Abrió mucho los ojos y negó repetidas veces, noté su maquillaje barato y mal puesto, su ropa que le quedaba demasiado ajustada como si fuera ropa de niña, se veía ridícula. Me quité la chaqueta, ella se quedó paralizada viéndome.—Qué noche de m****a, no soporto al imbécil de Ricardo, la niñera es incapaz de cuidar a mi hija, voy a tener que correrla y ahora tú me lanzas esta porquería encima ¿Qué nadie puede simplemente hacer su trabajo?—Yo puedo ocuparme de eso. Déjeme compensarlo —pidió.La miré de arriba abajo, no se parecía al resto de las chicas que vi adentro del lugar, no era fea, pero era la única que se veía natural, no me gustaba pagar por sexo, pero o
El chofer del hombre me dejó frente a mi casa, estaba feliz de poder tener una oportunidad de volver a tener un trabajo de verdad, del club solo me llamaban a veces y en lugar de los treinta dólares que me ofrecieron, me pagaban solo veinte y hasta baños tenía que limpiar, no me quejaba de trabajo.Pero sentía que podía estar haciendo más dinero, con lo que gané pude pagar una parte de la renta, seguía debiendo la otra y pude comprar algo de comida para mis hermanos, los inscribí en el colegio con la promesa de pagar poco a poco la inscripción, hablé con la directora y me hizo ese favor.Mis dos chiquititos dormían, tenían un solo par de zapatos, un solo cuaderno y un lápiz, cada uno, sin bolsos, era tarde, pero debía sentarme a coser los bolsos viejos y rotos para que se llevaran allí sus cosas y no anduviesen sin nada.Mientras cosía pensé en el peligro en el que estuve, ese hombre tuvo razón, cualquier otro no me habría perdonado teniéndome ahí sola e indefensa en una habitación de
Romeo Scavo.Estuve en mi despacho desde las cinco de la mañana, era la una de la tarde y no había salido siquiera a desayunar, Ana tocó la puerta y le pedí que pasara.—Señor, ¿Va a tomar la comida con la niña?—No, aquí.—Ya hice la contratación de la chica.—¿Vino? Qué bueno.—Sí, es bastante joven, pero muy voluntariosa, rápida, sacó ya casi la mitad de lo que estaba en el búnker.—Me alegra haber acertado con la corazonada.—De hecho autoricé que Alberto busque a sus hermanitos al colegio y los traiga para acá para que se regresen con ella en la tarde, parece que son huérfanos y viven solo.—Eso me dijo, entendí que es ella quien los cuida, fue la razón por la que te pedí que la emplearas. —Ojalá no sea mañosa, no parece, caras vemos, corazones no sabemos.—Sí lo es, se va y punto.—Los niños están en el comedor de desayuno, el externo, allí no molestan a nadie, pero no tienen casi nada, tomé prestados colores y cuadernos de Ximena, espero que esté bien.—Tú mandas en esta casa,