Romeo Scavo.
Miré de arriba abajo a la mujer.
—¡Torpe! —grité.
—Lo siento, no sabía que había alguien aquí, por aquí lanzo el agua sucia.
Me volví a ver la pequeña terraza, la miré de nuevo.
—¿Cómo eres tan torpe? Esto es una terraza, no es para lanzar esa agua, debes lanzarla por un desagüe ¿Es que vives en una alcantarilla?
Abrió mucho los ojos y negó repetidas veces, noté su maquillaje barato y mal puesto, su ropa que le quedaba demasiado ajustada como si fuera ropa de niña, se veía ridícula. Me quité la chaqueta, ella se quedó paralizada viéndome.
—Qué noche de m****a, no soporto al imbécil de Ricardo, la niñera es incapaz de cuidar a mi hija, voy a tener que correrla y ahora tú me lanzas esta porquería encima ¿Qué nadie puede simplemente hacer su trabajo?
—Yo puedo ocuparme de eso. Déjeme compensarlo —pidió.
La miré de arriba abajo, no se parecía al resto de las chicas que vi adentro del lugar, no era fea, pero era la única que se veía natural, no me gustaba pagar por sexo, pero odiaba conocer mujeres que después tenia expectativas conmigo, pensé que después de todo no me vendría mal ese tipo de deshago con una chica cualquiera a la que no vería más.
—En una hora en el Palace, habitación 522, Romeo Scavo —dije.
Asintió emocionada.
—Soy Caroline.
Regresé con Ricardo y bebí un par de copas antes de salir de allí, no conseguía nada con el maldito imbécil y concluí que le daría dinero para que me dejara deshacerme de las acciones, me subí al auto y pedí que me llevaran al Palace, era de mi familia y siempre que estaba en la ciudad reservaba la 522 para ese tipo de encuentros, no llevaba mujeres a la casa donde vivía mi hija, menos mujeres como esas.
La chica ya me esperaba en el lobby cuando llegué, se veía mejor a la luz de las grandes lámparas, me prendió un poco ver a mujeres besándose en ese club y me sacaría las ganas con esa mujer: delgada de cabello castaño claro, ojos marrón inmensos, pálida y de rasgos finos, y lo mejor: Ricardo no me vio hablando con ella, que sospechaba era la razón por la que me hizo ir ahí, engatusarme con cualquier chica, sacarme fotos y sobornarme.
Ella al verme corrió detrás de mí, se puso a mi lado en el ascensor. Cuando las puertas se abrieron la dejé pasar, ella se vio nerviosa y dubitativa, entró y me sonrió de medio lado. Llegamos al piso y abrí la habitación, ella pasó y se quedó en el medio mirando todo.
—Me quitaré la camisa que has ensuciado.
—Seguro, yo la lavo.
La miré extrañado y me encerré en el baño a quitarme la camisa y echarme algo de agua, me quité la ropa y me puse la bata de baño del hotel, salí del baño y ella seguía de pie mirando todo a su alrededor.
—Quítate la ropa —dije.
Abrió sus grandes ojos y se llevó una mano al pecho.
—No, no, no soy…no…
—¿Qué? ¿Disculpa? Dijiste que me compensarías, pensé que…
—Lavándole la ropa, cuidando a su hija cuando corra a la niñera, yo necesito un trabajo así, no soy, es decir, no —dijo y comenzó a llorar.
Pensé que la noche solo se ponía peor, cerré los ojos y suspiré resignado ya.
—¿Eres idiota? Te cito en un hotel a las once de la noche y crees que lo hago para mandarte a limpiar mi ropa o entrevistarte para cuidar a mi hija ¿Cómo crees que voy a sacar a una niñera para mi hija de un prostíbulo?
Lloraba desconsolada mientras negaba con la cabeza.
—No es un prostíbulo, yo solo hago la limpieza, quien me contrató me dijo que era muy poca cosa para algo más, ni siquiera dejan que me vean los que asisten al club. Lo siento, lo siento, yo no quiero hacerlo, por favor.
—¡Cállate y deja de llorar! ¿Y te vas así vestida a limpiar?
—Me lo exigen, por favor no me haga nada, déjeme ir.
—Por Dios, no te tocaría, solo pensé que eras…, olvídalo.
—Puedo lavar su ropa, y también cuidar a su hija, necesito el trabajo, solo me han llamado tres veces, no me han pagado lo que dijeron y ahorita inventé que me dolía la barriga para venir con usted porque pensé que me daría una oportunidad, porque su día ha ido mal, yo puedo ayudarlo, necesito trabajar.
Negué incrédulo.
—Debes estar falta de vitaminas, ¿cómo puedes pensar eso? No estas apta para trabajar en un lugar así, eres un peligro para ti misma.
—Puedo cuidar niños, cuido a mis hermanitos, tienen ocho y seis años, una niña y un niño —dijo, se limpió las lágrimas, no dejaba de gimotear.
—No puedo creer que estas cosas me pasen a mí. Te digo el nombre de un hotel y el número de una habitación, era el momento para aclarar lo que cada uno esperaba ¿A quién se le ocurre que te citaría aquí para ofrecerte trabajo? O para que me dieras terapia.
—Yo solo escuché que necesitaba una niñera.
—No voy a despedir a la niñera de mi hija que habla cuatro idiomas y tiene dos licenciaturas por ti que ni comunicarte sabes.
—Pero dijo…
—Estaba molesto, muy molesto, cansado, la niña no deja de llorar y ella es incapaz de calmarla, me llama en lugar de ocuparse, pero no es su culpa porque la niña dice que ve fantasmas, ni se para que te digo nada, es obvio que eres subnormal. Habrías terminado abusada hoy si en mi lugar te cruzabas con otro tipo.
—Lo siento.
Me sentí ridículo, me sentí mal por la torpeza de la chica.
—Ve mañana a mi casa, a pedir trabajo, le diré al ama de llaves que irás. No estaré mucho tiempo en la ciudad, así que después deberás conseguir otra cosa. Anota mi dirección.
Sonrió y aplaudió feliz. No supe porque quise ayudarla, cuando me dijo que cuidaba a sus hermanos pensé en mi hija, yo tenía mucho dinero, era obvio que ella no.
El chofer del hombre me dejó frente a mi casa, estaba feliz de poder tener una oportunidad de volver a tener un trabajo de verdad, del club solo me llamaban a veces y en lugar de los treinta dólares que me ofrecieron, me pagaban solo veinte y hasta baños tenía que limpiar, no me quejaba de trabajo, pero sentía que podía estar haciendo más dinero, con lo que gané pude pagar una parte de la renta, seguía debiendo la otra y pude comprar algo de comida para mis hermanos, los inscribí en el colegio con la promesa de pagar poco a poco la inscripción, hablé con la directora y me hizo ese favor.Mis dos chiquiticos dormían, tenían un solo par de zapatos, un solo cuaderno y un lápiz cada uno, sin bolsos, era tarde, pero debía sentarme a coser los bolsos viejos y rotos para que se llevaran allí sus cosas y no anduviesen sin nada.Mientras cosía pensé en el peligro en el que estuve, ese hombre tuvo razón, cualquier otro no me habría perdonado teniéndome ahí sola e indefensa en una habitación de
Romeo Scavo.Estuve en mi despacho desde las cinco de la mañana, era la una de la tarde y no había salido siquiera a desayunar, Ana tocó la puerta y le pedí que pasara.—Señor ¿Va a tomar la comida con la niña?—No, aquí.—Ya hice la contratación de la chica.—¿Vino? Qué bueno.—Sí, es bastante joven, pero muy voluntariosa, rápida, sacó ya casi la mitad de lo que estaba en el bunker.—Me alegra haber acertado con la corazonada.—De hecho autoricé que Alberto busque a sus hermanitos al colegio y los traiga para acá para que se regresen con ella en la tarde, parece que son huérfanos y viven solo.—Eso me dijo, entendí que es ella quien los cuida, fue la razón por la que te pedí que la emplearas. —Ojalá no sea mañosa, no parece, caras vemos, corazones no sabemos.—Sí lo es, se va y punto.—Los niños están en el comedor de desayuno, el externo, allí no molestan a nadie, pero no tienen casi nada, tomé prestado colores y cuadernos de Ximena, espero que esté bien.—Tú mandas en esta casa, A
Estaba agotada, porque obviamente no estaba acostumbrada a hacer trabajo pesado como ese, sin embargo, no podía estar más feliz. El señor Scavo se portó amable conmigo y con mis hermanitos, a lo lejos veía como los tres sonreían y brincaban alrededor del jardín. Era una nena preciosa. Sonreí satisfecha y volví al bunker, esuché unos pasos detrás de mí. Me volteé con la mano en el pecho, era la niñera, le sonreí.—Hola, ya vi que mis hermanitos están jugando con la nena.—La niña Ximena. Sí —dijo y se cruzó de brazos recostandose del marco de la entrada.—Es una niña preciosa.—Y muy educada, no creas que será costumbre que tus hermanos se junten con ella, son de mundos diferentes.Me puse seria y asentí con la cabeza. Giré todo mi cuerpo hacía ella porque entendí que no venía en buenos terminos ni son de paz.—El señor Scavo me pidió permiso para que mis hermanos jugaran con ella.—Lo sé, está desesperado porque la niña no comparte con otros niños, pero pronto comprenderá la inconve
Caroline.Desperté tras haber dormido solo dos horas, no podía dormir pensando en que el día lunes era la fecha límite para inscribir a mis hermanos en la escuela y que ya era sábado, pasé saliva y cerré los ojos a punto de llorar, solo tenía granos blancos en la nevera preparados para darles y en lo que el contenido de esa olla se acabara no tendría más para darle, ya no tenía a quien más pedirle dinero prestado, había pedido mucho y había quedado mal porque no conseguía trabajo, limpié mis lágrimas y me exigí levantarme, debía ir a la calle y conseguir algo de dinero para la comida, ya vería como haría para inscribirlos en el colegio, aunque ya nadie me quería prestar más dinero.Limpié mis dientes sin pasta dental y corrí a la cocina a calentar y remojar el poco pan que quedaba que ya estaba duro, lo calentaría un poco para cuando los chicos se levantaran: Alan de ocho y Lucy de seis, eran mi vida y tenía una gran responsabilidad con ellos. Me espantaba la idea de perderlos, no pod
Romeo Scavo.Bajé del auto y entré al pretencioso edificio de mi indeseable socio, el mal gusto hacía presencia en cada esquina, tomé el ascensor y mis hombres se quedaron abajo, crucé la puerta principal y llegué hasta su oficina.—Romeo ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje de regreso?—Todo bien. —Lamento lo de tu padre, ahora somos socios, te explicaré todo sobre el negocio. A tu padre le habría encantado verte por fin trabajando en el negocio familiar.—No es lo que pretendo. Quiero vender mi parte y adiós.—No, no, así no se hacen las cosas, date una oportunidad.Lo que quería era la fama de mi nombre en el mundo de los negocios para levantar el muerto que tenían como empresa. Me senté para escucharlo, pero yo tenía una decisión tomada.—¿Es todo? Mi abogado te contactará.—Romeo, Romeo, acompáñame esta noche para una fiesta en un club muy exclusivo, tengamos conversaciones de negocios como las tienen los hombres en esta ciudad.—No salgo de fiestas, nunca.—Por negocios.—Precio ¿Cuá