Zebela es una licántropa con el don de la curación y la bendición de la tierra. Ella es pareja de Roan, el imponente alfa de la manada Zafiro. Su vida da un giro desgarrador cuando Roan le exige que utilice sus poderes para salvar a su amante embarazada. A pesar de su propio embarazo y de los peligros que la demanda de su esposo conlleva, Zebela se ve acorralada por la presión del alfa y cede a su orden, lo que resulta en la pérdida de su bebé. Con su mundo hecho añicos, Zebela se enfrenta a sus demonios internos, debatiéndose entre la lealtad hacia Roan y el ardiente deseo de recuperar su libertad. Un ataque a la manada por parte del Alfa Bastian es la oportunidad que ella encuentra para escapar; sin embargo, es raptada por ese alfa malvado que sacia su furor por medio de la espada. ¿Logrará liberarse de las cadenas del amor y la traición? ¿O quedará atrapada para siempre en el oscuro dominio de Roan? ¿Será el alfa Bastian su camino a esa añorada libertad o la prisión que la mantendrán atada a él de por vida?
Leer másLaurelEl momento en que los brazos de ella cubrían a mi pareja se volvió eterno, y el miedo era como un puñal que se clavaba en mi pecho insistentemente, llevándose mi capacidad de respirar con un ritmo tranquilo.Sentía que me asfixiaba.Era como si volviera a vivir el doloroso pasado de cuando Draevor encontró a su mate. En ese entonces, me sentí desplazada y abandonada, completamente sola...Justo cuando habíamos hablado acerca de nuestros sentimientos, ella apareció y se robó su corazón. Ya no había nadie más importante para él que su mate. Y, aunque fue doloroso, estaba bien para mí. Si mi amigo era feliz, yo lo sería por él.De todas formas, ni siquiera nos habíamos dado un beso de confirmación. Nada.Sin embargo, con Liadrek no solo había entregado mi cuerpo, también mi alma, mis temores y mi corazón. Me rendí completamente a lo nuestro y decidí dejar de esconderme tras mi escudo, ese que usaba para protegerme de otro desamor.Pero ahí estaba Liadrek, con la mirada perdida, rí
Laurel Me dormí al instante y tuve sueños extraños. Fue como si mis temores se hubieran reunido y conspirado en mi contra, pero al despertar, en la calidez y protección de Liadrek, sentí alivio y sonreí.Me sentí dichosa y feliz, y por primera vez en muchos años, mis barreras protectoras habían caído. Solo éramos Liadrek y yo, y el innegable amor que nos teníamos. Solo eso importaba.La mañana fue cargada de flirteos, palabras con doble sentido y caricias intencionadas, pero sutiles.Era divertido seguirle el juego y coquetear como si no hubiéramos tenido una noche de pasión la noche anterior.Para el mediodía, habíamos llegado al mar oculto. Decidí hacer una parada, pues siempre encontraba tesoros humanos aquí.Nos bajamos del caballo y caminamos en silencio, admirando la belleza del lugar.Este océano era diferente al resto, pues no había arena. En su lugar, las rocas cristalinas lo rodeaban, así que debíamos andar con cuidado porque también eran puntiagudas.El mar era cristalino,
LaurelObservé a Liadrek en silencio mientras cenábamos frente a la fogata. La luna brillaba en un tono plateado aquella noche, acompañada por un sinfín de estrellas en un cielo azul marino.La brisa fría movía las hojas de los árboles y nos regalaba caricias escalofriantes. El silencio era el protagonista, pues Liadrek y yo estábamos tímidos.Ay, ya no era orgullo ni enojo lo que nos hacía actuar como tontos; era la vergüenza de no saber cómo abordar al otro y tener esa conversación incómoda.Suspiré, rendida, y decidí ser yo quien rompiera el hielo.—¿Crees que encontremos algún Wos? —le pregunté, fingiendo naturalidad, pero los nervios se colaron en mi voz en forma de temblores sutiles.Liadrek me miró por unos segundos que parecieron eternos; luego, sonrió a medias.—Espero que sí —contestó—. ¿Tú me quieres, Laurel? —inquirió de la nada, agarrándome desprevenida.Por poco escupí el contenido de mi boca, pero puse todo mi empeño en mantener la compostura.—¿Acaso no es obvio? —le d
LaurelTodo el trayecto hasta nuestro destino fue incómodo y cargado de tensión. Era la primera vez que veía a Liadrek tan cerrado. No me habló, me ignoró cuando intenté que conversáramos y se mantuvo lo más distanciado posible, como si fuéramos dos extraños compartiendo el mismo camino.Ayayay...Era peor que eso, pues, aun los extraños tienen una que otra conversación vana. Me sentí herida e indignada, pero mi orgullo no me permitía insistir; simplemente me rendí y lo dejé tranquilo.¡Chiquillo inmaduro e insolente!Suspiré. No quería todo este drama absurdo en mi vida. ¡Era tan injusto! Yo nunca me interpuse en las relaciones de Draevor, aun cuando eran cuestionables. ¿Por qué él tenía que entrometerse en mi vida? ¿Acaso quería verme sola siempre? ¿Por qué era tan malvado con la persona que siempre lo amó?A este punto ya no sabía qué sentía por él, pero, con cada acción, solo lograba que lo despreciara más.Fuimos recibidos por nuestros colegas en el centro de una roca de cristal
LaurelEstaba atónita y con la mente en blanco, incapaz de intervenir. ¿Por qué, precisamente ahora que me estaba dando una oportunidad con Liadrek, reapareció Draevor y con esa extraña actitud?Como si mi vida no estuviera lo suficientemente complicada, tenía que venir él a ponerla de cabeza.Miré a Liadrek, quien tenía los músculos tensos, y su mirada observaba a Draevor atentamente, listo para defenderse en caso de un ataque.Y todo ocurrió en cuestión de segundos. Como era de esperarse, Draevor se le lanzó encima, pero no llegó a tocarlo porque Liadrek desapareció de su campo de visión y, en un movimiento rápido, lo pateó por la espalda.¡Ayayay!—¡Basta! —grité en un impulso, pero Draevor estaba fuera de sí.Y cómo no estarlo, si Liadrek le dio donde más le dolía y, para colmar la situación, lo había humillado al mostrarse más hábil que él en la batalla.Mi viejo amigo se giró rápido y le atinó uno de sus puños, lo que me hizo gritar del horror, porque Draevor era grande y muy fu
LiadrekTodos nos observaban con curiosidad y malicia, sospechando lo obvio, pero nadie se atrevía a hacer comentarios delante de nosotros ni a preguntar. Era un conocimiento silencioso, una verdad que todos sabían, pero que fingían ignorar.No sabía cómo sentirme al respecto. Después de todo, poco me importaba lo que pensaran los demás, y esta vez no sería la excepción, en especial si se trataba de algo tan íntimo como nuestra extraña relación.Por lo menos, me daba satisfacción que todos empezaran a verla como mía y no se atrevieran siquiera a aludir nada atrevido.Era un completo posesivo por pensar y sentirme así, lo aceptaba, pero ¡por los guías y Woses!, esa mujer no sabía las miradas libidinosas que ella levantaba con tan solo existir.Es que ella poseía una sensualidad natural que, combinada con su personalidad divertida y autoritaria, la convertía en una fantasía andante.Suspiré cuando ella me descubrió observándola como el intenso que era, pero me era inevitable no apreciar
LaurelCaminé hacia el río donde Draevor se bañaba, y me quedé paralizada al verlo desnudo.Ayayay... Era la primera vez que veía a un hombre sin ropas. Traté de apartar la mirada, pero había un magnetismo en su cuerpo que mantenía a mis ojos curiosos atrapados.Y empecé a sentir calor.Noté el enrojecimiento en su rostro, el brillo en sus ojos y algo más en su expresión que mi inocencia no supo interpretar. Luego, como si volviera en sí, buscó su pantalón con premura y se lo puso, acabando con mi incomodidad.Pero esa electricidad en mi piel seguía torturándome.Tragué pesado y caminé en su dirección; luego le di un puñetazo en el pecho.—¡¡Deja de bañarte encuero a la intemperie!! —le reclamé, pero él solo se encogió de hombros.—No sabía que vendrías ahora. ¿Tan rápido cazaste? —Puso su mirada en el par de conejos que traía en la mano.—¡No cambies el tema! —le grité, escandalizada.—Ya que tú cazaste hoy, yo prepararé la hoguera —me evadió, otra vez.Me limité a entornar los ojos.
LaurelLa tensión entre Liadrek y yo no menguó en todo el día. Ambos nos evitamos después de la discusión en el taller, y cada cual trabajó por su cuenta.Ahora, en el comedor, el silencio entre nosotros se sentía asfixiante. Cenamos callados y ni siquiera nos miramos a los ojos.Ayayay...Buen inicio de una relación.Ya sabía yo que estas cosas eran demasiado buenas para mí. ¿En qué estaba pensando al liarme con este chiquillo? Esto me pasaba por ridícula.Ay, no, yo debía saber cuál era mi lugar y no andarme con ilusiones tontas.De momento, se me quitó el apetito y los ojos me ardieron. No podía ridiculizarme más y llorar delante de mi beta; eso sería demasiado humillante e infantil.Yo no era así, ¿qué me estaba pasando? Logré exhalar un largo suspiro y me levanté de la mesa de forma repentina, captando la atención de Liadrek.—¿Ya terminaste? —me preguntó, preocupado, como si fuera capaz de sentir que algo no andaba bien en mí.Me llamó la atención que él volviera a tutearme y qu
LaurelLos labios de Liadrek aprisionaban los míos con delicadeza, saboreando sin prisa mi boca, y yo la suya.Era maravilloso...Mi corazón saltaba emocionado, porque por primera vez en mi vida compartía este tipo de sentimientos y me sentía amada, la primera opción.Ayayay...Esto parecía un sueño...—Liadrek... —susurré sobre sus labios.—Ummm... —respondió, como si no quisiera dejar de besarme.Entonces lo empujé.—¡Tenemos que trabajar! —solté de repente, pues me puse muy nerviosa sin razón.Ay, más loca y no nazco.—Lo sé... —dijo en un ronroneo—. Solo un poco más... —Su lengua hizo espacio en mi boca y empezó a juguetear de una manera que me provocó picazón allí.Ayayay, este chiquillo era un pillo.Volví a empujarlo y le apunté con el dedo de forma acusatoria.—Si no me cuelo, la cosa será tu culpa.¿Ah? ¿Qué diablos dije?Sus ojos se entrecerraron en confusión, observándome como si tratara de descifrar la primera tontería que salió de mi boca.¡Era su culpa por ser tan sensua