"Quizás fui su trofeo, pero ahora soy yo quien celebra la victoria." Agatha De Rossi acaba de salir de un matrimonio devastador con el magnate Nathan Richards y está dispuesta a cambiar sus diamantes por dinamita. Con el apoyo de su padre, Aldo, el enigmático CEO de NexGen, Agatha deja atrás su papel de esposa trofeo para convertirse en una poderosa heredera tecnológica, decidida a cobrar venganza. La élite de Manhattan se convierte en su campo de batalla. Agatha se infiltra en el mundo de Nathan para destruir su imperio sin piedad. Pero sus planes perfectos se tambalean con la llegada de Charles Campbell, el irresistible rival de Nathan. Un multimillonario con una mirada penetrante que ve más allá de las apariencias y un encanto que amenaza con desarmarla. ¿Podrá Agatha resistirse a la seducción de Charles y seguir adelante con su venganza? ¿O la pasión que surge entre ellos será más fuerte que cualquier batalla empresarial? Descubre si Agatha logra su venganza, conquista al hombre de sus sueños, o tal vez consigue ambas cosas.
Leer másSentía el estómago revuelto mientras el coche se dirigía a toda pastilla hacia casa. Observaba cómo los edificios pasaban como un borrón, las tiendas abarrotadas y los restaurantes bulliciosos dando paso a casas señoriales escondidas tras altas verjas y árboles frondosos.Cada casa era más grande y ostentosa que la anterior, como si compitieran por ver quién tenía el castillo más impresionante. Al girar hacia mi calle, sentí un poco más de calma.Todas las casas de la zona eran enormes, con jardines impecables y fuentes relucientes. Era como entrar en una película sobre gente rica, donde todo era hermoso y perfecto. Incluso el aire parecía distinto: más limpio, más tranquilo.Pero ni siquiera los cómodos asientos de cuero lograron aplacar esa extraña mezcla de alivio y vacío que sentía en el pecho. Estaba en casa, en un lugar donde nadie podía hacerme daño. Pero algo faltaba, una parte de mí que había dejado atrás en algún lugar.La empresa de papá estaba a salvo. Habíamos derrotado
Charles y yo paseábamos por la playa, como hacíamos cada tarde. La brisa marina era una gozada y las olas rompían suavemente cerca de la orilla.—¡Estas vacaciones son lo mejor! —le dije a Charles—. Gracias de nuevo por traerme.Charles sonrió. —¡De nada! Me alegro de que estés desconectando.Caminamos en silencio un rato, disfrutando de la compañía mutua y del paisaje. Entonces, Charles dijo algo que me dejó de piedra.—Qué pena que Nathan lo echara a perder con una mujer tan estupenda como tú —dijo.Me quedé helada y me volví hacia él. —¿Qué has dicho?Charles parpadeó, sorprendido. —Eh… solo decía que Nathan la cagó tratándote tan mal…—Ni me nombres a Nathan —lo interrumpí, levantando la mano—. No quiero ni pensar en él ahora mismo.—Claro —dijo Charles rápidamente—. Perdona.Reanudamos el paseo, pero sentía un nudo en el estómago. ¿Por qué tenía que sacar el tema de Nathan? Qué rollo.Como si me hubiera leído el pensamiento, Charles volvió a hablar. —La verdad, nunca he entendido
Nathan POV:Repasaba los informes financieros, que pintaban cada día peor. Estábamos desangrándonos, perdiendo dinero a espuertas, y los inversores huían como ratas de un barco que se hunde.Steve, mi asistente, llamó a la puerta.—Tiene visita, señor Richards —dijo con voz sombría.Suspiré. —¿Quién es ahora? ¿Otro acreedor reclamando lo que le debemos? —La cosa estaba tan mal que casi esperaba que la mafia apareciera de un momento a otro.—Es la señorita DuBois, señor. ¿La hago pasar? —respondió Steve.Camille. La última persona a la que quería ver en ese momento. O en cualquier otro. Desde nuestra discusión del otro día, estaba más pegada a mí que una lapa y más dramática que una telenovela. Lo único que quería era un poco de espacio para lidiar con este desastre sin tenerla revoloteando a mi alrededor.—Vale, que pase —gruñí. Cuanto antes acabara con esto, mejor.Camille entró dando saltitos, con su barriga, que parecía crecer por momentos, por delante de ella. Llevaba una bandeja
Asentí, con un nudo en la garganta. Su amabilidad y preocupación eran a la vez reconfortantes y un poco abrumadoras. Casi me daban ganas de abrazarlo y buscar refugio en sus brazos, pero los fantasmas del pasado me contuvieron.Paseamos en silencio por la playa durante un rato, escuchando el rumor de las olas. Estaba a punto de decir algo cuando el móvil de Charles sonó.—Perdona, tengo que contestar —dijo con una mirada de disculpa.Se alejó unos pasos y habló en voz baja.Mientras tanto, aproveché para reflexionar, con la mirada perdida en el océano. ¿Quién sería? ¿Algo de trabajo?Al cabo de unos minutos, Charles regresó con el ceño fruncido y una expresión preocupada.—¿Va todo bien? —pregunté, inquieta por su semblante.Charles intentó sonreír, pero se notaba la tensión en sus hombros. —Sí, Agatha, no te preocupes. Asuntos de trabajo, nada importante. Tengo que hacer una videollamada ahora mismo.Me sentí un poco decepcionada, pero lo entendía. —No pasa nada, ve tranquilo. Yo est
Agatha POV:Desperté lentamente. El suave rumor de las olas rompiendo en la orilla me inundaba con una sensación de calma y paz. Por un instante, no recordaba dónde estaba. Entonces, todo volvió a mí: la policía en la oficina, la vergüenza del arresto, la inesperada ayuda de Camille y Charles… Parecía un sueño.Me froté los ojos y miré a mi alrededor. La cabaña era preciosa. Charles se había esmerado de verdad. Las vistas al mar eran increíbles, y el lugar tenía un aire acogedor y relajante.Me sentí un poco mal por haber dudado de sus intenciones. Había aparecido cuando más lo necesitaba, como un caballero andante. Y ahora me había traído a este remanso de paz para que pudiera escapar de la locura.Bajé las escaleras y me recibió el delicioso aroma del desayuno. Encontré a Charles en la cocina, tarareando alegremente mientras cocinaba. Levantó la vista y sonrió al verme.—Buenos días, dormilona —dijo Charles con una sonrisa juguetona—. Pensé que te quedarías en la cama para siempre.
Charles POV:La ciudad bullía con su ritmo habitual mientras estaba sentado en mi oficina, por encima del ajetreo de las calles. Los coches tocaban el claxon, la gente charlaba en las aceras y la lluvia caía con un ritmo constante.Estaba absorto en mis pensamientos, mi mente llena de imágenes de ella.Sabía del arresto de Agatha incluso antes que ella. Mis informadores en Richards Inc. me mantenían al tanto. Nathan la quería ver hundida, y lo había confirmado con mis contactos en NexGen Tech.Acudí a su rescate, haciendo el papel de caballero andante. Pero no se trataba solo de salvarla; me aseguré de que los paparazzi y las cámaras de televisión estuvieran allí. Quería que el mundo me viera como la nueva pareja de Agatha De Rossi.Pero entonces apareció Camille. Me miró con esos ojos acusadores, y no pude evitar sentirme irritado por su presencia. Solo quería quedar bien, como la buena amiga, cuando no era más que la amante.Sentado en mi oficina, recordé mi primer encuentro con Aga
Mis párpados pesaban mientras el coche se deslizaba por la imponente verja de mi casa. Avanzamos bajo la sombra de los viejos árboles que flanqueaban el camino de entrada. Me sentía agotada tras un día de acusaciones descabelladas y ayudas inesperadas.A mi lado, Charles tecleaba con rapidez en su móvil, seguramente haciendo gestiones para controlar los daños y evitar que la prensa nos pusiera a NexGen y a mí a caer de un burro. El coche se detuvo frente a la gran entrada blanca, y suspiré. Me esperaban días de reuniones y explicaciones, y no me apetecía nada. Papá estaría hecho una furia, aunque yo no tuviera nada que ver con el asunto. Quizás debería irme unos días a la playa, hasta que los abogados aclararan todo.Charles bajó del coche primero y echó un vistazo a los alrededores. Luego, me abrió la puerta y me ofreció su mano para ayudarme a salir. Acepté su ayuda, aunque el cansancio me impedía pensar con claridad en lo que dirían las revistas del corazón si nos veían juntos.
Por fin llegamos a comisaría. El edificio era enorme, antiguo e imponente, daba miedo solo verlo. Manteniendo la cabeza bien alta, ignoré las preguntas que me gritaban los periodistas. Una vez dentro, me pusieron las esposas y me condujeron por largos pasillos. Tenía miedo, pero intenté no demostrarlo. ¿Sería todo culpa de Nathan? ¿Habría intentado meterme en problemas también? Sabía que la policía no podía tener pruebas reales contra mí.Me metieron en una habitación pequeña y luminosa, con un espejo en el techo. Intenté actuar con naturalidad, pero estaba que me subía por las paredes. Esperaba que Lena llegara pronto.Pasaron las horas y varios policías me hicieron preguntas sobre cosas de las que no tenía ni idea. Estuve a punto de echarme a llorar, pero me contuve.Justo cuando el miedo empezaba a atenazarme, se abrió la puerta.—¡Aggie! ¡Menos mal que te encuentro! —Era Camille DuBois, la nueva novia de Nathan, mi ex. Llevaba un montón de bolsas de la compra y estaba embarazada
Mi rutina matutina en la oficina empezaba con el típico ruido de la ciudad. Los coches atascados en el tráfico de las calles mojadas bajo mi ventana de la séptima planta.Como jefa del equipo de análisis de NexGen, estaba ocupada terminando los informes financieros de la empresa para la próxima reunión.Mi padre, Aldo De Rossi, estaba contento con el trabajo de nuestro equipo este mes. No suele mostrar su alegría fácilmente, ni conmigo ni con nadie.Siempre dice: "¡Ganar es lo que se espera, no algo extraordinario!" durante las reuniones de empresa.Pero últimamente, su asistente Manuel parece menos estresado, así que supongo que papá está de buen humor porque las cosas van bien en la empresa. Incluso Bianca ha comentado que papá ya no se queja tanto de tener un masajista terapéutico personal en casa.Eso significa que papá está contento conmigo, al menos por ahora.Mejor no hablar de lo que está pasando en la empresa de la competencia. Están en un buen lío por malas decisiones y deud