"Quizás fui su trofeo, pero ahora soy yo quien celebra la victoria." Agatha De Rossi acaba de salir de un matrimonio devastador con el magnate Nathan Richards y está dispuesta a cambiar sus diamantes por dinamita. Con el apoyo de su padre, Aldo, el enigmático CEO de NexGen, Agatha deja atrás su papel de esposa trofeo para convertirse en una poderosa heredera tecnológica, decidida a cobrar venganza. La élite de Manhattan se convierte en su campo de batalla. Agatha se infiltra en el mundo de Nathan para destruir su imperio sin piedad. Pero sus planes perfectos se tambalean con la llegada de Charles Campbell, el irresistible rival de Nathan. Un multimillonario con una mirada penetrante que ve más allá de las apariencias y un encanto que amenaza con desarmarla. ¿Podrá Agatha resistirse a la seducción de Charles y seguir adelante con su venganza? ¿O la pasión que surge entre ellos será más fuerte que cualquier batalla empresarial? Descubre si Agatha logra su venganza, conquista al hombre de sus sueños, o tal vez consigue ambas cosas.
Leer másMi rutina matutina en la oficina empezaba con el típico ruido de la ciudad. Los coches atascados en el tráfico de las calles mojadas bajo mi ventana de la séptima planta.Como jefa del equipo de análisis de NexGen, estaba ocupada terminando los informes financieros de la empresa para la próxima reunión.Mi padre, Aldo De Rossi, estaba contento con el trabajo de nuestro equipo este mes. No suele mostrar su alegría fácilmente, ni conmigo ni con nadie.Siempre dice: "¡Ganar es lo que se espera, no algo extraordinario!" durante las reuniones de empresa.Pero últimamente, su asistente Manuel parece menos estresado, así que supongo que papá está de buen humor porque las cosas van bien en la empresa. Incluso Bianca ha comentado que papá ya no se queja tanto de tener un masajista terapéutico personal en casa.Eso significa que papá está contento conmigo, al menos por ahora.Mejor no hablar de lo que está pasando en la empresa de la competencia. Están en un buen lío por malas decisiones y deud
Agatha POV:Charles y yo estábamos sentados en nuestro rincón de siempre del restaurante, alejados del bullicio. La luz de la elegante lámpara de araña proyectaba sombras danzantes sobre su rostro mientras me sonreía desde el otro lado de la mesa.—Estás guapísima esta noche, Agatha —dijo en voz baja. Tomó mi mano y besó el dorso con delicadeza—. Ese vestido verde te sienta de maravilla.Sentí un cosquilleo al rozarme y me di cuenta de que nuestras rodillas casi se tocaban bajo la mesa.—Usted también, señor Campbell —dije, intentando no parecer demasiado entusiasmada. Hice girar mi copa de vino entre los dedos.—De hecho, algunas mujeres se quedaron mirándote bastante cuando entramos.Arqueó una ceja con gesto juguetón. —¿Ah, sí? ¿Ya estás celosa? Si acabamos de empezar con los entrantes.Me rozó la cara interna de la muñeca con el pulgar y bajó la voz. —Espero que sepas que tienes toda mi atención esta noche.El corazón me latía con fuerza al sentir su tacto. Aparté la mano suavemen
Nathan POV:Mi día empezó como cualquier otro. Me desperté al lado de Camille, que estaba radiante y ya mostraba nuestra barriguita. Ojeaba alegremente una revista de bodas y hablaba con entusiasmo de encaje frente a satén. Mientras ella parloteaba, yo me vestía para asistir a aburridas reuniones sobre la ampliación de nuestro sistema “RetinaBank”. Un día normal y corriente, lleno de los problemas de siempre.Por aquel entonces no sabía lo rápido que iban a cambiar las cosas. Era como la calma antes de la tormenta.Estaba tomando un café y revisando las finanzas de la empresa cuando mi teléfono empezó a echar humo. Mensajes de texto, notificaciones de correo electrónico y llamadas de números desconocidos. Antes de que pudiera entender lo que estaba pasando, la cara de mi padre apareció en la pantalla, con el rostro desencajado.—¿¡Qué está pasando con RetinaBank!? —gritó sin ni siquiera saludar—. ¡Todo el sistema se ha caído!Sentí un nudo en el estómago. Esto no podía estar pasand
Por fin me di cuenta de que intentar llevarme bien con Nathan no estaba funcionando. Solo quería ponerme las cosas difíciles y complicarlo todo.Si quería alargar las cosas y asustarme, yo también dejaría de ser amable. Era hora de contraatacar.Recordé algo de hacía unos años, una noche lluviosa de primavera. Estaba limpiando el salón en la mansión de los Richards.Odiaba esa habitación, con todos sus adornos dorados y enormes cuadros de sus antepasados que me miraban fijamente como si me estuvieran juzgando.Mientras quitaba el polvo de unas horribles estatuas, oí por casualidad a Nathan y a su padre discutiendo en el despacho de al lado. Hablaban alto y claro, y podía oír todo lo que decían.—¡Esto es ridículo, papá! —gritaba Nathan—. ¡No voy a permitir que hagas tratos secretos con esos criminales!—Cuida tu tono, hijo —dijo Nathan padre, enfadado—. Es solo un trato, nada más. En realidad no les estoy vendiendo tecnología armamentística.Dejé de limpiar al instante. ¿Armas? ¿De qu
Sopesé cuidadosamente las palabras de Charles. Aliarme con el enemigo de Nathan era la mejor forma de herirle, si es que eso era lo que realmente quería. Y tener a Charles de mi lado, en lugar de en mi contra, podía convertir a NexGen en algo aún más grande de lo que mi padre jamás había soñado.—Creo —dije finalmente, mirando a Charles a los ojos—, que este podría ser un acuerdo muy beneficioso para todos los involucrados.Levanté mi copa de champán. —Por los nuevos comienzos.Charles sonrió ampliamente, casi con expresión lobuna. Chocó su copa contra la mía. —Por los nuevos comienzos —repitió.Sus ojos parecían brillar bajo la luz de las velas, como si estuvieran hambrientos. Quizás fuera el vino, pero su mirada era… intensa.Disimulé un escalofrío y di un largo trago a mi copa, intentando ocultar el rubor de mis mejillas. Ya está. No había vuelta atrás. Unir fuerzas con Charles significaba ignorar las advertencias de Nathan, pero, por alguna razón, ya no me importaba.Sabía por q
Salí del restaurante hecha una furia, con el corazón latiéndome a mil por hora. ¡Qué cara tenía Nathan, advirtiéndome sobre Charles mientras tonteaba con su novia! ¡Y encima removiendo el pasado! ¿De verdad pensaba que me había olvidado de su traición? Ni hablar de que volviera a entrar en mi vida. Había dinamitado ese puente.Pero de camino a casa, en el taxi, me asaltaron las dudas. ¿Y si Nathan tenía algo de razón? Recordé destellos de oscuridad en Charles, momentos en los que su encanto flaqueaba. ¿Podía ser violento y manipulador? Un escalofrío me recorrió la espalda a pesar del calorcito del taxi.Llegué a casa con la cabeza a punto de estallar. Había intentado darle celos a Nathan acercándome a Charles, pero la situación se había convertido en un auténtico embrollo. La verdad y la mentira se difuminaban. Dormir era imposible. Mi mente repasaba una y otra vez cada conversación tensa con Nathan y Charles, buscando la verdad tras sus palabras.Los días siguientes fueron un bor
El taxi zumbaba mientras miraba por la ventana, absorta en mis pensamientos. Las luces de la ciudad centelleaban abajo, como diamantes esparcidos sobre un paño oscuro. Cada punto brillante parecía guardar una historia, y la mía estaba dando un giro inesperado.El viaje se me hizo eterno. Charles había puesto en jaque el muro que había levantado a mi alrededor. Era encantador y misterioso a partes iguales, una mezcla que me ponía nerviosa y me ilusionaba al mismo tiempo. Mis defensas se debilitaban, y empecé a preguntarme si era prudente abrirme a él. Las viejas heridas no se borran fácilmente.Unos días después, Nathan volvió a llamar. Siendo sincera, al principio Charles no me interesaba de verdad, solo quería que Nathan volviera a fijarse en mí. Pero ahora no sabía qué sentía por él. Al ver su nombre en el móvil, una mezcla de sensaciones me invadió: fastidio, curiosidad y un punto de nostalgia por lo que habíamos tenido.Dudé antes de contestar. —¿Nathan?—Agatha, me alegro de q
Me sobresalté al oír una voz a mi espalda. Giré rápidamente y vi a Charles Campbell. Iba impecable, como si el ajetreo del día no le hubiera hecho ni cosquillas.—¡Señor Campbell! ¡Me ha dado un susto de muerte! —exclamé, llevándome la mano al pecho. Por un segundo, casi lo confundo con… Bueno, olvídalo.Sonrió. —Ups, perdona. No quería asustarte. Solo quería felicitarte por la feria antes de irme.—Gracias. Me alegro de que todo haya salido bien al final. —Suspiré, sintiendo de golpe el cansancio acumulado.Charles me observó pensativo. —Trabajas demasiado, señorita De Rossi. Deberías relajarte y desconectar de vez en cuando.Iba a protestar, pero levantó una mano para detenerme. —Por eso insisto en que me acompañes a tomar algo para celebrarlo. Solo una copa, y luego te dejo marchar, te lo prometo.Agotada por el caos del día, no pude evitar sentirme intrigada por ese hombre que, una y otra vez, me había sacado de apuros. Charles Campbell, un nombre grabado a fuego en mi memoria, m
Me recosté en la silla, reflexionando sobre la propuesta de papá, que me observaba pacientemente. Por un lado, el puesto me venía de perlas: me mantendría a tope y podría demostrar lo que valgo. Pero trabajar codo con codo con mi padre también me daba un poco de rollo.—Papá, ¿no crees que la gente va a decir que solo he conseguido el trabajo por ser tu hija? —le pregunté.Papá le restó importancia con un gesto de la mano. —Ni hablar. Estás más que preparada para el puesto, de sobra. Cualquiera que te conozca y sepa de lo que eres capaz no lo pondrá en duda ni un segundo.Tenía que reconocer que la idea de tener un objetivo y volver a ser independiente me atraía muchísimo después del caos de las últimas semanas. Además, sabía que mi padre no me regalaría nada; me exigiría el máximo.—Vale, papá, me has convencido —dije con una sonrisa—. Acepto.Papá dio un grito de alegría y me abrazó con fuerza.—¡Genial! Sabía que no te ibas a resistir. —Se apartó y me miró con orgullo—. No te vas a