¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?
Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.
El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.
Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.
Aún duele recordar...
—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.
«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando estamos embarazadas.
—Creo que es el momento de decirle acerca de nuestro cachorro. —Me acaricié la inexistente pancita y la alegría que brotaba de mí me hizo sonreír como tonta enamorada.
¿Quién diría que quedaría embarazada después de haber intimado por primera vez con mi marido?
¡Qué tonta! Si me reclamó durante mi celo y no nos protegimos. Era de esperarse que me embarazara.
Esa noche fue tan especial...
Reí nerviosa porque el recuerdo de sus besos y caricias, y esa manera salvaje de tomarme, todavía me erizaban los vellos. ¡Cómo me hubiese gustado que se volviera a repetir! Pero si tenía que esperar a otro tiempo de celo, entonces no lo haría en más de un año...
Suspiré resignada, quizás podría seducirlo esa misma noche y empezar a llevar una vida de pareja como siempre la soñé con él.
—¡Zebela! —Los llamados desesperados y los toques fuertes en la puerta de mi habitación me sacaron de mi trance de enamorada, así que corrí en su dirección para abrirle a mi ansioso marido, quien al parecer estaba desesperado por verme. ¿Se habría enterado de mi estado de gestación? Puede que el médico personal del alfa le haya contado, al fin y al cabo, ellos eran amigos. Como luna, ese doctor también me chequeaba a mí.
Abrí la puerta muy nerviosa y con una sonrisa amplia, pero esta se desvaneció cuando el olor de otra mujer inundó mis fosas nasales.
¿Él estuvo con otra loba?
—Hola, cariño. —Disimulé mi malestar y fingí una sonrisa cortés—. Me sorprende que me estés buscando a esta hora.
—No lo haría de no ser una emergencia. Kapria está delicada y podría perder nues... su bebé...
Noté cómo cambió la palabra, también lo aterrado que lucía. De todos los años que llevaba conociendo al alfa Roan, esa era la primera vez que lo veía fuera de sus casillas y asustado.
Salí de mi estado de pasmo y caminé detrás de él para confirmar que no se trataba de una mala broma. Mi corazón se terminó de romper cuando, al entrar a la habitación de Roan, encontré a esa mujer acostada en su cama y con una gran barriga que me dio a entender que ya había cumplido el tiempo de gestación.
¿Por qué estaba ella en esa habitación si ni yo tenía permiso para entrar? En los tres años que llevábamos unidos, nunca había entrado a ese cuarto, pero él trajo a su amante y la acostó en su propia cama.
Amante... ¿Es lo que eran? No había otra explicación para lo que mis ojos observaban. Ella estaba embarazada y él la protegía. ¿Era ese su bebé? ¿El primogénito de Roan? Creí que nuestro cachorro sería su heredero y no un bastardo.
—¡Sálvala, por favor! —me rogó él con lágrimas en los ojos.
—No tengo mucha energía debido a mi estado de salud. Sabes que en estos días no he podido pasar alimentos y he estado sintiéndome muy mal.
—Esto es una emergencia. ¡Ellos pueden morir! —Me sacudió por los hombros con violencia, acción que me causó un leve mareo.
—No lo entiendes Roan, yo estoy embarazada...
—¡¿Qué?! —La sorpresa en su expresión me dio a entender que su amigo no le había dado la noticia. Fue una lástima que se enterara de esa manera—. ¿Cómo es eso posible si nunca te he tocado? —Él miró a su amante con miedo, como si decir que intimar conmigo fuera malo.
—Hacen dos meses regresaste a casa mientras estaba en mi celo, ¿acaso lo olvidaste? —respondí al borde de las lágrimas.
No lograba descifrar la mirada que me atinó, tampoco ese brillo inusual en sus ojos oscuros. Era como si de momento recordara todo lo que hicimos esa noche y la manera en que probó cada centímetro de mi piel.
Los gritos de su primer amor lo trajeron de vuelta a la realidad. Él miró mi abdomen y luego a ella, a quien yo también me atreví a detallar sin ningún disimulo. Noté la sangre que manchaba las sábanas finas y caras de Roan y me dio un poco de lástima verla sufrir y quejarse. Cerré los ojos y con mi habilidad pude ver el estado del bebé.
De verdad me daba pesar saber que él también estaba sufriendo y que, si no lograba hacer algo a tiempo, perdería la vida sin haber nacido. Ella estaba envenenada, por lo que debía quitar el veneno para que le hicieran la labor de parto.
—¡¿Qué esperas?! ¡Salva a Kapria y a mi hijo! —Estaba tan desesperado que esta vez no ocultó que el bebé era suyo.
Las lágrimas mojaron mis mejillas, pero no reclamé su traición, al fin y al cabo, siempre supe que él no me quería y que su unión conmigo fue por conveniencia. Él amaba a Kapria porque era la hermana gemela de quien una vez fue su mate. ¿No era eso enfermizo? ¿Enamorarse de la hermana de su mate solo porque le recordaba a ella?
Suspiré para calmarme, pero mi cuerpo aún temblaba y las lágrimas salían sin control.
—Lamento mucho lo que le sucedió a tu... amiga —arrastré la última palabra, conteniendo la rabia, y suspiré para no sonar insensible—, pero no puedo arriesgar a nuestro cachorro.
La mirada de Roan se tornó escalofriante con un brillo asesino que me hizo tragar pesado.
—¿Te atreves a desobedecer a tu alfa? Te ordeno que la sanes. Si ninguno de los dos sobrevive, ¡te castigaré de por vida!
Me quedé atónita por unos segundos en los que sentía que mi mundo se caía a pedazos. ¿De verdad estaba ocurriendo esto? Deseaba con todas mis fuerzas que fuera una pesadilla; pero no, todo era real.
—¿No te importo yo ni muestro hijo? —le reclamé al borde del llanto.
—¡No puedes asegurar que es mío! —se atrevió a ofenderme, sabiendo que él fue el primero y único hombre en mi vida.
—¡Sabes bien que solo me he entregado a ti! ¿Crees que soy como tú?
—¡Me importa un carajo! ¡Empieza a sanar a Kapria! —Él me empujó hacia la cama y me agarró la mano con rudeza.
No le importaba la humillación por la que me estaba haciendo pasar, tampoco que me estaba maltratando, mucho menos el peligro al que nos estaba exponiendo a mí y a nuestro bebé. No le importábamos en lo absoluto.
Con miedo e impotencia, empecé a usar mi habilidad para salvarle la vida a la amante de mi esposo. El veneno con acónito era tan agudo que me tardé toda la noche, pero a la puesta del alba ya no había rastro de acónito en su sangre y ella podría ser atendida por la partera. Para cuando terminé, mi cuerpo se encontraba muy débil y mi corazón destrozado.
Ser testigo del cuidado y mimo de Roan hacia esa mujer fue como si me estuviera matando de forma lenta y muy dolorosa.
—¿Cómo te sientes? —Él le preguntó mientras le acariciaba el rostro con ternura. Me sentí tan celosa, Roan nunca me trató como a ella ni me miraba con tanto amor como lo hacía con esa mujer.
Él estaba tan pendiente de ella que no notó cuando salí de la habitación con pasos tambaleantes debido al mareo. Estaba tan débil...
Una vez abrí la puerta de mi recámara, caí al piso de rodillas y empecé a llorar.
De repente, sentí un dolor insoportable en la pelvis que me hizo encorvarme más.
—¡No, mi cachorro!
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra
Los ojos de Roan me observaban con un brillo espeluznante que se me hizo imposible descifrar. Su porte estoico, la leve línea que su ceño casi fruncido le formó en la frente, la oscuridad en su mirada y esa expresión carente de emoción ocultaba si mis palabras le afectaron o no.Quería saber qué pasaba por su mente en ese momento, por lo que su silencio me puso más nerviosa de lo que ya estaba.«Di que me dejarás ir, por favor», pensé esperanzada de que Roan fuera consciente de que ya no había lugar para mí en esta manada, mucho menos en la casa que compartimos por tres años.—Sobre mi cadáver —soltó al fin.Sentí un escalofrío recorrerme en el instante en que habló.—No tiene sentido que me quede en este lugar. ¿Para qué me quieres aquí? ¿Es por tu padre? Él entenderá que amas a Kapria y que ustedes formaron una familia.—Eres mi Luna, Zebela, no puedes irte de aquí, ya que tienes una responsabilidad de peso con la manada. Te he dejado descansar porque estabas delicada de salud, pero
Esa mañana me había levantado positiva y llena de esperanzas. Me compraría un lindo vestido y prepararía el almuerzo de Roan para llevárselo a su trabajo.Paseé feliz por las calles de la manada mientras visitaba tiendas y mercados. No solo me compré un lindo vestido azul, también la colonia favorita de Roan que se mezclaba con el olor natural suyo y lo hacía irresistible al olfato. Después de eso, me abastecí de los ingredientes que usaría para su almuerzo.Solo me tomé dos horas en las compras, por lo que llegué a tiempo a casa para cocinar su comida favorita.—Espero que te guste, amor mío. ¿Será que hoy sí me atrevo a besarlo? ¿Se enojaría? —fantaseaba mientras cocinaba. Sentía mis mejillas arder con tan solo imaginar los labios de Roan sobre los míos—. ¿Cómo se sentirá ser besada? Tenemos un año de casados y yo todavía no sé a qué saben tus labios.Con ese pensamiento terminé de preparar la comida y las organicé muy elegantes. Me bañé rápido y me puse el vestido nuevo, luego me h
Manada Luna roja, región de los hombres lobos híbridos.Bastian¡Maldición!¿Era esto real? La sangre de alguien tenía que correr sí o sí.—¡¡Son unos inútiles!! —grité airado y a punto de arrancarle la cabeza a uno de estos imbéciles—. ¿De qué mierda me sirven si no pueden hacer algo tan sencillo como eso? ¿Era tan difícil traer el jade a donde pertenece?—Lo sentimos, Alfa —se disculpó el guerrero encargado de la misión—. No esperábamos tal emboscada. Es que, ¿quién podría atreverse a desafiarlo? Todos le temen, por lo que nos confiamos y no tomamos las medidas de seguridad necesarias.—¡En la confianza está el peligro, imbéciles! Ah, pero el maldito responsable me va a pagar con su vida. Díganme que por lo menos tienen el nombre del gusano que se atrevió a robarme. —Mis dientes rechinaron en una sonrisa despiadada y llena de sed de venganza.Mis hombres temblaron al enfrentarse a esa mirada transformada en pura maldad, como si no estuvieran acostumbrados a ver lo tenebroso que solí
Caminé en dirección a la oficina de Roan sin importarme que la secretaria me dijo que él estaba ocupado. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y me crucé de brazos ante la mirada de asombro de Roan, el gamma y algunos de sus hombres que allí se encontraban.—¿Qué sucede aquí? ¿Por qué entras a mi oficina sin a anunciarte? —reclamó él, pero antes de que pudiera responderle, la secretaria se apareció de repente y se adelantó a comunicarle:—Le dije que estaba ocupado, pero ella siguió adelante, Alfa. Ni siquiera me dio tiempo de detenerla. Le pido disculpas.Entorné los ojos y miré a Roan molesta.—¿Ya te dijo el Gamma lo que hicieron? —interpelé, captando la completa atención de mi marido.Él le hizo señas a la secretaria para que saliera, quien obedeció nerviosa y cerró la puerta tras sí. Por mi parte, mantuve mi porte imponente mientras observaba a los hombres de Roan.—Me imagino que el bocón de Dan te fue con el chisme —respondió Roan con una sonrisa maliciosa.—Dime que es una eq