Me puse el vestido color plata en color seda, de tiras y con escote discreto al frente, el vestido era amplio en su falda, y ceñido hasta la cintura, dejé mi cabello suelto, me puse el perfume que me compraron como me dijeron que lo hiciera, me puse usas sandalias plateadas muy lindas, bajé por las largas escaleras, Romeo puso tiras de colores por el camino para que no perdiera el camino y no me equivocara, reí de eso recordando mi torpeza al usar su baño, y ahora dormiría en su habitación.Él vestía traje y me miró de arriba abajo cuando aparecí por las escaleras, pasé saliva, su mirada me hizo sentir emociones en mi cuerpo, unas emociones que nunca había experimentado, seguí bajando como me indicaron sin mirar los escalones, cuando estuve abajo, él se me acercó, me tomó de la mano y me repasó de nuevo con la mirada.—Estás bellísima. —Gracias.Me agarró por la cintura, acercó su rostro y besó mis labios, correspondí, mi corazón comenzó a latir, sus manos calientes recorriendo mi es
No encendí las luces, dejé que la iluminación tenue del lugar fuera la protagonista, tampoco quería que quedáramos a oscuras, pues su cuerpo era una delicia que quería ver por completo en su esplendor, estaba muy excitada, pero estaba más interesado en su placer, en su descubrimiento del sexo que en mi propia necesidad de poseerla, lo cual igualmente iba a pasar.La detuve frente a la cama, la desvestí con cuidado, se mantuvo quieta mirándome mientras me quité la camisa blanca que llevaba, el cinturón y el pantalón de vestir, me miró de arriba abajo con una mirada llena de curiosidad y deseo, mi ego estaba por las nubes, la forma en la que hice que se retorciera de placer debajo de mi boca me tenía el ego elevado.Me quedé en ropa interior, allí estábamos frente a frente, puse mis manos sobre sus caderas, admiré sus pechos, subí el rostro para apreciar el suyo, besé sus labios, la cargué sobre mi cuerpo, lo que hizo que soltar a un grito, reímos los dos, nos besamos mientras la deposi
Desperté agotada, pero feliz, me sentía en una nube de la que no quería que me bajaran. Me preparó el desayuno y me lo llevó a la cama.—Gracias —dije dedicándole una media sonrisa entre avergonzada y feliz.—A tus órdenes.—¿Hoy es el evento?—Sí, imagino que ya tienes la ropa que usarás.—Sí, ya tengo todo preparado.Estaba emocionada y a la vez nerviosa, nunca había ido a una fiesta normal, menos a una tan elegante e importante, confiaba en Romeo, sabía que me apoyaría y todos mis miedos desaparecieron, dije que tenía que vivir la experiencia sin miedos y temores.Llamamos a los niños y conversamos con ellos, después me di una ducha mientras él atendía muchas llamadas telefónicas, me puse algo sencillo y bajé las amplias escaleras, vi que comenzaban a llegar los empleados, los saludé y me senté en el sofá sin saber muy bien que hacer, él me vio y me sonrió de medio lado, se acercó, besó mi mejilla.—¿Quieres dar un paseo?Asentí, él continuó hablando por teléfono, se alejó un poco
Pasé el resto de la tarde incómoda con los comentarios de esa mujer, y las miradas de los padres de Romeo. Conversé mucho con Ana sobre los niños, Romeo seguía trabajando al teléfono, salió un par de veces de la casa por lo que me quedé sola en esa enorme mansión, y fue cuándo me pregunté qué hacía allí, ¿Qué estaba haciendo?, no sabía la respuesta, el dinero no lo era.Sí, estábamos cómodos en cuanto al dinero, pero era la compañía de Romeo la que me gustaba, todo lo que implicaba estar con él: los lujos y la gente, me abrumaba un poco.Llegó la hora de prepararme por fin.Me puse el vestido que me indicaron, me peinaron y me maquillaron como se suponía que harían, no me sentía especial, aun cuando Romeo no dejaba de decirme que era preciosa, no me lo creía, pero cuando me vi al espejo sonreí emocionada, no parecía yo, y recordé los días atrás dónde no tenía ni como lavar la poca ropa vieja que tenía.—Estás bellísima —dijo la maquilladora, asentí, y dije que sí, por primera estaba
Me quedé admirando mi imagen en el espejo por algunos minutos, no podía dejar de mirarme, me veía muy bella, la ropa era preciosa y el maquillaje me hacia lucir más mujer. Contuve las lágrimas, me animé a sentirme mejor, salí del baño, él me esperaba. —Estás preciosa, está ves si me vas a creer. Me eché a reír y afirmé. —Con ropa bonita y maquillaje cualquiera. —Qué necia eres, estas bellísima Negó con la cabeza. Me abrazó a él y le correspondí pegando la cabeza de su pecho. —Eres muy bueno. Miré hacia la mesa y mi cuerpo se tensó, también pensaba que no tenía necesidad de pasar por eso, Romeo me tomó de la mano y me condujo hacia un grupo de gente, sonreí con timidez. Era un grupo de hombres y un par de mujeres, se quedaron viéndome todos con expresiones de curiosidad. —Chicos, ella es mi novia: Caroline. —Encantada —dijo una de las mujeres, me sonrió y tendió su mano, la tomé, el resto me saludo igual. —¿Y qué haces, Caroline? —preguntó un hombre joven
Un hombre viudo y rico con una hija, se cruza con una huérfana que cuida a sus dos hermanos menores, él es importante e imponente, ella una chica harapienta, pero sus vidas se cruzarán irremediablemente.Caroline.Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más comida para ellos.Ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que queda
Romeo Scavo.Bajé del auto y entré al pretencioso edificio de mi indeseable socio, el mal gusto hacía presencia en cada esquina, tomé el ascensor y mis hombres se quedaron abajo, crucé la puerta principal y llegué hasta su oficina.—Romeo ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje de regreso?—Todo bien. —Lamento lo de tu padre, ahora somos socios, te explicaré todo sobre el negocio. A tu padre le habría encantado verte por fin trabajando en el negocio familiar.—No es lo que pretendo. Quiero vender mi parte y adiós.—No, no, así no se hacen las cosas, date una oportunidad.Lo que quería era la fama de mi nombre en el mundo de los negocios para levantar el muerto que tenían como empresa. Me senté para escucharlo, pero yo tenía una decisión tomada.—¿Es todo? Mi abogado te contactará.—Romeo, Romeo, acompáñame esta noche para una fiesta en un club muy exclusivo, tengamos conversaciones de negocios como las tienen los hombres en esta ciudad.—No salgo de fiestas, nunca.—Por negocios.—Precio ¿Cuán
Romeo Scavo.Miré de arriba abajo a la mujer.—¡Torpe! —grité.—Lo siento, no sabía que había alguien aquí, por aquí lanzo el agua sucia.Me volví a ver la pequeña terraza, la miré de nuevo.—¿Cómo eres tan torpe? Esto es una terraza, no es para lanzar esa agua, debes lanzarla por un desagüe ¿Es que vives en una alcantarilla?Abrió mucho los ojos y negó repetidas veces, noté su maquillaje barato y mal puesto, su ropa que le quedaba demasiado ajustada como si fuera ropa de niña, se veía ridícula. Me quité la chaqueta, ella se quedó paralizada viéndome.—Qué noche de m****a, no soporto al imbécil de Ricardo, la niñera es incapaz de cuidar a mi hija, voy a tener que correrla y ahora tú me lanzas esta porquería encima ¿Qué nadie puede simplemente hacer su trabajo?—Yo puedo ocuparme de eso. Déjeme compensarlo —pidió.La miré de arriba abajo, no se parecía al resto de las chicas que vi adentro del lugar, no era fea, pero era la única que se veía natural, no me gustaba pagar por sexo, pero o