Capítulo 24
En la nueva clínica me siguieron atendiendo las heridas, aún tenía la boca muy hinchada y sentía dolor, él no se apartaba de mi lado, yo sabía que tenía mucho trabajo, aun así no me abandonaba.

Salió solo a buscar a los niños, los subió, al verlos mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Hermana —gritó Alan.

—Hermana-mamá —gritó Lucy brincando y dando vueltas, los dos se acercaron, pero no podía abrazarlos, el señor Romeo cargó a Lucy y la sentó al borde de la cama.

Con sus manitas me lanzó cientos de besos, Alan no saltaba mi mano, y Ximena también se quiso subir, así que su padre la puso del otro lado de la cama, acarició mi cabello.

Estaba feliz.

—Nos hemos portado bien —se apresuró a decir Lucy.

—Así me contaron —respondí.

—Ahora vivimos en la casa de tu trabajo y dormimos en camas grandotas, y todo es grandote.

Le sonreí, aunque me dolía hacerlo.

El señor Romeo solo nos observaba en silencio.

Ver a los niños me hizo bien, al cabo de un rato, Ana entró por ellos, se despidieron de mí con
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